Compilado por Luis Montes Brito
Un día como hoy 19 de Julio 1824 en México, es fusilado el exemperador Agustín de Iturbide (que había abdicado el año anterior); había regresado a su país con la intención de sumarse al ejército para repeler una invasión europea. Tomado de El Excelsior por Juan Pablo Reyes. Iturbide cometió el crimen de ser grande” y seis balas de un pelotón de fusilamiento terminaron con su vida un día como hoy 19 de Julio de 1824, luego de que se hiciera efectivo “un decreto ad terrorem” que ni el propio Congreso que lo había redactado consideraba que algún día sería aplicado. De acuerdo con el historiador Luis Reed, cinco días antes de su asesinato, Agustín de Iturbide arribó al puerto de Soto la Marina, Tamaulipas, proveniente de Europa tras un exilio de poco más de un año, “ignorando por completo el parricida decreto” que los legisladores mexicanos habían promulgado con el fin de evitar que el consumador de la Independencia retornara a territorio nacional. El objetivo de Agustín de Iturbide al regresar al país era ofrecer sus servicios a las autoridades mexicanas ante el peligro de una invasión por parte de la Santa Alianza, la cual pretendía reconquistar México. A bordo del bergantín inglés Spring y acompañado por su esposa embarazada, sus dos hijos menores, un sobrino y el teniente polaco Beneski, Iturbide regresó a su patria el 14 de julio de 1824. Al enterarse del arribo, en los alrededores del puerto, el comandante militar de la región Felipe de la Garza fue el encargado de custodiarlo e informarle su situación jurídica mientras se decidía cuál sería su futuro. Se le comunicó que, de acuerdo con un decreto del Congreso, debía ser pasado por las armas inmediatamente; sin embargo, El Dragón de Fierro convenció a De la Garza de suspender la ejecución y viajar a la localidad de Padilla para dialogar con los legisladores locales. De camino a la villa de Padilla el 17 de julio, Iturbide y Felipe de la Garza estuvieron conversando; tras una larga plática, éste lo reconoció como generalísimo, le devolvió su espada y lo dejó al mando de la tropa. “El decreto del 28 de abril de 1824 impulsado por el Poder Legislativo y avalado por el Ejecutivo, declaraba traidor y fuera de la Ley a Iturbide, siempre que se presentara bajo cualquier título en algún punto del territorio mexicano; también fue declarado enemigo público del Estado. De la Garza hizo notar a sus soldados que Iturbide no estaba en condición de sufrir la pena decretada por una ley que ignoraba, pero el Congreso, sordo a cualquier argumentación, condenó a muerte a don Agustín”, explicó Reed Torres. Condena sin sustento jurídico. Según especialistas en derecho como Silvia Martínez del Campo, el decreto de condena no resiste el menor análisis jurídico, dado que se condicionó la conducta de traición al hecho de que Iturbide se presentase en el país, hecho que de ninguna manera y bajo ningún régimen constitucional puede estimarse por como un acto constitutivo de un delito. “Nunca se especificó la pena, en el decreto estaba implícita la de muerte; violentando de esta forma la naturaleza misma del derecho penal que precisamente establece penas para delitos. Así lo interpretarían todos, y principalmente Felipe de la Garza, al darle muerte poco después de haber pisado suelo mexicano, y el Congreso de Tamaulipas al negarse a oírlo y seguirle un juicio. Esta ley fue utilizada para legalizar un asesinato”, consideró Del Campo Rangel en su estudio El proceso contra Agustín de Iturbide. El día 18 el Congreso de Tamaulipas, tras ser informado por De la Garza sobre la llegada de Iturbide, se reunió en sesión extraordinaria y concluyó que debía aplicarse de inmediato el decreto de proscripción, violando los derechos de cualquier reo para poder ser escuchado y defendido en juicio. A minutos de llegar a Padilla, De la Garza comunicó al exemperador que era mejor que se presentara arrestado ante el Congreso, propuesta que Iturbide aceptó con la plena confianza de que sería escuchado y sin saber que el comandante militar de la región ya conocía el criterio de los legisladores. Congreso, “sin valor”. Martínez del Campo Rangel detalla en su estudio que se realizó una sesión extraordinaria el día 18 de julio y luego se efectuaron otras tres el día 19, “en ninguna de las cuales se quiso oír a Agustín de Iturbide, lo que hubiera podido salvar un poco el honor de un Congreso que no tuvo ni siquiera el valor de escucharlo en juicio, para deliberar y llegar a una sentencia justa”. Historiadores consultados por Excélsior aseguran que el temor a la popularidad de Iturbide y a la simpatía que gozaba entre la población mexicana, provocó que no quisieran escucharlo y lo condenaran “a toda prisa” a la pena de muerte para ese mismo un día como hoy 19 de julio de 1824. Para el investigador Enrique Sada, la prisa por asesinarlo podría deberse a que el Congreso tamaulipeco quería evitar que la población y sus partidarios tuvieran conocimiento sobre el regreso del militar, buscaran la forma de impedir su muerte y se levantaran en armas. El decreto estaba hecho para evitar que Iturbide regresara y que sus partidarios revirtieran el régimen republicano, los propios diputados declararon que fue un decreto hecho estúpidamente y sólo para amedrentar. Sin embargo, los legisladores tamaulipecos, por miedo a un levantamiento popular que liberara a Iturbide y que lo pudiera llevar de Tamaulipas a la Ciudad de México, aceleraron su asesinato”, expuso Sada Sandoval. Mientras aguardaba la respuesta del Congreso de Tamaulipas, en su encierro a unos cuantos metros de la plaza principal de Padilla, Iturbide se dedicó a redactar diversas cartas dirigidas a su esposa e hijos con el objetivo de despedirse y también envió una misiva a los legisladores tratando de conocer las razones por las cuales querían matarlo. Iturbide escribió el mismo día de su muerte una exposición al Congreso en la que preguntaba cuál crimen o delito había cometido para hacerse acreedor a tan inhumano decreto y luego enumeró sus servicios prestados al país e inquiría por cuál de ellos se le condenaba”, relató por su parte Reed Torres. La carta escrita por Iturbide decía lo siguiente: “Mi muerte es ya inevitable, y sería en vano ya manifestar las sanas intenciones que me condujeron a prestar mis pequeños servicios. Nunca he sido traidor. Con asombro he sabido que vuestra soberanía me ha proscrito y declarado fuera de la ley circulando el decreto para los efectos consiguientes. Tal resolución me hace recorrer cuidadosamente mi conducta. No encuentro, señores, cuál o cuáles son los crímenes por los que el soberano Congreso me ha condenado”. Una vez finalizada la tercera sesión extraordinaria del 19 de julio y conociendo la sentencia del Congreso, Agustín de Iturbide pidió que se le permitiera escuchar misa y confesarse antes de morir, pero le fueron negados estos deseos y se le informó que sería ejecutado tres horas más tarde mediante fusilamiento y no por decapitación como algunos legisladores habían propuesto previamente. El miedo los obligó a actuar rápido, para consumar un acto que a todas luces era falto de toda justicia y juridicidad. La ejecución se quiso legitimar aún más, promulgando al día siguiente un decreto por el que se declaró benemérito del estado a Felipe de la Garza, superando de esta manera cualquier suspicacia que pudiera haber habido por el hecho de haberle entregado el mando de la tropa a Iturbide días atrás”, explica Silvia Martínez. A las tres de la tarde del 19 de julio se leyó la sentencia condenatoria aprobada por la mayoría y que establecía: “Reunidos los S.S. diputados en el salón de sesiones, para dar cumplidamente de lleno, al espíritu de la ley de proscripción contra el ex-emperador Don