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sábado, 21 de junio de 2014

COLOMBIA: REELECCIÓN AUTORIZA A SANTOS A SEGUIR NEGOCIANDO LA PAZ

Tomado de esglobal 

COLOMBIA, LUZ VERDE A LA PAZ

El país latinoamericano se perfila cada vez más como un Estado pluralista, moderno y democrático.

Por Guillermo Pérez Flores

Colombia ha autorizado a Juan Manuel Santos para seguir en el Gobierno y continuar con las negociaciones de paz, pero ello no significa que le haya extendido un cheque en blanco. Las urnas han dicho también que su margen de maniobra es limitado, y así lo reconoció él mismo en el discurso de victoria, en el cual afirmó que corregiría todo lo que tuviera que corregir y ajustaría todo lo que tuviera que ajustar. Un giño, sin duda, a la ex candidata Martha Lucía Ramírez y al ex presidente Andrés Pastrana (1998-02), e inclusive al mismo candidato Oscar Iván Zuluaga, quien a diferencia de su mentor, el ex presidente Álvaro Uribe (2002-10), aceptó la derrota sin intentar, como éste, deslegitimar el triunfo con acusaciones fraude y corrupción.
Esta campaña electoral se enmarcó en dos plebiscitos paralelos. Uno en torno a la paz, esbozado por el presidente Santos en el dilema de escoger entre el fin de la guerra y la guerra sin fin. Y otro sobre el regreso del uribismo al poder. Decidir si Colombia se matriculaba en una era post Uribe, que tiene una honda significación política e incluso cultural. Al ex presidente, tirios y troyanos le reconocen que durante sus ocho años de “Seguridad Democrática” logró alterar la correlación militar de fuerzas en favor del Estado. Pero ese reconocimiento no supone aprobación de sus métodos ni mucho menos de su mentalidad política tribal, que induce a estar de acuerdo solo con quienes piensan igual, en una estrecha visión de que quien no está con él está contra él.
Fue precisamente ese marco lo que permitió gestar -tras la primera vuelta- una amplia coalición política y social en favor de la paz, con participación de sectores socialdemócratas, de liberales conservadores (Antanas Mockus), de progresistas (Gustavo Petro), de izquierda y oposición (Clara López, Aida Avella y Piedad Córdoba), de líderes de la Alianza Verde (Antonio Navarro y Claudia López) y de las principales centrales sindicales y de víctimas del conflicto (Íngrid Betancourt). Coalición que recibió la bendición de empresarios importantes como Luis Carlos Sarmiento (dueño de una tercera parte de la banca) o Nicanor Restrepo, ex presidente de uno de los conglomerados económicos más grandes. Esta amplia y diversa alianza le dio un nuevo aire a Santos, que con la Unidad Nacional (coalición de gobierno) fue incapaz de transmitir durante la primera vuelta el mensaje gubernamental y de movilizar un electorado apático y escéptico frente a la paz.
Santos ha cosechado casi cinco millones de votos más que en la primera vuelta, 900.000 más que Zuluaga, los suficientes para proseguir las conversaciones de paz con las FARC (que ahora se amplían a la segunda guerrilla, el Ejército de Liberación Nacional, ELN) y frenar el regreso al poder del uribismo. El pleito político, sin embargo, no ha concluido. Santos tiene grandes desafíos. El primero, y quizás el más trascendente, llegar al cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo, antes de que termine este año. La paciencia del país tiene límites. Bajo la égida de Álvaro Uribe hablar de paz era políticamente incorrecto, con este resultado se invierte la ecuación, no obstante, el país  demanda resultados concretos y no se conforma con declaraciones o ceses unilateral de fuego de una o dos semanas, como los decretados por las FARC durante las elecciones.  Otro desafío es mantener y ampliar la coalición de apoyo a la paz –que es frágil y podría tornarse volátil–, pues los acuerdos a los que llegue con las guerrillas tendrán que ser refrendados popularmente.
