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sábado, 3 de julio de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: FORJANDO AUTOESTIMA EN ADOLESCENTES

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Si manejar la autoestima de los adolescentes siempre fue un tema complicado, ese vaivén de emociones se ha potenciado con la llegada de las redes sociales.

Un determinado número de “likes” en Instagram puede hacerla trepar hasta picos insospechados o provocar bajones abruptos como si se tratase de fluctuantes acciones en la Bolsa de Valores. 

 

No es para menos. La adolescencia no es otra cosa que la transición entre la niñez y la vida adulta. 

 

Obviamente este proceso de cambio es muy difícil de sobrellevar, sobre todo porque a esa edad todavía son influenciados en mayor medida por los comentarios de sus pares, no son autónomos en su concepto de ellos mismos.

 

Precisamente a esa edad es cuando los adolescentes están en una etapa fundamental de la creación de la personalidad. Una situación de baja autoestima podría anclarlos en este proceso. Otro escenario es que su personalidad base no los impulse a crear una más sólida y resistente ante cualquier avatar de su vida. 

 

Ante esto, la mejor manera de elevar la autoestima es hacerles ver lo bueno y positivo de forma adecuada por parte de los padres. Sin gritos ni incriminaciones, sino dejando atrás lo negativo. No juzgándolos, sino analizando situaciones y aciertos o fallos en la forma de sobrellevar los problemas y aun las circunstancias positivas de su vida. 

 

Maltratarlos, hacerles sentir culpables de las cosas que les ocurren, no ayudándoles a pensar aunque nos pidan ayuda o comentando delante de otros que son insoportables, no hará más que dañarles su dignidad. 

 

Ser víctima de bullying, sin un apoyo familiar o profesional, puede lesionar aún más  su  confianza, especialmente si nadie de alrededor les hace visualizar lo valioso que tienen. En síntesis, sin minimizarlo, pero tampoco sobreprotegerlo.

 

Una persona con baja autoestima -y mucho más con la inmadurez de un adolescente- es capaz de lo peor, incluso del suicidio.

 

Con una personalidad aún no integrada ni segura  al sentirse rechazados, podrían tomar la decisión de quitarse la vida como medida más extrema. Sin embargo, también tienden a autolesionarse o a recurrir a ciertos “refugios” como el alcohol, las drogas, los juegos de azar  e incluso el sexo lascivo y dañino con una o muchas parejas. 

 

Además, la baja autoestima es un factor de riesgo para la aparición de problemas psicológicos y sociales como los trastornos de alimentación como la bulimia y la anorexia debido a la preocupación exagerada por la imagen corporal. Por eso, ante crisis de bajo autoestima, además de toda la ayuda familiar probablemente el adolescente necesite psicoterapia con un profesional.

 

Aquellos con autoestima alta tampoco están exentos de problemas, pero son menores. A menos que se trate de adolescentes cuya confianza y seguridad en sí mismos ha sido creada y fomentada por falsos halagos de sus padres. En ese caso es igual de mala y peligrosa que una baja autoestima, incluso hasta más dolorosa… Sobre todo en el momento en que se dan cuenta que sus padres les han engañado y ellos mismos no han sido capaces de darse cuenta de lo que realmente valen. Recordemos que es más fácil construir sobre bases reales que sobre falsas.

 

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.   

sábado, 19 de junio de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: ALCANZAR FELICIDAD

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Entre las obstinaciones más implacables del ser humano está la búsqueda de la felicidad. 

Como decía el filósofo francés Voltaire, “buscamos la felicidad sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una”. Pero, por supuesto, no hay una respuesta para los perjuicios en caso de no encontrarla.

Si la gente vive obsesionada con la felicidad es porque está planteada como la panacea de todos los tiempos. Desgraciadamente ese estatus de máxima felicidad cada vez más se asocia con tener más y más.

 

Hemos convertido la felicidad en sinónimo de gasto, en comprar todo lo que vemos, en usar las mejores marcas de ropa y lucir bien, aunque todo sea superficial. Para algunos la felicidad es ponernos lo que está de moda aunque no nos siente bien, incluso emulando a muchos de los nuevos cantantes que hasta se quitan sus dientes para sustituirlos por oro o brillantes. 