Agustín de Iturbide, por traidor a su patria, se decreta, sin comisión, la pena de muerte. Que se haga efectiva esta suprema ley, dentro de tres horas. Padilla en la Plaza Principal. Dios y Constitución”. Minutos antes de las 18:00 horas, Iturbide fue conducido a la plaza principal de Padilla y, al llegar al sitio de la ejecución, entregó al sacerdote que lo acompañaba el reloj y el rosario que portaba y luego repartió unas monedas de oro entre los soldados que iban a fusilarlo. Luego se dirigió a las personas que se habían congregado en la plaza y les recomendó mantenerse unidos como mexicanos, amar a la patria, seguir los lineamientos de la religión católica y obedecer los mandatos de las autoridades. ¡Mexicanos!, en el acto mismo de mi muerte, os recomiendo el amor a la patria y observancia de nuestra santa religión; ella es quien os ha de conducir a la gloria. Muero por haber venido a ayudaros, y muero gustoso, porque muero entre vosotros: muero con honor, no como traidor: no quedará a mis hijos y su posteridad esta mancha: no soy traidor, no”, exclamó antes de morir. Seis balas. Habían pasado apenas tres horas desde que el Congreso determinó que el consumador de la Independencia debía ser ejecutado. Tras orar unos cuantos segundos, Iturbide se paró frente al pelotón, el comandante dio la orden de fuego y seis balas se introdujeron en el cuerpo de quien en 1821 había redactado el Plan de Iguala para declarar la independencia de nuestro país. Tras la muerte de Iturbide, y luego de que la noticia llegara a la capital del país, provocó el luto nacional tanto en la clase política como en la población en general, pues él era considerado no sólo el libertador, sino también era conocido como el Padre de la Patria y autor de la bandera nacional. Los mismos diputados que hicieron ese decreto mostraron caras largas e impresión al enterarse del fusilamiento, pues nunca imaginaron que aquel decreto aprobado cuatro meses atrás será hecho efectivo en algún momento, pues la intención sólo era amedrentar a Iturbide y a sus seguidores”, puntualizó Enrique Sada. Agustín de Iturbide fue sepultado por los pobladores de Padilla en la iglesia de la localidad y 14 años después, en 1838, el entonces presidente Anastasio Bustamante, ante el clamor popular, trasladó sus restos al altar de San Felipe de Jesús en la Catedral Metropolitana de México, donde se encuentran actualmente. En la parte inferior del monumento donde se encuentra la urna se puede leer un epitafio que las autoridades mexicanas colocaron durante la segunda mitad del siglo XIX. Dice lo siguiente: “Agustín de Iturbide, autor de la Independencia mexicana, compatriota, llóralo; pasajero, admíralo. Este monumento guarda las cenizas de un héroe”.
Un día como hoy 19 de Julio 1870 en el Vaticano, la Iglesia católica promulga el dogma de la infalibilidad papal. Por ser un tema sensible para muchas personas considero importante servir de manera íntegra la versión oficial al respecto de la iglesia católica expresada a través de su sitio oficial Catholict.net por Por: Christian/Fuente: apologia21.com
MITO: 1870 el Papa decidió que era infalible y su opinión irrefutable. Desde entonces los católicos creen que el Papa nunca se equivoca. Si en algún tema el Papa cambia de postura, entonces está demostrando por pura paradoja que su infalibilidad es pura ficción.
Probablemente ningún dogma sea tan controvertido y falseado dentro y fuera de la Iglesia católica como este, ni tan mal entendido incluso para muchos católicos. Vamos a dividir este artículo en tres partes, en la primera parte explicaremos por qué este dogma no es una invención moderna, sino -al igual que todo dogma- la declaración oficial de una creencia de siempre; en la segunda veremos qué no es la infalibilidad papal y en la tercera vemos lo que realmente es y en qué casos se puede aplicar. Antes de abordar el tema de la infalibilidad del Papa en concreto hay que entender por qué los católicos creemos que el Papa es el cabeza de la Iglesia por institución divina. ¿De dónde sacamos que Jesús nombró a un sucesor y le dio poder para dirimir los conflictos? Pues del Nuevo Testamento. Creo que cualquiera que leyera este texto por primera vez no tendría ningún problema en ver claramente en este pasaje cómo Jesús instaura su Iglesia, pone a Pedro a su cabeza y le confiere el poder de la infalibilidad: "Bienaventurado eres, Simón Bar-Joná, porque no te ha revelado eso la carne y la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro (Petros), y que sobre esta piedra (petra) edificaré Mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti daré la llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares sobre la tierra, será también atado en los cielos; y todo lo que desatares sobre la tierra, será también desatado en los cielos". (Mateo 16:17-19). En el original griego, "petra" es piedra, más exactamente "roca grande", y al igual que en castellano es sustantivo femenino. A Simón no le puede dar un nombre femenino así que lo masculiniza y le llama "Petros", o sea, exactamente la misma palabra pero cambiada de género puesto que cambia el género de la cosa nombrada, algo de fácil comprensión para un hablante de español. Pero aunque este pasaje se escribió originalmente en griego, las palabras dichas por Jesús fueron en arameo, y en ese idioma la palabra para piedra es "kepha" (por eso se le llama también Simón-Cefás) no varía, así que lo que Jesús dijo originalmente es "Tú eres Kepha y sobre esta kepha edificaré mi Iglesia". (Si desea profundizar más en esta cuestión puede consultar nuestro artículo: ¿De dónde sacan los católicos que Pedro fue el primer Papa?) Otro pasaje, palabras que Jesús le dijo a Pedro durante la Última Cena: "Simón, Simón, mira que Satanás va tras de vosotros para zarandearos, como trigo: Más yo he rogado por ti a fin de que tu fe no perezca; y tú, cuando te conviertas, confirma a tus hermanos" (Lucas 22:31-32) Cuando Jesús resucitado se aparece a Pedro, perdona sus tres negaciones con otras tantas bendiciones que señalan su futura función: "apacienta mis corderos… apacienta mis corderos… apacienta mis ovejas" (Juan 21:15-17). Pedro es el pastor, los cristianos los corderos, la verdad el alimento que nos debe dar. Y que Jesús no tenía ninguna intención de dejar a su Iglesia abandonada a sus propios recursos, sino que pensaba sostenerla y ayudarla a conservar la fe por siempre, lo vemos en este otro pasaje: "A mí se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra. Id pues, e instruid a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándolas a observar todas las cosas que yo os he mandado. Y estad ciertos que yo estaré siempre con vosotros, hasta la consumación de los siglos" (Mateo 28:18-20). Esta guía doctrinal vendrá del Espíritu Santo: "Y yo rogaré al Padre, y os daré otro Consolador, para que esté con vosotros eternamente, el Espíritu de Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve, ni le conoce; pero vosotros le conoceréis, porque morará con vosotros, y estará dentro de vosotros… Mas el Consolador, el Espíritu Santo, que mi Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo, y os recordará cuantas cosas os tengo dichas" (Juan 14:16-17,26). Los protestantes interpretan este pasaje como que Dios nos concedió a todos la inspiración necesaria para entender e interpretar correctamente las Escrituras. En tal caso no hay más que mirar su situación para ver que no ha sido así: cada protestante tiene capacidad para variar la doctrina y crear su propia iglesia (por eso hay miles de ellas). Los católicos creemos que sólo el Papa recibe esta ayuda cuando se trata de interpretar la doctrina, por eso nuestra Iglesia sigue siendo Una, Santa[1], Católica (= universal) y Apostólica.
