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viernes, 1 de octubre de 2010

La Poesía del viernes, Instantes por Jorge Luis Borges


Jorge Luis Borges
1899-1986

El 23 de agosto de 1899 nace Jorge Luis Borges en Buenos Aires, hijo de Jorge Guillermo Borges y Leonor Acevedo, en la casa familiar de la calle Tucumán, entre Esmeralda y Suipacha. (Borges solía hablar de dos tradiciones heredadas de sus antepasados, una militar y otra literaria: en la primera se destacan el coronel Isidoro Suárez, bisabuelo materno que "a la edad de veinticuatro años dirigió una famosa carga de caballería peruana y colombiana que decidió la batalla de Junín" y el coronel Francisco Borges, abuelo paterno fallecido en la batalla de La Verde (1874); en la tradición literaria se encuentran el poeta romántico Juan Crisóstomo Lafinur y Edward Young Haslam, bisabuelo paterno que editó en Argentina uno de los primeros periódicos ingleses, el Southern Cross).

Infancia en Palermo

En 1901, tras el nacimiento de su hermana Norah, la familia decide mudarse a una casa más amplia de Palermo, barrio en el que Borges conocerá con el paso del tiempo las andanzas de diversos compadritos que pueblan sus ficciones y decidirá su vocación literaria, promovida por el padre y la frecuentación de su amplia biblioteca "de ilimitados libros ingleses". En 1906, como su padre desconfiaba de la educación pública, Borges toma sus primeras lecciones en inglés con una institutriz británica, miss Tink. Tres años después ingresa en la escuela primaria (cuarto grado), donde soporta las burlas de sus compañeros debido a sus lentes y el cuello y la corbata estilo Eton con que lo envían a clase. Por esta época la familia pasa sus vacaciones de verano en Adrogué, pueblo cercano a Buenos Aires, o en casa de unos familiares uruguayos, los Haedo.

Europa (1914-1921)

Jorge Guillermo Borges se jubila en 1914 y emprende con la familia un viaje a Europa para someterse a un tratamiento oftalmológico. Después de recorrer Londres y París, se establecen en Ginebra (Suiza) al no poder regresar a Argentina por el estallido de la Gran Guerra. En esta ciudad Borges cursa tres años del bachillerato en el Lycée Jean Calvin y estudia francés y alemán, idiomas que le permiten ampliar sus lecturas y descubrir entre otros a los poetas expresionistas y a importantes filósofos (Schopenhauer, Nietzsche, etc.).

Poco después del fallecimiento de la abuela materna, la familia se traslada en 1919 a Lugano (Italia) y más tarde a España, donde Borges frecuenta las tertulias de Cansinos-Asséns en el café Colonial de Madrid y forma parte del movimiento ultraísta que habría de encabezar en Argentina.

Descubrimiento de Buenos Aires

Al regresar a Buenos Aires en 1921, Borges "descubre" los suburbios porteños que aparecen frecuentemente en sus primeros libros de poesía (Fervor de Buenos Aires, 1923; Luna de enfrente, 1925; Cuaderno San Martín, 1929) y comienza a publicar numerosas colaboraciones en revistas literarias y periódicos. Funda, junto a otros escritores, las revistas Prisma y la segunda época de Proa y en 1925 publica su primer libro de ensayos, Inquisiciones, al que seguirán El tamaño de mi esperanza (1927) y El idioma de los argentinos (1928), excluidos de sus Obras Completas.

Colaboraciones en Crítica y Sur

Aparece en 1930 su biografía de Evaristo Carriego. En 1931 Victoria Ocampo funda la revista Sur, en la que Borges se desempeñará como colaborador desde los primeros números y publicará reseñas bibliográficas, críticas cinematógraficas, ensayos y, más adelante, poemas y cuentos. Es por esta época cuando conoce a Adolfo Bioy Casares, uno de sus más cercanos amigos, con quien firmará en colaboración numerosos libros y desarrollará diversas actividades literarias. Un nuevo libro de ensayos, Discusión, que rescatará para la posterior edición de sus Obras Completas, aparece en 1932 .Al año siguiente comienza a dirigir junto a Ulises Petit de Murat el suplemento literario del diario Crítica, la Revista Multicolor de los Sábados, donde aparecen entre 1933 y 1934 los relatos que integrarán Historia universal de la infamia (1935).

Inicia en 1936 una importante serie de colaboraciones en El Hogar, donde publicará quincenalmente gran cantidad de reseñas bibliográficas, biografías sintéticas de escritores y ensayos.

La biblioteca Miguel Cané

En 1937 Borges consigue por recomendación de Francisco Luis Benárdez un empleo en la biblioteca municipal Miguel Cané, en Almagro Sur, donde cataloga libros y, en sus ratos libres, se dedica a leer y a escribir sus primeros cuentos.

En febrero de 1938 fallece su padre después de un ataque de hemiplejía. El día de Nochebuena Borges padece un accidente que le produce una septicemia y debe ser internado; al reponerse escribe su famoso cuento "Pierre Menard, autor del Quijote", que aparece en Sur.

Junto a Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo compila la Antología de la literatura fantástica en 1940 y, al año siguiente, la Antología poética argentina. En 1941 publica también su libro de narraciones El jardín de senderos que se bifurcan que, al no resultar premiado en un concurso, suscita un movimiento de desagravio al autor.

Aparece en 1942 Seis problemas para don Isidro Parodi, en colaboración con Bioy Casares. Su libro Ficciones (1944), que recoge los cuentos de El jardín de senderos que se bifurcan y agrega otros bajo el título de Artificios, es premiado por la Sociedad Argentina de Escritores con el Gran Premio de Honor.

Conferencias

En 1946 se ve obligado a renunciar a su empleo de la biblioteca Miguel Cané tras el ascenso al poder de Juan Domingo Perón. Para obtener algunos ingresos con que sustentarse, Borges se ve obligado a dictar conferencias en Buenos Aires y, más tarde, en Uruguay y diversas provincias de Argentina.

En 1949 publica El Aleph, uno de sus más importantes libros de narrativa y en 1952 sus ensayos Otras inquisiciones.

Preside la SADE durante el período 1950-1953.

En 1955, tras el derrocamiento del gobierno de Juan D. Perón, es nombrado Director de la Biblioteca Nacional. Ese mismo año también es nombrado miembro de la Academia Argentina de Letras.

Recibe en 1956 el Premio Nacional de Literatura y un Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Cuyo. En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires dicta una cátedra de literatura inglesa. Desde esta fecha los médicos oftalmólogos le prohiben la lectura y pasa a depender de su madre y un círculo de amistades que gustosamente se presta a tareas de amanuense. Con Margarita Guerrero publica en 1957 el Manual de zoología fantástica, en México.

Viajes - Años de fama

En 1961 recibe el Premio Formentor compartido con Samuel Beckett que otorga el Congreso Internacional de Editores. Este importante galardón lo promueve internacionalmente y le ofrece la posibilidad de ser editado en numerosos idiomas.

En compañía de su madre viaja por tercera vez a Europa en 1963, y ofrece conferencias en Inglaterra, Escocia, Francia, Suiza y España. En 1964 la editorial L'Herne de París publica un grueso tomo dedicado a su obra con ensayos de críticos de diversos continentes.

El 21 de septiembre de 1967 se casa con Elsa Astete Millán, quien lo acompaña a Estados Unidos, donde dicta un curso en la Universidad de Harvard y conferencias en distintos ámbitos académicos. Se separa de su mujer tres años después. Durante la década del setenta publica volúmenes de poesía (El oro de los tigres, La rosa profunda, La moneda de hierro, Historia de la noche), dos libros de cuentos (El informe de Brodie y El libro de arena) y varios tomos en colaboración (¿Qué es el budismo?, Nuevos cuentos de Bustos Domecq, Breve antología anglosajona). En 1974 reúne por primera vez en un volumen sus Obras Completas, editadas por Emecé.

Su madre fallece a los noventa y nueve años en 1975.

Durante estos años realiza numerosos viajes alrededor del mundo generalmente acompañado por María Kodama y recibe premios y distinciones significativas (diversos doctorados Honoris Causa, la Orden Bernardo O'Higgins del gobierno chileno, las llaves de la ciudad de Bogotá, la Orden del Mérito de la República Federal de Alemania, la Cruz del Halcón islandesa, etc.).

En 1980 firma junto a otras personalidades una "Solicitada sobre los desaparecidos" en el diario Clarín.

Los conjurados, su último libro de poemas, aparece en 1985.

Fallece en Ginebra el 14 de junio de 1986, poco después de haberse casado con María Kodama. Sus restos se encuentran en el cementerio de Pleinpalais.

Lo invito a que reflexiones sobre la vida con la lectura del poema Instantes polemicamente atribuido a Jorge Luis Borges, pero que nos lleva a replantearnos las prioridades y las rigideces con que a veces actuamos en la vida, escuchando la motivadora cancion "Color esperanza" del compositor e interprete tambien argentino Diego Torres.





Instantes
Poema atribuido a Borges, pero cuyo real autor sería Don Herold o Nadine Stair.

Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.

Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.

Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.

Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años...
y sé que me estoy muriendo.

viernes, 24 de septiembre de 2010

La Poesía del viernes, POEMA 20, por Pablo Neruda

Hablar de la poesía de Pablo Neruda es hablar de mi poesía favorita, es hablar del sentimiento hecho palabras hilvanadas en frases inteligentes y profundas. Es transportar la mente y el corazón en el mismo vagón hacia un mundo que trasciende hacia lo sublime. Eso es la poesía de Neruda para mí, estoy seguro que muchos compartirán mi sentir y pensar al respecto. Hasta aquí estas breves palabras, que más que una introducción es "Mi Mancherai". Luis Montes Brito.

Pablo Neruda
(1904-1973)

Ricardo Eliezer Neftalí Reyes Basoalto (quien escribiría posteriormente con el seudónimo de Pablo Neruda) nació en Parral el año 1904, hijo de don José del Carmen Reyes Morales, obrero ferroviario y doña Rosa Basoalto Opazo, maestra de escuela, fallecida poco años después del nacimiento del poeta.