Hasta el pasado 15 de junio las conversaciones de paz tenían más respaldo externo que interno. El gobierno de Estados Unidos, la Unión Europea, la ONU, la OEA, UNASUR, la Alianza del Pacífico y todo el vecindario las apoyan. Esto ha mejorado, pero falta un respaldo interno más sólido. Santos creyó que la campaña electoral sería fácil, jugó a adormecerla y se equivocó. Ese error le ha obligado a hacer de la necesidad virtud y salir a conseguir el apoyo de más sectores a las negociaciones. Ahora tendrá que transformar la paz en política de Estado, y compartir la bandera de la paz con muchas otras manos, para hacerle saber a las guerrillas que están negociando no con un Ejecutivo sino con todo un país y acelerar las negociaciones. 
Con el resultado electoral del pasado domingo, Colombia comienza a diseñarse un perfil más pluralista, moderno y democrático del que tenía. El ejercicio de diálogo político interno que acaba de hacer Santos es positivo, y contribuirá, inclusive, a reforzar su política exterior, de respeto y no injerencia en asuntos internos de otros países (léase Venezuela y Ecuador). En concordancia con el mandato político recibido, y con ese nuevo perfil, Colombia podría pasar de ser país problema (como se proyectó hace unos años) a país solución. Ayudar, por ejemplo, a normalizar las relaciones entre Washington y La Habana, darle un enfoque más integrador a UNASUR o solucionar, mediante la diplomacia, la divergencia que aún mantiene con Nicaragua tras el fallo del Tribunal de Justicia de La Haya, o mediar, si se lo piden las partes, en la crisis venezolana.
No cabe duda de que estas elecciones le han permitido a la democracia colombiana un salto de calidad que oxigena a Santos. Ya nadie podrá acusarle de haber traicionado el mandato de las urnas, como sucedió tras abrir las negociaciones con las FARC. Seguramente también, tendrá que hacer un gobierno menos ideológico, acentuar en lo social y modular sus políticas neoliberales, algo que ofreció hacer Zuluaga, quien prometió no celebrar más tratados de libre comercio durante cuatro años. Con razón o sin ella, los agricultores adjudican su quiebra a las políticas de apertura y al libre comercio. Santos se ha comprometido con los trabajadores a devolverles a las horas extras nocturnas y dominicales que la primera administración de Uribe les quitó.
Adicionalmente, el reelegido presidente colombiano tendrá que resolver un problema que no es de poca monta: de dónde saldrán los recursos para financiar la paz y el postconflicto. Se necesitará una nueva reforma tributaria. ¿Quién va a pagar la factura? Ampliar la base tributaria sería excesivamente impopular, pero aumentar los impuestos a los más ricos y a las grandes empresas podría desestimular la inversión privada y extranjera, y desatar una fuga de capitales. En cualquier caso, la política es el arte de hacer posible lo imposible, y Juan Manuel Santos, con su segunda elección a la que se presenta en su vida, ha demostrado que es, ante todo, un buen político. 

