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sábado, 21 de noviembre de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: TOLERANCIA



       En los blogs anteriores se ha hablado de disciplina, firmeza y flexibilidad como criterios fundamentales y complementarios en el modelo educativo familiar. Se mencionaba un cuarto, la tolerancia, como otro elemento de ese conjunto de criterios. Se ponía el ejemplo de un árbol como modelo comparativo, y cómo el viento podía mover sus ramas, pero no mover el árbol de su sitio (firmeza). Precisamente esa capacidad para encajar el empuje del viento, flexionando sus ramas, pero sin desplazarse, es la tolerancia del árbol al empuje del viento. Si las ramas fuesen inflexibles, no admitiesen una tolerancia y permanecieran rígidas, el viento podría quebrarlas.

       En la educación de los hijos, hay unos criterios generales básicos que son como el tronco del árbol; hay unas normas generales, que son como las ramas principales del árbol; hay algunas normas más específicas que dependen de las generales, como las ramas secundarias del árbol dependen de las principales; y todavía hay normas más concretas, como ramitas más pequeñas en el árbol. Los hijos a veces empujan como el viento. Pese a que las normas responden a unos principios básicos de relación familiar, el ser permanentemente estrictos y rígidos en su cumplimiento puede provocar cierta asfixia psicológica, sensación de falta de libertad y clara disconformidad con el modelo educativo, y el responsable de ello será quien estableció unas normas que sólo perseguían un bien.

       Por ello, tolerancia en la educación es la capacidad para pasar por alto algunas veces el incumplimiento de alguna norma o de algún acuerdo; o para obviar, a veces, algunas normas sin menoscabo de la firmeza, conscientes de que ello no significa que ya no existan, sino que simplemente se trata de paréntesis que sirven como válvulas de escape, y que permiten seguir aceptando la disciplina con una actitud positiva. Es como tomarse un respiro cuando se hace un esfuerzo.

       Como las ramas del árbol, y al igual que sucedía con la flexibilidad, las normas más concretas y específicas son las que permiten mayor tolerancia, las más generales, menos; mientras que los criterios básicos, es decir, el tronco, a penas permiten tolerancia. Y también al igual que la flexibilidad, la tolerancia tiene unos límites; aplicándose en la medida adecuada, oxigena la relación familiar, pero el exceso de tolerancia tiende a deformar el modelo educativo y conduce al fracaso. Tan perjudicial es la excesiva tolerancia como la intolerancia.

       Cuando se es tolerante debe quedar claro que no se está siendo débil, sino solo tolerante, que no es lo mismo. Es decir, debe quedar claro que si las cosas no han sido como debían es algo excepcional, no habitual, y que lo habitual debe seguir siendo el cumplimiento de las normas. Castigar siempre es ser rígido; no castigar nunca o casi nunca es ser débil. Ser tolerante es no castigar la primera vez, o no hacerlo cuando el incumplimiento es excepcional, pero sí hacerlo cuando empieza a ser habitual. Además, el grado de tolerancia debería ser parejo para todos los miembros de la familia, empezando por uno mismo como padre o madre.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Consultas on line

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 



sábado, 14 de noviembre de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: FLEXIBILIDAD

En el blog anterior se habló de la firmeza como criterio educativo en el marco familiar, y de su relación con la disciplina. Otros criterios educativos familiares íntimamente vinculados a la disciplina y a la firmeza, son la flexibilidad y la tolerancia. Pero no es un vínculo antagónico, como a veces se entiende (flexibilidad y tolerancia contrapuesto a disciplina y firmeza), sino de complementariedad. Contraponer unos conceptos y otros es interpretar flexibilidad y tolerancia como debilidad, lo cual es una interpretación errónea.

Al hablar de la firmeza poníamos el ejemplo de un árbol, que, pese a que el viento pueda mover sus ramas, él permanece firme en su lugar. Siguiendo con el mismo ejemplo en la flexibilidad, podemos analizar las ramas secundarias del árbol que no crecen convenientemente y podarlas, esperando que crezcan nuevas ramas en la forma correcta, y el árbol se revitaliza; podemos hacerlo también con las ramas principales pero ya no debemos hacerlo frecuentemente, porque el árbol se vería resentido. Podemos, incluso trasplantar su tronco y raíces si fuera necesario, pero solamente alguna vez, y mejor siendo joven el árbol.