En 1906 la familia se traslada a Temuco donde su padre se casa con Trinidad Candia Marverde, a quién el poeta menciona en diversos textos como Confieso que he vivido y Memorial de Isla Negra con el nombre de Mamadre. Realiza sus estudios en el Liceo de Hombres de esta ciudad, donde también publica sus primeros poemas en el periódico regional La Mañana. En 1919 obtiene el tercer premio en los Juegos Florales de Maule con su poema Nocturno ideal. En 1921 se radica en Santiago y estudia pedagogía en francés en la Universidad de Chile, donde obtiene el primer premio de la fiesta de la primavera con el poema La canción de fiesta, publicado posteriormente en la revista Juventud.

En 1923, publica Crepusculario, que es reconocido por escritores como Alone, Raúl Silva Castro y PedroPrado. Al año siguiente aparece en Editorial Nascimento sus Veinte poemas de amor y una canción desesperada, en el que todavía se nota una influencia del modernismo. Posteriormente se manifiesta un propósito de renovación formal de intención vanguardista en tres breves libros publicados en 1926: El habitante y su esperanza ; Anillos (en colaboración con Tomás Lagos) y Tentativa del hombre infinito. En 1927 comienza su larga carrera diplomática cuando es nombrado cónsul en Rangún, Birmania. En sus múltiples viajes conoce en Buenos Aires a Federico García Lorca y en Barcelona a Rafael Alberti.

En 1935, Manuel Altolaguirre le entrega la dirección a Neruda de la revista Caballo verde para la poesía en la cual es compañero de los poetas de la generación del 27. Ese mismo año aparece la edición madrileña de Residencia en la tierra.
En 1936 al estallar la guerra civil española, muere García Lorca, Neruda es destituido de su cargo consular, y escribe España en el corazón. En 1945 obtiene el premio Nacional de Literatura.

En 1950 publica Canto General, texto en que su poesía adopta una intención social, ética y política. En 1952 publica Los versos del capitán y en 1954 Las uvas y el viento y Odas elementales. En 1958 aparece Estravagario con un nuevo cambio en su poesía. En 1965 se le otorga el título de doctor honoris causa en la Universidad de Oxford , Gran Bretaña. En octubre de 1971 recibe el Premio Nobel de Literatura.
Muere en Santiago el 23 de septiembre de 1973 . Póstumamente se publicaron sus memorias en 1974, con el título Confieso que he vivido.



Disfrute del POEMA 20 del gran Pablo Neruda, deleitándose con la magistral interpretación de Josh Groban de la canción "Mi Mancherai" traducida como "Mi Confesión" la cual es el tema de la película "Il Postino" basada en parte de la vida del gigante de las letras Pablo Neruda. Que la disfrute!




POEMA 20,
POR PABLO NERUDA

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

viernes, 17 de septiembre de 2010

La Poesía del viernes, AMOR, YA NO TE EXTRAÑO por Marilina Rébora

Por Luis Montes Brito


Marilina Rébora
1919-1999


Marilina Rébora nació en Buenos Aires el 7 de enero de 1919 en el seno de un hogar prestigioso. Hija de Juan Carlos Rébora y de María Celina Aguirre; su padre, además de haber sido uno de los jurisconsultos más sobresalientes que ha tenido el país, desempeñó, con dignidad y talento, importantes funciones públicas. Fue, en efecto, Presidente de la Universidad de La Plata (1938-1941), Vicepresidente del Consejo Nacional de Educación (1942-1943) y Embajador de nuestra República ante Francia (1955-1958).

A los diez años, Marilina Rébora estudió dibujo con Ernesto Riccio; luego fue al atelier de Vicente Puig, y posteriormente -acompañada de Susana Aguirre- asistió al taller de Lucía Capdepont. Expuso sus obras -junto con Susana Aguirre, Lucía Capdepont y Silvina Ocampo- en el II Salón p.a.f. (1939); en el V Salón de Primavera (1940) -organizado por la Peña de las Bellas Artes de la Provincia de Buenos Aires, en los salones del diario La Prensa- junto con Antonio Alice, Mario Anganuzzi, Justo Lynch y Ernesto Riccio; en la Exposición de Homenaje al Maestro Vicente Puig -en Galerías Witcomb (1943)-, y en el Salón Independiente (1945) junto con Aquiles Badi, Héctor Basaldúa, Antonio Berni, Horacio Butler, Emilio Centurión, Santiago Cogorno, Miguel Diomede, Raquel Forner, Jorge Larco, Onofrio Pacenza, Emilio Pettoruti, Agustín Riganelli, Raúl Russo, Raúl Soldi y Lino E. Spilimbergo, entre otros. Se halla representada en el Museo de Bellas Artes Bonaerense (La Plata) y en el Museo de Bellas Artes de San Rafael (Mendoza).

Marilina Rébora -que paralelamente desarrolló su carrera literaria- rápidamente se compenetraría desde pequeña de los efluvios de la cultura, cuando frecuentaban su casa los amigos de su padre y de su infancia: Alfonsina Storni -que la sentaba en su regazo-, Arturo Capdevila, Pedro Bonifacio Palacios (Almafuerte), Leopoldo Lugones, Rafael Alberto Arrieta, Rafael de Diego, Norah Borges -que le hiciera un retrato en 1927 titulado Marilina con una naranja en la mano-, Horacio Quiroga y sus hijos Darío y Eglé, Ricardo Rojas, entre otros, y al decir de sus palabras:

"En Alfonsina Storni y en las de Capdevila,
Rafael Alberto Arrieta, o Rojas y de Diego,
yo hubiera abandonado tiernamente mi mano;
pero Horacio Quiroga me contenía luego
con su barba cuadrada. Y yo, algo intranquila,
quedaba en la escalera, vuelta desde el rellano."
("Los Amigos", Los Días de los Días.)

Quizá fue ese contacto de privilegio el que la llevó a la poesía, llegando a publicar nueve libros y a dejar más de veinte obras inéditas. A Los Días de los Días (1969) siguieron Libro de Estampas (1972), El Río Azul (1975), Tiempos de la Vida (1975), Las Confidencias (1978), Animalerías (1980), El Lagarto estaba harto (1986), No me llames poeta (2001) y Caleidoscopio Artístico (2003) -estas dos últimas, obras póstumas.

Los Días de los Días, si es la primera obra que Marilina Rébora publica, no es la inicial de su labor, aunque ésta así comience para el público. Ya encontramos poemas inéditos que datan de 1936, 1937 -algunos en idioma francés como Les étoiles que j'aime, Madame la lune y Mon petit rêve-, 1938, 1941, 1942, 1943, 1946, 1949, 1950 y 1951, y una mitología para niños (1967). Colaboró en el diario "La Prensa" de Buenos Aires, donde fueron publicados varios de sus poemas.

"Marilina Rébora nos entrega en sus páginas, con palabras límpidas, despojadas de grandilocuencia pero impregnadas de sensibilidad, testimonios de episodios, de certezas y dudas de una vida intensamente vivida, transmutados en materia lírica: forma sustituta de una realidad imposible ('acaba el día/ sin haber de los hombros las alas desplegado.../ Yo que hubiera querido vivirlo en poesía!', Los días de los días).

"La unidad de estos poemarios se inicia con su primer libro; así, algunos temas encadenados: la memoria de la propia infancia, de momentos que prefiguran una actitud de vida ('siempre mirando sueños...'; 'Y llegué a ser mujer con el alma en los labios/ el espíritu... todo alas de ensueño', Ib.); los lazos familiares, el amor y sus zozobras ('en la vida el amor es el único aliento', Tiempos de la vida; Libro de estampas, V); los hijos y los temores por ellos ('Desvelo', Tiempos de la vida); y nuevamente el recuerdo de la propia infancia ('Se es feliz con tan poco, apenas.../ ...un recuerdo de niño...', Ib.) fusionado con la del hijo que la nombra 'Mali' ('Quiero ir/ por el Río Azul al país de los sueños,/ de donde me trajiste...', El Río Azul). Todo ello lleva el fondo invariable de un hondo sentimiento religioso. En Las confidencias, reflexionó lúcidamente apoyada en este sentimiento: así, sobre la fe o sobre el justo valor de la fantasía y el afán de embellecer con ella la vida; y lo hizo descarnadamente sobre la condición subordinada de la mujer, o sobre hábitos, apariencias, debilidades." (Academia Argentina de Letras, Buenos Aires, 26 de abril de 2000).

Marilina Rébora es una poeta solitaria que a lo largo de su vida huyó de la estridencia bulliciosa y la difundida notoriedad, pero, en cambio, cultivó devotamente su mundo interior y su opulenta imaginación ("La cebra es un caballito visto a la luz de una persiana entreabierta", Animalerías; "Nos aflige 'La Venus de Milo': se le escurre la pollera y no puede subírsela", Caleidoscopio Artístico). Mensaje lírico el suyo, traduce la visión integral del auténtico poeta-simbiosis, morosa entre el pensamiento y la sensibilidad.

Dijo de ella Manuel Mujica Lainez: "Marilina Rébora es una auténtica poeta, que vive con misteriosa, con apasionada hondura, y que es capaz de provocar en sus sonetos una verdadera sucesión de emociones".

Marilina Rébora falleció en Buenos Aires el 19 de septiembre de 1999.


Disfrute de la lectura de AMOR, YA NO TE EXTRAÑO por MARILINA RÉBORA escuchando la canción Amante del Amor interpretada por Luis Miguel




AMOR, YA NO TE EXTRAÑO
POR MARILINA RÉBORA


Amor, ya no te extraño, porque siempre te encuentro
en la nube viajera, en el astro distante,
en el rumor del mar, en el viviente centro
de la flor que eclosiona, en el áureo levante.

Amor, ya no te busco, porque te llevo dentro
con la impasible luna, con el sol abrasante,
con el fulgor de afuera y la sombra de adentro,
la inmortal siempreviva y el azahar fragante.

Estás conmigo siempre: te tenga o no te tenga,
te siento al lado mío, aunque te encuentres lejos,
en el fondo del alma, bien que no te retenga,

para advertir entonces, recién, de la medida
en que te quiero ahora, que vamos para viejos.
Mi cariño traspasa los bordes de la vida.



DESENCANTO
POR MARILINA RÉBORA

Yo quisiera quererte como antes te quería,
y sentirte, como antes, en todo consecuente,
yo quisiera decirte: te quiero, todavía...
y recibirte, al fin, con ánimo sonriente.

