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sábado, 8 de marzo de 2014

FÚTBOL EL DEPORTE DE LAS MULTITUDES ES AHORA DEPORTE DE MULTIMILLONARIOS

Tomado de esglobal 

EL MATRIMONIO PERFECTO ENTRE OLIGARCAS Y FÚTBOL

Por Pablo Diez

La propiedad de los grandes clubs de fútbol es el perfecto termómetro de cómo se tambalea el viejo orden internacional. Ante el declive de algunas grandes fortunas europeas, cada vez con más frecuencia se encuentran en manos de las oligarquías rusas, árabes y asiáticas, que han llevado a los clubs no sólo a obtener mayores éxitos deportivos, sino también a una mercantilización sin precedentes.
Las razones de este fiebre inversora son opacas y difícilmente verificables en cada caso: algunos magnates quieren expatriar parte de sus activos para evitar potenciales confiscaciones en sus países de origen; otros se hacen con clubs extranjeros para obtener la residencia y disfrutar así de protección frente a posibles casos de corrupción en los que se vean envueltos. A su vez, algunos oligarcas petroleros ven la necesidad de diversificar su patrimonio de esta manera para afrontar un futuro en el que los hidrocarburos comiencen a escasear. Más allá de las posibles motivaciones, éstos son algunos de los nuevos reyes en los despachos del fútbol europeo.

Roman Abrahamovic (Chelsea)
Roman Abrahamovic encarna el génesis del nuevo propietario del fútbol europeo. Fue el primero en diversificar su inmensa riqueza hacia este deporte al hacerse en 2003 con el Chelsea, club que ha conseguido un creciente rendimiento deportivo al calor de sus millones y que se ha embarcado en una carrera por equipararse al estatus global de grandes como el Real Madrid, el Barcelona o el Manchester United.
Abrahamovic encarna además las aspiraciones y los excesos de la clase alta de su país. Mijaíl Gorbachov lo denunció hace tres años en una entrevista en la que afirmaba que el magnate ejemplifica e incentiva el libertinaje acumulador y consumista de la nueva Rusia. En su propiedad hay yates, un avión privado… y también varios casos pendientes por corrupción. Abrahamovic ha sido denunciado incluso por amigos como el también oligarca Boris Berezovsky, que le demandó 3.000 millones de libras (unos 3.600 millones de euros) por haberle intimidado para vender acciones de una empresa por una fracción de su valor real.
Sin él, el Chelsea no sería lo mismo ni podría aspirar a ganar títulos como la Champions League. Siguiendo su estela han ido llegando al fútbol europeo fortunas aún mayores que la suya, lo que ha diluido parcialmente la gran cualidad de la que disfrutó el Chelsea durante los primeros años de Abrahamovic: la de comprar cualquier jugador a cualquier precio, distorsionando el mercado de fichajes y demostrando que, en el fútbol, el dinero lo puede todo.

