Tomado de The Wall Street Journal
Los
retos de abrir un negocio de marihuana
Por Iris Dorbian
En 2010, Jake George detectó un mercado que esperaba ser
atendido y apostó todo a una empresa nueva: junto a su esposa Lydia, vendieron
la mayoría de sus activos, se mudaron a un apartamento más pequeño en el estado
de Washington, Estados Unidos, y consiguieron US$10.000 para financiar
GreenLink Collective.
La apuesta dio buenos frutos. Las ventas se duplicaron
anualmente, dice George, y la pareja abrió una sucursal. Sería una historia
clásica de pequeños negocios excepto por lo que George vende: marihuana.
La hierba es legal en menos de la mitad del territorio
estadounidense y sigue siendo ilegal según la ley federal. Viene con prejuicios
culturales y asociaciones polémicas, pero una cantidad creciente de
emprendedores en EE.UU. como George están intentando convertir la marihuana en
un gran negocio.
Muchos son impulsados por un entusiasmo misionero sobre los
beneficios médicos de la droga o una pasión por su uso recreativo. Pero otros
lo ven como simplemente una gran oportunidad empresarial, y apuestan a que la
demanda en el mercado legal aumentará y el estigma se reducirá.
Defensores de la industria ya están realizando predicciones
optimistas. El ingreso anual de la marihuana legal podría oscilar entre
US$4.500 millones y US$6.000 millones en todo EE.UU. para 2018, un aumento
frente a los entre US$1.300 millones y US$1.500 millones de 2013, según proyecciones
de MMJ Business Daily, una publicación comercial en línea que cubre la
industria.

"Sin dudas se puede ganar dinero", sostiene Beau
Kilmer, codirector de RAND Drug Policy Research Center, una organización de
investigación sin fines de lucro que estudia temas y tendencias relacionados
con las drogas. Contando las ventas legales e ilegales, estima, "el gasto
minorista actual en marihuana en EE.UU. se ubica en decenas de miles de
millones de dólares", y "se prevería que un mercado completamente legal
generará miles de millones de dólares en ingresos brutos".
Pero Kilmer —y algunos funcionarios estatales— advierten que es
imposible predecir un mercado tan poco probado. Gran parte del gasto actual en
marihuana ilegal compensa a los cultivadores y vendedores por el riesgo de
arresto y encarcelamiento. Esa prima desaparecería si se legaliza, dice Kilmer.
Y si la marihuana pudiera ser cultivada abiertamente como otros productos
agrícolas, los precios caerían más con las economías de escala. "En este
momento, nadie sabe con seguridad", dice.
Además, los emprendedores del cannabis enfrentan obstáculos que
otros negocios novatos no conocen. Bancos, arrendadores, líderes de la
comunidad —incluso las familias de los empresarios— a menudo ven las
iniciativas con desaprobación. Es difícil que estos negocios encuentren lugares
para operar, obtener el dinero que necesitan o incluso sentirse completamente
seguros al hacer negocios.
Actualmente, 20 estados y el Distrito de Columbia permiten en
EE.UU. el uso de marihuana para propósitos médicos, y hay planes de presionar
para lograr la legalización en otros lugares, incluyendo Nueva York. Pero
Colorado y Washington han avanzado más en su intento por convertir el cannabis
en una industria masiva.
Los defensores de la marihuana en estos dos estados apuestan a
que hay una gran base de usuarios que responderá a los esfuerzos en el mercado.
Muchas personas ajenas al rubro ya han ingresado al negocio, afirman
emprendedores de la industria. "Realmente, es fascinante la clase de
inversionistas que ahora quieren formar parte de este sector. Muchos lo ven
como la próxima gran industria estadounidense", afirma Jay Czarkowski,
cofundador del dispensario de marihuana médica Boulder Kind Care y actualmente
socio gerente de Canna Advisors, una consultora de Boulder, estado de Colorado,
que ayuda a aspirantes a lanzar empresas de marihuana.
Brendan Kennedy, un cofundador de Privateer Holdings, una firma
de inversión de Seattle que se centra en empresas de cannabis, afirma que las
propuestas que recibe de potenciales blancos de inversión son "mucho más
profesionales que hace tres años".
Actualmente, Privateer tiene una empresa portafolio: el sitio
web y aplicación móvil Leafly, donde los usuarios pueden reseñar tipos de
marihuanas y dispensarios.
Cuando Privateer compró Leafly en 2011, registraba unas 180.000
visitas al mes y "esencialmente cero ingresos", dice. Ahora, la
facturación mensual es de US$125.000, y en agosto alcanzó tres millones de
visitas, asegura.
Pero otros expertos y funcionarios piden cautela al especular
sobre las perspectivas de la industria. Brian White, vocero del Consejo de
Control de Bebidas Alcohólicas del Estado de Washington, afirma que su estado
espera que el cannabis legal pueda convertirse en una fuente de ingresos
significativa. Pero señala: "Nadie sabe con seguridad cuánto será generado
por las ventas de marihuana legal. De hecho, nuestra legislatura no ha
registrado ingresos de ventas".
Muchos emprendedores están decididos a que si el mercado
despega, estarán allí para cosechar los beneficios. El caso de George es un
ejemplo. Original del estado de Washington y ex representante de ventas de
electrónicos, decidió ingresar al rubro tras una visita a un dispensario local
en 2008 para comprar marihuana recetada con fines médicos. George esperaba
encontrar un ambiente profesional, pero se sorprendió al ver "mucha gente
hablando a la vez con un médico en un garaje".
La experiencia lo inspiró para intentar ofrecer una mejor
alternativa. El negocio que abrió —con un jardín para cultivar plantas, un
mostrador y una panadería para convertir la droga en comida para los pacientes
que no fuman— hace lo mismo que muchas pequeñas empresas. Ofrece incentivos
como tarjetas de fidelidad y se promociona en línea en Leafly.

Hay esfuerzos
políticos en marcha que podrían aliviar las preocupaciones bancarias. Por
ejemplo, el fiscal general de EE.UU., Eric
Holder, dijo hace poco que el gobierno federal establecerá
lineamientos para permitir que empresas legales de cannabis obtengan acceso a
entidades bancarias.
Sin embargo, quedan muchos obstáculos. Conseguir espacio de
oficina puede ser un gran problema: muchos afirman que las ciudades tienen
reparos ante la apertura de dispensarios.
A pesar de todos, algunos emprendedores del sector dicen que sus
empresas son tratadas como cualquier otro negocio. Dan Williams, presidente de
Canna Security America, con sede en Denver, que ofrece servicios de seguridad
para operaciones de marihuana, señala que no ha tenido problemas con agentes
federales o bancos. "Creo que es porque somos un proveedor de servicios y
no manejamos el cannabis".
En su negocio, dice, el único problema real ha sido
"mantener el ritmo del crecimiento exponencial de la industria".
No hay comentarios:
Publicar un comentario