Yo quisiera tomar tu mano con la mía,
y llevarlas fraternas, como antes, a mi frente,
guardándote a mi lado, junto a mí, todo el día,
saber que estás conmigo, aunque te halles ausente.

Pero ya no es posible que esta dicha suceda
-desde que el desencanto se apoderó del alma-
y pienso que vivir así tampoco pueda...
porque quiero querer y mi amor se resiste,
porque quiero esperar, cuando no tengo calma,
porque quiero reír y por siempre estoy triste.


viernes, 10 de septiembre de 2010

La Poesía del viernes, CENTÍMETRO A CENTÍMETRO, por Rubén Bonifacio Nuño

Por Luis Montes Brito


Rubén Bonifacio Nuño
1923-

Nació en Córdoba, Veracruz, en 1923. La formación humanística lleva a Rubén Bonifaz Nuño hacia una poesía de síntesis en que se concilian el rigor clásico y las palabras en libertad, el oscuro y muchas veces atroz universo náhuatl y la tradición grecolatina.

Ese decidido afán de restaurar lo clásico en medio de la realidad de nuestros días se logra en plenitud en sus libros de madurez, cada uno de ellos un solo gran poema unitario, por más que los fragmentos tengan su valor propio aparte del que poseen en el conjunto.

Dueño de excepcional sabiduría técnica, ha afinado la versificación hasta crearse sus propias modalidades estróficas y una sintaxis peculiar que debe tanto a la poesía escrita como al lenguaje coloquial. El idioma dócil y tenso se ciñe con la misma precisición al canto de la cólera o la ternura, la esperanza o la melancolía, el amor o la soledad sin remedio. Cada nuevo libro de Bonifaz Nuño rectifica y mejora al anterior.

Lo prosigue también, y así su obra toda logra una continuidad, una coherencia sin monotonía como muy pocas veces se ha presentado en la lírica mexicana.*

Su producción poética de 1945 a 1971 fue recopilada en De otro modo lo mismo, poesía 1945-1971 (1978), su producción posterior, en Versos, 1978-1994 (1996), ambos publicados por el Fondo de Cultura Economica. Ha traducido del latín y del griego a Ovidio, Catulo, Lucrecio y Homero, entre otros.

Disfrute del poema CENTIMETRO A CENTIMETRO de Rubén Bonifacio Nuño escuchando la canción Guapa de Marcos LLunas




CENTÍMETRO A CENTÍMETRO
Rubén Bonifaz Nuño


-Piel, cabello, ternura, olor, palabras-
mi amor te va tocando.
Voy descubriendo a diario, convenciéndome
de que estás junto a mí, de que es posible
y cierto; que no eres,
ya, la felicidad imaginada,
sino la dicha permanente,
hallada, concretísima; el abierto
aire total en que me pierdo y gano.

Y después, qué delicia
la de ponerme lejos nuevamente.
Mirarte como antes
y llamarte de "usted", para que sientas
que no es verdad que te haya conseguido;
que sigues siendo tú, la inalcanzada;
que hay muchas cosas tuyas
que no puedo tener.

Qué delicia delgada, incomprensible,
la de verte lejos,
y soportar los golpes de alegría
que de mi corazón ascienden
al acercarse a ti por vez primera;
siempre por primera, a cada instante.
Y al mismo tiempo, así, juego a perderte
y a descubrirte, y sé que te descubro
siempre mejor de como te he perdido.

Es como si dijeras:
"Cuenta hasta diez, y búscame", y a oscuras
yo empezara a buscarte, y torpemente
te preguntara: ¿estás allí?", y salieras
riendo del escondite,
tú misma, sí, en el fondo; pero envuelta
en una luz distinta, en un aroma
nuevo, con un vestido diferente.

jueves, 2 de septiembre de 2010

La Poesía del viernes, NOCTURNO II, por José Asunción Silva

Por Luis Montes Brito
José Asunción Silva
(Colombia, 1865-1896)



Poeta y novelista colombiano nacido en Bogotá en 1865. Fue el precursor del modernismo en Colombia y está justamente considerado como el más importante poeta de Colombia y uno de los más importantes poetas de Latinoamérica. Romántico y modernista, autor de la novela «De sobremesa», perdió parte de su obra literaria en un naufragio, un año antes de su trágica muerte. Se quitó la vida en 1896.

Con la excepción de algunas breves temporadas en el extranjero - en Europa (París, Suiza y Londres) y en Venezuela, como secretario de la Legislación de su país en Caracas -, la vida de Silva transcurre en el ambiente cerrado y nada estimulante del Bogotá de sus años. De ningún modo un neurótico, pero sí un desajustado y un inconforme, su existencia estuvo marcada por el fracaso y las frustraciones: continuas ruinas en sus empeños comerciales, en los cuales ha de actuar para salvar los negocios de la familia; la muerte de su querida hermana Elvira (a quien va dedicado el famosísimo "Nocturno"), el naufragio de un barco en el que viajaba, el regreso de Venezuela, y donde pierde "lo mejor de mi obra"; la hostilidad de una sociedad estrecha ("José Presunción", le llamaban) que le obliga, por pudor y altivez, a casi esconder su vocación literaria. Todo ello, obrando sobre un espíritu sensible en alto grado, culminó en el temprano suicidio - antes de cumplir los treinta y un años -, sin que su genio poético hubiese llegado a madurar plenamente.

A pesar de que aún en vida algunas de sus composiciones fueron muy populares, publicó poco; y la primera edición de su obra poética, parcial y muy adulterada, es póstuma, de 1908 (realizada en Barcelona, con un prólogo fervoroso de su gran admirador Miguel de Unamuno).

De su breve labor en prosa hay que destacar el cultivo de las transposiciones artísticas - donde a palabra intenta expresar los matices del claroscuro y el color - , de tan fecunda práctica en la literatura modernista posterior. Incursionó en la narrativa: De sobremesa, escrito en forma de diario íntimo, más que una novela, es un libro que hay que leer como el testimonio atormentado pero impecable de aquel "fin de siglo angustioso", como allí lo calificara justamente sus autor.

Su producción poética conservada, no abundante, ha venido a quedar agrupada en tres núcleos muy distintivos: El libro de versos, lo más granado de esa producción - el mejor Silva - , que él mismo ordenó y tituló; Gotas amargas, conjunto que parece tenía destinado a mantener siempre inédito; y Versos varios, miscelánea del resto de su obra. Entre las diferentes opciones estéticas que convergen y se entrecruzan en el período modernista, este poeta colombiano apenas aparece tocado por el parnasismo y aún menos por el preciosismo exterior que tanto proliferó en los comienzos de la década del 1890 (léase su satírica "Sinfonía de color de fresa en leche"). Por el contrario, su temperamento poético, y sus lecturas y preferencias - principalmente Poe, Bécquer, el Martí de Ismaelillo (presente en su poema "Mariposas"), y en otras que más adelante mencionarán - hacen de Silva el poeta de su generación que más intuitivamente, y con mayor lucidez crítica a la vez, se entra en el ámbito del simbolismo.

José Fernámdez, su alter ego en De sobremesa, define su poesía como "la tentativa mediocre de decir en nuestro idioma las sensaciones enfermizas y de sentimientos complicados que en formas perfectas expresaron en los suyos Baudelaire y Rossetti, Verlaine y Swinburne" (definición y nómina que incluyen algunas notas decadentistas, inseparables del simbolismo en sus inicios, y que revelan también el conocimiento por parte de Silva de algunos nombres capitales en otro de los ismos que se manifiesta en su obra: el prerradaelismo). O propone, ya más concretamente, algo en sí de naturaleza simbolista pero que la modernidad acentuará por cuanto literalmente reclama la participación activa de un lector-colaborador: "Es que yo no quiero decir sino sugerir (el subrayado es suyo) y para que la sugestión se produzca es preciso que el lector sea un artista". Como los simbolistas, y como todos los modernistas que a aquéllos siguieron, profesó un respeto sagrado al ejercicio de la poesía: para él, dirá, el verso es vaso santo ("Ars"); y hasta desplegó, en pareados alejandrinos de dicción e intencionalidad característicamente modernistas, una poética (de arte nervioso y nuevo) que resume la naturaleza novadora y sincrética de este modo de sensibilidad y expresividad, pero con claro énfasis en el ocultamiento y la sugestión propios del simbolismo ("Un poema").

Y es en la atmósfera de la estética simbolista, con su gusto por la expresión misteriosa, vaga, sugerente y de cadenciosa musicalidad, donde hay que inscribir sus más intensos momentos poéticos, teñidos de una profunda vibración elegíaca. Esos momentos aparecen dominados temáticamente por la obsesión del tiempo, el recuerdo y la muerte, y devueltos simbólicamente en un aura condicionada de veladuras y de sombras. Son sus conocidas elegías personales "Poeta, di paso…", y "Nocturno" (Una noche…).O las elegías de alcance universal: el no menos impresionante y contrapuntístico, por la sutil irrupción de la ironía, "Día de difuntos", que es un espléndido ejercicio de polimetría. Y a la fusión de su romanticismo esencial y su capacidad ya simbolista de depuración poética, cabe adscribir también dos voliciones señaladas de Silva: el refugio en las cosas frágiles y en las cosas viejas, embellecidas y dignificadas por el tiempo ("La voz de las cosas", "Vejeces"); y el regreso al mundo ideal de la pureza que únicamente en la niñez se da ("Infancia", "Los maderos de San Juan").

De todos los poetas modernistas es Silva quien, por las vicisitudes de sus manuscritos y las irregularidades consecuentes de las primeras publicaciones, presenta mayores problemas y dificultades textuales


Disfrute de dos poesías de José Asunción Silva, NOCTURNO II y NOTAS PERDIDAS IV, escuchando una de las canciones más inspirada escrita e interpretada por Alejandro Sanz, "Siempre es de Noche" basada en la historia de una persona ciega que conoció en un parque de España.