 

La felicidad puede encontrarse en los lugares más insospechados, como lo describe el relato de León Tolstoi en La Camisa del Hombre Feliz. Allí narra la historia de un deprimido zar y la receta que le dan para curar su mal: debe enfundarse la camisa de un hombre feliz. Pero la sorpresa es que después de una intensa búsqueda sus súbditos descubren que el único hombre feliz que habían encontrado… no tenía camisa debido a su pobreza.

 

Sin embargo, la sociedad nos empuja al consumo como sinónimo de la felicidad.

 

Nos venden que la podemos obtener nadando en lujos obscenos, como probar las comidas con láminas de oro, lucir el carro del año, una mansión fastuosa y todo tipo de excentricidades, más propias de una estrella de Hollywood que de una persona normal. 


El problema, además, es que el listón cada vez queda más alto y por lo tanto se necesitará algo que supere lo anterior para mantener el “nivel de felicidad”. Y eso, se sabe, es imposible de lograrlo todo el tiempo. 

 

Son pocos los que entienden que en realidad la felicidad es una utopía.

 

La felicidad consiste en las cosas efímeras o sencillas. Son momentos, abrazos, besos, conversaciones, un trabajo bien hecho, una puesta de sol, oír el trino de los pájaros, una plática con los verdaderos amigos, el placer de la familia reunida. También lo son momentos de disfrute de nuestro ser interior, de escuchar música que nos agrade, el disfrutar de la vida pacífica sin grandes peligros, el dar y ayudar a otros, ser altruistas y disfrutar de dar alegría a otros con nuestros actos.

 

La felicidad es ser libre, ser independiente, no ser esclavo de una droga, del alcohol, del juego o de las relaciones peligrosas.

 

Por todo eso antes descrito, es más fácil lograrla de lo que parece. Sin embargo, desgraciadamente nos creemos lo que nos venden y muchas veces teniendo todo para serlo no lo disfrutamos.

 

Creemos que la felicidad no es eso sino el momento en que podamos  comprar, tener y acumular… “Éramos felices y no lo sabíamos”, es la frase de un meme muy popular que sirve para describir un momento pasado que no supimos valorar. 


En síntesis, ser feliz es más una actitud, es el disfrute de las cosas sencillas que tenemos. De hecho, obligarnos a ser felices puede ser la mayor condena del ser humano. “Vivimos una época en la que la felicidad se ha convertido en una obligación, y eso es terrible”, afirmó la terapeuta Lizzi Matusevich.

 

 Al ver el ranking de los países más felices del mundo, siempre me ha llamado la atención que muchas veces los países más fríos -es decir los del mal clima- son los que se ubican en las primeras posiciones, especialmente los países escandinavos. Quizás la respuesta es que ellos aprenden a valorar todo lo demás y las cosas sencillas. 

 

Otra cosa importante es diferenciar la felicidad y su disfrute de la enfermedad depresiva o la melancolía de alguien enfermo del ánimo. En esto último hay una dificultad genética, somática, que no nos deja poder disfrutar de la vida. Así como un diabético que no procesa bien sus azúcares necesita insulina, así como el hipertenso que aun haciendo ejercicio y alimentándose bien no logra bajar su presión arterial y necesita un fármaco, así sucede con el depresivo. Hay personas que no disfrutan de las cosas y una terapia podría servirles para cambiar sus prioridades. Primero debería someterse a terapias analíticas para conocerse mejor, pero si alguien no puede disfrutar porque está enfermo necesitará fármacos y terapias orientadas específicamente a manejar  y mejorar su problema.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.   

sábado, 5 de junio de 2021

SALUD MENTAL, LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR. HIJOS NO DESEADOS : NO MAS

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos


Childfree. Esa es la palabra.

 

Está en el diccionario de Oxford desde el año 1913 y se refiere concretamente a aquellas parejas que deciden, por voluntad propia, no tener hijos. 

 

No obstante, el término navegó en el mar del ostracismo por casi sesenta años, hasta que en 1973 la revista Time lo revivió con un artículo.

 

Y pasaron otros cuarenta años para que la misma revista, en 2013, desarrollara ampliamente el tema y le dedicara la portada. Cada vez son más las parejas childfree, que en la traducción sería algo así como “libre de hijos”, casi del mismo modo que productos se promocionan como “sugar free” o “gluten free”.