Mansour bin Zayed al Nahyan (Manchester City)
Mansour bin Zayed bin Sultan al Nahyan es miembro de la todopoderosa familia gobernante de Abu Dabi y primer ministro adjunto de Emiratos Árabes Unidos. Dotado de una inmensa fortuna, el jeque Mansour se ha dedicado a internacionalizar el patrimonio familiar con múltiples operaciones en el extranjero. Entre ellas figura la adquisición en 2008 del Manchester City, un club hasta entonces sufridor, eminentemente local, y siempre a la sombra de su vecino Manchester United, decano de la globalización del fútbol europeo. Privados de títulos ligueros desde 1968, los fans del City llevaban años prometiendo que el club regresaría con fuerza algún día. Ese día ha llegado de la mano del jeque.
A cambio de ese ese reflotamiento global del club, el jeque se permite sus pequeñas peculiaridades: pocas son las veces en las que se le ha visto en el palco del Etihad Stadium apoyando al equipo en el que tan generosamente invierte; renuncia por sistema a conceder entrevistas y mantiene un estilo de vida chocante, con rumores de poligamia incluidos. Además, el jeque Mansour es sospechoso de haber obtenido ilegalmente beneficios personales de hasta 110 millones de libras después de comandar una inversión multimillonaria para rescatar el Barclays Bank tras el derrumbe financiero de 2008.
Poco les importa esto a los fans mientras el club de sus amores pueda permitirse ganar la liga. Sobre todo si se tiene en cuenta que, antes del jeque, el City no estaba necesariamente en manos de los ángeles, sino que tiene un historial reciente de mandatarios aún más controvertidos (su predecesor en la presidencia fue el magnate y ex primer ministro tailandés Thaksin Shinawatra, acusado de corrupción en su país y autoexiliado en Dubai).
Nasser al Khelaifi (Paris Saint Germain)
En 2011, la Qatar Investment Authority (el mayor fondo soberano del mundo) se hizo con la propiedad mayoritaria del Paris Saint Germain y puso al frente del mismo al magnate Nasser al Khelaifi. El club, hasta entonces embajador renqueante de una liga como la francesa, que no había incurrido en la mercantilización desaforada de la española o la inglesa, ha renacido y hoy va camino de convertirse en un grande de Europa. A golpe de talonario: el club se ha gastado ya más de 350 millones de euros en fichajes desde que Al Khelaifi tomó las riendas.
Este magnate es también uno de los principales valedores de la celebración del Mundial de fútbol de Qatar en 2022, y de hecho dirige el departamento de márketing del comité organizador. Su apoyo al proyecto, que ha levantado múltiples críticas y sospechas de haber sido adjudicado de manera dudosa, le ha hecho obviar asuntos importantes, como los referidos a las condiciones de semiesclavitud de los trabajadores emigrantes que construyen a toda velocidad las instalaciones del torneo. Sus declaraciones al respecto, asegurando que nadie en su país toleraría que estas empresas incumplieran la ley, supone no sólo la negación de lo que está ocurriendo en la preparación para el Mundial, sino también del modelo abusivo para los trabajadores con el que las empresas constructoras llevan años edificando en el Golfo. Seguramente esto no preocupe en exceso a la mayor parte de los seguidores del PSG, que han visto cómo su equipo se convierte en un serio aspirante a ganar la Champions League y se permite el lujo de insinuar que podría fichar a Leo Messi.
 Erick Thohir (Inter de Milán)
El nombre de Erick Thohir no sonaba en Europa, pero sí en Estados Unidos, donde este magnate indonesio lleva años al mando de un equipo de fútbol americano y de los Philadelphia 76ers de la NBA. El pasado octubre, Thohir desembarcó en el Viejo Continente para hacerse con la propiedad de uno de los grandes del fútbol italiano, el Inter de Milán, del que es ya accionista mayoritario. Al contrario que otros multimillonarios que invierten en clubs europeos, Thohir viene con unas credenciales nobles y bruñidas, del todo diferentes a las de algunos de los ricos bad boys con los que comparte esta lista.
A Thohir se le toma por uno de los estandartes de un movimiento regeneracionista que busca un nuevo modelo para Indonesia, país encharcado en una omnipresente corrupción. Ya en 2005 la prensa estadounidense lo describía no sólo como un empresario de éxito, sino también como un asertivo portavoz en la lucha contra la corrupción. Tal es la estatura moral que se ha labrado, que muchos le ven como el potencial salvador de su país y se lo imaginan ya presentándose a las elecciones presidenciales, algo que ha desmentido. Su retórica va completamente a contracorriente de las bravuconadas de otros magnates al frente de grandes clubs europeos, puesto que ha dejado claro que su prioridad más inmediata es devolver la estabilidad financiera al club, antes que llenarlo de costosísimas estrellas. Este mensaje prudente tranquilizará quizás a los aficionados del Inter que, si bien no dudan de que Thohir llenará las arcas del club, cuestionan el entusiamo de este magnate indonesio cuya verdadera pasión es el baloncesto.
 Alisher Usmanov (Arsenal)
En agosto de 2007, este magnate ruso de origen uzbeko se hizo con 14,58% del Arsenal junto a su socio, y cuatro años después amplió su participación hasta el 30% (el accionista mayoritario sigue siendo el estadounidense Stanley Kroenke). Su llegada fue arrasadora, criticando a los propietarios mayoritarios por su falta de ambición y tratando de imponer a losGunners el estilo directivo del Chelsea de Abrahamovic.
En un principio, el nombre de Usmanov no les resultaba familiar a los fans del club londinense, pero sus credenciales son contundentes: este empresario del metal y de la minería es el hombre más rico de Rusia, con una fortuna estimada en más de 17.000 millones de dólares (unos 12.300). Usmanov es uno de los neoamos del fútbol europeo con peor reputación. Nadie ha conseguido encontrarle culpable, pero sobre él pesan diversas causas por corrupción y mantiene alianzas con el sempiterno dictador uzbeko Islam Karímov y con su hija, la recientemente defenestrada Gulnara Karimova. Ante la avalancha de escándalos, cuyo escrutinio se ha intensificado desde que se hiciera con una gran tajada del Arsenal, Usmanov ha optado por obstruir la información en torno a sí mismo y también en torno a los asuntos en los que tiene un interés. Así, ha contribuido decisivamente a la censura y represión de la cobertura de asuntos polémicos relacionados con los Juegos de Invierno de Sochi. Previamente, en 2012, fue acusado de pagar a una empresa para eliminar y maquillar las críticas que se vertían sobre él en su entrada de Wikipedia. El modelo sensato y estable que ha impuesto el entrenador Arsène Wenger en el banquillo del Arsenal se parece poco a los desmanes y prepotencia de este controvertido copropietario.
 Rinat Akhmetov (Shakhtar Donetsk)
Encuadrado entre los 50 hombres más ricos del mundo, este magnate ucraniano no se ha hecho con los mandos de ningún gran club europeo, sino que ha preferido crear uno desde abajo, y en su propio país. Su gólem se llama Shakhtar Donestsk, un club que, desde que pasó a manos de Akhmetov, ha alcanzado cotas sin precedentes en el fútbol ucraniano, como su victoria en la Copa de la UEFA de 2009. El nombre del Shakhtar comienza a sonar y a inspirar un mayor respeto cuando, impulsado por el masivo patrimonio de su dueño, se mide año tras año a los grandes clubs de Europa. Mientras tanto, los modestos habitantes de Donestsk, epicentro de la minería y la industria siderúrgica ucraniana, pueden adivinar en los fichajes de su equipo de fútbol por dónde circula parte del dinero con el que se queda la oligarquía.
Akhmetov fue diputado por el Partido de las Regiones del presidente Víktor Yanukovich, quien ha estado tradicionalmente próximo al magnate. El magnate se ha erigido en la voz de los oligarcas ucranianos durante la crisis política que vive el país. En un reciente comunicado pedía diálogo y el fin de la violencia, en una llamada conciliatoria aparentemente objetiva que parecía desentonar con el firme apoyo a Yanukovich que era de esperar. Ese pragmatismo demuestra que la realidad es otra: por encima de sus afinidades políticas, él y los demás oligarcas temen que la crisis relegue a Ucrania a la condición de paria, ya que ello podría afectar a sus negocios internacionales. De hecho, muchos de estos magnates, tradicionalmente aliados de Yanukovich, retiraron su apoyo al ex presidente por renunciar a firmar el acuerdo con la UE, inflamar así la ira de los ucranianos proeuropeos y arrojar al país al foso de la máxima inestabilidad política, tan poco saludable para los negocios. Si sus negocios se resienten, también lo hará su criatura, ese pequeño Shakhtar que quiere jugar con los grandes.   
 Grandes nombres, pequeños clubs
Fuera de los focos de los grandes clubs, algunas de las más inmensas fortunas del planeta han caído o podrían caer sobre equipos prácticamente desconocidos, o con una trayectoria eminentemente local (hasta ahora). Así, el hombre más rico del mundo, el mexicano Carlos Slim, se hizo en 2012 con el 30% de dos equipos de su país, el León y el Pachuca. Ese mismo año dirigió también su atención al fútbol español, pero no a uno de los grandes, sino al modesto Real Oviedo, al que rescató de sus aplastantes deudas tras invertir dos millones de euros y hacerse así con una participación mayoritaria en lo que, más que una inversión, tuvo la apariencia de una súbita obra social. También el gran magnate indio del acero Lakshmi Mittal decidió en 2012 diversificar una pequeña parte de su fortuna hacia el negocio del fútbol, haciéndose con más del 30% del londinense Queen Parks Ranger, que perdió la primera categoría durante la misma temporada en que Mittal se hizo con sus mandos. El Southampton, otro modesto club inglés, aunque actualmente bien posicionado en la Premier, podría pasar a engrosar la lista de los nuevos ricos del fútbol europeo si finalmente se materializa el interés del multimillonario Wang Jianlin, considerado el hombre más rico de China, en comprar el club. De momento, la intención del magnate inmobiliario y cinematográfico es sólo un rumor, pero, si llega a ser cierto, el Southampton podría convertirse en el club más acaudalado de la Premier 