Nocturno II
por José Asunción Silva


Poeta!, di paso
Los furtivos besos!...
¡La sombra! Los recuerdos! La luna no vertía
Allí ni un solo rayo... Temblabas y eras mía.
Temblabas y eras mía bajo el follaje espeso,
Una errante luciérnaga alumbró nuestro beso,
El contacto furtivo de tus labios de seda...
La selva negra y mística fue la alcoba sombría...
En aquel sitio el musgo tiene olor de reseda...
Filtró luz por las ramas cual si llegara el día,
Entre las nieblas pálidas la luna aparecía...

Poeta, di paso
Los íntimos besos!

¡Ah, de las noches dulces me acuerdo todavía!
En señorial alcoba, do la tapicería
Amortiguaba el ruido con sus hilos espesos
Desnuda tú en mis brazos fueron míos tus besos;
Tu cuerpo de veinte años entre la roja seda,
Tus cabellos dorados y tu melancolía
Tus frescuras de virgen y tu olor de reseda...
Apenas alumbraba la lámpara sombría
Los desteñidos hilos de la tapicería.

Poeta, di paso
El último beso!

¡Ah, de la noche trágica me acuerdo todavía!
El ataúd heráldico en el salón yacía,
Mi oído fatigado por vigilias y excesos,
Sintió como a distancia los monótonos rezos!
Tú mustia yerta y pálida entre la negra seda,
La llama de los cirios temblaba y se movía,
Perfumaba la atmósfera un olor de reseda,
Un crucifijo pálido los brazos extendía
Y estaba helada y cárdena tu boca fue mía!


Notas Perdidas IV
por José Asunción Silva


La noche en que al dulce beso
Del amor, se abrió su alma
Caminando lentamente
Iba, en mi brazo apoyada.
No había Luna. Las estrellas
Vertían su luz escasa,
Y sobre el cielo profundo
Nuestros ojos contemplaban
Como una bruma ligera,
La brillante vía láctea,
Suspiró. Con voz muy queda
Dime -le dije-, ¡te cansas!
Alzó la hermosa cabeza,
Se iluminó su mirada
Y murmuró. Mira, dicen
Que es grande, inmensa la vaga
Bruma que brilla a lo lejos
Como una niebla de plata,
Que la forman otros mundos
Que están a inmensa distancia,
Que la luz solar invierte
Siglos en atravesarla,
Y si Dios quisiera un día
A ti y a mí darnos alas,
¡Esa distancia infinita
Feliz contigo cruzara!
Bajo la noble cabeza
Desvió la viva mirada
Y dijo paso; de nuevo
Me preguntabas "te cansas".

viernes, 20 de agosto de 2010

La poesía del viernes, NOCTURNO A ROSARIO por Manuel Acuña

Por Luis Montes Brito


Manuel Acuña Narro
(1849 - 1873)


Médico y poeta, nació en la ciudad de Saltillo, Coahuila, el 27 de agosto de 1849. Vivió en una época en que la sociedad mexicana era dominada por una intelectualidad filosófico-positivista, además de una tendencia romántica en la poesía. Hijo de Francisco Acuña y Refugio Narro. Recibió de sus padres las primeras letras. Estudia posteriormente en el Colegio Josefino de la ciudad de Saltillo y alrededor de 1865 se trasladó a la México, donde ingresó en calidad de alumno interno al Colegio de San Ildefonso, donde estudia Matemáticas, Latín, Francés y Filosofía.

Posteriormente, en enero de 1868 inicia sus estudios en la Escuela de Medicina. Fue un estudiante distinguido aunque inconstante. Cuando muere, en 1873 sólo había concluido el cuarto año de su carrera. En los primeros meses de sus estudios médicos vivía en un humilde cuarto del ex-convento de Santa Brígida, de donde se trasladó al cuarto número 13 de corredor bajo del segundo patio de la Escuela de Medicina, el mismo, que años antes habitara otro infortunado poeta mexicano, Juan Díaz Covarrubias.Allí se reunían muchos de los escritores jóvenes de la época, Juan de Dios Peza, Manuel M. Flores, Agustín F. cuenca, Gerardo M. Silva, Javier Santamaría, Juan B. Garza, Miguel Portilla, Vicente Morales y otros. Allí fue donde, una tarde de julio de 1872, algunos de los poetas del grupo inscribieron sobre un cráneo, como sobre un álbum, pensamientos y estrofas.

En 1868 inició Acuña su breve carrera literaria. Dióse a conocer con una elegía a la muerte de su compañero y amigo Eduardo Alzúa. En el mismo año, impulsado por el renacimiento cultural que siguió al triunfo de la República, participó, junto con Agustín F. Cuenca y Gerardo Silva, entre otros intelectuales, fundando la Sociedad Literaria Nezahualcóyotl, en el seno de la cual dio a conocer sus primeros versos. Los trabajos presentados en la sociedad publicáronse en la revista "El Anáhuac" (México 1869) y en un folletín del periódico La Iberia intitulado Ensayos literarios de la Sociedad Nezahualcóyotl. Este folleto puede considerarse como una de las obras de Acuña, ya que contiene, además de trabajos de otros escritores, once poemas y un artículo en prosa suyos.

Tenía 24 años y había probado ya la miel de la gloria el 9 de mayo de 1871... En esa fecha se estrenó "El Pasado", drama de su inspiración que recibió una buena acogida por parte del público. Además la crítica ya le había reconocido un sitio destacado como poeta. Rosario de la Peña fue la mujer que estuvo más íntimamente ligada a sus últimos años, fue el gran amor de su vida y según parece, pesó tanto en su ánimo que mucho tuvo que ver con su trágica muerte. De hecho, el atractivo de esta mujer queda reservado como uno de los misterios de la historia, pues fue ella la misma Rosario que despertó por igual la desesperada pasión de Acuña, el deseo de Flores, la senil adoración de Ramírez y el cariño devoto de Martí.

Los extremos poéticos de estos cuatro hombres de letras eran motivo de satisfacción y halago para ella, cuya casa era frecuentemente convertida en tertulia donde cada uno exponía sus nuevos versos, se hablaba y debatía de filosofía o de bibliografía.

Manuel Acuña fue un apasionado de Rosario de la Peña. Su inmenso y desenfrenado amor por ella fue la causa, o al menos la razón mejor fundamentada, de que quedara trunca su existencia cuando ya en los círculos intelectuales era reconocido su genio, su calidad como escritor y nadie dudaba de su exitoso futuro.

¿Qué era lo que pasaba por su mente o por su atribulado corazón aquel 6 de diciembre de 1873? Es un secreto que se llevó a la tumba luego de ingerir cianuro de potasio para cortar su existencia. El cadáver del poeta, de cuyos cerrados ojos, se dice, estuvieron brotando lágrimas según él mismo lo había anticipado:

"como deben llorar en la última hora
los inmóviles párpados de un muerto"

Fue velado por sus amigos en la Escuela de Medicina, fue sepultado el día 10 de diciembre en el Cementerio del Campo Florido, con la asistencia de representaciones de las sociedades literarias y científicas, además de "un inmenso gentío" Las elegías y oraciones fúnebres con que se honró su memoria fueron nutridísimas destacándose las de Justo Sierra, que expresó con singular fortuna, en la primera estrofa de su poema, el sentimiento de dolorosa pérdida que experimentaba la concurrencia:

Palmas, triunfos, laureles, dulce aurora
de un porvenir feliz, todo en una hora
de soledad y hastío
cambiaste por el triste derecho de morir, hermano mío.

Hablaron también Juan de Dios Peza, su gran amigo, Gustavo Baz y Eduardo F. Zárate, entre otros.

Posteriormente sus restos fueron trasladados a la Rotonda de los Hombres Ilustres del Cementerio de Dolores, donde se le erigió un monumento. En octubre de 1917, el estado de Coahuila reclamó las cenizas de Acuña que, tras de haber sido honradas con una ceremonia en la Biblioteca Nacional, fueron trasladadas a Saltillo, su ciudad natal, donde el escultor Jesús E. Contreras había realizado un notable grupo escultórico a la memoria del poeta.

De entre los versos de Manuel Acuña es bien conocido el "Nocturno" (dedicado justamente a su amada Rosario, que ha pasado de generación en generación como un canto al amor y al desengaño), o "Ante un Cadáver", que representa toda una reflexión acerca de la vida y la muerte desde el punto de vista de la materia misma y su transformación.

Manuel Acuña destacó durante su juventud, pero privó a los amantes de la poesía de ver su evolución y comprobar que estaba destinado a ser uno de los grandes en las letras mexicanas.

Lea el sentido poema NOCTURNO A ROSARIO de Manuel Acuña, preambulo de su suicidio a los 24 años de edad por causa de este fatal amor con una mujer casada, escuchando la composición de Armando Manzanero, interpretada por Luis Miguel, Bolero que lleva el nombre de Como yo te Amé.




NOCTURNO A ROSARIO
por Manuel Acuña

Pues bien, yo necesito
decirte que te adoro,
decirte que te quiero
con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro,
que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto,
y al grito que te imploro
te imploro y te hablo en nombre
de mi última ilusión.

De noche cuando pongo
mis sienes en la almohada,
y hacia otro mundo quiero
mi espíritu volver,
camino mucho, mucho
y al fin de la jornada
las formas de mi madre
se pierden en la nada,
y tú de nuevo vuelves
en mi alma a aparecer.

Comprendo que tus besos
jamás han de ser míos;
comprendo que en tus ojos
no me he de ver jamás;
y te amo, y en mis locos
y ardientes desvaríos
bendigo tus desdenes,
adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos
te quiero mucho más.

A veces pienso en darte
mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos
y huir de esta pasión;
mas si es en vano todo
y mi alma no te olvida,
¡qué quieres tú que yo haga
pedazo de mi vida;
qué quieres tú que yo haga
con este corazón!

Y luego que ya estaba?
concluido el santuario,
la lámpara encendida
tu velo en el altar,
el sol de la mañana
detrás del campanario,
chispeando las antorchas,
humeando el incensario,
y abierta allá a lo lejos
la puerta del hogar...

Yo quiero que tú sepas
que ya hace muchos días
estoy enfermo y pálido
de tanto no dormir;
que ya se han muerto todas
las esperanzas mías;
que están mis noches negras,
tan negras y sombrías
que ya no sé ni dónde
se alzaba el porvenir.