 

Así como hay muchos matrimonios en el mundo que están impedidos de tener hijos por una cuestión de infertilidad e invierten miles de dólares en diversos métodos de fecundación, también están aquellos que siendo completamente aptos deciden no procrear. 

 

Una parte de las nuevas generaciones ha adoptado esta postura, argumentando razones varias: que el mundo está demasiado mal como para seguir sobre poblándolo, que no quieren ataduras o simplemente que prefieren adoptar. 

 

Hace un par de años, el tema volvió a cobrar relevancia cuando un muchacho de la India llamado Raphael Samuel, 27 años, intentó denunciar a sus padres por haberle engendrado sin consultarle, al mismo tiempo que anunciaba una campaña Stop Making Babies (Dejen de tener bebés), un movimiento antinatalista, cuyos defensores lamentan haber nacido. 

 

Samuel y sus seguidores no son los únicos que sostienen esta postura. Probablemente el máximo exponente de esta filosofía es el escritor sudafricano David Benatar, que en su libro Mejor no haber existido: El daño de venir al mundo (2017) explica que “mientras gente buena hace lo posible para evitar el sufrimiento de sus hijos, unos cuantos se han dado cuenta de que la única forma que garantiza prevenir todo sufrimiento de sus hijos es no traerlos al mundo en primer lugar”.

 

Además de la razón proteccionista, también pueden existir otros argumentos menos filosóficos y sí más prácticas.

 

Una pareja sin hijos generalmente disfruta más de viajar y hacer todas aquellas actividades que de otra forma se dificultan, incluso estudiar y obtener maestrías. Si de verdad hay amor, se mantendrán unidos de todos modos más allá de procrear o no. También es cierto que los hijos unen y ayudan a fortalecer una pareja. Por el contrario, cuando los hijos no representan un pegamento, la pareja se disuelve sin demasiadas consecuencias.   

   

“Haber sido arrojado a la existencia no es un beneficio, sino que siempre es un mal”, opina Benatar.

 

En cierto modo tiene razón: solo la certeza de la muerte ya es un dolor inevitable para todos los seres humanos. De sumar adeptos, esta corriente podría beneficiar a los niños que se encuentran en orfanatos, sobre aquellos miembros con intenciones de adoptar; y, por supuesto, al medio ambiente.

 

Sin embargo, bajar el índice de natalidad global no necesariamente representa un gran progreso en sí mismo, dependerá del caso. Es que desgraciadamente la natalidad baja más de forma proporcional a la educación, que también tiene relación con el poder adquisitivo de forma inversa.

 

Solo si se lograse reducir la natalidad exagerada en los estratos más desfavorecidos notaríamos la diferencia, y eso es bastante difícil. 

 

Según estudios, las parejas que han decidido no tener hijos tienen un nivel educativo mayor, más posibilidades de ser empleadas en trabajos medios y altos, viven en zona urbana, son menos religiosos, menos tradicionales y menos convencionales.

 

Y esto lo reafirma el economista David Foot, de la Universidad de Toronto, quien ha probado que cuanto mayor es el nivel educativo de una mujer, es menos probable que tenga hijos.

 

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

sábado, 8 de mayo de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: PADRES QUE ODIAN

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Es bastante común escuchar a hijos que odian a sus padres, y las razones pueden ser múltiples. Sin embargo, es difícil encontrar procesos inversos. 

Es decir, padres que odian a sus hijos. Difícil, pero no imposible… Por supuesto que se puede rechazar a un hijo y hay un abanico de posibles argumentos: nos recuerda a alguien no querido, pensamos que puede quitarnos el amor de pareja o porque verdaderamente ha incurrido en una falta grave, entre otros.

 

El sentimiento surge del amor entrelazado con la vergüenza por sentir esa emoción. “Este proceso tiene una base científica, ya que el amor y el odio comparten los mismos circuitos cerebrales”, explica en su libro el psicólogo británico Simon Baron-Cohen.

 

La intensidad y algunas razones probablemente dependerá de la edad de los hijos, pero la animadversión puede ser producto de una violación o de una relación romántica de la cual ya no deseamos ni acordarnos. Cuando ocurre que el odio puede ocasionar daño -incluso físico- en un hijo. “Amor y odio son dos emociones intensas que circulan en dirección contraria por la misma carretera”, agrega Baron-Cohen.