domingo, 15 de junio de 2014

Colombia: De la borrachera emocional del triunfo del mundial al "guayabo" de las elecciones

 Tomado de Semana
Santos y Zuluaga: la batalla final

Este domingo, en las urnas, se definirá el futuro de las próximas generaciones.

No es una elección más. Por el ideario político que representan y la propuesta que prometen poner en marcha, en especial para resolver el conflicto armado, el ganador este domingo en las urnas, entre Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga, definirá el futuro de esta y las nuevas generaciones de colombianos.

En efecto, los ciudadanos se aprestan para elegir en segunda vuelta su presidente para el periodo 2014-2018 en una jornada para la que están habilitados 32.975.158 colombianos para votar y en la que puede ser determinante la abstención, que en la primera alcanzó el 59,93 %.

Los dos aspirantes, el presidente Santos, que busca la reelección como candidato de la coalición Unidad Nacional (conformada por La U, el Partido Liberal y Cambio Radical), y Zuluaga, del movimiento uribista Centro Democrático, manifestaron en las últimas horas su confianza en el triunfo pese a que las últimas encuestas, de hace una semana, reparten por igual el favoritismo del electorado.

“Estamos entusiasmados y optimistas por todas las adhesiones que hemos recibido en estos 15 días, son sintomáticas, pero el verdadero resultado se verá el domingo", afirmó el mandatario, quien en una de sus últimas entrevistas en campaña, al Canal Capital, dijo que ganaría por 8 puntos a su contradictor.

Según Santos, en todo el país ha “palpado” el “entusiasmo” de la ciudadanía con su propuesta centrada en la paz con las FARC y el ELN, los dos grupos guerrilleros del país con los que su gobierno dialoga para poner fin a medio siglo de conflicto armado.

Zuluaga fue el sorpresivo ganador de las elecciones del pasado 25 de mayo con el 29,25 %, contra el 25,69 % de Santos. Y aunque estuvo desaparecido de los focos de los medios en la recta final de la campaña, a causa de una laringitis, también vaticinó que volvería a derrotar al presidente-candidato. 

A sólo dos días de las elecciones, al reaparecer en público, Zuluaga aseguró que millones de colombianos están identificados con su proyecto y se mostró confiado en que en la noche de este domingo, después de la jornada electoral, se dirigiría a los colombianos como presidente electo. 

Zuluaga representa en estas elecciones las ideas del expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), quien fue el mentor de Santos hace cuatro años y hoy es su principal opositor con un duro discurso contra la forma como el gobierno maneja el proceso de paz con las FARC, que ha calado en un importante sector de la población.

Tanto Santos como Zuluaga, que fueron ministros de Uribe, han forjado sus propias alianzas y sumado adhesiones de diferentes sectores en las tres últimas semanas, pero su gran desafío está en atraer el voto de los indecisos y principalmente de los desencantados con la política que no se entusiasman con ninguno de los dos.

De los casi 33 millones de ciudadanos llamados a las urnas, en la primera vuelta sólo votaron 13,2 millones, es decir, el 40,07 %, lo que significa que casi 20 millones prefirieron no votar, y si una porción de ese electorado decide hacerlo, será decisiva en el resultado.

Cabe recordar que el pasado 25 de mayo la abstención fue la más alta de los últimos 20 años en el país. Las autoridades electorales guardan la esperanza de que en los comicios de este domingo se incremente la participación. “Aspiramos a que en la segunda vuelta la participación aumente por lo menos en 10 puntos con respecto a la primera para darles mayor legitimidad a los resultados”, dijo Carlos Ariel Sánchez, registrador nacional del Estado Civil.

Para estos comicios, la Registraduría ha instalado 89.389 mesas, distribuidas en 10.642 puestos de votación en todo el país, los mismos números de la primera vuelta.

El fervor de la campaña ha incrementado en las últimas semanas pero ha sido opacado por la fiebre del mundial de fútbol que se vive a la largo y ancho del país, sobre todo porque a la máxima cita mundialista participa la selección de Colombia tras 16 años de ausencia. Aún es una incógnita el efecto que tendrá esta competición en el electorado.

“El Mundial no debería afectar la participación” en las urnas, dijo el presidente de la Unión Interamericana de Organismos Electorales (Uniore), Patricio Valdez, pero hay analistas que consideran que al ser las elecciones un día después del estreno de Colombia, ante Grecia, el resultado del fútbol puede influir en el ánimo del electorado.