¡Que hermoso hubiera sido
vivir bajo aquel techo.
los dos unidos siempre
y amándonos los dos;
tú siempre enamorada,
yo siempre satisfecho,
los dos, un alma sola,
los dos, un solo pecho,
y en medio de nosotros
mi madre como un Díos!

¡Figúrate qué hermosas
las horas de la vida!
¡Qué dulce y bello el viaje
por una tierra así!
Y yo soñaba en eso,
mi santa prometida,
y al delirar en eso
con alma estremecida,
pensaba yo en ser bueno
por ti, no más por ti.

Bien sabe Díos que ése era
mi más hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza,
mi dicha y mi placer;
¡bien sabe Díos que en nada
cifraba yo mi empeño,
sino en amarte mucho
en el hogar risueño
que me envolvió en sus besos
cuando me vio nacer!

Esa era mi esperanza...
mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo
que existe entre los dos,
¡adiós por la última vez,
amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas,
la esencia de mis flores,
mi mira de poeta,
mi juventud, adiós!

viernes, 13 de agosto de 2010

La poesía del viernes, TODO LO QUE ES MI VIDA ESTÁ EN TU VIDA por Manuel Felipe Rugeles

Por Luis Montes Brito
Manuel Felipe Rugeles
Nace en San Cristóbal (Edo. Táchira) el 30.8.1903
Muere en Caracas el 4.11. 1959

Poeta, periodista y político venezolano. Fueron sus padres Manuel Salvador y Ana Rita Cacique. La educación primaria la cursó en el colegio Alemán de su ciudad natal, mientras que la secundaria la realizó en el liceo Simón Bolívar de esta misma ciudad. De manera autodidacta cultivó las bellas letras y el periodismo, formando parte de los poetas de la llamada Generación de 1918.

Como consecuencia de algunos trabajos críticos al régimen del general Juan Vicente Gómez, que publicó en el diario marabino Excelsior, del cual era jefe de redacción, fue hecho preso y encerrado en el castillo San Carlos del Zulia, saliendo al exilio con destino a Colombia en 1929. En Bogotá fue secretario de Eduardo Santos, fundador y director del diario El Tiempo, quien más tarde sería presidente constitucional de Colombia. En 1936, tras la muerte de Gómez, Rugeles regresa a Venezuela desempeñando diversos cargos hasta 1945 entre los que destacan: el de secretario del ministro de Hacienda, diputado a la Asamblea Legislativa del estado Táchira, director de la revista El Agricultor Venezolano, director del diario Crítica, director del gabinete del Ministerio de Agricultura y Cría, director del gabinete de Hacienda y director de la Oficina Nacional de Prensa.

Secretario de la delegación venezolana ante la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington (1948), fue consejero cultural de la Embajada de Venezuela en Buenos Aires. En 1953 fue director de Cultura y Bellas Artes del Ministerio de Educación y director de la Revista Nacional de Cultura (1953-1957). En la última parte de su vida fundó y dirigió una revista para los niños con el nombre de Pico-Pico. Dentro de sus obras poéticas figuran: Cántaro (1937), Oración para clamar por los oprimidos(1939), La errante melodía (1942), Aldea en la niebla (1944), Puerta de cielo (1945), Luz de tu presencia(1947), Canto a Iberoamérica (1947), poema premiado en los Juegos Florales Interamericanos, organizados en México por la Unión Femenina Iberoamericana, el 12 de octubre de 1947, Memoria de la tierra (1948), Copias(1947), ¡Canta pirulero! (1950), Cantos de sur y norte(1954), que mereció el Premio Nacional de Literatura de ese año, y Dorada estación(1961), publicado después de su muerte.

Disfrute de la poesía Todo lo que es mi vida está en tu vida del venezolano Manuel Felipe Rugeles escuchando a otro gran artista venezolano Franco de Vita junto a Sin Bandera interpretando "Si la ves"




Todo lo que es mi vida está en tu vida
Manuel Felipe Rugeles (1904-1959)

Tu alegría define mi alegría.
Tu ternura construye mi ternura.
Elevándose a ti mi poesía,
consagrada a tu amor, se trasfiguran.

Tu mirada, perfecta como el día,
¡qué suavidad al corazón procura!
Sobre él vuelca siempre la armonía
interior que le anima en su dulzura.

Cuando te digo mía es porque siento
rondar cerca de mí tu pensamiento,
imagen de la estrella y de la rosa.

Todo lo que es mi vida está en tu vida,
como el alba en el lirio sumergida,
como el oro en la ardiente mariposa.

Ella hasta en la razón y el desatino
dueña de mi dolor y mi alegría.
En el agua diamante y en el vino
uva y fresa maduras bajo el día.

Ella en la ausencia, flor de lejanía.
En el recuerdo, voz de melodía
y en la nostalgia, fuego de esperanza.

Ella en la soledad tan sólo mía.
Desnudo amor que entre mi sueño avanza
como la forma de la Poesía.

viernes, 6 de agosto de 2010

La poesía del viernes, AUNQUE TE DIGA NO, EMPÉÑATE EN SÍ...por Carmen Conde

Por Luis Montes Brito

Carmen Conde
(Cartagena, 1907 - Madrid, 1996)

Carmen Conde Abellán nació en Cartagena en 1907 aunque su infancia transcurre entre esa ciudad y Melilla, donde vive de 1914 a 1920, y Madrid donde se establece definitivamente en 1939.

Estudia magisterio en la Escuela Normal de Murcia y más tarde Filosofía y Letras en la Universidad de Valencia. Publica su primera obra, Brocal, en 1929.

En 1931 se casa con el poeta Antonio Oliver Belmás, el cual fallece en 1968, y fundan y dirigen la Universidad Popular de Cartagena. Fundan también, tras la guerra civil, el Archivo Semanario de Rubén Darío en la Universidad de Madrid.

Trabaja como profesora de literatura española en el Instituto de Estudios Europeos y en la Cátedra Mediterráneo de la Universidad de Valencia en Alicante.

En 1953 gana el Premio Elisenda Montcada con Las oscuras raíces . Gana el Premio Doncel de Teatro con la obra A la estrella por la cometa . En 1967 gana el Premio Nacional de Poesía y en 1980 obtiene el Premio Ateneo de Sevilla con Soy la madre. Colabora con La Estafeta Literaria y RNE bajo el seudónimo de Florentina del Mar. Dos de sus obras, La rambla y Creció espesa la yerba, se adaptan para emitir en Televisión Española.

El 28 de enero de 1979 ingresa en la RAE ocupando el sillón K , siendo así la primera mujer desde su creación. A principios de los 80 comienzan los primeros síntomas de la enfermedad de Alzheimer. Fallece el 8 de enero de 1996 en Madrid.

Disfrute del poema AUNQUE TE DIGA NO, EMPÉÑATE EN SÍ...de Carmen Conde escuchando la interpretación de Luis Miguel y su canción de Hoy el aire huele a ti.




Aunque te diga No, empéñate en Sí...
Por Carmen Conde


Aunque te diga No, empéñate en Sí,
y si te empujo, procura tú vencerme.
Así que te rechace de mi vida
azotará mi espíritu el perderte.

¡Intuyo que una hoguera tan perfecta
nunca nadie podría ya encenderme...!
Y es duro y es cruel que yo batalle
quitándote de mí. Resueltamente
cortándome de ti, para librarme
de este sordo luchar en que me vences.

Sólo pienso en ti. Repito tu presencia
en un continuado nacer de tus palabras.
Imágenes que son imágenes ya fijas
de tanto recordarlas me turban y enloquecen.

Te veo como un día que fuiste una brevísima
criatura sorprendida por labios repentinos.
Te veo en alta noche, temiendo que tus ojos
mintieran por amor que era yo la que buscabas.

Oh, cómo te contemplo, oh, cómo te persigo;
das vueltas en el aire en rueda que no para!
Yo sólo pienso en ti. Te odio. Te deseo.
Libértame de verte en todo lo que miro;
auséntame de ti, martirizante imagen,
¡que te ven en mis ojos anhelantes, los ciegos!

Tus ojos son las fuentes donde beben los tigres,
que cuando tienen sed no respetan las selvas;
y arrancan, mientras rugen, esas flores sencillas
que entre el romero mueven su poderoso olor.

A tus ojos se vuelcan las entrañas del monte,
y por nacer en ellas, oh, líquido delgado,
consienten que las lenguas vellosas de las fieras,
lamiéndolos con furia, sequen ríos de ojos.

Tanto como el romero florido, cuyo aceite
persistirá en la piel de los fieros sedientos,
huelen cortas raíces y esbeltos anticipos
de las flores oscuras del secreto deseo...

La luna se deshoja como un ave en tu agua.
A los tigres con celo esa luz los persigue
como loco fantasma de una caza suprema
que en el río, tus ojos, es posible alcanzar.

Tengo frío ante ti. Porque fuentes tan frías
no se encienden sin ángel que su calor otorgue.
Y ese ángel que a ti, a tus charcas bajara,
no lo oigo cantar ni lo siento fluir.

¡Ah, tus tigres con sed! Déjalos que nos beban,
y cuando ya mi boca reseca se deshaga,
suéltalos sobre mí, no detengas su ataque:
¡para tus fieras tengo una cierva en mi cuerpo!

Dejarte perder me duele, porque duele en la tierra
que una raíz se seque sin romperse en el tallo
y alumbrar en la flor, para que el aire sepa
lo que la tierra sabe, porque tuvo raíces.

Resignarme a que fluyas por otros cauces, me duele;
porque yo soy un cauce del grueso de tu fuente.
Y para correr en otros tendrás que derramarlos
o que volcarte hondo, rompiéndolos por dentro.

Es que soy tu medida, es que ninguna tierra
será capaz de darte lo que yo te daría,
si en lugar de negarme a que germines, corras,
yo te hiciera mi agua, calentara tu grano.

¡Qué delirio de fuerza que se opone a tu empuje;
qué frenética para que no quiere cedérsete!

viernes, 30 de julio de 2010

La poesía del viernes, POEMA NIÑA CON MIRADA DE ALAS, de Orlando Fresedo

Por Luis Montes Brito
Biografía Tomada del Foro de Escritores El Salvador

Orlando Fresedo

En el mes del 45 Aniversario de su fallecimiento, marzo 18 de 1965.