jueves, 23 de enero de 2014

Privatización de cárceles en El Salvador: Solución del problema delincuencial o negocio millonario?

Tomado de La Página

 Título original del artículo:
ARENA: mano dura con manos cutas
 POR JOAQUÍN VILLALOBOS

El candidato de ARENA y sus estrategas han lanzado una campaña sobre el tema de seguridad en la que están proponiendo, sin decirlo abiertamente, que van a eliminar a los pandilleros. Es una oferta electoral que intenta conectar emocionalmente con el rechazo de la gente a las maras. Consideran que ARENA tiene credibilidad para sugerir un exterminio porque en la memoria de la gente estarían los escuadrones de la muerte que asesinaron a decenas de miles de opositores. El mensaje televisivo de ARENA está estimulando los antivalores y las emociones más primitivas de los ciudadanos, bajo el supuesto de que esas emociones son dominantes en los electores. Es una posición de extrema derecha que sugiere un populismo punitivo de alcances criminales. 

Lo central es saber si realmente el exterminio de pandilleros tiene simpatía popular. Lo que ARENA está sugiriendo está en realidad dirigido a un país que existió en el pasado y que ahora es bastante menos primitivo de lo que se piensa. La tercera parte de nuestra población vive en la mayor democracia del mundo y conoce mucho sobre la vida democrática y los derechos humanos. Esta población está conectada culturalmente con todos los salvadoreños, lo cual ha provocado que ahora se celebre en el país desde el día de acción de gracias hasta la noche de brujas. Las maras mismas son una fusión cultural negativa salvadoreña-estadounidense.

Por otro lado, la guerra terminó hace veintidós años, los militares son obedientes del poder civil, ya no somos un país rural y agrícola, sino un país urbano con una economía de servicios, llevamos seis presidentes y 10 parlamentos electos, existe un balance institucional entre los tres poderes del Estado. El militarismo y el autoritarismo provocaron la guerra y respondieron a un país más primitivo que el actual. No somos ni Ruanda ni Honduras. En El Salvador ya no se puede ocultar nada, no es posible ni siquiera sugerir un extermino. Que algunos salvadoreños del diente al labio piensen que se debería eliminar a los pandilleros no implica que apoyarían una matanza. Cuando el actual candidato de ARENA estaba de Alcalde, lanzó unos bulldozers contra los puestos de los vendedores ambulantes del centro capitalino. Hizo esto basado en el descontento general por el desorden, sin embargo, el rechazo de la opinión pública a la medida fue contundente. La mayoría quiere orden, pero no a costa de un baño de sangre. 