PARTE 1: LA INFALIBILIDAD DE LA IGLESIA Y SU MANIFESTACIÓN A TRAVÉS DEL PAPA
La Iglesia, desde el principio, ha considerado que se pueden hacer declaraciones oficiales infalibles en asuntos de doctrina de dos maneras: mediante concilios católicos (universales) y mediante declaraciones papales (preferentemente dentro de un concilio y arropado por él). La infalibilidad que Jesús garantiza a su Iglesia ("os lo enseñará todo") cristaliza en su cabeza visible, el papa, de forma que sólo hay una voz, sólo hay una fe, sólo hay una doctrina (sólo una libre de error, claro). Esta promesa se da, como vimos, "hasta la consumación de los siglos", así que no se limita a Pedro, sino a todos sus sucesores. Jesús promete enviar a su Iglesia el Espíritu Santo para que la mantenga libre de error; no para que no exista la herejía, sino para que la Iglesia sepa librase de ella y sobreviva. No dijo Jesús que las puertas del infierno no se acercarían a la Iglesia, sino que no "prevalecerían" contra ella, o sea, que en la lucha contra el mal y el error, la Iglesia saldría siempre victoriosa, intacta. Desde el principio, los cristianos estaban convencidos de que el Espíritu Santo velaba por su Iglesia y evitaba que las doctrinas erróneas (que enseguida proliferaron) pudieran triunfar y asentarse dentro. Para ello, desde el mismo inicio organizaron concilios donde discutir las diferencias que surgían, convencidos de que en esos concilios el Espíritu les ayudaría a establecer la verdad (véase en Hechos el Concilio de Jerusalén que organizaron los apóstoles). Pero junto a los concilios vemos desde el principio la autoridad mayor que muestra Pedro y luego sus sucesores. Los protestantes señalan que en el Concilio de Jerusalén no fue Pedro el protagonista, sino Pablo, con lo cual cuestionan su papel de líder. Esto no es correcto, Pablo no fue el líder del concilio, sino quien planteó la cuestión que allí se trataba, o sea, quien llevó el problema buscando una solución. Quien presidió el concilio tampoco fue Pedro, sino Santiago, pues era él el jefe de la Iglesia de Jerusalén. Pero si leemos la descripción del concilio en Hechos 15 vemos que solo se recogen dos discursos, primero el de Pedro, que ofrece la solución que luego será aprobada, y luego el de Santiago, que comunica la decisión del concilio y la justifica haciendo referencia a Pedro y el razonamiento por él expuesto. Por tanto lo que vemos en el concilio es, más allá de las formas en sí, a Pedro liderando las decisiones y siendo el punto de referencia, aunque no el dictador que decide al margen de los demás. Con concilio o sin él, un Papa debe estar arropado por la Iglesia, no actuar al margen de ella, y en ese sentido el Concilio de Jerusalén marcó el modelo a seguir. Eso mismo lo vemos en posteriores concilios, donde el patriarca de Roma tiene un peso especial y su opinión es respetada por todos. La lapidaria frase "Pedro habló por boca de León" recoge un buen ejemplo temprano de esta primacía. El Concilio de Calcedonia (año 451) se reunió para decidir sobre el monofismo (la creencia de que Jesús era sólo Dios, no hombre) que se estaban extendiendo por oriente. Tras los debates, el patriarca romano, San León Magno, ratificó el credo de Nicea y declaró las nuevas ideas herejes. Tras su declaración, toda la asamblea (suponemos que excepto los herejes) dijo la famosa alocución: "Esta es la fe católica. Pedro habló por boca de León". Las definiciones dogmáticas de este concilio han sido reconocidas desde entonces como infalibles tanto por la actual Iglesia Católica como por la actual Iglesia Ortodoxa (las dos ramas en que quedó dividida la Iglesia original). En el ejemplo de Calcedonia, que no fue la excepción sino la norma, hablamos de 630 padres conciliares, de los cuales sólo cinco eran del patriarcado romano, y aún así, su autoridad fue por todos aceptada como la principal. También vemos que el Papa no actuó imponiendo su voluntad en contra del sentir mayoritario, al contrario, recogió y dio forma sólida a ese sentir, y vemos también cómo la Iglesia en su conjunto consideraba infalible la doctrina que se aclaraba y fijaba (que no inventaba) en esos concilios. Todos los dogmas de antes y ahora son declaraciones formales de algo que ya existía en la Iglesia, no ideas nuevas innovadoras que cambian la doctrina. Como vimos en el ejemplo anterior, la creencia en la infalibilidad de la Iglesia ya estaba establecida desde siempre, y el papel de Pedro y sus sucesores como cabezas de esa Iglesia también, aunque es cierto (y en esto las épocas pueden variar en uno u otro sentido) que a lo largo de los siglos el papel del Papa fue adquiriendo cada vez más relevancia y focalización. Esto se puede considerar deseable o un exceso, pero no un error doctrinal o una ruptura con la tradición. Precisamente el tener una sola voz es una de las grandes bazas de nuestra Iglesia y la garantía de unidad. Así pues, en contra del mito, El Papa ni antes ni ahora actúa como un individuo dotado de poderes especiales que le sitúan por encima de la Iglesia, sino que está dotado para funcionar como catalizador, purificador y condensador de las ideas de esa Iglesia. El Papa no es un dictador doctrinal que impone sus ideas, es la cabeza visible y única que asume y difunde con una sola voz la doctrina de toda la Iglesia. Si un Papa se inventara una doctrina y pretendiera imponerla en contra del sentir general de la Iglesia, entonces tendríamos que admitir que "las puertas del infierno" han prevalecido contra la Iglesia, y eso todos los cristianos estamos de acuerdo en que no es posible.