Por Renán Alcides Orellana

Me parece verlo cerquita y de frente, como la primera vez que le vi en el bar El Paraíso en el corazón de La Praviana, zona bohemia y enigmática de San Salvador, a principios de los años sesenta. Orlando Fresedo, el poeta de la irrepetible metáfora, enemigo de los convencionalismos y las poses dogmáticas, esa noche me estrechaba la mano con su acostumbrado acento irónico y burlesco, que después me pareció su mejor carta de presentación, aunque bajo aquel semblante adusto podía adivinarse la sonoridad y limpieza de un sentimiento puro.

Fresedo era uno de los poetas jóvenes de entonces que yo deseaba conocer; desde luego, sin menosprecio de los otros con quienes también entablé especial amistad y compañerismo. Y todo porque en mi lejano pueblo natal, Villa El Rosario, yo había conocido sus poemas y seguido la secuencia de una polémica periodística entre el poeta Fresedo y Matías Romero, para entonces sacerdote y, posteriormente, un seglar dedicado a los estudios filosóficos en la Universidad de El Salvador. Ambos serían después mis especiales amigos. “Yo debo conocer a Fresedo, y lo haré en cuanto llegue a San Salvador”. Con ese pensamiento alentaba mis nacientes alas literarias, mientras allá en mi lejana campiña, y desde las remotas regiones que casi colindan con Honduras, sobre mi rostro los vientos y los aires destilaban su pureza.

Y se llegó el día. Me trasladé a San Salvador y, entre las muchas cosas hermosas que me ocurrieron, estuvo mi encuentro con Orlando Fresedo. Osmín Martínez fue el vínculo inicial de mi amistad con Orlando. Osmín, era mi antiguo compañero de estudios secundarios en el Instituto Nacional de San Miguel, con quien, junto a Luis Perdomo, habíamos formado un trío especial de amigos y compañeros inseparables. Luis un día se fue a la Escuela Normal y se hizo maestro, por lo que después nos veíamos de vez en cuando, siempre con el fraterno abrazo. Osmín se había hecho abogado. Ahora, sabía de mi interés y se propuso sorprenderme en cuanto a la manera de llevarme a conocer al poeta.

- ¿Tú quieres conocer a Orlando Fresedo, verdad?-, me preguntó, al tiempo que se respondía a sí mismo y para ambos.

- Iremos a verlo esta noche-, acotó.

Y fuimos. Y le vimos. Yo esperaba que Osmín me condujera a una residencia que imaginaba modesta como la de todo poeta. Por eso me sorprendió que nos detuviéramos frente al bar El Paraíso. Sin objetar seguí a mi amigo, quien hizo alto delante de una mesa donde, como ida y ausente, estaba una persona de apariencia débil. Aunque sentado, aquel hombrecillo me pareció ser de baja estatura, rostro redondo, de ademanes torpes aunque muy expresivos. Su rostro dejaba adivinar los efectos del alcohol.

- Te presento a Orlando Fresedo-, me dijo Osmín, mientras extendía su mano al poeta.
Mi sorpresa era tal que me quedé sin extender la mía. Para mi extracción provinciana, a pesar de las muchas lecturas de obras clásicas y sus autores, aquella no era la figura del poeta que esperaba encontrar. Pero aquella primera impresión de inmediato desapareció, en la medida en que avanzaba la conversación. Como adivinando mi sorpresa, le había oído murmurar:

- Sí, mi nombre es Aníbal Bolaños de nacimiento, hijo de Regino Bolaños, pero para el resto del mundo soy Orlando Fresedo.

Luego, la conversación entre poesía y poesía, entre trago y trago. Mis ansias literarias tiraron por la borda todo prejuicio absurdo, hasta sentirme realmente complacido e identificado con aquel nuevo amigo.

A partir de ahí, como alma gemela a la del poeta, cada encuentro mío con Orlando eran seguros tragos de licor o cerveza, que yo estaba obligado a invitar.

- Ahí viene mi buchadita-, decía extendiéndome su mano cada vez que me lo encontraba frente a la cervecería Gambrinus, cuando yo salía de la redacción del periódico y me encaminaba sobre la Segunda Avenida, a la hora del almuerzo.

Un día cualquiera, Fresedo se apareció en la redacción de El Diario de Hoy, entonces ubicado frente al Cine París, solicitando una máquina de escribir

- Sólo un minuto para copiar esto-, decía mientras extraía de sus bolsillos un papel estrujado y sucio.

Era un soneto. Algunos periodistas desde el momento de su llegada, porque lo conocían bien o porque no lo conocían bien, le reprochaban por su aspecto, hasta con insultos por “vago y sucio”, como si la poesía no fuera cosa limpia; sobre todo, la poesía inmensa como era la de Orlando Fresedo.

Me arriesgué a correr la misma suerte y ofrecí mi máquina Remington a Orlando, quien la usó con rapidez; y de pronto, con aire de reconocimiento, me la entregó.

- Voy a subir para dárselo al viejo,- me dijo.

El “viejo” no era otro que Napoleón Viera Altamirano, el director del periódico que, sin duda conocía la calidad del poeta y su obra literaria. Es bueno aclarar que, independientemente del corte ideológico de su ejercicio periodístico, Viera Altamirano era un poeta de mucha calidad, que firmaba con el nombre de Enrique Rey Solares.

Mientras Orlando subía a la oficina del director, uno de los periodistas me recriminó y sentenció por mi actitud:

- Ojalá que no vuelvas a prestársela, porque se mal acostumbra-, me dijo serio.

En mis adentros, una risa burlona junto a un deseo piadoso. Siempre me he apiadado de las actitudes de quienes pecan por ignorancia, pero más me han ofendido los pecadores por malicia. Minutos después, el poeta, con sorna y una especie de burla contra quienes le habían negado su máquina, enarbolaba un billete de cinco colones que el director le había dado en calidad de compra por un excelente soneto que, el fin de semana siguiente, le daba esplendor y brillo a la página literaria del periódico. Compra barata de un extraordinario producto; pero, a esa realidad, sin aceptarla, el escritor ha tenido que conformarse.

Poeta de real estirpe por sus únicas y esplendorosas figuras literarias adornando cada soneto, Fresedo recibió distinciones y muchos reconocimientos antológicos por su excelente obra. Incluso distinciones que alguna vez le fueron conminadas a la devolución por inmerecidas, cuestión que al poeta parecía importarle un comino. Su obra casi toda dispersa en periódicos y revistas, reunida por amigos después de su muerte, fue eternizada en su libro Bahía Sonora.

Una noche de marzo de 1965 corrió la noticia: Orlando Fresedo había fallecido en un lugar apartado de San Salvador, víctima del excesivo alcohol e irrespeto a sí mismo. Auto inmolación del cuerpo y del espíritu de un poeta. Una especie de suicidio lento, más poéticamente doloroso que los demás suicidios. Su extraña manera de andar, de vestir y de cantar su canto, con total desenfado y burla frente a la vida, se marcharon aquella tarde de marzo. El diminuto Orlando huyó de la tristeza escribiría yo días después en Diario Latino, como para volver inolvidable la pequeña gran figura del hermano poeta, único por su espíritu irreverente y por el caudal de metáforas que, refulgentes, se adivinaban en su rostro redondo y en sus ojos saltones.

(Del libro LO QUE PASA CUANDO EL TIEMPO PASA, San Salvador, 2009.

Disfrute de la poesía de Orlando Fresedo, Poema Niña Con Mirada De Alas, escuchando la canción "Dream" interpretada por el incomparable "viejito de los ojos azules" Frank Sinatra.





Niña Con Mirada De Alas
Orlando Fresedo


Mañana cuando emigre tu mirada

bajo un amanecer de alas viajeras,

mañana cuando auroras mensajeras

sollocen en la sombra madurada…

Entonces lloraré porque te fuiste.

Y al sentir tu presencia tan remota,

será menos naranja la chiltota

bajo aquel naranjal que tú encendiste…

Te miraré cruzar por mis dolores

como una golondrina desolada,

de párpados abiertos como flores…

Aquí, crucificado frente al cielo,

mañana cuando emigre tu mirada

acaso pensaré que estás en vuelo…


Mi tristeza se inicia...
Orlando Fresedo


Mi tristeza se inicia con los trenes.
Es la vida un adiós con estaciones.
La noche ha recogido sus vagones.
Todo se torna tren cuando tú vienes...

Me dejas con tu paso en el desvelo.
No paras aunque agite las banderas.
Llenaste con tu nube mis ojeras
y he quebrado las cruces del pañuelo...

Por eso todo es tren cuando tu vienes.
Y a causa de que nunca te detienes,
ignoro la emoción de una partida...

La vida es un adiós con estaciones.
Yo soy un guardavías de ilusiones.
Tu recuerdo, ese tren sobre mi vida...

viernes, 16 de julio de 2010

La poesía del viernes, NO ES EL AMOR, LO SE , PERO ES DE NOCHE, por Julia Prilutzky Farny

Por Luis Montes Brito
Julia Prilutzky Farny

Nació en Kiev (Ucrania) en 1912 y se radicó en Argentina a muy temprana edad, adoptándola como su propia patria, como ha sabido demostrarlo a lo largo de su extensa obra poética, adoptando también su ciudadanía.

Cursó estudios en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA, y fue discípula de Alberto Williams en el Conservatorio Nacional de Música. Fue redactora de la Nación; El Hogar; Para Ti, El Mundo, Mundo Argentino y Clarín. Inauguró la cátedra de Literatura Hispanoamericana en las Universidades de Madrid y Salamanca y dictó cursos y conferencias en universidades de la Argentina y de Latinoamérica. Es una poeta representativa de la generación del 40.
Escribió su primer libro a los dieciocho años (Títeres imperiales) que Eduardo Mallea, publicó por entregas en el diarioLa Nación. Luego siguieron sus libros de poemas: Viaje sin partida (1939) Intervalo (1940) Sonetos (1942) La Patria (1949) Comarcas (1949) El Escudo (1954) Este sabor de lagrimas (1954) Obra poéticas (1959) No es el amor (1967) Hombre oscuro (1968) "Quinquela Martín" (1974) y "Antología del amor" (1975), que llegó a vender, sólo en Argentina, más de 100.000 ejemplares, Dulce y extraño amor (1982).