Más allá de estas circunstancias, la jornada electoral de este domingo, sin duda, será determinante para la historia del país. Pues aunque los dos candidatos tengan muchas similitudes, el proceso de paz que está en marcha con las dos guerrillas más antiguas del país podrá tener un momento decisivo dependiendo del resultado de las urnas. En la tarde se sabrá si continúa el actual proceso o si tendrá otras condiciones. 
 

sábado, 14 de junio de 2014

Griegos influirán en elecciones presidenciales colombianas

Tomado de BBC Mundo 

 Colombia contra Grecia: ¿el partido que puede decidir las elecciones?

Por Arturo Wallace
Primero la selección y luego la elección. Así se puede resumir el fin de semana de los colombianos, quienes este sábado verán debutar a su equipo nacional en el Mundial de fútbol de Brasil 2014 y el domingo están llamados a las urnas a elegir al próximo presidente del país.

Pero en esta nación apasionadamente futbolera –que además regresa a un mundial por primera vez luego de una ausencia de 16 años– también es bastante probable que ese realmente sea el orden de prioridades de buena parte de la población.

De hecho, el partido de Colombia contra Grecia tendrá lugar menos de 24 horas antes de la apertura de los centros de votación y numerosos analistas creen que eso podría afectar negativamente la asistencia de los ciudadanos a las urnas.
Aunque esa no es la única forma en la que el partido podría terminar impactando sobre unos comicios que se anticipan como unos de los más cerrados en la historia reciente del país.

Efectivamente, un par de estudios realizados en Estados Unidos sugieren que los buenos resultados deportivos en los días previos a las elecciones benefician a los candidatos que buscan reelegirse.

Lo que significa que, en principio, el presidente Juan Manuel Santos tiene más razones para desear un triunfo colombiano que Óscar Iván Zuluaga, quien lo superó por poco menos de 500.000 votos en la primera ronda de las elecciones, celebrada tres semanas antes del inicio del Mundial.

El factor "sentirse bien"


La explicación es sencilla: cuando la gente se siente bien tiende a valorar más positivamente todo lo que le rodea, incluyendo el desempeño gubernamental, explica Andrew Healey, coautor de uno de los estudios sobre el tema.
 

Zuluaga ha utilizado el fútbol para hacer campaña.

"Y eso significa que un buen juego de Colombia debería ayudar a Santos, porque un candidato que busca la reelección se beneficia cuando la gente se siente bien con el país", le dijo a BBC Mundo este profesor del departamento de economía de la Universidad Loyola Marymount.

Junto a dos colegas, Healey analizó el impacto de los resultados de partidos de fútbol americano universitario sobre elecciones –presidenciales, de gobernador y para el senado de EE.UU.– celebradas no más de diez días después de los encuentros.

Y la investigación, publicada en 2010, encontró que una victoria de un equipo local aumentaba el porcentaje de votos de los candidatos que buscaban la reelección en 1,6%clic(1, en inglés).

"Mientras que los efectos casi se duplican en el caso de victorias de los equipos de mayor popularidad y tradición", le dijo a BBC Mundo el profesor de la Universidad de Stanford, Neil Malhotra, quien también participó en la investigación.
Eso debería llamar la atención de Santos, quien en la primera vuelta quedó un 3,56% de votos menos que Zuluaga.

Pero, ¿pueden extrapolarse esos resultados al caso de las elecciones colombianas y su debut en el Mundial de Brasil?

Impacto sobre los indecisos


En términos generales Healey y sus colegas creen que sí. Aunque no necesariamente en la misma proporción.


Un hijo de Santos desató polémica al publicar en Twitter esta foto de Falcao con la paloma de la paz usada en la campaña de su padre..

"El fútbol americano universitario es muy importante en Estados Unidos, pero creo que no se compara con lo importante que es para los colombianos estar de regreso en un mundial de fútbol. Y que ese partido vaya a tener lugar justo el día antes de las elecciones es una coincidencia increíble" le dijo Healey a BBC Mundo.

"Si alguna vez un evento de este tipo estaba llamado a tener un impacto sobre unas elecciones, este es", afirmó.