PARTE 2: ¿QUÉ NO ES LA INFALIBILIDAD PAPAL? NO ES INSPIRACIÓN DIVINA
Muy por el contrario de lo que piensan muchas personas, la infalibilidad no significa que el Papa esté divinamente inspirado. Los Apóstoles y los Evangelistas recibieron este don, y sus escritos son aceptados como palabra inspirada por Dios. Más la Iglesia no afirma que el Papa esté inspirado, o que reciba alguna revelación divina, estrictamente hablando. Así, el Concilio Vaticano I (el mismo que proclamó este dogma) declara: "Porque el Espíritu Santo no les fue prometido a los sucesores de Pedro, a fin de que ellos propaguen una nueva doctrina revelada, sino que, bajo la asistencia del Divino Espíritu, puedan preservar incólume, y explicar con toda fidelidad la revelación o depósito de la fe, trasmitido por los apóstoles". Por tanto el Papa no puede (ni mediante declaración dogmática ni ninguna otra) poner, quitar o modificar doctrinas de fe. Su misión es sólo preservarla y transmitirla tal como nos llegó desde los apóstoles y mantenerla libre de error. NO ES IMPECABILIDAD. Es muy deseable que el papa, como cabeza más visible de la Iglesia, sea hombre de grandes virtudes y refleje en su vida los valores cristianos. Pero no es esa su función, su función es la de ser guardián de la fe, y si él como persona es un santo o un escandaloso pecador, eso tendrá consecuencias terribles para las relaciones públicas de la Iglesia, pero no para su integridad. Aún así, como es de esperar, la mayoría de los papas han sido poseedores de grandes virtudes: De los 30 primeros papas, 29 murieron mártires por defender su fe (verdad es que los historiadores modernos ponen en duda algunos casos, pero ello seguiría dejando un porcentaje abrumador). De los 260 papas que ha habido, 69 han pasado a considerarse santos por sus grandes virtudes cristianas. Sólo 6 de ellos han sido de vida depravada (6 de 260!). Pero incluso algunos consideran que esos 6, o aunque fuese uno solo, son suficientes para no creer que los papas sean elegidos por inspiración del Espíritu Santo. A los que piensan así (católicos y no católicos) habría que recordarles que el mismo Jesús eligió directamente a sus 12 representantes y de ellos 1 fue Judas, que le traicionó (1 de 12). Con un poco de sana broma podríamos añadir que la Iglesia ha mejorado la proporción con mucho (pero mejor no lo decimos porque si alguien no capta la ironía del comentario podría considerarlo blasfemo). Y aún así, esas 6 ovejas negras del papado son un gran punto a nuestro favor, pues aunque hicieron mucho daño a la Iglesia en muchísimos aspectos, el Espíritu Santo, que les había elegido por alguna razón, hizo que a nivel doctrinal mantuvieran limpia y clara la fe de la Iglesia. Ni uno sólo de ellos causó el menor daño a la doctrina, incluso algunos lucharon eficazmente por limpiarla de algunas nuevas herejías. Esto prueba que el Espíritu se asegura de que el papa, en su misión de guardián de la doctrina, mantenga su infalibilidad, pero a nivel humano, cada Papa tiene que luchar con sus propias tentaciones igual que los demás, no posee a ese nivel ningún privilegio que le haga las cosas más fáciles. Y yendo mucho más atrás y atacando al mismo primer papa, Pedro, los hay que dicen que Pedro dio muestras de muy poca infalibilidad doctrinal cuando fue capaz de negar a Cristo tres veces. Ante esto podemos decir por un lado que lo que hizo Pedro en las negaciones no fue una declaración doctrinal, sino mentir por miedo a que le mataran (con lo que sería un asunto de impecabilidad, no de infalibilidad), y si esto no basta, hay que recordar que Pedro fue "nombrado papa" más tarde, cuando Jesús ya había resucitado, por tanto en esos momentos todavía no era Papa ni había recibido del Espíritu Santo en Pentecostés la prometida infalibilidad. Los protestantes a menudo mencionan también el famoso conflicto entre Pedro y Pablo mencionado por Pablo en su carta a los gálatas, conflicto que probablemente fue posterior al mencionado Concilio de Jerusalén. El concilio había decidido que los cristianos no necesitaban sujetarse a la Ley de Moisés. Pedro fue a Antioquía, donde estaba Pablo, y allí comía con los cristianos de origen pagano (algo considerado impuro por los judíos). Pero llegaron de Jerusalén unos cristianos judaizantes que no veían eso con buenos ojos, y por alguna razón (por evitar censuras o evitar conflictos) Pedro dejó de comer con los de origen pagano y muchos cristianos de origen judío le imitaron. Pablo, justamente, reprende a Pedro en público por su conducta acomodaticia. Pero esto no es una prueba de que Pedro cae en el error doctrinal, simplemente es un ejemplo de los defectos de todos los seres humanos, incluido el papa, incluido San Pedro (solo Jesús estuvo libre de defectos). El hecho de que Pablo reprendiera a Pedro públicamente tampoco significa un desprecio a su papel de líder y menos aún es la prueba de que Pedro no era líder de nada. Si Pedro o un Papa son hallados en una conducta reprensible, hasta el más "insignificante" de los cristianos católicos tiene perfecto derecho a levantar su voz y reprenderlo, pues con ello no se pone en cuestión su papel vicario sino que simplemente se pone en evidencia su debilidad humana y su falta de cohesión. En el Concilio de Jerusalén Pedro mostró las cualidades que debe mostrar un Papa (sobre todo en asuntos doctrinales). Pablo no se inventó una doctrina nueva y le convenció de ella a Pedro, Pablo razonó y aclaró a Pedro que lo que él proponía (que los gentiles no necesitaban sujetarse a la ley de Moisés) se derivaba directamente del espíritu de la doctrina de Jesús, y razonó por qué. Sólo después de escuchar a Pablo y a los demás, tomó Pedro la decisión, también basándose en inferencias sobre las Escrituras, y tras su declaración, el asunto quedó zanjado, no por imposición de Pedro, sino porque su decisión fue reconocida correcta por todo el concilio (lo cual vemos por el discurso oficial de Santiago, el que presidía). Ahí tenemos a un papa, no a un dictador ni a un iluminado