 

Un buen ejemplo de una relación tóxica entre madre e hija está muy bien representada en la reciente película Corre (Run), disponible en Netflix y entre las 10 más vistas en El Salvador en las últimas semanas.

 

En dicha historia, una madre somete a todo tipo de daños físicos a una hija que va un poco más allá de la típica relación inestable entre padres e hijos. Pero la posibilidad de un daño está latente, sobre todo cuando es provocado por factores ajenos al hijo o sobre los cuales éste no tiene posibilidad de hacer nada. 

 

En algunas ocasiones el odio puede ser generado por una decepción. Es decir, el hijo no cumple las expectativas que se planteaban sus padres. Definitivamente en estos casos estará mezclado con una dosis de culpa, además de la vergüenza.  El progenitor puede sentir que no logró darle a su hijo herramientas para lograr lo que él o ellos esperaban de este hijo. Además, es probable que haya cargado en las espaldas de su hijo todo lo que él quiso y no pudo ser.  

 

La psicóloga estadounidense Susan Forward escribió un libro llamado 'Padres que odian' que describe algunos de sus comportamientos. 

 

Se trata de emociones bastante comunes de desagrado, que no se identifican con cierto  odio por la connotación tan negativa de esta emoción hacia un hijo, pero esto llevará a pleitos sin explicación o incluso a sabotear inconscientemente a este hijo.  “Creo que los padres también odian a sus hijos.

 

Lo que pasa es que no es lícito decirlo”, afirma la colombiana Pilar Quintana, autora de la novela La Perra, en la que trata con crudeza las frustraciones de la maternidad.

 

En algunos casos, los más extremos, ese odio hacia los hijos puede llegar al asesinato, algo que técnicamente se llama filicidio. 

 

Según un estudio de la revista Forensic Science International, cada año hay al menos 500 casos en los Estados Unidos. Casi el 72% de los niños que fueron asesinados por sus propios padres tenían 6 años o menos. Otro dato: el 41,7%% de los asesinos fueron mujeres, mientras en el 58,3% de los casos fueron hombres. Pero quizás lo que llama la atención es que apenas el 10% de las víctimas fueron asesinadas por sus padrastros o madrastras, por lo que el 90% de las víctimas fueron hijos e hijas biológicos de los asesinos. 

 

Por eso lo recomendable es un buen terapeuta que no tome partido sino que sea bien objetivo y pueda hacer entender estas emociones negativas o sea identificarlas para ir pasando luego a su mitigación.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.   

 

sábado, 24 de abril de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: EL SILENCIO

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

En un mundo cada vez más ruidoso y alterado, encontrar un poco de silencio es un bálsamo, un resquicio de paz interior que nos ayudará a nuestra psiquis y también a mejorar nuestra salud corporal en general.

Pocas cosas están más subvaloradas que el silencio. Ponerle un “mute” a los sonidos de nuestra vida cotidiana, aunque sea por un breve espacio, puede provocar grandes beneficios. Entre otras cosas, el silencio nos permite pensar profundamente en las cosas de la vida. Sirve para limpiar el espíritu. El silencio descansa, nutre y nos mimetiza con la naturaleza. Pero, además, por sobre todas las cosas, nos hace escuchar lo que nunca escuchamos: nuestro interior. Otra gran virtud es que nos permite oír al resto, algo que en el afán de hablar y desarrollar nuestro discurso habitualmente dejamos de lado.   

 

“Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo”, dijo alguna vez el genial músico Ludwig van Beethoven, quien curiosamente tenía problemas de sordera.

 

Pero la sociedad moderna y sus hábitos ya instalados casi que nos obligan a romperlo constantemente. Cada vez más nos llenamos de ruidos a nuestro alrededor por temor a que el silencio nos haga sentir solos o nos recuerde cosas que no podemos aguantar. Le escapamos a esa sensación para evitar que despierte en nosotros naturalezas ya enterradas y que con el silencio vuelven a aflorar.  

 

La invasión de ruido del mundo exterior nos hace que, a menos que lo provoquemos intencionalmente, sea difícil encontrar momentos de silencio. Pero depende de nosotros. Apaguemos los aparatos electrónicos y los electrodomésticos para desconectarnos por un rato.  

 

La sensación de bienestar que genera el silencio la podemos apreciar al entrar en una iglesia, en un retiro espiritual, en la quietud de un museo, en la tranquilidad de una sala de biblioteca o en la soledad de la noche. Son, sin duda, momentos indescriptibles. 

