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sábado, 2 de enero de 2016

SALUD MENTAL, LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: METAS

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En estas fechas todo el mundo habla de los propósitos de año nuevo. Lo curioso es que solo se habla de ello a principio de año; por eso se llaman propósitos de “año nuevo”. ¿Y el resto del año? ¿No hay propósitos? Pues francamente, no mucho. Por ello los tales propósitos de año nuevo no pasan de ser un compromiso no tanto con uno mismo, sino con todos los que nos preguntan por ellos, es decir, una respuesta de cumplido ante una pregunta también de cumplido en estas fechas.

¿Y con respecto a nosotros mismos? Pues no suele haber mucha diferencia. Con frecuencia hacemos ante nosotros mismos una declaración de buenas intenciones, pero por eso mismo, porque la cultura no enseña que en estas fechas hay que hacerlo. Frecuentemente empezamos el intento, pero lo que es terminarlo… casi nunca. Pero no se preocupe. Hay una explicación muy clara, la mencionada en el párrafo anterior; no hay un compromiso real con nosotros mismos; si lo hubiera, ¿Por qué hay que iniciarlo en año nuevo? Si hay un compromiso que cumplir, cualquier fecha es buena; cuanto antes mejor.

Si de verdad tenemos el compromiso, en vez de hablar de propósitos, hablemos mejor de metas. ¿Y qué diferencia hay? Una muy clara: la meta es el propósito en su grado más específico, es decir poniéndole números y detalles; es decir, no solo qué queremos, sino cuánto específicamente, de qué forma, en qué plazo, etc. La meta debe, por tanto, incluir un plan, unas etapas, unas sub metas para facilitar su alcance y hacer más estimulante el camino. La meta debe cumplirse; el simple propósito, probablemente no se cumplirá.
Las metas más importantes son aquellas que permiten a los individuos crecer como persona, y suelen ser de dos tipos, que al mismo tiempo deben fusionarse por el bienestar emocional. El primero es el ámbito personal y familiar; el segundo, el profesional. Al igual que en uno mismo, ambos deberán estar presentes también en el crecimiento integral de nuestros hijos, independientemente de la edad que ellos tengan, dado que un niño de siete años y un joven de 18 tienen diferentes objetivos tanto personales como profesionales que desean cumplir insistentemente.

Entre los propósitos más importantes que podrías plantearte para este año están enseñar responsabilidad, fortalecer la autoestima, fomentar autonomía para tus hijos, generar espacios de diversión familiar, ayudar a superar debilidades y mejorar la comunicación intrafamiliar, es decir, que se logre que los hijos tengan la suficiente confianza para externar sus problemas o incluso alegrías a sus padres. Y para convertirlas en metas, no simplemente te lo propongas, sino traza planes para conseguirlo y define hasta qué punto esperas haberlo conseguido a fin de año, de modo que puedas hacer balance y decir “lo conseguí”.

A su vez, es importante plantearse un proyecto general de vida con tus hijos, ya que así las metas se van planteando y consiguiendo de una forma estructurada y concatenada de acuerdo a ese proyecto de vida, de forma que unas metas sirvan de apoyo a otras. De otro modo, podremos conseguir metas que no resulten en un verdadero crecimiento por estar planteadas de forma desordenada e inconexa. Por ejemplo, el proyecto de vida de una familia puede incluir, entre otras cosas, que sus hijos consigan graduarse de la universidad. Si una meta a corto plazo de un hijo es graduarse de bachiller, y la familia se pone como meta apoyar al hijo con tales recursos y ayuda en sus actividades, ambas metas irán de la mano y serán mucho más fácilmente alcanzables, de modo que supongan un paso adelante más en su proyecto de vida.
Otro punto esencial que se torna muy útil para las familias será escribir una lista de todos los elementos buenos logrados en el año anterior y así intentar fortalecer esas cualidades positivas. Por ejemplo, si lograron que cada uno de los miembros realizara tareas dentro del hogar, deben existir incentivos internos para que ese hábito continúe. Es bueno tratar de tener recordatorios visibles, donde se escriban las metas para que nadie las pierda de vista. Además, al momento de plantearlas no olvides que deben ser metas accesibles y posibles, que se puedan realizar en familia y teniendo paciencia y perseverancia, dado que muchas veces habrá momentos de decaimiento e incluso de retroceso, que ponen en riesgo el éxito.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.  

sábado, 19 de diciembre de 2015

SALUD MENTAL, LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: DISFRUTAR DEL SER PADRE

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Disculpen que publique nuevamente estos párrafos, pero es que cada vez que he visto en las últimas semanas a Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, cayéndosele la baba con su bebé, he sentido un impulso irresistible de insistir en ello una y cien veces. La fascinación de este joven padre no es diferente a la que sienten la gran mayoría de las madres, pero verla públicamente en un hombre provoca algo diferente, algo a lo que no estamos muy acostumbrados; más cuando parece estar dejando a un lado su gran imperio para disfrutar más de su hija. Siempre habrá quien calcule en dólares la fortuna de esta recién nacida, pero para mí, la fortuna de tener un padre entregado no se mide en dólares.   