ARENA quiere engañar a la gente y ganar votos asumiendo la seguridad como bandera. Pero la verdad es que a ARENA y a sus oligarcas nunca les ha importado la seguridad de la gente. Ellos no creen en el Estado, sino en el mercado, jamás invertirán en ni en policías, ni en políticas sociales preventivas. Fueron ellos quienes recortaron o desmantelaron muchas instituciones del Estado, mantuvieron a la policía en la pobreza y abandonaron a los militares. No puede haber mano dura con un Estado de manos cutas. ARENA lo que haría es convertir la seguridad en otro gran negocio, privatizaría las prisiones y multiplicaría las empresas de seguridad. Su política sería en realidad de “sálvense los que puedan pagar seguridad privada”. 

Más policías es más seguridad

La gente no está demandando venganza, lo que la gente pide es más policías permanentes en sus comunidades para evitar que ocurran delitos. Esto implica fortalecer exponencialmente el poder coercitivo del Estado con miles de policías en el terreno para disuadir a los delincuentes, evitar delitos, recuperar territorios y reactivar la economía de las comunidades. Sólo UNIDAD ha ofrecido multiplicar la fuerza policial y quienes rechazan esta propuesta dicen que no hay dinero para pagarla. Cuando se trataba de combatir a la guerrilla, el Ejército y la Policía tenían más de 60,000 efectivos a los que se sumaban decenas de miles de paramilitares. ¿Por qué antes hubo dinero para pagar una fuerza tan grande y ahora dicen que no se puede? La diferencia es que la guerrilla amenazaba a los oligarcas y las maras amenazan a los pobres y las clases medias. 

La seguridad es la primera responsabilidad del Estado y el primer derecho de los ciudadanos. La seguridad no es gasto es inversión, hay una relación directa entre la inversión en seguridad y el crecimiento económico con resultados inmediatos. A más seguridad más crecimiento económico y a mayor crecimiento más recaudación fiscal. Esto quiere decir que si se puede multiplicar la fuerza policial.

Colombia estaba al borde de ser un Estado fallido, hizo inversiones enormes en seguridad, en la actualidad cuenta con casi 500,000 hombres entre policías y militares. Recuperó territorios, ha derrotado a las FARC y le está ganando la guerra a la inseguridad. El presupuesto del gobierno colombiano se multiplicó por cuatro en diez años, pero la economía se hizo cuatro veces más grande, sólo llegaban 500,000 turistas anualmente y hoy llegan más dos millones y medio. El país era una marca de violencia y ahora es destino de grandes inversiones. Hay otros ejemplos en algunos lugares de México. El tamaño de la policía debe ser proporcional a la amenaza.  

Encuestas pasadas de vivas

Las encuestas están despeinadas por el pleito entre ARENA y el FMLN, a eso se debe que sus resultados sean tan opuestos, desordenados e ilógicos. Las diferencias entre unas y otras son enormes. No es razonable que en unas encuestas ARENA esté adelante por tres puntos, en otras ARENA y FMLN estén empatados y en otras el FMLN está diez puntos adelante. No es lógico que en algunas encuestas digan que UNIDAD pueda ganarle a ARENA o al FMLN en una segunda vuelta y sólo tenga diez puntos para la primera y no hace sentido que algunas encuestas establecieran que los indecisos iban creciendo cuando la campaña se estaba intensificando. 

Las encuestas están convertidas en instrumentos de guerra sicológica para desmoralizar a los militantes de los partidos contrarios. ARENA y el FMLN necesitan presentarse como punteros y ambos necesitan devaluar a UNIDAD. Las encuestas están diciendo precisamente lo que estos dos partidos necesitan que sus militantes crean. Sólo hay dos posibilidades: o la gente le está mintiendo a los encuestadores o los encuestadores se están pasando de vivos y le están mintiendo a la gente. Lo más probable es lo segundo. 


Con las encuestas en esa situación lo único que se puede afirmar es que la existencia de tres competidores imposibilita que la elección se defina en primera vuelta; que el FMLN tiene su pase seguro a la segunda vuelta y que la elección del dos de febrero es para definir si será UNIDAD o ARENA quien competirá con el FMLN en la segunda ronda. ARENA ha tratado de mostrar débil a UNIDAD para pasar a segunda vuelta y convertirse en la única opción para los votantes de derecha. El miedo al FMLN es su único recurso para recuperar el gobierno, por ello la mejor opción para quienes quieren castigar a ARENA es votar por UNIDAD en la primera vuelta, porque de esa forma sacan a ARENA de la competencia y esto es lo que más conviene al país. 

Privatización de cárceles en EEUU provoca cárceles repletas aunque bajen índices de delincuencia

Tomado de El País

El sucio negocio de las cárceles privadas en Estados Unidos

  Contribuyentes terminan pagando los platos rotos.