líder carismático. EL Papa SE CREE PERFECTO Y LOS CATÓLICOS ASÍ LE CONSIDERAN (por eso le llaman "su santidad"). El título de "su santidad", independientemente de que nos guste ahora más o menos, es simplemente un título honorífico, no indica que sea realmente santo, de lo contrario todos los papas pasarían automáticamente a ser declarados santos tras su muerte, y la mayoría no lo son. La santidad depositada en el Papa se refiere más bien al cargo que representa como vicario de Cristo, no a él como persona humana. Es la santidad del Espíritu Santo que protege su función y la santidad de Jesús, al que representa, lo que reconocemos al llamarle "su santidad". Pero tampoco tiene ningún fundamento quienes dicen que el Papa (además de ser el anticristo) se cree, o intenta hacer creer, que es santo y perfecto. El Papa reconoce tener las mismas debilidades a que están sujetos todos los demás hombres. Todas las mañanas al principiar la Misa, dice humildemente al pie del altar: "Yo pecador me confieso a Dios todopoderoso… que pequé gravemente en pensamiento, palabra y obra". Asimismo, al ofertorio de la Misa, ora: "Recibe Padre santo, Dios omnipotente y eterno, esta Hostia inmaculada, que yo indigno siervo tuyo, te ofrezco por mis innumerables pecados, ofensas y omisiones". Definitivamente, no parecen estas palabras de una institución, el papado, que se considera libre de pecado. LOS CATÓLICOS ADORAN AL PAPA. Los no católicos se escandalizan de que un ser humano pueda arrogarse el don de la infalibilidad, que sólo pertenece a Dios, y lo declaran blasfemia. Pero el asunto a veces queda englobado en algo mucho peor: en muchos blogs protestantes he leído repetidamente la acusación de que los católicos "adoran" al Papa (y a la Virgen, y a los santos, incluso a las imágenes y reliquias) en lugar de adorar sólo a Dios, por lo que somos idólatras y en realidad no somos cristianos (!!). Esto es un grave error de apreciación, cualquier católico se escandalizaría si su parroquia organizara un acto para "adorar al papa". Sólo se adora a Dios, punto. Lo que los protestantes no entienden (los ortodoxos sí) es lo que nosotros llamamos "venerar". Venerar es mostrar un profundo respeto, amor y devoción por algo que nos acerca a Dios de una u otra forma. Una imagen nos puede ayudar a conectar psicológica y emocionalmente con lo sagrado, por eso se puede venerar, los santos (incluida la más santa de los santos: María) nos acercan a Dios con su ejemplo y su intercesión, por eso se pueden venerar. Pero la veneración es un acto tan religioso como humano. Una persona puede venerar a sus padres porque los ama y respecta profundamente, un patriota puede venerar a su país, y un enamorado puede sentir una total veneración por la foto de su amada que tiene puesta en el salón (no porque ame a la foto, sino porque al mirarla se siente más cerca de su amada, la siente más presente) y nadie les puede acusar de idólatras por ello. Cuando alguien nos acusa de idolatría por rezar y emocionarnos ante una imagen es como si alguien acusara de adulterio al marido que, estando su esposa ausente, se emociona y habla con su retrato al irse a dormir. Y volviendo al tema concreto del papa, los católicos, que le consideramos representante (vicario) de Cristo en la Iglesia, le veneramos y respetamos porque representa a Jesús, no por sus propios méritos.
PARTE 3: ¿QUÉ ES REALMENTE LA INFALIBILIDAD PAPAL Y CUÁNDO ES EL Papa INFALIBLE?
1870 El Concilio Vaticano I (reunión de obispos, teólogos, etc) declaró el dogma de la Infalibilidad papal con las siguientes palabras: "El Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra (= con autoridad), esto es, cuando en el ejercicio de su oficio de pastor y maestro de todos los cristianos, en virtud de su suprema autoridad apostólica, define una doctrina de fe o costumbres como que debe ser sostenida por toda la Iglesia, posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres. Por esto, dichas definiciones del Romano Pontífice son en sí mismas, y no por el consentimiento de la Iglesia[2], irreformables." (Constitución dogmática Pastor Aeternus, Cap 4). O sea, no se declara que todo lo que dice el Papa sea infalible, sólo lo es cuando hace una declaración formal en ciertas condiciones. El propio Catecismo de la Iglesia (-891) nombra tres condiciones que deben reunirse para que una definición pontificia sea ex cathedra: 1- El Papa debe hablar "como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos". (o sea, debe dirigirse a y hablar en nombre de la Iglesia universal, no por cuenta propia expresando su opinión personal). 2- El Papa "proclama por un acto definitivo la doctrina". (Cuando el Papa claramente expresa que la doctrina es definitiva, no puede cambiar). 3- El Papa habla "en cuestiones de fe y moral" (por tanto no es infalible si habla de ciencia, política, economía, deportes o lo rico que está el repollo). La misión de la Iglesia, y por tanto del papa, es la de preservar pura y sin contaminación la doctrina original cristiana tal como nos fue entregada por los apóstoles, y ninguna declaración ni dogma puede añadir o quitar nada a la doctrina original, sólo clarificarla y preservarla. El Papa no es el autor de la Revelación, sino su infalible intérprete y expositor. No tiene autoridad para quebrantar la ley divina o cambiar un solo ápice de la Escritura. Sus funciones se limitan a trasmitir incólume la fe a través de los siglos. A esto se añade, en la práctica, que el Papa se convierte en portavoz y árbitro de la voz de la Iglesia, pero no puede usar su infalibilidad para oponerse a ella. Dicho de otro modo, el Papa puede "fijar" una doctrina que es aceptada por la mayoría, incluso tomar partido cuando hay conflicto de opiniones, pero si pretendiese imponer a la Iglesia algo nuevo, algo que la Iglesia no cree… bueno, ya lo comentamos anteriormente, las puertas del infierno no pueden prevalecer contra la Iglesia así que esta situación se considera imposible. Total, que teniendo en cuenta todo lo que hay que tener para