Quisiera provocar alguna reflexión sobre el significado de la palabra “padre”. Una reflexión dirigida especialmente a esa gran cantidad de padres que lo son, pero no se atreven a serlo; a aquellos que se resisten a la tentación de cargar y abrazar a su bebé porque no se lo permite su “masculinidad”; a aquellos que entran “furtivamente” a verle, acariciarle, chinearle y hacerle muecas y luego tratan de negarlo cuando se les pilla “in fraganti”; a aquellos que tal vez quisieran, pero se sienten unos completos “inútiles” para atenderles físicamente; y a aquellos que aunque algunas veces se involucran en su atención y cuidado, en general no se comprometen porque suelen tener “cosas más importantes que hacer”.

        En todos estos casos se pone de manifiesto, en mayor o menor medida, una especie de vocación natural al ejercicio de la paternidad similar a la vocación maternal de la mujer, con excepción, lógicamente, de aquellas escasas funciones que la naturaleza ha asignado en exclusiva a la madre; vocación paternal que se ve frustrada por los patrones impuestos por la cultura, que no por la naturaleza, y que le impiden disfrutar de la paternidad de la misma manera que es capaz de disfrutar la mujer.

        Hay hombres que dicen que con estos patrones culturales, disfrutan la paternidad a su manera, y no vamos a negar que pueda ser cierto, pero también es cierto que de aquellos padres, cada vez más, que han experimentado la paternidad más allá de los esquemas tradicionales, y se han involucrado plenamente en el afecto y la atención física a sus hijos, ninguno de ellos se arrepiente de la experiencia o se cambiaría por los primeros; al contrario, les resulta fascinante y descubren sensaciones inimaginables; las mismas sensaciones que toda la vida han descubierto las madres. Los padres que no lo han experimentado no se imaginan lo que se han perdido.

        Y es lógico; la ternura, el afecto, el cariño, la atención, el cuidado, etc., no son cuestión de género; son tan naturales en los hombres como en las mujeres; en los seres humanos como en las demás especies animales; mucho más aún cuando se trata de un hijo. Pareciera que para satisfacer nuestros objetivos vitales cada vez más buscamos fórmulas, como si vivir fuera un ejercicio matemático; pareciera que cada vez más tratamos de imponernos estereotipos, de imitar lo que otros hacen, y de seguir lo que otros dictan. Parece que cada vez más buscamos y buscamos fuera, en vez de buscar dentro de nosotros mismos.

        No hay fórmulas para que un hombre pueda disfrutar de ello; simplemente debe superar los condicionantes culturales y permitirse a sí mismo la expresión natural de aquello que lleva dentro. Debe comprender que dichos condicionantes culturales son precisamente eso, culturales, no naturales, sino establecidos por el propio ser humano, no necesariamente con criterios acertados, o tal vez con unos criterios razonables para otras épocas, pero no para la época actual.

Algunas mujeres han contribuido a ello arrogándose en exclusiva estas funciones. La atención física tampoco debería ser ningún sacrificio; o mejor dicho; si el padre quiere verlo como tal, entonces sí lo será; pero si quiere verlo como un juego, un juego será; un juego con su hijo. Para llegar a comprenderlo basta superar esa barrera mental y esa actitud comodona, e intentarlo dos o tres veces, sabiendo que a quien está atendiendo es nada menos que su hijo. Reclame lo que le corresponde; reclame su derecho al afecto y a la atención de SU HIJO. Comparta con su pareja esas tareas, pero no por ella, sino por su hijo, y, sobre todo, por usted mismo. No se arrepentirá, y la unidad familiar se verá fortalecida.

