Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
Hace unos días, cuando leía la noticia del asesinato del rapero XXXTentacion, de apenas 20 años, recordaba ese viejo dicho que reza “el que mal anda, mal acaba”. El músico, al que le dispararon -aparentemente fue víctima de un asalto-, es un típico caso de un ser conflictuado que trataba de salir a flote a pesar de sus problemas. Evidentemente fracasó en su intento.
Estaba esperando un juicio por violencia doméstica tras un incidente con su novia embarazada y antes había estado bajo arresto domiciliario por agresión y acoso.
Entonces surge la duda: ¿Se puede reconducir la conducta del ser humano? Sí, claro que es posible. Pero a mayor edad, más difícil. Lo primero que se requiere es voluntad. Si realmente el individuo no tiene intenciones de cambiar, la tarea es sencillamente imposible. En el caso de los niños es más fácil poder ilusionarnos con una recompensa, además de hacerlos sentir queridos y aceptados por sus mayores y sus pares. A medida que se hacen mayores, cada vez es más complicado. La ganancia de cambiar debe ser un trabajo o una actividad que les haga sentirse valiosos.
Si hay una enfermedad concomitante, lo ideal es que se realice un tratamiento farmacológico de la misma. También psicoterapias, terapias de cambio de conducta con refuerzos positivos, pero todo debe ir orientado a reforzar la autoestima y valía de esa persona. Se debe, por supuesto, mejorar el control de la frustración y activar la voluntad de cambio.
En estos días donde el Mundial de Rusia invade todas las pantallas, es inevitable pasar por alto el lamentable show de Diego Maradona en los diferentes estadios, desde la incitación a la violencia con gestos obscenos hasta su evidente descuido personal, siempre asociado a sus adicciones. Insisto: todos pueden cambiar, pero solamente si ellos lo desean. En el caso de las adicciones es más bien una conducta aprendida, reforzada por una sensación de bienestar y euforia que suele ser instantánea. Sin embargo, muchas veces acaba en frustración cuando las adicciones empiezan a dejar problemas o secuelas no deseables.
En ese sentido, las compañías son fundamentales, para bien o para mal. Así como un entorno familiar sólido puede oficiar como escudo protector, las malas amistades son un verdadero caldo de cultivo para conductas desviadas. A menor autoestima y peor calidad de relaciones con figuras de autoridad como los padres o maestros, mayor influencia tendrán las malas compañías.
En muchos casos, una solución son los centros de rehabilitación. Pueden ayudar, pero siempre y cuando sean menos represivos y estén dirigidos por personas que traten a los jóvenes con afecto y les brinden su amistad y trato con respeto, pero acatando normas. No funciona una disciplina exclusivamente militar sino una basada en el consenso y la empatía de todos. Es importante que las reglas no sean tan rigurosas ni demasiadas, pero sí muy claras.
En casos más extremos, cuando el individuo acaba en la cárcel, las posibilidades de regeneración disminuyen considerablemente. Más allá del hacinamiento, el problema de los centros penales, y sobre todo en Centroamérica, es lo que ocurre entre bastidores. Cuando no están bajo el escrutinio de los guardas, desgraciadamente los reclusos se lastiman y abusan de los más débiles. Su única posibilidad de supervivencia es volverse malo y fuerte. Aunque son pocos los casos, aquellos que aprenden un oficio dentro de prisión, logran un triple objetivo: se alejan del ambiente violento, mantienen su mente ocupada y están preparados para una eventual salida en libertad.
El joven rapero XXXTentacion era un ejemplo, pero su oscuro pasado llevó a otros a que le asesinaran. El suyo es un caso testigo: no es fácil la reinserción en la sociedad.
Recomiendo escuchar de él, las canciones Sad , Changes y Save me.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones
en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y
Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi
actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos
direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica
privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de
comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de
extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su
tradicional estigma.
Fui
la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en
ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La
tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia
regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes
que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos
acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato
de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a
la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.