 

El silencio no solo nos hace encontrarnos con nosotros mismos, sino que evita otros problemas de salud. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en estudios realizados en países de ingresos medianos y altos, se desprende que casi el 50% de los adolescentes y jóvenes (12 a 35 años) están expuestos a niveles perjudiciales de ruido por el uso de aparatos de audio personales y que alrededor del 40% reciben niveles de ruido potencialmente nocivos en lugares de ocio.

 

En ese sentido, el silencio contribuye a nuestra salud en muchas formas, especialmente en la reducción del estrés. Según un estudio publicado en la revista Heart, dos minutos de silencio alivian la tensión en el cuerpo y el cerebro debido a los cambios en la presión arterial y la circulación sanguínea en el cerebro. Pero también beneficia la química del cerebro, mejora el sueño y disminuye el riesgo de enfermedades cardíacas. 

 

Friedrich Nietzsche, gran filósofo alemán, solía decir que “el camino a todas las cosas grandes pasa por el silencio “. Es fundamental aclarar que el concepto del silencio no necesariamente se refiere a la ausencia de sonidos. Hay otras cosas que podemos considerar silencios como la meditación, sumergirnos en un buen libro o dejarnos seducir por una música suave. Básicamente es apagar los sonidos que nos distraen de una forma consciente para dejar flotar el inconsciente.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.   

sábado, 10 de abril de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: GENERACION DE CRISTAL

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

 

Son frágiles emocionalmente, transparentes, duales, muy informados, tecnológicos… Tienen entre 18 y 25 años, son hijos de padres de la Generación X y los llaman la Generación de Cristal. 

Ese término, que cobró tanto auge últimamente, fue acuñado por la filósofa española Monserrat Nebrera. “Por todo reclaman, por todo se quejan, por todo lloran”, los describen algunos, que incluso utilizan ese apodo en forma peyorativa.

En los Estados Unidos, por ejemplo, además de ser jóvenes muy cuidados y que están bastante informados por la tecnología, desean hacer cambios en la información de generaciones pasadas como una forma de evitar problemas de discriminación por razas o inclinaciones sexuales.

Han llegado al punto de querer quitar terminologías de libros o películas que fueron escritos en tiempos pasados como una forma de evitar que los niños lo hereden y lo sigan replicando.

Sin embargo, no se dan cuenta que la discriminación es parte de la naturaleza humana y más conveniente sería la educación de los padres que quitar simplemente la información no deseada.

Lo mismo ha pasado con la sexualidad humana y hemos visto cómo ahora se habla con más aprendizaje y los jóvenes procuran utilizar la misma de una forma responsable. 

Un error bastante común es confundir a la Generación de Cristal con millenials y centennials, sobre todo porque confluyen en el mismo rango de edad.

Pero los de “Cristal” son un grupo más selecto y con características muy particulares, entre ellas la de siempre estar manifestando -generalmente en plataformas digitales- sentimientos, opiniones, o quejas.

Por eso tampoco sorprende que sean defensores de causas globales como el cambio climático u otros movimientos, y de oponerse a las figuras de autoridad, ya sean padres, instituciones y el Estado mismo.

Ese perfil calza a la perfección con el de la activista ambiental sueca Gretha Thunberg, de 18 años, probablemente la abanderada de esta Generación de Cristal.

Quizás el rasgo más marcado sea el de la inestabilidad, y es algo que no solo tiene que ver con la edad.

Puede que esto se manifieste en su personalidad, ya que sus padres los consintieron bastante y han vivido una vida más privilegiada que sus antecesores con tanto adelanto tecnológico.

Eso sí, sus acciones tienen más impacto por su hábil manejo de las redes sociales, sobre todo en temas de ambientalismo o la lucha contra la discriminación.

A nivel laboral pueden contribuir a la competitividad y agilidad de las compañías.

De hecho, entre los perfiles clave que describe Tom Kelley, autor del bestseller “Las 10 caras de la innovación”, incluye varias características propias de esta generación como el aprendizaje. Es decir, personas que permanecen abiertas a nuevas perspectivas. 

Otro atributo es la organización, ya que se adaptan a las distintas situaciones; y también construcción, ya que aceptan la definición del problema y trabajan dentro de ella para mejorar.