que una declaración papal se considere infalible, sólo se ha invocado oficialmente dicha infalibilidad en dos declaraciones papales, las declaraciones de los dos últimos dogmas marianos (la Inmaculada Concepción, 1854 y la Asunción, 1950), que son al fin y al cabo creencias aceptadas ya por la Iglesia primitiva (los mismos ortodoxos comparten estas creencias aunque las rechazan como dogmas porque no aceptan la autoridad del papa). Esto no quiere decir que con anterioridad no se considerasen infalibles declaraciones formales hechas por papas o concilios, pero vemos que estrictamente hablando, tras la declaración del dogma en 1870 sólo una vez el Papa ha usado esta infalibilidad para afirmar como dogma algo que la Iglesia siempre había ya creído. Juan Pablo II, por poner un ejemplo, fue Papa durante 27 y gobernó la Iglesia estupendamente bien sin necesidad de usar ni una sola vez la prerrogativa de infalibilidad. Pero puede que la cuestión no sea tanto si la Iglesia (en concilio o en su cabeza, el papa) es infalible como si realmente era necesario y conveniente declararlo dogma. Al fin y al cabo, la Iglesia llevaba 19 siglos asumiendo que el Espíritu Santo la libraba de todo error, y nunca había sido necesario crear un nuevo dogma oficial en torno a ello. Francis Simons, obispo de Indore, escribió: "En general los teólogos aceptan que sólo dos definiciones doctrinales de los papas reúnen con seguridad las condiciones requeridas para ser infalibles: las que se refieren a la inmaculada concepción de María y a su asunción en cuerpo y alma al cielo. Ambas definieron lo que ya era aceptado en la Iglesia de un modo general. Es, pues, difícil creer que realmente urgiesen o fuesen necesarias semejantes definiciones. Una prerrogativa que quizá sólo se ha usado dos veces en 1.900 años, y aún entonces únicamente para definir unas doctrinas que no precisaban con urgencia una definición infalible, difícilmente puede ser una prerrogativa necesaria." Un católico no puede negar la infalibilidad pero es una opinión respetable pensar, como este obispo, que no era necesario proclamarlo como dogma. Aún así, su afirmación de que esa prerrogativa "sólo se ha usado dos veces en 1.900 años" es ambigua y confusa. Si se interpreta como que la declaración de un Papa sólo ha sido infalible en dos ocasiones, es falso. Como hemos visto anteriormente, desde el principio Pedro y sus sucesores han hablado con infalibilidad en numerosas ocasiones. Lo que ocurre es que al transcurrir de los siglos, la doctrina de la Iglesia ha ido siendo fijada y cada vez era menos necesario el uso de la infalibilidad. Lo que sí es cierto es que, tal como se definió el dogma de la infalibilidad y las condiciones para su cumplimiento, sólo se ha utilizado esta manera concreta de proclamar una doctrina infalible en dos ocasiones. Muchos opinan que si esta verdad no se hubiera convertido en dogma, la reconciliación de las diferentes iglesias cristianas sería más fácil, otros opinan que sin proclamar alto y claro esta verdad, precisamente en estos nuevos tiempos de acercamiento y diálogo -y de relativismo- se correría el serio peligro de "negociar" verdades de fe para buscar un compromiso, y la verdad es innegociable. Se puede considerar que la declaración del dogma fue conveniente o inconveniente, pero no es correcto decir que esta verdad fue "inventada" en 1870, la creencia de que el Espíritu Santo mantenía a su Iglesia libre de error (a través del Papa o de los concilios) la encontramos bien asentada desde el principio. Y en cuanto al enfoque puramente apologético, no podemos esperar que un no-católico acepte que el Papa es infalible en alguna circunstancia, pero al menos sí podemos intentar hacerle entender qué significa realmente esta creencia para que no sigan repitiendeo de buena fe aquell falsedad de que los católicos creen que el Papa "nunca se equivoca" en lo que dice.
[1] "Santa" es por su carácter sagrado, por pertenecer a Dios, no porque sus miembros sean todos santos. En otras palabras la Iglesia es santa aunque sus miembros somos todos pecadores.
[2] "Y no por el consentimiento de la Iglesia" significa que la autoridad del Papa no proviene de un acuerdo adoptado por la Iglesia cediéndosela, sino que proviene de Dios.
Un día como hoy 19 de Julio 1919 en la aldea de La Cruz (en el noroeste de Costa Rica), es salvajemente asesinado por fuerzas de la dictadura de Federico Alberto Tinoco el Maestro y guerrillero salvadoreño Marcelino García Flamenco. Los esbirros tinoquistas prenden fuego vivo al maestro salvadoreño de 30 años de edad. Tinoco será derrocado un mes después, el 20 de agosto. Marcelino García Flamenco nació en el municipio de San Esteban Catarina, San Vicente, El Salvador, el 15 de septiembre de 1888, falleció de una forma horrenda y anacrónica ya para su época, quemado vivo en una hoguera un día como hoy 19 de Julio de 1919. Fue hijo de don Marcelino García y Rafaela Flamenco. Inició sus estudios en Suchitoto, luego se matriculó en el Colegio de San Agustín, en San Salvador, allí se vio en la necesidad de abandonar sus estudios a causa de la fiebre amarilla. Marcelino era un hombre de espíritu intranquilo y soñador, vivió en Tegucigalpa, Honduras, luego residió en Costa Rica y Panamá. Después de titularse como maestro y laborar en instituciones educativas salvadoreñas, se trasladó a Costa Rica, que en esos momentos se estremecía políticamente, contra la dictadura de Federico Alberto Tinoco Granados, incorporándose a la enseñanza, distinguiéndose por su capacidad y rectitud. En Costa Rica ejerció la docencia en Heredia (25 km al norte de la villa de San José), en Puntarenas (en el noroeste del país) y la aldea de Buenos Aires (en el sur del país, a 200 km de la capital, San José). En este caserío de apenas 11 casas y 60 ranchos de paja, les daba clases a niños campesinos e indios chiricanos, descalzos. Resumiendo la historia de este héroe, en el año de 1918. En las trincheras de Europa terminaba la I guerra Mundial, mientras que Costa Rica sufría la