Las prisiones exigen una cuota mínima de ocupación a los gobiernos, suba o baje el crimen. La búsqueda del máximo beneficio genera en EE UU casos de malos tratos y violencia


Por Joan Faus

La tasa de crímenes se ha reducido un tercio en Colorado en los últimos 10 años, lo que ha provocado que desde 2009 este estado de Estados Unidos haya cerrado cinco de sus cárceles; pero paradójicamente las prisiones privadas están cada vez más llenas. El motivo es que disponen de una cuota mínima de ocupación acordada con el Gobierno estatal, que, con tal de garantizarla, se vio obligado hace unos meses a trasladar a 3.330 reclusos de las instalaciones públicas, que tenían camas vacías, a las privadas. El de Colorado no es, sin embargo, un caso aislado. Se repite en otras zonas del país y revela los entresijos detrás del auge de la privatización carcelaria en EE UU, así como la perversa disputa entre el interés público de rehabilitar a los presos y reducir la población carcelaria, y el objetivo inherente a toda empresa de maximizar sus beneficios.
Según un informe de In the Public Interest (ITPI), una entidad civil con sede en Washington, de 62 contratos de prisiones privadas analizados a lo largo de EE UU, un 65% disponen de algún tipo de garantía mínima de número de reclusos o penalización por camas vacías. La lógica detrás de estas exigencias es que, como cobran por cada preso (entre 40 y 60 dólares al día), los operadores privados se puedan garantizar un determinado nivel estable de ingresos para gestionar la cárcel y recuperar el coste de su construcción. La base mínima más habitual es del 90%, aunque en algunos casos puede llegar al 100%. Por ejemplo, según el documento, tres instalaciones en Arizona disponen de esta salvaguarda, aunque desde el Departamento Penitenciario de Arizona (ADC, por sus siglas en inglés) lo niegan y aseguran que ronda el 90%.
Sea como sea, el estado se ve obligado a garantizar un número mínimo de prisioneros, suban o bajen los delitos, lo que la ADC considera un requerimiento empresarial comprensible y beneficioso. “Para el contribuyente, si no hubiese una cuota y la ocupación fluctuase de forma variable, el operador privado cobraría una tasa diaria mucho más elevada para asegurarse que recupera su inversión”, apunta el portavoz Doug Nick. “Este tipo de garantías mantienen el coste relativamente estable y predecible”, añade en conversación telefónica.
En Arizona hay prisiones privadas desde hace unos veinte años
¿Pero qué pasa si la tasa de crímenes se reduce, como en Colorado, y cada vez entran menos presos a las cárceles? “Nunca hemos tenido problemas para llenar las camas, ni hemos perdido población carcelaria. De hecho, lleva décadas creciendo”, replica con total seguridad de que la situación no variará. En Arizona hay prisiones privadas desde hace dos décadas. Actualmente, de las 14 instalaciones del estado, cuatro son de propiedad y gestión empresarial; y hay otras seis privadas que solo acogen presos de los estados colindantes. Según el convenio de concesión, las autoridades de Arizona pasarán a controlar las cuatro cárceles al cabo de 20 años de su apertura, lo que la ADC también ensalza como un beneficio para el contribuyente.
En el conjunto de EE UU, en 2010 un 8% de los presos estaban en cárceles privadas, según los últimos datos disponibles. Se trata de alrededor de 128.000 reclusos sobre una población total de 1,6 millones. Actualmente, según las estimaciones de Carl Takei, abogado de la American Civil Liberties Union (ACLU), la proporción podría rondar el 12% en las instalaciones federales y un poco menos en las estatales. Además, en el caso de los centros de detención de inmigrantes, podría suponer hasta el 50%.
La privatización de las cárceles no ha cesado de crecer desde los años 80, cuando nació el primer operador, pero ha sido en la última década cuando se ha disparado con vigor. Entre 1999 y 2010, el número de reclusos en prisiones privadas aumentó un 80%, muy por encima del 18% que registró el conjunto de la población carcelaria, de acuerdo con las estadísticas oficiales. Takei tiene muy claras las causas de este fenómeno: “EE UU vive una epidemia de encarcelación masiva. Entre 1970 y 2010, la cifra de presos creció un 700% y eso ha impulsado a las compañías privadas”, esgrime. Así, no sorprenderá que, mientras desde los 90 cada vez han habido más reclusos, en paralelo se hayan extendido las prisiones privadas. Además, en los últimos años las compañías se han beneficiado del efecto de la crisis económica al ofrecer costes supuestamente más bajos que los del sector público a unos gobiernos cada vez con más necesidad de ahorrar
Sin embargo, el documento del ITPI considera “ilusorio” pensar que las cuotas mínimas de ocupación de las cárceles acaben beneficiando a los contribuyentes. La entidad asegura que, por ejemplo, en Arizona las prisiones privadas han acabado costando 33 céntimos más al día por recluso que las públicas, mientras que en Colorado el traslado de los 3.330 presos para cumplir la base mínima ha acarreado una factura de dos millones de dólares.
Un extremo que niegan desde la principal empresa del sector, Corrections Corporation of America (CCA). “Proveemos ahorro a los contribuyentes, instalaciones seguras, reducción de la reincidencia y una importante flexibilidad en los contratos con los gobiernos”, afirma un portavoz en una respuesta por correo electrónico. Subraya, además, que solo la mitad de sus contratos tienen cuotas mínimas de ocupación, que éstas no son rígidas y que se establecen para garantizar los “costes fijos” de la construcción y gestión de las cárceles.
Como es previsible el auge privatizador ha engrosado las cuentas de resultados de CCA y del otro gigante del sector, Geo Group. Por ejemplo, en el tercer trimestre de 2013 CCA registró un beneficio neto de 51,8 millones de dólares en comparación con los 42,3 millones del mismo periodo del año anterior. Ambos grupos cotizan en bolsa y su elevada rentabilidad ha atraído a grandes entidades financieras y bancos a invertir en ellas, según explica el activista Takei. En sus informes públicos, las compañías admiten que el aumento de la población carcelaria repercute positivamente en sus resultados, y que, en cambio, pueden suponer riesgos para sus negocios que se relajen los procedimientos de detención de inmigrantes y las leyes que rigen la duración de las penas.
En este sentido, según el informe de In the Public Interest, tanto CCA como Geo Group hacen intensamente lobby para tratar de que endurezcan las leyes con el objetivo último de aumentar —o como mínimo mantener— la población carcelaria. La primera destinó 17,4 millones de dólares en influenciar a políticos entre 2002 y 2012, mientras que la segunda gastó bastante menos (2,5 millones) entre 2004 y 2012, según datos del Center for Responsive Politics, una entidad civil. En paralelo, también hicieron generosas donaciones a las campañas de líderes políticos clave: entre 2003 y 2012, CCA destinó 1,9 millones, mientras que Geo Group 2,9 millones.
“Mantienen relaciones muy desarrolladas con las autoridades políticas para tratar de obtener más contratos”, apunta, por su parte, Shar Habibi, directora del departamento de investigación de ITPI. Y, en paralelo, en busca del mayor beneficio empresarial, ambas compañías intentan reducir al máximo los “costes operativos” de sus prisiones para convertir en ganancia las aportaciones que reciben de los gobiernos. Esto se traduce, critica, en tener el personal estrictamente necesario o ahorrar en mantenimiento de las instalaciones, seguridad y sueldos, lo que suele derivar en contratar a trabajadores sin la cualificación necesaria. Y todo ello puede generar un cóctel explosivo que, en algunos casos, ha desencadenado en malos tratos a los presos, un aumento de la conflictividad o incluso en fugas de reclusos.
Habibi asegura que, en general, los estados mantienen una severa supervisión de las condiciones de las prisiones privadas, pero que, cuando ésta se relaja o deja de ser regular, los operadores privados tienden a tratar de gestionar las cárceles “por debajo de los estándares” con tal de rebajar aún más sus costes. Y en algunos casos la situación se les acaba yendo de las manos, como acaba de pasar en una prisión de CCA en el estado de Idaho. A principios de enero, las autoridades anunciaron que iban a retirarle la concesión después de múltiples denuncias de violencia y negligencias de los trabajadores. CCA reconoció el año pasado que falsificó los informes que proporcionó al Gobierno sobre la jornada laboral de sus empleados al notificar que estaban trabajando en momentos en que en realidad sus puestos estaban completamente vacantes. No se trata de un episodio aislado, pues el informe del ITPI incluye ejemplos muy parecidos en otras cárceles del país. Y en casos como el de Idaho el rescate público acaba disparando el presupuesto de gestión de la prisión y son los contribuyentes los que pagan los platos rotos. Es el lado oscuro del auge de la privatización carcelaria en EE UU. 