Y algo parecido sostiene el profesor de ciencias políticas de la Universidad George Washington Michael K. Miller, quien en un estudio publicado en 2012 encontró que los buenos resultados de los equipos profesionales locales también mejoraban las posibilidades de reelección de los candidatos a alcaldes (2, en inglés).

Lo que parece confirmar que cuando la gente está contenta –por las razones que sean– tiende a favorecer el status-quo.
Eso, sin embargo, no quiere decir que una victoria de Colombia garantice el triunfo a Juan Manuel Santos.

"Es difícil decir qué tan grande será el impacto (en las elecciones colombianas). Me imagino que este es el tipo de evento que casi todos van a seguir y el resultado va a tener un impacto grande sobre su felicidad", le dijo Miller a BBC Mundo.

"Pero si uno ya tiene una opinión claramente definida, este tipo de cosas no van a cambiar la intención de voto. El impacto es sobre todo sobre los indecisos", explicó.

O, para ser más precisos, sobre los indecisos que vayan a la mesa de votación. Y, precisamente, a los analistas colombianos lo que más les preocupa es el impacto del Mundial sobre la abstención.

"Si ganamos va a haber una fiesta, a pesar de la Ley Seca. Y eso podría hacer que la gente salga a votar tarde y en menor número", le dijo a BBC Mundo Jorge Restrepo, el director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, un tanque de pensamiento local.

¿Y la abstención?


Para Restrepo, una menor participación afectaría sobre todo a Santos, "porque el voto de Zuluaga es un voto mucho más comprometido".


Algunos creen que el Mundial podría manetener alejados a los votantes de los centros de votación.

Pero, en opinión del analista, una derrota colombiana que lleve a más colombianos a las urnas, tampoco beneficiaría al actual presidente, porque estos acudirían a las mismas sintiéndose pesimistas.

"Parece que, en lo que al Mundial se refiere, Santos pierde con cara y que Zuluaga gana con sello", le dijo a BBC Mundo.

Aunque la directora de la Misión de Observación Electoral, Alejandra Barrios, cree que hay varios factores que podrían incidir positivamente sobre la asistencia a las urnas a pesar de la fiebre mundialista, como la movilización de las maquinarias electorales locales que no se vieron en la primera ronda de votaciones, cuando la abstención superó el 60%.


"Además hay una alta polarización en el país, que se ha puesto en términos de guerra y paz. Y esa polarización puede terminar generando lo que pasó en las elecciones de 1998, donde tuvimos una de las más altas participaciones en el país", le dijo Barrios a BBC Mundo.

"Porque lo que se le está diciendo al ciudadano, y además es verdad, es que su voto, en esta ocasión, sí decide", explicó.

Para jugar sobre seguro, Santos no tiene sino desear lo que todos los colombianos: que la selección derrote a Grecia por goleada y jugando de una forma que los convenza que, ahora sí, pueden llegar lejos en el Mundial.

Mientras que para no correr riesgos, Zuluaga probablemente debería desear, aunque en secreto, que Colombia empate 0 a 0.

Algo que tempere los ánimos por unos días, pero sin comprometer la clasificación a la segunda ronda de la competición.


domingo, 25 de mayo de 2014

Elecciones en Colombia: Zuluaga y Santos: ¿dos caras de la misma moneda?


Tomado de BBC Mundo


Las dos élites que se disputan el poder en Colombia

Por Luis Fajardo

En las elecciones presidenciales colombianas de este domingo, los dos candidatos favoritos pertenecen al "establecimiento" político nacional.

Ambos se han visto involucrados en escándalos en la recta final de la campaña, algo que ha generado desencanto entre parte del electorado.

Y sin embargo, no ha surgido una "tercería" o una opción alternativa a la que representan el presidente Juan Manuel Santos y su principal contendor, Oscar Iván Zuluaga.

Los colombianos eligen entre cinco candidatos a la presidencia, que a primera vista, reflejan variedad en el espectro ideológico.