De igual forma sucede con la educación. Flexibilidad es la capacidad para detectar las normas y criterios de educación que no están funcionando bien, para suprimir o cambiar las que se estimen convenientes,  y para, incluso cambiar criterios básicos, el rumbo del modelo educativo. Flexibilidad es también la capacidad para adaptar las normas y criterios educativos a las diferentes circunstancias que se presentan. Pero la flexibilidad tiene unos límites. Como en el caso del árbol, haciéndolo en la medida adecuada, la relación familiar se revitaliza, pero si se abusa con los cambios en las normas porque no se atina con ellas, los hijos se confunden y desconciertan, y empiezan a percibir inestabilidad y fracaso.

Con las normas generales también se debe ser flexible, pero éstas admiten menos cambios. De lo contrario también fracasará el modelo educativo. Y los criterios básicos de educación, es decir, el tronco del árbol, también  pueden trasplantarse, pero en menor medida aún; quizás sólo una vez o dos. De lo contrario no existirá referencia, no existirá modelo educativo y la desorientación de los hijos será enorme. 
Inflexibilidad es la negación a la revisión y retroalimentación del modelo educativo impuesto. Muchos padres aplican el modelo que ellos vivieron de pequeños, y aunque dé señales de fracaso, lo mantienen por encima de todo, con el argumento de que la educación así tiene que ser. Tan negativa es la inflexibilidad como el abuso de la flexibilidad. Aunque las consecuencias sean de diferente tipo, tan negativas son unas como las otras.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 


domingo, 8 de noviembre de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: FIRMEZA


     
El blog anterior dedicado a la disciplina, la ubicábamos como uno de los fundamentales criterios educativos a nivel familiar, y mencionábamos otros criterios que tienen relación con ella, y que suelen ser malinterpretados y aplicados inconvenientemente: la firmeza, la tolerancia y la flexibilidad. Todos ellos se refieren a la forma adecuada de manejar la disciplina a nivel familiar, por lo que es difícil analizar cada uno independientemente de los otros. En este espacio vamos a clarificar el concepto de firmeza, y su relación con la disciplina, y con la tolerancia y la flexibilidad.

Firmeza es la claridad de la actitud comprometida del educador, en este caso los padres de familia, con respecto al conjunto de normas generales establecidas por ellos mismos, que rigen la convivencia y adecuada relación familiar. Suele interpretarse por firmeza una actitud de defensa férrea de las normas y principios impuestos, invulnerable a cualquier actitud o iniciativa diferente a las mismas, y sancionadora de la indisciplina a ellas. No es del todo erróneo este concepto de firmeza, pero es en su forma cerrada y radical donde pierde gran parte de su verdad, donde se hace incompatible con la flexibilidad y la tolerancia, cosa que no debería ser, y donde no debe ser aplicada a la educación.

En educación, firmeza no es rigidez. El conjunto de normas debe ser como un árbol que se planta; y para que sirva como punto de referencia, es necesario que permanentemente esté ahí, firme, en el mismo sitio; y eso no significa que el árbol sea rígido e inamovible. Al contrario, el viento (la actitud de los hijos) puede mover sus ramas, pero el árbol sigue en su lugar. Sin embargo, quien plantó el árbol, ocasionalmente sí puede trasplantarlo a una mejor ubicación si lo considera conveniente, en función de las circunstancias, y en función de si la ubicación que tenía era o no realmente el mejor punto de referencia. Y en la nueva ubicación seguirá siendo firme.


Muchos padres establecen unas normas que con frecuencia ellos mismos no cumplen, descuidan también la atención a su cumplimiento por parte de los hijos, y, de vez en cuando se dan cuenta de que la relación familiar degenera y tratan de encauzarla con una actitud radical. No hubo referencia; no hubo firmeza porque el arbolito se plantó en una maceta que todos movieron a su conveniencia. Otras veces los padres, arbitrariamente, con su actitud, pareciera que tienen un criterio diferente cada día. Ahí tampoco hay firmeza; no se sabe ni dónde está el árbol. Otras veces los padres plantan el árbol en función de criterios inadecuados, o que ya perdieron vigencia, y lo defienden en su sitio contra viento y marea, recurriendo a sanciones drásticas, aún cuando sea evidente que de ese modo, la relación familiar no funciona. Esa es la firmeza mal entendida.
Los criterios educativos deben tener un por qué, y deben hacerse respetar, pero también deben ser revisados, y modificados si es justificable, y en tal caso, los nuevos criterios deben hacerse respetar igualmente. Mantener criterios que no están funcionando conduce al fracaso. Pero los cambios deben ser pocos, lo menos posibles y bien justificados, y, por tanto, bien pensados; de lo contrario pierden su sentido, se transmite el mensaje de que no se sabe qué pretenden dichos cambios ni por qué se hacen; se transmite el mensaje de falta de referencias claras; en definitiva, se transmite el mensaje de falta de firmeza en los criterios. La habilidad para revisar y modificar criterios y normas sin perder la firmeza se explicará en el siguiente blog, dedicado a la flexibilidad, y es clave para el éxito educativo.


Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.  

sábado, 31 de octubre de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: DISCIPLINA

   
       Existen cuatro conceptos fundamentales referentes a la educación, todos ellos diferentes, necesarios y complementarios; que a menudo suelen ser confundidos, malinterpretados, y aplicados inconvenientemente. Se trata de la disciplina, la firmeza, la tolerancia y la flexibilidad.

       Se tiene tendencia a agrupar los dos primeros por un lado, y contraponerlos a los dos últimos, como si unos y otros constituyesen diferentes y opuestos criterios de educación, es decir, que donde imperan la disciplina y la firmeza no caben la tolerancia y la flexibilidad; y donde predominan estas últimas, fracasan la disciplina y la firmeza. No debe ser así. Los cuatro son necesarios y deben aplicarse en armonía; a veces uno, a veces otro. Dedicaré éste y los próximos blogs  a hablar de cada uno de ellos y su relación con los otros, con objeto de entender la importancia de todos ellos, y cuál es el lugar que cada uno ocupa en la educación de los hijos.

       En esta ocasión voy a referirme a la disciplina por ser el elemento central de todos ellos. Disciplina es la actitud de acatamiento de las normas que pretenden hacer lo más armónica y funcional posible, tanto la convivencia e interrelación entre los miembros de cualquier tipo de grupo humano, como, a nivel individual, la relación de uno mismo con el medio y con su propio ser. Puesto que estamos hablando de educación en el ámbito familiar, tomaremos en cuenta la versión individual de la disciplina como algo importante a inculcar en los hijos, pero nos referiremos, sobre todo, a la versión colectiva de la disciplina, tomando como grupo humano a la familia. 
       La familia tiene unas determinadas normas para su óptimo funcionamiento; algunas de las normas son generales; otras son particulares de cada familia, pero, en definitiva, lo que todas pretenden, normalmente, es lo que son los objetivos fundamentales de la familia, es decir, buscar el equilibrio emocional y satisfacer la necesidad afectiva mediante la relación armónica entre sus miembros, y ser transmisora de valores éticos y educativos a la siguiente generación. Estas normas, implícitas o explícitas, deben existir siempre.

       Los padres son los principales responsables de establecer estas nomas, y de procurar el acatamiento, el respeto y la actitud positiva hacia las mismas, tanto por parte de los hijos, como, por supuesto, de ellos mismos. Nunca cometamos el error de confundir dichas normas con exigencias caprichosas puntuales que los padres podamos tener a veces con los hijos. Por ejemplo, si el padre "ordena" al hijo que le traiga un vaso de agua, eso no es una norma familiar, y el padre no tiene ningún derecho a exigir disciplina al hijo con el pretexto de que la obediencia a los padres sí es una norma que requiere disciplina.

       Los padres están también obligados a la misma disciplina a las normas familiares, y además, deben dar ejemplo, y en el caso anterior el padre está abusando de su autoridad al tratar al hijo de forma esclavista, sin considerar que una de las normas básicas en la familia es el respeto mutuo; no solo de hijos a padres, sino de padres a hijos igualmente. Si en vez de ello, el padre le pide el vaso de agua por favor y con cariño, probablemente el hijo estará encantado de satisfacer a su padre. 
       Un problema demasiado común es que en los hogares no haya unas normas básicas claras, ni explícitas, ni siquiera implícitas. Y no existen esas normas claras porque no hay unos valores claros. Cuando existen los valores definidos, las normas aparecen por sí solas, aunque sea solo implícitamente. En estas condiciones, es imposible pedir una disciplina a algo que no existe, y frecuentemente se aplica la disciplina, completamente fuera de lugar, a situaciones puntuales caprichosas, cayendo en el despotismo. De este modo, es imposible que los hijos aprendan el sentido y la conveniencia de la disciplina.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.