Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
"No podemos cambiar nuestro pasado, pero podemos cambiar la forma en que lo contamos y, por lo tanto, la forma en que influye en nuestro presente y futuro". La frase pertenece a Edith Eva Eger, una psicóloga eslovaca, de padres judíos y superviviente del Holocausto que además es especialista en el tratamiento del trastorno de estrés postraumático.
Esa descripción ayuda a entender muchas cosas sobre nuestra identidad narrativa. Se trata de la forma en que las personas construyen y cuentan sus historias de vida para dar sentido y coherencia a su identidad. Es decir, es la narrativa que una persona crea acerca de quién es, qué ha pasado en su vida y cómo ha llegado a ser quien es en la actualidad. Incluye los eventos y experiencias significativas de la vida de una persona, así como las interpretaciones que hace de estos eventos.
La forma en que una persona construye su identidad narrativa puede influir en su autoconcepto, su bienestar emocional y su comportamiento. Al contar su historia de vida, una persona puede encontrar un sentido de propósito y significado, y puede entender mejor su lugar en el mundo.
Contamos nuestra historia según la vivimos, con espíritu de lucha o con derrota, con vergüenza o pudiendo detectar factores agravantes. Nos cuesta modificarla porque depende de nuestro propio carácter, formación, valores, y como estos nos ayudan a renacer o a sentir que vamos muriendo sin remedio, que podemos luchar o tiramos la toalla ante adversidades, del mismo modo que los triunfos nos impulsan o nos detienen si los damos como suficientes.
Por eso es posible que los protagonistas de una misma historia tengan vivencias opuestas. Eso es que para algunos puede ser el epílogo y para otros un prefacio en sus vidas. Sin embargo, es posible cambiar esa narrativa original. Al cambiar nuestra interpretación de nuestras experiencias y seleccionar diferentes experiencias para incluir en nuestra historia, podemos crear una identidad mas positiva y empoderadora.
Eso sí, es un proceso que puede llevar tiempo y requiere paciencia y práctica. Sé amable contigo mismo y celebra los pequeños avances que hagas en el camino. Debe haber voluntad de hacerlo y perder el miedo a lo que podemos ocultar en nuestros inconscientes, como los niños que olvidan los abusos, sobre todo sexuales, por temor a reconocer que hubo ciertas sensaciones que no fueron tan malas aunque el abuso en sí sea ya de por sí desagradable.
En fin, como alguna vez escribió Gabriel García Márquez, "la vida no es lo que uno vivió, sino la historia que uno cuenta y cómo la cuenta".
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
www.dramendozaburgos.com
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infanto-juvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.