tiranía de los hermanos Tinoco. Entre los muchos intentos por derrocarlos, destacó el lanzamiento encabezado por los hermanos Alfredo y Jorge Volio, así como por el destacado intelectual, miembro de la Academia Hispanoamericana de Ciencias y Artes, Rogelio Fernández Güell. Al fracasar el alzamiento, el grupo de Fernández Güell huyó por la zona sur para tratar de llegar a Panamá, pero los esbirros los alcanzaron en Buenos Aires de Osa. El viernes 15 de marzo de 1918 Marcelino García Flamenco es el primero en apersonarse ante la noticia del asesinato político del diputado Rogelio Fernández Güell y tres acompañantes quienes fueron acribillados a balazos por los «tinoquistas». Cuando García Flamenco empezó a escuchar los tiros suspendió la clase; los niños se refugiaron en la casa del cura, y un vecino le contó que habían baleado a Rogelio Fernández Güell y a sus acompañantes Carlos Sancho, Jeremías Garbanzo y Ricardo Rivera. Marcelino García se dirigió al lugar. Los asesinos le permitieron tomar apuntes, porque «de estos sucesos es bueno que el público se entere detalladamente» (como le dijo uno de los criminales, para generar terror en la población). Estaban atrozmente heridos a bala y los dos primeros [Rogelio Fernández Güell y Carlos Sancho] tenían de tal manera destrozado el cráneo. Uno de los criminales, un policía, al enterarse de que Marcelino García era salvadoreño, le pidió que le cantara una cumbia para celebrar el asesinato. García le recordó que él era un maestro de escuela y un hombre civilizado, y no podía tolerar a aquella banda de canallas desenfrenados. Al día siguiente, Marcelino García enseñó a sus alumnos el horror que implicaba el asesinato; criticó a la obediencia ciega que mueve a algunos hombres, que se convierte en deshonra al asesinar, y les leyó un artículo contra la pena de muerte escrito por Rogelio Fernández Güell y que él guardaba con cariño en un libro de recortes del periódico. Luego fue con los alumnos al cementerio y les llevó flores a los muertos y colocó cruces a las tumbas. Tras presenciar el crimen, el maestro fue obligado a cerrar la escuelita e incorporarse al ejército costarricense, pero al cabo de unos días desertó y regresó a Panamá, donde denunció la muerte del congresista en el periódico Star and Herald. García Flamenco decidió unirse a la lucha armada contra Tinoco, por lo que fue parte de un grupo insurgente de jóvenes inexpertos que partió desde Nicaragua. En la batalla del Ariete que tuvo lugar un día como hoy 19 de julio de 1919 en la localidad de La Cruz en Guanacaste, cayó herido a machetazos por los partidarios de Tinoco. No siendo suficiente la agresión, ya moribundo Marcelino García Flamenco, lo ataron a un caballo que lo arrastró más de cien varas, finalmente, lo rociaron de kerosén y lo quemaron vivo en la entrada del poblado de La Cruz. Este asesinato colmó la paciencia de los costarricenses, provocando una huelga de maestros en San José que inició el derrocamiento de Tinoco, quien fue obligado a abandonar el país el 12 de agosto de 1919. Colegio García Flamenco en San Salvador. En 1924, los maestros Rubén H. Dimas, Francisco Morán y Salvador Cañas fundaron el Colegio García Flamenco en la ciudad de San Salvador, El Salvador en honor de Marcelino García Flamenco. También hay una escuela pública en la ciudad de Santa Tecla, Departamento de la Libertad, El Salvador, que lleva el nombre de este libertador. De igual manera en el transcurso del tiempo se han fundado nuevos centros escolares en honor a Marcelino Garcia Flamenco. Premio de la Universidad de El Salvador. La Universidad de El Salvador premia cada año a poetas y ensayistas con el galardón «Marcelino García Flamenco». En octubre de 1961 lo ganó el cuentista y dramaturgo salvadoreño Álvaro Menen Desleal (1931-2000). Municipio La Cruz, Guanacaste, Costa Rica. La Cruz es el décimo cantón de la Provincia de Guanacaste, es reconocido por sus hermosos sitios y paisajes. Desde su mirador se puede apreciar hacia el este el imponente volcán Orosí y hacia el oeste la bella bahía Salinas. Gran parte de su territorio son áreas protegidas llenas de vida por eso es catalogado como un Cantón Ecoturístico. El origen del nombre La Cruz se remonta al hecho ocurrido, en la época en que los arrieros transportaban ganado de Nicaragua a Esparza, cuando uno de ellos, de paso por la región, cayó muerto al perseguir una res que se había escapado de la manada, por lo que sus compañeros colocaron una cruz de palos rollizos sobre su sepultura; Posteriormente, esa cruz sirvió de referencia a los arrieros que por allí pasaban, para hacer un descanso en el sitio y a la vez contar el ganado, antes de proseguir su viaje a su destino final. Con el tiempo el lugar dio origen a la formación de una incipiente población, que se comenzó a denominar La Cruz. En el bello pueblo de la cruz se encuentran dos sitios de mucho renombre cultural como lo son el Mirador y la tumba de Marcelino García Flamenco, ilustre mártir de la historia democrática de Costa Rica, que en el año de 1919 murió en la ciudad de La Cruz. En la localidad de La Cruz se encuentra la tumba del maestro Marcelino García Flamenco en cuya lápida se lee:
Marcelino García Flamenco
Salvadoreño
19 de julio de 1919
Dio su vida por las libertades de Costa Rica
Himno del Colegio García Flamenco de El Salvador
autores: Letra:Prof.Francisco Morán
Música: Adriano de la Rosa
Coro
Vamos los hijos fuertes de este colegio amado,
plenos los corazones de luz y entusiasmo,
a conquistar los lauros que dan al animoso
ciencia, virtud, trabajo, firme resolución.
I
Los estudiantes de este colegio
con ansias nobles de excelsitud,
dan a la vida, dan a los vientos
cantos alegres de juventud.
Vengan las manos de amigos buenos
forman cadenas, signo de unión
y al gran patriota García Flamenco
cantemos todos himnos de amor.
II
Los pechos vigorosos, las almas fraternales
han de ser el escudo de nuestros patrios lares.
Resuenan nuestros cantos por montes y llanuras
y brille siempre en alto nuestro pendón de luz...