Si la dinámica que se observó durante la campaña se mantiene hasta el final, la pugna central es la que hay entre la aspiración a la reelección del presidente Santos, y la candidatura de Zuluaga, protegido político del expresidente Álvaro Uribe Vélez.

Santos y Zuluaga reflejan dos visiones de élite del país, dos versiones distintas del "establecimiento" colombiano.

De una parte, una élite capitalina reflejada por el presidente, respaldada especialmente por los principales medios de comunicación bogotanos y por segmentos de opinión eminentemente urbanos.

De la otra, una élite más regional y respaldada, entre otros grupos, por el poder de la propiedad rural, que apoya al uribismo representado por Zuluaga.

Santos, integrante de la familia que por décadas fue dueña de El Tiempo, el medio de comunicaciones más influyente del país, nunca ha rehuido al calificativo de ser parte del estrato más aristocrático del país.

Pero le añade una connotación distinta. El presidente ha dicho una y otra vez que espera que la historia lo juzgue como un "traidor a su clase", un Franklin Delano Roosevelt colombiano, quien usó su privilegio y su posición para impulsar una serie de medidas progresistas en beneficio de los más necesitados.

Zuluaga, por su parte, acapara los afectos de muchos propietarios rurales, los mismos que aseguran que han sufrido más de cerca la guerra contra las FARC y que muestran el mayor recelo ante las negociaciones que adelanta esa guerrilla con el gobierno de Santos en La Habana.

Al candidato uribista le gusta recordar a la gente que al comienzo de su carrera pública fue alcalde de un pequeño pueblo, Pensilvania, en la zona de producción cafetera del departamento de Caldas. Los medios regionales le ofrecen muchas de las simpatías que no le concede la "gran prensa" capitalina.

Por supuesto, ambos candidatos aseguran, con razón, que un espectro amplio de la población los sigue, y no simplemente los estratos privilegiados con los que más los identifican.


El presidente Santos se presenta como un aristócrata que quiere ayudar a los más necesitados.

Más allá de su lugar natural


Se pueden encontrar muchos santistas fuera de los "country clubs" bogotanos y muchos simpatizantes de Zuluaga fuera de las casas de hacienda de la Colombia rural.

Santos, por ejemplo, ha recibido por cuenta de sus esfuerzos en adelantar el proceso de paz, importantes apoyos tácitos o explícitos de una parte de la izquierda, incluyendo sindicatos y otras organizaciones populares.

También de sectores de los Verdes, que agrupan a franjas significativas de universitarios y otros independientes.

Varios de sus voceros, incluyendo al excandidato presidencial por los Verdes en 2010, Antanas Mockus, han dicho que puestos a escoger entre Santos y Zuluaga, no dudaran en hacerlo por el primero, para mantener vivos los diálogos en La Habana.

Y los programas asistencialistas que Santos ha lanzado en sus cuatro años de gobierno sin duda buscan crear bases populares de apoyo para su causa.

Zuluaga, por su parte, aspira a recoger el caudal electoral que eligió por amplias mayorías a Uribe en 2002 y 2006, y que incluyó a vastos sectores de las clases medias y bajas en la ciudad y en el campo, que se sintieron atraídos por la mejoría en la seguridad y en la situación económica general percibidos en esos años.

Los opositores


En Colombia tradicionalmente no han tenido éxito en llegar a la presidencia los candidatos que se presentan más como voceros directos de grupos tradicionalmente excluidos.


La candidata Clara López representa al sector más opuesto al poder en Colombia.

Entre los cinco candidatos actuales a la presidencia, Clara López, del izquierdista Polo Democrático, representa al grupo más claramente opuesto al status quo.