lunes, 21 de octubre de 2013

A propósito de la propuesta de privatización de las cárceles de El Salvador anunciada por Quijano

Artículo tomado de El País
Introducción por Luis Montes Brito

¿Quiénes serían los beneficiados con este millonario negocio?

Introducción de compartiendo mi opinión:

¿Recuperemos El Salvador?

A continuación un artículo publicado por el prestigioso periódico español El País, basado en la traducción del inglés al español  de uno publicado por The New York Times, bajo la responsabilidad del premio nóbel de economía del 2008, Doctor Paul Krugman.

Aunque el caso planteado en el artículo es sobre el modelo de privatización en el sistema carcelario estadounidense, se deduce que este tendrá gran influencia, si ganara ARENA, en la anunciada privatización de cárceles en El Salvador revelada en el plan de gobierno del candidato tricolor, Norman Quijano, y publicada por el diario digital ElFaro.net en su artículo  Arena se casa con los subsidios y propone privatizar las cárceles.  La cual de llevarse a cabo, se daría con  menos transparencia que en el caso estadounidense, como han sido las demás privatizaciones de la cosa pública salvadoreña, un negocio que casualmente termina, con muy pequeñas variantes, favoreciendo a los pequeños grupos de siempre.

Ya casi todo está privatizado en El Salvador , todavía quedan algunos negocios lucrativos como las cárceles, la salud y el agua. Estarán contempladas dentro de las ideas de gobierno de Norman Quijano? Será esto a lo que se refiere ARENA con el eslogan Recuperemos El Salvador? Por responsabilidad y transparencia es necesario que Quijano amplíe los detalles  sobre sus intenciones privatizadoras.