Además, la Generación de Cristal tiene el autoestima alta, o por lo menos más alta que las generaciones anteriores, donde éramos marginados por nuestros mayores, no se nos permitía comentar y tener criterios propios. En aquella época se educaba más “al cincho, la chancleta o el golpe” que racionalizando con ellos, como sucede en la época actual.

En un par de décadas, esta Generación heredará el poder para gobernar el mundo y tendrá la posibilidad de demostrar que sus inquietudes son genuinas y sostenibles, no simplemente impulsos fugaces que se volatilizan en el aire.


 

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

sábado, 27 de marzo de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: COVID EMOCIONES

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Un antes y un después! Definitivamente aquellos que han padecido el Covid-19 lo consideran un punto de inflexión importante en sus vidas.

Un motivo que puede provocar cambios sustanciales. La primera impresión cuando nos sabemos infectados es el clásico dramatismo del tipo "me voy a morir". Aparecen los primeros síntomas y con ellos también el pánico, asoman la angustia y la frustración y nos preguntamos: “¿por qué me toca a mí?”. A pesar de que el 99% de los enfermos superan dicha enfermedad, la duda se instala en cada uno de nosotros.

Si, por lo contrario, somos afortunados y lo tenemos con pocos o ningún síntoma, entraremos en una inevitable duda diaria. ¿Qué síntomas aparecerán? ¿Sigo en período de incubación? ¿Todavía falta lo peor? ¿A quién habré contagiado? ¿Qué secuelas tendré? Surgirán esas preguntas y también otras, incluso para muchos hasta el temor a la hora de vacunarse. 

El Covid-19 no solo afecta a nuestras vías respiratorias sino que, en forma mucho más sutil, impacta en nuestras emociones hasta transformarnos. Con su complejo comportamiento, este virus tiene la capacidad de convertir a la persona más segura de sí misma en un hipocondríaco de manual, de esos que siempre se sienten enfermos. 

Por lo contrario, si lo vencemos podemos ganar confianza en nosotros mismos y enfrentar la realidad de forma diferente. “Lo que no te mata, te hace más fuerte”, podría ser el lema. 

En fin, podemos volvernos timoratos o salir fortalecidos y decididos a comernos el mundo, dispuestos a afrontar todos los retos que la vida nos plantea desde una óptica distinta. 

Definitivamente hay una sensación mientras padecemos la enfermedad y otra, bastante diferente, después de superarla.

Pasamos de la angustia de morirnos a la satisfacción de ser sobrevivientes, sobre todo en una enfermedad en la cual sabemos puede afectar todos nuestros sistemas. 

En otros casos se pasa de la negación de la enfermedad, de las teorías conspirativas a ir en contra del uso de mascarillas hasta el convencimiento de que es real y hay que prevenirla siguiendo las disposiciones elementales como el distanciamiento social, uso de mascarillas, lavado de manos, etc.

Aun así, existe un buen porcentaje de gente que aún luego de padecer el Covid-19 sigue negando o minimizando la pandemia. Y más grave aún cuando estas personas son líderes de naciones como en Estados Unidos, México y Brasil. Si por algo se caracterizaron Trump, López Obrador y Bolsonaro fue por ser testarudos y no defender a sus pueblos como correspondía con medidas tan básicas como obligar el uso de las mascarillas. 

Pero a diferencia de esos líderes, gran parte de la población se ha vuelto más empática y solidaria con acciones concretas como ayudar en la distribución de mascarillas, alimentos, cuidado de niños y de hogares de los sanitarios que están trabajando en contra de la pandemia.

Además, por suerte, definitivamente se ha acabado aquella “caza de brujas” que perseguía y discriminaba a los que padecían la enfermedad o a los que luchaban contra de ella como médicos y enfermeros. 

Al final, tras un año de pandemia, somos destinos. Nuestros sentimientos han cambiado. El coronavirus nos hace entender lo débil de la humanidad y cómo nos igualan las enfermedades. 

Esta nueva realidad nos ha enseñado a que hay que apreciar la vida porque no sabemos cuándo se nos irá, y que lo que más felices nos hace no es el consumismo sino las cosas sencillas: la familia, nuestras mascotas, los amigos, y la grata sensación de ayudar a los más necesitados sin esperar nada a cambio.

  

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos 

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.