Es una de las más caracterizadas representantes de la generación poética argentina del '40.Fundó la revista cultural "Vértice" y en 1941 recibió el Premio Municipal de Poesía por su libro "Intervalo".
En su obra predomina —casi en exclusividad—, el tema del amor, plasmado por los más profundos sentimientos y en imágenes de sutil belleza y originalidad, desde su poemario inicial hasta el último de sus libros.
Antología del amor publicada por primera vez en 1972, ha tenido veinticinco ediciones y mereció la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores.
Su libro "El Escudo" recoge su poesía sobre Perón y Evita. La "Oración" que fue presentada el 26 de Julio de 1954 en acto público masivo sobre la Avenida 9 de Julio.
La dulzura e intensidad de su Poesía nos llena de placer y ternura al leerla, toda su obra es un canto al Amor y a los sentimientos más profundos. Su poema "Algún Día te Querré" ha sido musicalizado por Cesar Isella en una samba que lleva ese nombre.

Disfrute de la poesía No es el amor, lo sé, pero es de noche..., de Julia Prilutzky Farny disfrutando del éxito romántico "Si la ves" de Franco de Vita y Sin Bandera




No es el amor, lo sé, pero es de noche...
Julia Prilutzky Farny


No es el amor, lo sé, pero es de noche
y yo estoy sola, frente al mar que espera
con las uñas viscosas de sus algas
y el sello de la sal sobre sus piedras:
sin cesar, desde el agua y las espumas
mil ramajes de brazos me recuerdan
que aguardan todavía
tendiéndome su ausencia.
Las mismas olas que devoran barcos,
que van hundiendo mástiles y velas,
tiran siempre de mí
salvajemente
ceñidas, enroscadas, como cuerdas.

No es el amor, lo sé, pero qué importa:
tiene su mismo rostro hecho de niebla
y su temblor febril y su acechanza,
tiene sus manos blandas que se aferran
con dura precisión.
Tiene su misma insólita presencia
con el prestigio de un fulgor pasado
y la futura soledad que empieza.
Tiene sin duda del amor la insidia
y el desgajado abandonar reservas
hasta quedar desnudo
como un árbol reseco.
Tiene el rondar la sangre
como un fantasma hambriento
sobre la inaccesible piel del mundo,
lamiendo inútilmente su corteza,
desesperado, ávido,
con la exacta impaciencia
del querer, del después,
del otoño y la espera.
Y aquel recomenzar desde la bruma
que es su signo quizá.
Y su señal más cierta.

No sé cuándo ha llegado:
es como un viejo amigo que regresa
con el rostro cambiado por los viajes,
las fiebres, el alcohol, las peripecias.
Reconozco sus rasgos,
su voz que ha enronquecido, pero es ésta,
su antigua voz que dice otras palabras
semejantes a aquéllas.
No es el amor, lo sé, y sin embargo
es su paso otra vez, y las caricias
recobran los caminos sin urgencia.
No hay palabras, y puedo estar callada:
todo es tan simple así, tan sin sorpresa
y es tan fácil estar, tan necesario.
No es el amor, tal vez. ¿Y si lo fuera?

viernes, 9 de julio de 2010

La poesía del viernes, A unos ojos, por D. Ramón de Campoamor

Por Luis Montes Brito
D. Ramón de Campoamor
(1817-1901)

Ramón de Campoamor y Campoosorio nació en Navia, pequeño municipio del Principado de Asturias, (España), un miércoles 24 septiembre de 1817. El mismo año en el que nació también el poeta vallisoletano José Zorrilla, autor del inmortal "Don Juan Tenorio".

Su padre, un modesto campesino y su madre una rica hacendada de aquel concejo que agrupa varias pequeñas villas, bajo la típica organización de los municipios asturianos. Creció Ramón protegido por los esmerados cuidados de una rica y soltera hermana de su madre, la cual se encargó de dar al niño los estudios primarios, que cursó en un pazo que ésta poseía en Piñera, una de las pequeñas villas que conforman el concejo de Navia. A los 9 años comienza sus estudios secundarios que cursa en la villa de Puerto de Vega, también perteneciente al mismo concejo; allí transcurre su adolescencia.

Fue educado conforme a los gustos y costumbres de entonces, consistentes en una enseñanza y prácticas de religiosidad a ultranza, acompañada en plano más secundario, del estudio de latín y de las otras materias propias de una cultura general. El clero ejercía una enorme influencia en la educación, tanto privada y privilegiada de las clases acomodadas, como en la más precaria, la pública.

De la forma en que le enseñaron a Campoamor el catolicismo en la escuela, guarda de mayor un mal recuerdo que no logra alejar de su mente; tanto le caló y traumatizó aquel tipo de enseñanza sufrido en su infancia. Relata de mayor, refiriéndose a los castigos y los miedos que le infundieron durante su infancia, que "el infierno del Dante era un mal aprendiz en comparación con los retorcidos inventos de castigos infernales que me metían los clérigos enseñantes en mi tierna y sensible cabecita infantil. Todo el curso de mis primeros años ha sido un sueño tenebroso, del cual creo que todavía no he acabado de despertar".

Cursó estudios de filosofía en Santiago de Compostela; de lógica y matemáticas, en Madrid. A los 18 años se traslada a Torrejón de Ardoz (Madrid) en su pretensión de ingresar en el seno de la Compañía de Jesús. Poco tiempo después, probada ya su incapacidad y falta de vocación para adoptar los hábitos religiosos, e inducido por su familia, se matricula en la universidad madrileña en la facultad de medicina.

Poco duró también esta su segunda experiencia vocacional, ya que el asco y la nausea que le produce el espectáculo de los cadáveres sobre la mesa de disección, le convencen nuevamente de lo equivocado de su decisión. Allí en la facultad de medicina, en el primer curso, conoce a un catedrático muy observador que le aconseja con vehemencia dedicarse a la literatura, pues cree descubrir en el joven una natural aptitud hacia las letras, mucho más que para las ciencias.

A los 20 años publica su primera obra impresa, se trata de una comedia en dos actos titulada "Una mujer generosa" la cual no se tiene referencia alguna que se llegara a estrenar en teatro. Sus primeros versos de tono romántico los publica también en ese mismo año, 1838. Aparecen impresos en un libro bajo el título de "Ternezas y flores".

Dos años después publica otro libro de poesías: "Ayes del alma". En 1846 se publica la primera edición de "Doloras" obra que le proporcionó una gran popularidad de joven y prometedor poeta. También ven la luz, por aquel tiempo, los libros titulados "Pequeños poemas" y "Humoradas". A partir de entonces, alterna su inclinación vocacional por la poesía, con sus ideas políticas que consistían en un gran fervor hacia la reina Isabel II en particular, y en general, hacia la forma monárquica de organización del estado español. Se afilia al partido moderado.

Con 30 recién cumplidos años, es nombrado gobernador civil de la provincia de Castellón. Durante el ejercicio de este cargo, se propuso hacer obligatoria la educación primaria dentro del territorio de aquella provincia. Apenas tiene tiempo de intentar su propósito cuando se ve trasladado al gobierno de la levantina provincia hermana de Alicante. Allí casa con Guillermina o'Gorman, una joven dama de acomodada familia irlandesa afincada en Alicante; una devotísima católica, de cuya unión no hubo descendencia.

Luego, en el periodo comprendido entre los años 1851 y 1854 ejerce el mismo cargo de gobernador en la provincia de Valencia.Desde el año 1850 había sido elegido para ocupar un escaño en el Congreso de Diputados e interviene activamente en la vida pública, ya desde el Congreso, ya en polémicas tertulias y campañas periodísticas. A consecuencia de su encendida defensa del sistema monárquico, llegó a batirse en duelo con el marino español (nacido en México), Juan Bautista Topete Carballo, que años más tarde sobresalió en la célebre insurrección que arrojó del trono a Isabel II en 1868. Todo aquello fue el preludio del advenimiento de la 1ª República española, que llegaría cinco años más tarde.

En 1861 es designado como miembro de la Real Academia de la Lengua Española, ocupando el sillón E. También fue senador en los últimos años de su vida y llegó a ser muy conocido y admirado dentro de España y en toda Hispanoamérica. Por entonces sucedíanse a menudo las reediciones de todos sus libros de poesía. En aquellos tiempos, debido a la ocurrencia del gran poeta Rubén Darío, varios hombres de letras españoles, intentaron convencerlo para que aceptara ser coronado de laurel en solemne acto, a lo que Campoamor se opuso con tozudez.

Su negativa la argumentaba en que no quería ya, a aquella avanzada edad, vivir emociones tan fuertes que aceleraran el momento de su muerte. En Madrid, un gélido domingo de febrero (11-02-1901) fallece don Ramón de Campoamor, a la edad de 83 años.

Disfrute del poema A UNOS OJOS escuchando la preciosa melodía el Tema de Amor de la película Cinema Paradiso interpretada por el Tenor Estadounidense Josh Groban.



A unos ojos
D. Ramón de Campoamor


Más dulces habéis de ser,
si me volvéis a mirar,
porque es malicia, a mi ver,
siendo fuente de placer,
causarme tanto pesar.

De seso me tiene ajeno
el que en suerte tan crüel
sea ese mirar sereno
sólo para mí veneno,
siendo para otros miel.

Si crüeles os mostráis,
porque no queréis que os quiera,
fieros por demás estáis,
pues si amándoos, me matáis,
si no os amara, muriera.

Si amando os puedo ofender,
venganza podéis tomar,
porque es fuerza os haga ver
que o no os dejo de querer,
o me acabáis de matar.

Si es la venganza medida
por mi amor, a tal rigor
el alma siento rendida,
porque es muy poco una vida
para vengar tanto amor.

Porque con él igualdad
guardar ningún otro puede;
es tanta su intensidad,
que pienso ¡ay de mí! que excede
vuestra misma crüeldad.

¡Son, por Dios, crudos azares
que me dén vuestros desdenes
ciento a ciento los pesares,
pudiendo darme a millares,
sin los pesares, los bienes!

Y me es doblado tormento
y el dolor más importuno,
el ver que mostráis contento
en ser crudos para uno,
siendo blandos para ciento.