Sin embargo -y pese a las ampliamente documentadas dificultades del presidente Santos para despertar emoción en el electorado, a las serias acusaciones de irregularidades que enfrenta la campaña de Zuluaga y a las notorias manifestaciones de inconformidad ciudadana que se vivieron en Colombia en los últimos tiempos, por ejemplo en el paro agrario de 2013- la candidatura de López no ha despegado como una "tercería" con opciones claras para llegar a la presidencia.

"En un país normal esa sería la lógica, pero recuerde que este es un país que ha vivido un enfrentamiento civil que se ha llevado a tales extremos que partidos como el nuestro, civilista y democrático, que opera bajo la constitución y la ley, ha sido permanentemente estigmatizada", le dice a BBC Mundo Clara López, recordando los problemas que ha tenido la izquierda democrática en este país, frecuentemente acusada a través de su historia de tener vínculos con la guerrilla.

Sin embargo, los críticos de su movimiento alegarían que parte de sus dificultades electorales radican en las acusaciones de irregularidades que pesan sobre varios de los alcaldes de la izquierda que han ejercido el poder en Bogotá.
Otros movimientos independientes tampoco han tenido éxito en llegar a la presidencia, como sí ha ocurrido en otros países de la región.

Algunos piensan que las mismas instituciones y reglas políticas en Colombia lo hacen particularmente difícil.

Erika Moreno, profesora de ciencia política de la Universidad de Creighton, en Estados Unidos, indica a BBC Mundo: "Mientras podemos ver a nuevos actores políticos aparecer en otros países, las reglas electorales en Colombia siguen permitiendo la reelección y promoviendo las campañas personalistas", como la que ha llevado a cabo Zuluaga, basándose en el prestigio personal de Álvaro Uribe".


Zuluaga se identifica con el sector rural, más afectado por la acción de los guerrilleros.


Lo que los diferencia y lo que los une


La mayoría de observadores ha dicho a lo largo de la campaña que, a menos que se produzca una sorpresa grande, Santos y Zuluaga pasarán a la segunda vuelta a disputarse el 15 de junio.

Al escoger entre dos vertientes del "establecimiento", los colombianos también estarán probablemente escogiendo opciones distintas en muchas políticas.

La más notoria, claramente, es la de las negociaciones de paz de La Habana, donde Santos ha basado su propuesta reeleccionista en ofrecer continuidad a las mismas, mientras que Zuluaga advierte que la posición del estado frente a las FARC se endurecerá.

En el campo de la política social también habría diferencias entre Santos y Zuluaga.

Juan Carlos Guataquí, profesor de la facultad de Economía de la Universidad del Rosario en Colombia, señala a BBC Mundo que Santos se ha visto más dispuesto a aplicar medidas activas de intervención estatal en áreas como la legislación laboral y la política de empleo, mientras que Zuluaga y los uribistas se inclinarían a flexibilizar más aún el libre juego del mercado.

En cuanto a las relaciones internacionales del país, Santos, en aras del pragmatismo, ha mantenido buenas relaciones con el chavismo en su periodo de gobierno, mientras que Zuluaga no vacila en calificar al gobierno venezolano de "dictadura" y advertir que replanteará las relaciones de Colombia con sus vecinos.

Pero en otros puntos cruciales, los dos candidatos tienen posiciones parecidas.

Ambos mantendrían una alianza cercana con EE.UU. Uno y otro mantendrían los buenos vínculos que han tenido en toda su carrera con los sectores industriales del país. Y tanto Santos como Zuluaga están comprometidos con un modelo económico que privilegia la inversión extranjera, particularmente en la explotación de recursos naturales, así como el libre comercio.

Sería injusto decir que los colombianos no tienen opciones este domingo. Hay candidatos de izquierda, tecnócratas, centristas y derechistas. Incluso entre los dos aspirantes más cercanamente asociados con el poder tradicional, hay diferencias significativas.

Lo que queda por verse es si esa variedad de opciones romperá con la apatía electoral que muchos auguran en un país todavía afectado por profundas distancias entre la ciudadanía y su dirigencia política.