Los tatuajes forman parte de la simbología de los miembros de la mara Salvatrucha. En las fotos, pierna de uno de los detenidos con un tatuaje que representa al Joker; otro con la Virgen de Guadalupe; y los tres puntos en la mano que prueban la pertenencia a este peligroso grupo.
La mara Salvatrucha
arraiga en España
Una
operación de la Guardia Civil alerta sobre la presencia de dos cabecillas de
esta peligrosa organización, que pretendía lavar dinero sucio en Alicante
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Por Jesús Duva
“La mara Salvatrucha es una auténtica mafia latina”. Lo
asevera un oficial del Servicio de Información (antiterrorista) de la Guardia
Civil que ha participado en la Operación Cruasán. En ella fueron detenidos hace unos días 35 presuntos integrantes de
esta temible organización criminal de origen centroamericano. “Es la primera
operación que se realiza en España contra las auténticas maras. Las que ha
habido anteriormente eran imitaciones”, afirma.
Las maras son originarias de El Salvador y Honduras, si bien su
auténtica matriz se halla en Estados Unidos, a donde emigraron en torno a 1970
miles de guerrilleros y militares centroamericanos, acostumbrados a matar.
Estos controlaban el tráfico de drogas, armas y personas. Tras la firma de la paz
entre la guerrilla y el Ejército, miles de salvadoreños fueron deportados a su
país al no encajar ya como asilados políticos en Norteamérica. En la actualidad
se calcula que hay unos 300.000 mareros (pandilleros) en El Salvador, Honduras,
Guatemala y, en menor medida, en Nicaragua, según la Guardia Civil.
La Pandilla 18 y la mara Salvatrucha, conocida como MS13,
son las más sobresalientes. La Salvatrucha —nombre que procede de Salva, abreviación
de El Salvador; y trucha, que significa gente lista— opera en Centroamérica y
en 22 Estados de México.
Las maras se articulan en clicas o células compuestas cada
una de ellas por entre 40 o 50 individuos, muy jerarquizados y residentes en el
mismo barrio. La cúpula internacional está integrada por 30 jefes, según
fuentes de la policía salvadoreña.
La policía y la Guardia Civil han detectado clicas
“consolidadas” en Barcelona, Tarragona, Gerona, Madrid, Alicante, así como
“indicios de implantación” en Cáceres, Melilla, Castellón, Lleida y Valencia.
“El incremento de esta
implantación obedece a una estrategia dirigida por líderes de origen
centroamericano, que dependen jerárquicamente de los de sus países natales y de
los Estados Unidos, desde donde controlan las clicas existentes en España”,
según un informe policial.
La operación Cruasán empezó a gestarse en el verano de 2012,
tras el intento de asesinato de un joven pandillero de los Latin Kings en los
lavabos de un local nocturno del puerto de Alicante. Fueron detenidos ocho
jóvenes, entre ellos uno que dijo haber pertenecido a la mara Salvatrucha. El
oficial de la Guardia Civil explica cómo comenzó todo: “El Ministerio del
Interior entendió que aquí había algo muy serio, algo que podía desestabilizar
al Estado, y encargó las investigaciones al Servicio de Información”
(especializado en lucha contra el terrorismo). Saltaron las alarmas.
“Lo que se había detectado hasta ahora en España eran
pseudomaras o imitadores de mareros, de generación espontánea y sin vinculación
real con la auténtica mara”, sostienen varios informes del Ministerio del
Interior. “Sin embargo, la operación Cruasán ha evidenciado la primera maniobra
de implantación real de la mara Salvatrucha en Europa, concretamente en
España”, agregan. La operación de la Guardia Civil, según fuentes del instituto
armado, ha destapado dos aspectos relevantes. Por un lado, la llegada a España
de dos cuarentones, supuestos delegados de la organización central (uno
detenido en Barcelona y otro en Ibi, Alicante). Y, por otro lado, el
descubrimiento de documentos que supuestamente demuestran el envío de dinero
desde El Salvador para montar en Alicante una red de bares y restaurantes. El
objetivo último de este entramado empresarial, según fuentes de la Guardia
Civil, sería poder disponer de un sistema de lavado de dinero procedente de sus
actividades delictivas.
Los dos presuntos embajadores asentados en España —uno de
ellos apodado Virus y residente en Barcelona— tenían la misión de controlar las
diversas células. “Ese es un salto cualitativo muy importante, ya que
anteriormente solo veían a España cabecillas para reuniones de adoctrinamiento.
La presencia de estos dos individuos nos lleva a pensar que pretendían
convertir España en la plataforma para ampliar su actividad a otros países
europeos”, señala el mando de la Guardia Civil.
La investigación, que aún se halla bajo secreto judicial,
apunta a que la Salvatrucha no es un conjunto de simples pandilleros juveniles,
violentos y desarraigados. El temor del Ministerio del Interior es que, aprovechando
su férrea estructura jerarquizada, se dediquen a cometer robos, tráfico de
drogas y extorsiones.
El juzgado de instrucción número 1 de Ibi ha decretado el
encarcelamiento de 18 de los detenidos en la redada, entre los que hay
salvadoreños, rumanos, ecuatorianos, bolivianos, hondureños, paquistaníes,
búlgaros y marroquíes. Los encargados del caso, que les acusan de formar parte
de una organización criminal, solo hallaron en su poder armas simuladas, aunque
creen que poseen escondites con armas reales.
Este tipo de grupos violentos suele generar graves problemas
de seguridad y desestabilización social. En España no ha ocurrido aún quizá
porque el clima social es muy diferente del de sus países de origen, según
varios expertos.
Un investigador resalta la peligrosidad de estos pandilleros con
el ejemplo del salvadoreño Juan Elías García, un veinteañero de la Salvatrucha,
que fue arrestado hace cuatro días en Nicaragua. Estabaentre los 10 más buscados por el FBI, que
ofrecía por él una recompensa de 100.000 dólares. Está acusado del asesinato de
Vanessa Argueta, de 19 años, y su hijo de dos años, Diego Torres, en febrero de
2010 en Nueva York.