        Un padre comentaba en una ocasión: “Me he ensuciado cambiando sus pañales, me ha llenado de babas y hasta de vómito la camisa, me ha orinado cien veces el pantalón... y en vez de sentirme apenado, me siento exageradamente orgulloso”. Este padre, sin duda, había aprendido a disfrutar de aquello que la cultura se empeña en negar a los hombres. Pero el beneficio no era solamente para el padre; tal vez sin ser muy consciente de ello, con la atención física y afectiva que este hombre proporcionaba a su hijo, se estaba abriendo un valiosísimo canal de comunicación entre ambos. Probablemente este padre estará siempre más unido a su hijo. Probablemente estará más capacitado para educarle en la niñez, y para entenderle en la adolescencia, porque desde el primer momento existió permanentemente ese canal de comunicación.
       
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.  

sábado, 5 de diciembre de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: LOS NIÑOS Y EL DIVORCIO

 
 Ante la situación de divorcio de los padres, invariablemente los niños se sienten asustados y confundidos por la amenaza a su estabilidad y seguridad personal. Algunos padres se sienten tan heridos y abrumados por el divorcio que buscan la ayuda y el consuelo de sus hijos, sin entender que los adultos son ellos, los padres; los hijos están aún más heridos, abrumados e indefensos; no se les puede cargar con más responsabilidad. Los hijos difícilmente entienden lo que está pasando, ni mucho menos por qué y los padres deben explicárselo, cómo se verán afectados y cómo será su vida a partir de ahora.

            Es frecuente que los niños crean que ellos son la causa del conflicto entre sus padres. Muchos asumen la responsabilidad de reconciliar sus padres y muchas veces se sacrifican a sí mismos en el proceso. La pérdida traumática de uno o de ambos padres debido al divorcio puede hacerlos vulnerables a enfermedades físicas y mentales. Sin embargo, con mucho cuidado y atención, una familia puede hacer uso de su fortaleza o de sus factores positivos durante el divorcio, ayudando así a los niños a tratar de manera constructiva con la resolución del conflicto de sus padres.

            Los padres deben percatarse de las señales de estrés persistente en sus hijos. Estas señales pueden incluir la pérdida de motivación por la escuela, por los amigos o, aún peor, por entretenerse. Otras señales de aviso son el dormir muy poco o demasiado y el ser habitualmente rebeldes y argumentativos con los familiares.

            Es muy frecuente que los padres que se están divorciando utilicen a los hijos como arma, o bien como objeto de posesión o dominio, como si se tratara de la casa o el carro. Los niños han de saber que su mamá y su papá seguirán siendo sus padres aún cuando la pareja se termine y los padres no vivan juntos; pero sobre todo, los padres también han de tenerlo claro, así como que su responsabilidad en la atención emocional de los hijos es ahora mayor que nunca. Las disputas prolongadas a cerca de la custodia de los hijos, o el presionar a los niños para que se pongan de parte del papá o de la mamá le puede hacer mucho daño a los hijos y acrecentará el daño intrínseco del divorcio.
La continuación de la obligación de los padres por lograr el bienestar afectivo y emocional de sus hijos es vital. Si el niño tiene indicios de estrés, los padres deben consultar con un especialista, quien podrá evaluar y darle tratamiento al niño para aliviar las causas del estrés. Además el especialista puede reunirse con los padres para asesorarles y enseñarles cómo manejar la situación, y cómo pueden minimizar los problemas que causa el divorcio, con el fin de hacerlo menos dañino para todos los miembros.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 


sábado, 21 de noviembre de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: TOLERANCIA



       En los blogs anteriores se ha hablado de disciplina, firmeza y flexibilidad como criterios fundamentales y complementarios en el modelo educativo familiar. Se mencionaba un cuarto, la tolerancia, como otro elemento de ese conjunto de criterios. Se ponía el ejemplo de un árbol como modelo comparativo, y cómo el viento podía mover sus ramas, pero no mover el árbol de su sitio (firmeza). Precisamente esa capacidad para encajar el empuje del viento, flexionando sus ramas, pero sin desplazarse, es la tolerancia del árbol al empuje del viento. Si las ramas fuesen inflexibles, no admitiesen una tolerancia y permanecieran rígidas, el viento podría quebrarlas.

       En la educación de los hijos, hay unos criterios generales básicos que son como el tronco del árbol; hay unas normas generales, que son como las ramas principales del árbol; hay algunas normas más específicas que dependen de las generales, como las ramas secundarias del árbol dependen de las principales; y todavía hay normas más concretas, como ramitas más pequeñas en el árbol. Los hijos a veces empujan como el viento. Pese a que las normas responden a unos principios básicos de relación familiar, el ser permanentemente estrictos y rígidos en su cumplimiento puede provocar cierta asfixia psicológica, sensación de falta de libertad y clara disconformidad con el modelo educativo, y el responsable de ello será quien estableció unas normas que sólo perseguían un bien.