Tomado de El País 
24 de Junio de 2012


La derecha estadounidense incluye las prisiones en su campaña en favor de las privatizaciones

A lo largo de los últimos años, The New York Times ha publicado varios informes aterradores sobre el sistema de casas de reinserción de Nueva Jersey, que están dirigidas de forma privada y que complementan el sistema normal de prisiones. La serie es un modelo de informes de investigación que todo el mundo debería leer, pero que también debería observarse en un contexto. Los horrores que describe forman parte de una pauta más amplia en la que las funciones básicas de gobierno se están privatizando y deteriorando.
Antes que nada, respecto a esas casas de reinserción: en 2010, Chris Christie, el gobernador del Estado —que mantiene unos vínculos personales estrechos con Community Education Centers, el mayor operador de estas instalaciones, y que antes trabajó como miembro de un grupo de presión para el grupo— describía las operaciones de la empresa como “una representación de lo mejor del espíritu humano”. Pero los informes de The Times describen, en cambio, algo más parecido a un infierno en la tierra: un sistema mal dirigido, sin personal suficiente y con unos trabajadores desmoralizados, del que los individuos más peligrosos escapan con frecuencia para causar estragos, mientras que los delincuentes relativamente poco peligrosos se enfrentan al terror y a los abusos por parte de otros internos.
Es una historia terrible, pero, como dije, tienen que verla en un contexto más amplio, en el de una campaña en todo el país de la derecha estadounidense para privatizar las funciones de gobierno, que incluye el funcionamiento de las cárceles. ¿Qué hay detrás de esta campaña?
Podríamos sentirnos tentados a decir que refleja la fe de los conservadores en la magia del mercado, en la superioridad de la competencia del libre mercado sobre la planificación del Gobierno. Y sin duda alguna, es la forma en la que a los políticos de derechas les gusta enfocar el asunto.
La privatización puede funcionar como una forma sigilosa de endeudamiento público
Pero si lo pensamos, aunque solo sea un minuto, nos damos cuenta de que lo único que las empresas que forman el complejo industrial penitenciario —como Community Education o el gigante de las cárceles privadasCorrections Corporation of America— no están haciendo desde luego es competir en un libre mercado. En lugar de eso, viven de los contratos públicos. No existe ningún mercado libre aquí, y no existe, por tanto, ninguna razón para esperar alguna mejora mágica en la eficiencia.
Y, como era de esperar, a pesar de las numerosas promesas de que la privatización de las cárceles daría lugar a un enorme ahorro de costes, ese ahorro —como concluía un exhaustivo estudio de la Oficina de Asesoría Jurídica, que forma parte del Departamento de Justicia— “sencillamente no se ha materializado”. Si los operadores de prisiones privados logran ahorrar dinero, es mediante “reducciones de personal, prestaciones y otros costes relacionados con el trabajo”.
Así que, veamos: las cárceles privatizadas ahorran dinero empleando a menos guardias y a menos trabajadores, y pagándoles mal. Y luego tenemos historias terribles sobre la forma en que se dirigen estas cárceles. ¡Qué sorpresa! Entonces, ¿qué hay detrás de la campaña para privatizar las cárceles, y casi todo lo demás?
Una respuesta es que la privatización puede funcionar como una forma sigilosa de endeudamiento público, en la que los Gobiernos evitan registrar gastos por adelantado (o incluso recaudan dinero vendiendo las instalaciones existentes) mientras aumentan los costes a largo plazo de forma que los contribuyentes no pueden ver. Oímos hablar mucho de las deudas ocultas en que los Estados han incurrido en forma de pensiones de jubilación; pero no oímos hablar mucho de las deudas ocultas que se están acumulando actualmente en forma de contratos a largo plazo con empresas privadas contratadas para dirigir las cárceles, los colegios y más establecimientos. Otra respuesta es que la privatización es una manera de deshacerse de los empleados públicos, que tienen la costumbre de sindicarse y que tienden a votar a los demócratas en cualquier caso.
Pero la respuesta principal, sin duda alguna, es seguir el dinero. Da igual lo que la privatización supone o no para los presupuestos estatales; piensen, en cambio, en lo que supone para los fondos de las campañas y las finanzas personales de los políticos y sus amigos. A medida que se privatizan cada vez más funciones públicas, los Estados se convierten en paraísos en los que hay que pagar para poder participar, en los que tanto las contribuciones políticas como los contratos para los amigos y los familiares se convierten en un quid pro quo para conseguir negocios públicos. ¿Las empresas se están apoderando de los políticos, o son los políticos los que se están apoderando de las empresas? ¿Tiene alguna importancia?
Ahora alguien señalará seguramente que el Gobierno no privatizado también tiene sus problemas de influencia excesiva, que los sindicatos de guardias de prisiones y de maestros también tienen influencia política, y que esta influencia distorsiona a veces la política pública. Me parece bien, pero esa influencia tiende a ser relativamente transparente. Todo el mundo conoce esas pensiones públicas posiblemente excesivas; fue necesaria una investigación de The Timesdurante varios meses para sacar a la luz el informe del infierno de las casas de reinserción de Nueva Jersey.
Por tanto, la cuestión es que no deben suponer que lo que The Timesdescubrió sobre la privatización de las cárceles en Nueva Jersey es un caso aislado de mala conducta. Por el contrario, casi con toda seguridad es un destello de una realidad paulatina y generalizada, de un nexo corrupto entre la privatización y la influencia que está debilitando al Gobierno en gran parte de EE UU.
Paul Krugman es profesor de Economía en Princeton y premio Nobel de 2008.
© New York Times Service 2012.
Traducción de News Clips. 

domingo, 9 de junio de 2013

En EEUU un fracaso previo puede ser considerado a favor para obtener nuevos negocios

Tomado de BBC Mundo  
Rocky Balboa es un héroe, no tanto por ganar, sino por no darse por vencido.
El fracaso no es una barrera para el éxito en EE.UU.
No se trata de cuán duro pegues. Se trata de cuán duro te pueden pegar y que tú sigas adelante; cuánto puedes aguantar y seguir. Así es como se gana” Rocky Balboa

Por Jane O'Brien
  
Desde que los colonos europeos llegaron en busca de nuevas oportunidades, el norte de América ha encarnado una cultura de independencia y voluntad de asumir riesgos.

