Tomado de El País
Michael Bloomberg, durante una actuación benéfica
Nueva York dice adiós a su benefactor
Se hizo
cargo del gobierno de una ciudad marcada por la tragedia del 11-S. Tras 12 años
de mandato, Michael Bloomberg ha dejado la alcaldía, que manejó como una
empresa, a la que donó de su bolsillo casi 480 millones
Por
Sandro Pozzi
Michael
Bloomberg se quedó helado en el acto de toma de posesión de Bill de Blasio como nuevo alcalde de la
ciudad de Nueva York, y no solo porque el termómetro en la mañana de Año Nuevo
estuviera en negativo en la escalinata del Ayuntamiento donde tuvo lugar la
ceremonia. Uno tras otro, los que intervinieron en el acto le reprocharon haber
partido en dos la ciudad de los rascacielos, tanto económica como también
socialmente. Solo el expresidente demócrata Bill Clinton reconoció que deja a
su sucesor una ciudad “más fuerte y sana” que hace 12 años.
Lo que no
contó ninguno de los asistentes es que la Gracie Mansion, la residencia donde
vivirá durante los próximos cuatros años la primera familia neoyorquina, se
remodeló gracias a la ingente fortuna personal de Bloomberg y no con el dinero
del contribuyente —a pesar de que él nunca la ha utilizado como su residencia
por ser más pequeña que su residencia de cinco plantas—. Como dijo Clinton,
este demócrata que se reconvirtió a republicano para ser alcalde dedicó mucho
de su vida a la ciudad. Compromiso al que se pone cifra: 650 millones de
dólares (casi 480 millones de euros).
Aunque en
los libros de historia quedará como el alcalde republicano, lo cierto es
que Michael Bloomberg siempre fue políticamente por libre.
Ahí está el oportuno respaldo que en las pasadas presidenciales dio a Barack
Obama frente a la alternativa conservadora de Mitt Romney por su agenda contra
el cambio climático, según justificó él mismo en un editorial en una página
digital parte de su imperio mediático. Es un hombre de negocios que como otros
grandes magnates del país entiende que tiene que devolver a la sociedad buena
parte de lo que tiene.
Bloomberg,
de 71 años, posee una fortuna estimada en
31.000 millones de dólares (casi 23.000 millones de euros), lo
que le coloca entre los 13 más ricos del mundo. El año pasado donó 350 millones
de dólares, de acuerdo con el último cálculo de The Chronicle of Philanthropy.
Es la tercera mayor donación personal, por detrás de los 990 millones de Mark
Zuckerberg, fundador de la red social Facebook, y los 500 millones de Philip
Knight, cofundador de la marca deportiva Nike.
Cuando en
enero de 2002 juró por primera vez como alcalde, Michael Bloomberg era un
novato político que tomó las riendas de una ciudad hundida por los atentados
del 11-S. Nueva York es ahora una ciudad muy diferente, más segura, más limpia
y más saludable. Como dijo Clinton, hay más gente que viene que la que se va.
Pero también es más desigual. Por eso la principal crítica que se le hace es
que para conseguir este renacimiento gobernó como el hombre de negocios que es.
Durante los
tres mandatos que gobernó, Bloomberg se aplicó un sueldo simbólico de un dólar
—cuando pudo haber ganado unos dos millones de euros— y se desplazó al trabajo
en metro desde su mansión en el Upper East Side, que comparte
con su novia y dos perros. Además, el segundo hombre más rico de Nueva York no
solo renunció a vivir en la residencia oficial, sino que gastó cinco millones
en renovarla. También puso su avión privado a disposición de la ciudad, viajes
que habrían costado 37 millones. Por no citar lo que pagó en comidas y
desayunos.
Es conocido
que destinó casi 200 millones de euros en las tres campañas que le elevaron y
mantuvieron como alcalde. Una suma que generó muchas críticas, porque dejó casi
sin posibilidades a sus rivales políticos. Pero también, como reconoce el
diario The New York Times,destinó una cantidad muy similar a
donaciones que llegaron a todos los rincones de la ciudad. Además gastó 62.400
dólares en la limpieza de los dos acuarios con peces tropicales que instaló en
el Ayuntamiento.
Bloomberg
hizo en paralelo una millonaria contribución a causas políticas, como la
reforma migratoria, y a la campaña para imponer un mayor control a la venta de
armas. Estas y otras generosas donaciones, como 30 millones de dólares en
programas para los más desfavorecidos y 30 millones más para instalar la red de
wifi del Museo Metropolitan de la ciudad, le permitieron hacerse con el apoyo
de grupos políticos clave. O al menos logró mantenerlos callados.
Ese
silencio, sin embargo, se rompió con fuerza en la ceremonia de inauguración que
simbolizó el inicio de una nueva era progresista liderada por De Blasio. Es
difícil decir en este momento el legado que deja Michael Bloomberg. Es algo
sobre lo que se debatirá durante años. Pero es evidente que su fortuna y su
poder contrastan radicalmente con los medios del nuevo alcalde. Lo que también
es cierto es que al exalcalde le molesta hablar en público de su dinero.
El
empresario debe esta fortuna a Bloomberg LP, que creó en 1981 con un cheque de
10 millones de dólares que recibió de Salomon Brothers. La compañía líder en el
negocio de la información financiera la gestiona Daniel Doctoroff, quien fuera
su mano derecha en el Ayuntamiento. Bloomberg es el presidente del conglomerado
y el mayor accionista. En sus manos está el 85% del capital.
Desde hace
tiempo se especula sobre su futuro profesional tras más de una década de vida
pública. De momento está recolocando a muchos de sus principales asesores de la
etapa de alcalde y dice que seguirá dedicándose a la filantropía y a las causas
políticas y sociales. La posibilidad de que vuelva a Bloomberg no está tan clara,
pero sí podría utilizar la agencia de noticias como altavoz de sus iniciativas.
Lo que descarta es presentarse a presidente.