       Por ello, tolerancia en la educación es la capacidad para pasar por alto algunas veces el incumplimiento de alguna norma o de algún acuerdo; o para obviar, a veces, algunas normas sin menoscabo de la firmeza, conscientes de que ello no significa que ya no existan, sino que simplemente se trata de paréntesis que sirven como válvulas de escape, y que permiten seguir aceptando la disciplina con una actitud positiva. Es como tomarse un respiro cuando se hace un esfuerzo.

       Como las ramas del árbol, y al igual que sucedía con la flexibilidad, las normas más concretas y específicas son las que permiten mayor tolerancia, las más generales, menos; mientras que los criterios básicos, es decir, el tronco, a penas permiten tolerancia. Y también al igual que la flexibilidad, la tolerancia tiene unos límites; aplicándose en la medida adecuada, oxigena la relación familiar, pero el exceso de tolerancia tiende a deformar el modelo educativo y conduce al fracaso. Tan perjudicial es la excesiva tolerancia como la intolerancia.

       Cuando se es tolerante debe quedar claro que no se está siendo débil, sino solo tolerante, que no es lo mismo. Es decir, debe quedar claro que si las cosas no han sido como debían es algo excepcional, no habitual, y que lo habitual debe seguir siendo el cumplimiento de las normas. Castigar siempre es ser rígido; no castigar nunca o casi nunca es ser débil. Ser tolerante es no castigar la primera vez, o no hacerlo cuando el incumplimiento es excepcional, pero sí hacerlo cuando empieza a ser habitual. Además, el grado de tolerancia debería ser parejo para todos los miembros de la familia, empezando por uno mismo como padre o madre.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 



sábado, 14 de noviembre de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: FLEXIBILIDAD

En el blog anterior se habló de la firmeza como criterio educativo en el marco familiar, y de su relación con la disciplina. Otros criterios educativos familiares íntimamente vinculados a la disciplina y a la firmeza, son la flexibilidad y la tolerancia. Pero no es un vínculo antagónico, como a veces se entiende (flexibilidad y tolerancia contrapuesto a disciplina y firmeza), sino de complementariedad. Contraponer unos conceptos y otros es interpretar flexibilidad y tolerancia como debilidad, lo cual es una interpretación errónea.

Al hablar de la firmeza poníamos el ejemplo de un árbol, que, pese a que el viento pueda mover sus ramas, él permanece firme en su lugar. Siguiendo con el mismo ejemplo en la flexibilidad, podemos analizar las ramas secundarias del árbol que no crecen convenientemente y podarlas, esperando que crezcan nuevas ramas en la forma correcta, y el árbol se revitaliza; podemos hacerlo también con las ramas principales pero ya no debemos hacerlo frecuentemente, porque el árbol se vería resentido. Podemos, incluso trasplantar su tronco y raíces si fuera necesario, pero solamente alguna vez, y mejor siendo joven el árbol.

De igual forma sucede con la educación. Flexibilidad es la capacidad para detectar las normas y criterios de educación que no están funcionando bien, para suprimir o cambiar las que se estimen convenientes,  y para, incluso cambiar criterios básicos, el rumbo del modelo educativo. Flexibilidad es también la capacidad para adaptar las normas y criterios educativos a las diferentes circunstancias que se presentan. Pero la flexibilidad tiene unos límites. Como en el caso del árbol, haciéndolo en la medida adecuada, la relación familiar se revitaliza, pero si se abusa con los cambios en las normas porque no se atina con ellas, los hijos se confunden y desconciertan, y empiezan a percibir inestabilidad y fracaso.

Con las normas generales también se debe ser flexible, pero éstas admiten menos cambios. De lo contrario también fracasará el modelo educativo. Y los criterios básicos de educación, es decir, el tronco del árbol, también  pueden trasplantarse, pero en menor medida aún; quizás sólo una vez o dos. De lo contrario no existirá referencia, no existirá modelo educativo y la desorientación de los hijos será enorme. 
Inflexibilidad es la negación a la revisión y retroalimentación del modelo educativo impuesto. Muchos padres aplican el modelo que ellos vivieron de pequeños, y aunque dé señales de fracaso, lo mantienen por encima de todo, con el argumento de que la educación así tiene que ser. Tan negativa es la inflexibilidad como el abuso de la flexibilidad. Aunque las consecuencias sean de diferente tipo, tan negativas son unas como las otras.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.