Y es injusto por demás
que tengáis, ojos serenos,
a los que, de amor ajenos,
os aman menos, en mas,
y a mí que amo más, en menos.

Y es, a la par que mortal,
vuestro lánguido desdén
¡tan dulce... tan celestial!...
que siempre reviste el mal
con las lisonjas del bien.

¡Oh, si vuestra luz querida
para alivio de mi suerte
fuese mi bella homicida!
¡Quién no cambiara su vida
por tan dulcísima muerte!

Y sólo de angustias lleno,
me es más que todo crüel,
el que ese mirar sereno,
sea para mí veneno,
siendo para todos miel.

viernes, 2 de julio de 2010

La poesía del Viernes, AMOR Y ORGULLO por Gertrudis Gómez de Avellaneda

Por Luis Montes Brito

Gertrudis Gómez de Avellaneda
(1814-1873)

Nació en Puerto Príncipe (Cuba) el 23 de marzo de 1814, aunque en su autobiografía figura 1816 (La Ilustración, 1850-XI-8). Hija del capitán de navío Manuel Gómez de Avellaneda y de Felisa de Arteaga. Ya en su juventud, por razones de salud, se trasladó a Santiago de Cuba, tras negarse a contraer matrimonio. En abril de 1836 sale con su familia hacia Burdeos y de allí a La Coruña.

En este viaje compuso una de sus más conocidos versos, Al partir. Antes de llegar a España recorrió con su familia algunas ciudades del sur de Francia especialmente en Burdeos donde vivieron por algún tiempo. Finalmente en España se establecieron en La Coruña. De La Coruña pasó a Sevilla y publicó versos en varios periódicos bajo el seudónimo de La Peregrina que le ganaron una gran reputación.

En 1839 viaja a Sevilla y luego a Cádiz, donde escribe por vez primera en La Aureola, que dirigía Manuel Canete, con el seudónimo de La Peregrina. Aquel año conoce a Ignacio Cepeda, el que será el gran amor de su vida Ignacio de Cepeda y Alcalde joven estudiante de Leyes con el que vive una atormentada relación amorosa, nunca correspondida de la manera apasionada que ella le exige, pero que le dejará indeleble huella. Para él escribió una autobiografía y gran cantidad de cartas que publicadas a la muerte de su destinatario muestran los sentimientos más íntimos de la escritora.

Admira a Mme. de Stael, Chateaubriand, W. Scott, y a Quintana y Lista entre los españoles. Al año siguiente, ya en Madrid, lee sus poemas en el Liceo y en 1841 publica su primer libro. En 1844 conoce al poeta Gabriel García Tassara. Entre ellos nace una relación que se basa en el amor, los celos, el orgullo, el temor. Tassara desea conquistarla para ser más que toda la corte de hombres que la asedian, pero tampoco quiere casarse con ella. Está enfadado por la arrogancia y la coquetería de Tula, escribe versos que nos hacen ver que le reprocha su egolatría, ligereza y frivolidad. Pero Avellaneda se rinde a ese hombre y poco después casi la destroza.

Tula está embarazada y soltera, en un Madrid de mediados del siglo XIX, y en su amarga soledad y pesimismo viendo lo que se le viene encima escribe "Adiós a la lira", es una despedida de la poesía. Piensa que es su final como escritora. Pero no será así.

En abril de 1845 tiene a su hija Maria, o Brenilde como la llama ella. Nace muy enferma y muere con siete meses de edad. Durante ese tiempo de desesperanza escribe de nuevo a Cepeda: "Envejecida a los treinta años, siento que me cabrá la suerte de sobrevivirme a mí propia, si en un momento de absoluto fastidio no salgo de súbito de este mundo tan pequeño, tan insignificante para dar felicidad, y tan grande y tan fecundo para llenarse y verter amarguras."

Son escalofriantes las cartas escritas por Tula a Tassara para pedirle que vea a su hija antes de que muera, para que la niña pueda sentir el calor de su padre antes de cerrar los ojos para siempre. Brenilde muere sin que su padre la conozca. En diciembre de 1845 se casa con Pedro Sabater, jefe político de Madrid, que fallece el 1 de agosto de 1846 en Burdeos. Ella se retira una breve temporada a un convento de aquella ciudad.

Pocos meses más tarde reside ya en Madrid y escribe a Cepeda. En 1850 realiza una segunda edición de sus poesías. Movida por el éxito de sus producciones y acogida tanto por la crítica literaria como por el público en 1854 presentó su candidatura a la Real Academia Española pero prevaleció el exclusivismo imperante en la época y el sillón fue ocupado por un hombre.

Se casó nuevamente en 1856 con un político de gran influencia, don Domingo Verdugo. En 1858 estrenó su drama Baltasar cuyo triunfo superó todos los éxitos tenidos anteriormente y lo cual compensó las contrariedades que había encontrado en su carrera.

Después de 23 años de ausencia regresó a Cuba en 1859. Vivió en Cuba unos cinco años. Tula, como era conocida afectuosamente por el pueblo, fue celebrada y agasajada por sus compatriotas. En una fiesta en el Liceo de la Habana fue proclamada poetisa nacional. Por seis meses dirigió una revista en la capital de la Isla, titulada el Álbum cubano de lo bueno y lo bello (1860). A finales de 1863 la muerte de su segundo esposo, el coronel Verdugo, acentuó su espiritualidad y entrega mística a una severa y espartana devoción religiosa. En 1864 partió de Cuba, para nunca más volver a su Patria, en un viaje a los Estados Unidos, de allí pasó a España.

En 1865 fija su residencia en Madrid donde permanece hasta su muerte el 1 de Febrero de 1873 cuando tenía 58 años de edad. Sus restos reposan en el cementerio de S. Fernando de Sevilla.


Disfrute del poema de AMOR Y ORGULLO de Gertrudis Gómez de Avellaneda recordando un éxito de los 70's de Lionel Richie, Easy like Sunday Morning.




Amor y Orgullo
Gertrudis Gómez de Avellanada


Un tiempo hollaba por alfombras rosas,
Y nobles vates, de mentidas diosas
Prodigábanme nombres;
Mas yo, altanera, con orgullo vano,
Cual águila real al vil gusano,
Contemplaba a los hombres.

Mi pensamiento -en temerario vuelo-
Ardiente osaba demandar al cielo
Objeto a mis amores:
Y si a la tierra con desdén volvía
Triste mirada, mi soberbia impía
Marchitaba sus flores.

Tal vez por un momento caprichosa
Entre ellas revolé, cual mariposa,
Sin fijarme en ninguna;
Pues de místico bien siempre anhelante,
Clamaba en vano, como tierno infante
Quiere abrazar la luna.

Hoy, despeñada de la excelsa cumbre,
Do osé mirar del sol la ardiente lumbre
Que fascinó mis ojos,
Cual hoja seca al raudo torbellino,
Cedo al poder del áspero destino,
¡Me entrego a sus antojos!

Cobarde corazón, que el nudo estrecho
Gimiendo sufres, dime: ¿qué se ha hecho
Tu presunción altiva?
¿Qué mágico poder, en tal bajeza
Trocando ya tu indómita fiereza,
De libertad te priva?

Mísero esclavo de tirano dueño,
Tu gloria fue cual mentiroso sueño,
Que con las sombras huye!
¡ Di, ¿qué se hicieron ilusiones tantas
De necia vanidad, débiles plantas
Que el aquilón destruye?

En hora infausta a mi feliz reposo,
¿No dijiste, soberbio y orgulloso:
-¿Quién domará mi brío?
¡Con mi solo poder haré, si quiero,
Mudar de rumbo al céfiro ligero
Y arder al mármol frío!

¡Funesta ceguedad! ¡Delirio insano!
Te gritó la razón. Mas, ¡cuán en vano
Te advirtió tu locura!
Tú mismo te forjaste la cadena,
Que a servidumbre eterna te condena,
Y a duelo y amargura!

Los lazos caprichosos que otros días
-Por pasatiempo- a tu placer tejías,
Fueron de seda y oro:
Los que ahora rinden tu valor primero,
Son eslabones de pesado acero,
Templados con tu lloro.

¿Qué esperaste, ¡ay de ti!, de un pecho helado,
De inmenso orgullo y presunción hinchado,
De víboras nutrido?
Tú -que anhelabas tan sublime objeto-
¿Cómo al capricho de un mortal sujeto
Te arrastras abatido?

¿Con qué velo tu amor cubrió mis ojos,
Que por flores tomé duros abrojos
Y por oro la arcilla?
¡Del torpe engaño mis rivales ríen,
Y mis amantes, ¡ay!, tal vez se engríen
Del yugo que me humilla!

¿Y tú lo sufres, corazón cobarde?
¿Y de tu servidumbre haciendo alarde,
Quieres ver en mi frente
El sello del amor que te devora?
¡Ah!, velo, pues, y búrlese en buen hora
De mi baldón la gente.

¡Salga del pecho -requemando el labio-
El caro nombre, de mi orgullo agravio,
De mi dolor sustento!
¿Escrito no le ves en las estrellas
Y en la luna apacible, que con ellas
Alumbra el firmamento?

No le oyes, de las auras al murmullo?
¿No le pronuncia -en gemidor arrullo-
La tórtola amorosa?
¿No resuena en los árboles, que el viento
Halaga con pausado movimiento

En esa selva hojosa?
De aquella fuente entre las claras linfas,
¿No le articulan invisibles ninfas
Con eco lisonjero?
¿Por qué callar el nombre que te inflama,
¿ Si aún el silencio tiene voz, que aclama
Ese nombre que quiero?

Nombre que un alma lleva por despojo;
Nombre que excita con placer enojo,
Y con ira ternura;
Nombre más dulce que el primer cariño
De joven madre al inocente niño,
Copia de su hermosura:

Y más amargo que el adiós postrero
Que al suelo damos donde el sol primero
Alumbró nuestra vida.
Nombre que halaga, y halagando mata;
Nombre que hiere -como sierpe ingrata-
Al pecho que le anida..

¡No, no lo envíes, corazón, al labio!
¡Guarda tu mengua con silencio sabio!
¡Guarda, guarda tu mengua!
¡Callad también vosotras, auras, fuente,
Trémulas hojas, tórtola doliente,
Como calla mi lengua!