Para los empresarios en Estados Unidos, eso significa aceptar el fracaso como un rito de iniciación en el sendero hacia el éxito. Muchos inversores en ese país incluso prefieren compañías o individuos que han caído y se han levantado de nuevo.

"Nuestra historia de fracasos nunca ha sido una traba. Nos ha ayudado a establecer bases con experiencia", asegura Randal Pinkett, fundador y director ejecutivo de la firma consultora BCT Partners, que se espera reportará ganancias de US$10 millones este año.

"La cuestión no es si uno ha fallado y caído sino si es capaz de volverse a levantar", señala.

Resultados rápidos


BCT, que asesora sobre programas de construcción comunitarios, es el quinto negocio de Pinkett y nada parecido a su primera empresa: vender CDs desde su habitación cuando todavía era estudiante. Cuando eso se no funcionó, lanzó una compañía de entrenamiento corporativo, que también se hundió, como sucedió con su tercera y cuarta iniciativa.

Pinkett cayó y se levantó y hasta ganó El Aprendiz: la encarnación del sueño americano.

Desde entonces, ha ganado varios premios internacionales por sus logros empresariales y ha escrito libros al respecto.

En 2005 fue además el ganador del reality El Aprendiz, en el que el magnate Donald Trump juzga a los participantes por su habilidad al manejar proyectos.

Según Pinkett, la velocidad del cambio en EE.UU. lleva inevitablemente a fracasos en los negocios. Pero también puede acelerar los resultados.

"Entre más rápido falle, más rápido alcanzará el éxito", afirma a la BBC. "La cultura de EE.UU. casi que se basa en la innovación y la experimentación como una manera de fallar y llegar al éxito".

"Prueba de fuego"


Es una actitud estadounidense por excelencia, opina Casey Willson, un asesor de negocios del Centro para el desarrollo empresarial y tecnológico de la Universidad de Maryland.

"Cuando un inversor está en busca de una oportunidad, si (el empresario) ha pasado la prueba de fuego, se puede considerar un mejor riesgo pues la gente que falla y sigue intentando, invariablemente ha aprendido de su fracaso".

Agrega que incluso Hollywood celebra ese sentimiento, con películas como "Breaking Away" o "El relevo", sobre un joven que persevera hasta convertirse en un campeón de ciclismo, y las películas del boxeador Rocky.

Sylvester Stallone, interpretando al héroe Rocky Balboa en la última cinta de la serie, declara: "No se trata de cuán duro pegues. Se trata de cuán duro te pueden pegar y que tú sigas adelante; cuánto puedes aguantar y seguir. Así es como se gana".

Willson se basa en su propia experiencia cuando aconseja a otros. Su primer emprendimiento, una franquicia de tiendas de zapatos, tuvo problemas cuando el fabricante quebró.

"Nos quedamos sin productos que vender, siete arrendamientos que pagar y muchas deudas. Pero me llevó a otras pequeñas empresas y se convirtió en una forma de vida".

"Uno se acostumbra a ser creativo, a controlar su propio negocio, a hacer sus propias decisiones y a responder a las necesidades de los clientes y los mercados", explica.

"Hecho trizas"


A veces los negocios fracasan por circunstancias externas que no se pueden controlar.

Shelley Pumphrey es dueña de Financial Concierge Services en Maryland, una exitosa compañía que ayuda a la gente a organizar sus finanzas. Ha desarrollado su pericia tras dos décadas trabajando para corporaciones y dirigiendo sus propios negocios.

Su primera idea fue ayudar a pequeñas empresas a unirse para obtener los descuentos que los grupos reciben en las tarifas de seguros.

"Funcionó muy bien hasta que las leyes cambiaron en Maryland -cuenta-. De repente el modelo de mi negocio quedó hecho trizas".

En 2008, cuando el mercado inmobiliario colapsó en EE.UU., empezó a comprar casas embargadas. Las remodelaba y las vendía más caras. Eso estaba funcionando bien hasta que tuvo que abandonar ese negocio por razones personales.

"En las dos instancias, yo sabía cómo hacer los planes y cuál era mi objetivo; en ambos casos, lo que liquidó las compañías fueron eventos que no podía anticipar".

La lección que aprendió fue cuán importante es elaborar un presupuesto para las épocas malas y la experiencia le dejó una mejor comprensión de la naturaleza cíclica de los negocios. Pero su recurso más preciado es su carácter.

"Efectivamente, uno se despierta algunos días pensando 'no me está yendo tan bien como pensé'. La determinación es lo que marca la diferencia entre alguien que se cruza de brazos y se va a trabajar para otro, o alguien que sigue intentándolo y tiene éxito".

Para Jean Card, de la Federación Nacional de Empresas Independientes, empezar un negocio es uno de las más grandes pruebas para un individuo.

"La promesa de una recompensa potencial hace que la gente lo siga haciendo. Se les considera valientes por intentarlo pues crear un negocio es algo que la gente de este país admira. Es un fenómeno cultural", dice.