Un día como hoy 19 de Julio 1979 en Nicaragua, los guerrilleros del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) derrocan a la dictadura de la familia Somoza. La Revolución Nicaragüense, fue un proceso protagonizado por los sandinistas que dio comienzo en 1978, por medio del cual se puso fin a la dictadura ejercida en Nicaragua por la familia Somoza, a la cual se reemplazó por un gobierno de izquierdas. La rebelión fue encabezada por fuerzas de la guerrilla de izquierdas, el Frente Sandinista de Liberación nacional, que contó con un amplio respaldo popular, depuso al corrupto dictador Anastasio Somoza Debayle, hijo de Anastasio Somoza, y tomó el poder en julio de 1979. El FSLN fue fundado en 1962 por un grupo de estudiantes universitarios encabezados por Carlos Fonseca, Silvio Mayorga y Tomás Borge. Éstos recibieron el apoyo del dirigente revolucionario cubano Fidel Castro, ofrecido en parte por el papel que había desempeñado Luis Somoza Debayle en el desembarco de bahía de Cochinos de 1961. A pesar de la influencia de la ideología marxista y leninista, el FSLN no tenía un vínculo directo con el Partido Comunista de Nicaragua. Los sandinistas se oponían a la familia Somoza y a la presión de Estados Unidos sobre Nicaragua, y reclamaban una reforma política y económica radical que condujera a la redistribución de la riqueza y el poder. Su proyecto era respaldado por estudiantes y campesinos, pero fueron derrotados por la Guardia Nacional en las primeras acciones de la guerra de guerrillas, que costaron la vida a Fonseca y Mayorga. A mediados de la década de 1970, destacados miembros del mundo empresarial y de la Iglesia católica comenzaron a compartir el descontento ya manifestado por otros grupos sociales ante el régimen de Anastasio Somoza Debayle. La mayor parte de la oposición política se unió en un solo frente encabezado por Pedro Joaquín Chamorro, asesinado en Managua en enero de 1978, probablemente por encargo del propio Somoza. Este acontecimiento provocó desórdenes y manifestaciones contra el gobierno durante semanas, además de una huelga nacional e intentos aislados de levantamientos armados. A pesar de que Somoza mantenía el control, su régimen se tambaleaba y la oposición internacional aumentaba progresivamente. En el mes de agosto, un grupo de comandos sandinistas asaltó el Palacio Nacional de Managua y tomó como rehenes a varios miembros del Congreso nicaragüense. Los sandinistas negociaron la liberación de varios prisioneros del FSLN y solicitaron un rescate, la publicación de su llamada a la rebelión y un salvoconducto para que los integrantes del comando abandonaran el país. El éxito de la incursión sandinista alentó a las fuerzas contrarias a Somoza y estallaron levantamientos en todo el país. Las fuerzas somocistas aplastaron estas rebeliones con gran brutalidad, bombardeando incluso objetivos civiles. Estas operaciones fueron la causa de que cientos de nicaragüenses se unieran al FSLN y de que aumentara la presión internacional para encontrar una solución negociada al conflicto. Al tiempo que Estados Unidos impuso ciertas sanciones económicas a Somoza, Costa Rica, Venezuela y Panamá brindaron su apoyo a los sandinistas. La lucha se reanudó en mayo de 1979: los sandinistas anunciaron una ofensiva final e hicieron una llamada a la rebelión nacional. En esta ocasión, la Guardia Nacional no consiguió controlar la situación y los rebeldes se apoderaron de numerosas zonas del país. Se produjeron batallas en las principales ciudades, como León, Masaya y Managua, donde los aviones de la Guardia Nacional bombardearon los barrios en los que la población apoyaba a los sandinistas. El 20 de junio de 1979 William D. «Bill» Stewart un periodista estadounidense murió asesinado por la Guardia Nacional del dictador Anastasio Somoza mientras trabajaba cubriendo la Revolución Sandinista en Nicaragua. Precisamente ese 20 de junio, Stewart se trasladó hacia los barrios pobres del este de Managua, donde se libraban encarnizados enfrentamientos entre la guerrilla sandinista y la Guardia Nacional somocista. Cuando Stewart y su intérprete nicaragüense Juan Francisco Espinoza, de 26 años, circulaban por el barrio El Riguero a bordo de una furgoneta de ABC, fueron detenidos al llegar a una barricada instalada por la Guardia Nacional. Pocos momentos antes, estos mismos guardias habían matado sin motivo a tres muchachos que deambulaban por el sector y a una profesora. Aunque Stewart presentó su carné de periodista y una bandera blanca, la propaganda somocista había promovido entre sus partidarios la idea de que la prensa extranjera formaba parte de una gran «conspiración comunista» en contra del régimen, por lo que los guardias le ordenaron a Espinoza abandonar la furgoneta. En ese momento, el camarógrafo de Stewart, Jack Clark, que se encontraba observando a varios metros de la escena desde otro vehículo, comenzó a grabar. Espinoza se bajó de la furgoneta y se dirigió a uno de los guardias para explicarle el motivo de su presencia en el lugar y solicitarle permiso para una entrevista, pero el guardia se lo llevó a treinta metros de los vehículos y lo mató de un disparo en la cabeza, sin que el resto del equipo se diera cuenta. Minutos después, otro guardia (o posiblemente el mismo que asesinó a Espinoza) forzó también a Stewart a abandonar la furgoneta y, entre insultos, le obligó a arrodillarse y luego a apoyarse contra el suelo con las manos arriba. Stewart obedeció, asustado y llevando todavía en la mano su pase de prensa, pero, al acostarse, el guardia le dio una fuerte patada en las costillas. Luego, el mismo guardia dio un paso atrás y le disparó con su rifle detrás de la oreja derecha, asesinándolo en el acto. Según Pablo Tíffer López, conductor de la furgoneta, los guardias se jactaron de haber matado a «un perro». Tíffer solicitó a los guardias permiso para llevarse el cuerpo de su compañero y éstos accedieron, pero sólo con la condición de que informara que el asesinato había sido obra de «un francotirador sandinista». Luego, los guardias ordenaron al camarógrafo Jack Clark y a Jim Cefalo, técnico de sonido del equipo de Stewart, que recogieran el cadáver del periodista y se marcharan. Los restos de Espinoza, por otro lado, permanecieron cuatro meses a la intemperie, semienterrados por los pobladores a pocos metros del lugar de su muerte. Después de llevar el cuerpo de Stewart de vuelta al Hotel Intercontinental Managua, donde se hospedaba el equipo, Clark consiguió enviar la cinta del asesinato a los estudios de ABC News, en Nueva York. Repercusiones. La dictadura de Somoza, que dependía económica, política y militarmente de EE. UU., oficialmente condenó el macabro suceso y presentó como chivo expiatorio al cabo Lorenzo Brenes. Éste negó, ante un tribunal militar, cualquier implicación en el asesinato y declaró que el verdadero responsable era un tal Pedro González, que supuestamente había muerto en combate aquel mismo día. Hasta el día de hoy se desconoce la identidad o el paradero de los asesinos. El 14 de Julio Jimmy Carter presidente de los Estados Unidos instruya a su Secretario de Estado Cyrus Vance para que emita una nota con su nombre (de Vance) para forzar la renuncia de Somoza Debayle. Las imágenes del crimen de Stewart conmocionaron a la comunidad internacional y enfurecieron al pueblo estadounidense. El presidente Jimmy Carter calificó el hecho como «un acto de barbarie» y le retiró su apoyo al régimen somocista, cuya impopularidad creció tanto dentro como fuera del país, la cual ya venía dando serios traspiés tras el asesinato del periodista opositor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, ocurrido en 1978, lo que facilitó el triunfo de la Revolución Sandinista un mes más tarde. El cadáver de Stewart y todos los corresponsales de ABC y NBC que se encontraban en suelo nicaragüense fueron evacuados a Panamá a bordo de dos C-130 de la Fuerza Aérea estadounidense, gracias a las gestiones del gobierno de la República Federal Alemana, y más tarde repatriados a Estados Unidos. El 23 de junio, Stewart fue sepultado en Ashland (Kentucky). La Organización de Estados Americanos (OEA) convocó una reunión de emergencia para pedir a Somoza que abandonara el poder y rechazó el ofrecimiento de Estados Unidos de enviar fuerzas de paz a Nicaragua. Cuando la capital del país, Managua, se encontraba rodeada por las tropas revolucionarias, Somoza abandonó el país y la Guardia Nacional, tan poderosa en otros tiempos, quedó desarticulada. Un día como hoy 19 de julio de 1979, los sandinistas entraron en Managua y se hicieron con el control en Nicaragua