Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
No hay nada mejor que aprender jugando, porque el niño adquiere conocimientos y experiencias de un modo natural, casi sin darse cuenta. Por eso es importante darles espacios a los niños para que puedan jugar entre sí, ya sea en los parques o en las guarderías.
A través del juego pueden aprender una serie de actitudes, destrezas, valores, conductas y asertividad que no podrían adquirir solamente entre adultos, y mucho menos solamente con los padres.
Sin embargo también es importante que antes de ponerlos a socializar, los padres tengan la suficiente confianza con la persona que se dedica a cuidarles. Por eso, ante la duda, recomiendo ponerlos pronto en una guardería, y mucho más si los padres trabajan. Es difícil encontrar personas de confianza y a la vez fidedignas y competentes, por esa razón la guardería es una excelente opción.
Igualmente hay que tener ciertos cuidados en una guardería debido a que se están descubriendo muchos sitios inadecuados, pero por tratarse de un lugar donde conviven muchos niños y profesionales se supone que los mecanismos de control son mucho mayores.
Vemos que en El Salvador ni las guarderías ni los parques son opciones totalmente válidas. Por un lado tenemos la escasez de guarderías apropiadas -a menos que sean de pago- o incluso la falta de ellas.
Por otro, en el caso de los parques -a excepción de los residenciales privados- donde hay juegos comunes se debe estar pendiente de que una persona adulta no intente agredirlos o interferir con ellos en vez de sus hijos que comparten edad y condición.
Pero suponiendo que se superan las barreras y conseguimos que nuestros niños jueguen con otros niños los beneficios son muchísimos además que la integración en sí misma.
No solo es una manera de alejarlos de los teléfonos y los celulares sino de jugar respetando turnos, sometiéndose a reglas y, si fuera el caso, respetando a la autoridad.
Los niños que pasan la mayor parte de su tiempo usando la tecnología a menudo no son físicamente activos, ni creativos usando su imaginación. El 75% del desarrollo cerebral ocurre después del nacimiento, el juego ayuda al desarrollo estimulando el cerebro a través de la formación de conexiones entre las células nerviosas. Este proceso contribuye con el desarrollo de habilidades motoras finas , gruesas y la sociabilización.
Ese tipo de actividades también ayudará a que el niño aprenda a compartir algunas de sus posesiones como los juguetes, algo que los más pequeños naturalmente rehúsan a hacer al principio, y mucho más si los padres los obligan a hacerlo.
En síntesis, hay que hacer que nuestros niños jueguen más a pesar de las limitantes que puedan surgir dependiendo de donde vivan o de su condición social.
Al lograrlo estamos invirtiendo en educación en salud al mismo tiempo. Ya lo dice claramente el informe clínico de la American Academy of Pediatrics titulado El poder del juego: “jugar puede mejorar las capacidades de los niños para planificar, organizar, llevarse bien con los demás y regular sus emociones. Además, el juego ayuda con el lenguaje, las destrezas matemáticas y sociales e incluso ayuda a los niños a sobrellevar el estrés”.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.