Tomado de RFI
El pomposo cortejo fúnebre de Meles Zenawi recorrió toda la ciudad camino a
la Plaza Meskel. Después fue llevado a la Catedral de la Santa Trinidad
El todopoderoso hombre de Etiopía estuvo más
omnipresente que nunca en el día de su entierro. Numerosos jefes de Estado
africanos y delegaciones venidas del mundo entero acompañaron en sus funerales
al presidente Meles Zenawi, muerto el pasado 20 de agosto por razones que
siguen siendo un secreto. Adis Abeba, la capital, cambió su rostro
para la pomposa ceremonia, celosamente custodiada por un enorme dispositivo de
la policía y el ejército.
Fue su primera aparición pública desde junio
pasado. Y esta vez lo hizo inerte y dentro de su propia carroza fúnebre en la
que recorrió la ciudad engalanada especialmente para el cortejo con afiches del
fallecido mandatario. Desde las primeras horas de la mañana, miles de personas
llegaron vestidas de luto a la plaza Meskel para despedir al hombre que los
gobernara con mano de hierro por 21 años . La pompa, la extravagancia y las
alabanzas en el sepelio de Zenawi evocan las escenas del entierro del emperador
de este país, Haïlé Sélassié, descritas por Ryszard Kapuscinski en su libro
Négus.
Como un « dirigente heroíco » lo describió
Hailemariam Desalegn, Primer ministro adjunto del ministerio de exteriores,
sucesor anunciado de Zenawi pero quien aún no ha prestado juramento. A los
elogios de Desalegn siguió un rosario de loas de parte de los dirigentes
africanos para este controvertido personaje que, sin duda, logró seducir más
fuera de su país que dentro de este. El difunto presidente etíope fue
calificado por sus homólogos del Continente de « hombre carismático, ambiciosos
y visionario ». El líder sudafricano, Jacob Zuma alabó el balance económico
tras las dos décadas de gobierno de Zenawi « Una generación de Etíopes ha visto
emerger un país de la hambruna para convertirse en una economía en rápido
crecimiento ». Las palabras de Zuma parecen olvidar que Etiopía sigue siendo
uno de los países más pobres del planeta.
En este entierro brillaron por su ausencia las
críticas a Zenawi en materia de derechos humanos y libertades individuales.
Nadie recordó la represión feroz postelectoral del 2005 que dejó más de 200
civiles muertos, víctimas de su régimen. Pero si Zenawi ha sido acusado de
dictador dentro de su país, la lucha que libró contra el terrorismo islámico,
en especial contra los Al shabaab en Somalia, lo convirtió en el aliado de
Washington. De ello dejaron constancia este domingo las palabras que Susan Rice
pronunció durante el sepelio. La embajadora estadounidense ante Naciones Unidas
reconoció los profundos desacuerdos que los dos países podían en materia de
democracia o de derechos humanos, pero destacó que “Meles siempre fue razonable
en sus juicios y reflexivo en sus decisiones”.