Compilado por Luis Montes Brito
Un día como
hoy 30 de Marzo de 1544 en Sevilla,
España, el padre dominico Fray Bartolomé de las Casas es consagrado obispo
de Chiapas, México. Bartolomé de las Casas nació en Sevilla en 1484. Su
padre, Pedro de Las Casas, mercader de profesión, era oriundo de
Tarifa (Cádiz) y según se cree de familia conversa. Madre de Bartolomé fue
Isabel de Sosa. Entre los parientes más cercanos de la familia estaba el
capitán Francisco de Peñalosa, amigo de Cristóbal Colón. De sus primeros
recuerdos sobre el Nuevo Mundo, retenía en la memoria la imagen de aquellos
siete indios, que acompañaban al descubridor el 31 de marzo de 1493 en
Sevilla, "los cuales vio en Sevilla y posaban junto al arco que se
dice de las imágenes, situado junto a la iglesia de San Nicolás. Llevó
papagayos verdes, muy hermosos y coloreados y guaizas, que eran unas carátulas
hechas de pedrería de huesos de pescado". Su padre, Pedro Las
Casas, y uno de sus tíos, Francisco de Peñalosa, se embarcaron en 1493 para
el Nuevo Mundo formando parte del segundo viaje colombino. También recordaba que,
en junio de 1496, vio regresar a Colón de su segundo viaje, vestido de
franciscano. En 1499 regresó su padre con un indio esclavo que se lo había
regalado Colón y que pasó a disfrutarlo Bartolomé hasta que en
1500, por orden de Isabel la Católica, fue devuelto a su lugar de origen, junto
con otros indios que habían sido llevados a España. Sabemos que durante los
tres primeros meses de 1500 se desplazó a Granada para colaborar, como auxiliar
de las milicias sevillanas, en el sofocamiento de la rebelión de los moriscos.
Se ha especulado mucho acerca de sus estudios. No consta que acudiera a la
Universidad ni que poseyera el título de licenciado cuando se embarcó para las
Indias en 1502. Más probable es que estudiara en algún colegio de Sevilla
latinidad y humanidades. A principios de 1502, Bartolomé de Las Casas,
acompañando a su padre y a su tío, se embarcó para La Española en la flota del
nuevo gobernador Nicolás de Ovando. En esa fecha, aunque se ha venido
sosteniendo lo contrario, parece que Bartolomé todavía no era
clérigo, y sus intereses eran más económicos que religiosos. Actuaba como un
colono más: fue minero y encomendero en La Española, además de colaborador en
las guerras de Jaraguá y del Higüey. Tuvo hacienda e indios en las orillas del
río Janique y hasta 1514 siguió siendo estanciero. Entretanto, en 1507, regresó
al Viejo Mundo y marchó a Roma, donde recibió las órdenes sacerdotales. Sin
embargo, esperó hasta 1510 para cantar su primera misa en Concepción de la
Vega. En la primavera de 1512, tras vender su hacienda, se unió a la conquista
de Cuba, como capellán de los conquistadores, y recibió una buena encomienda
que atendió hasta 1514. Será a mediados de este año cuando Las Casas viva
su primera conversión y renuncie a los indios de su repartimiento por razones
de conciencia. Estaba convencido de que debía "procurar el remedio de
estas gentes divinalmente ordenado". Se sentía predestinado para esta
misión. Vuelto a Santo Domingo, estableció contacto con los dominicos. Fray
Pedro de Córdoba decidió enviar a Bartolomé, junto con Antonio de
Montesinos, a España para denunciar la encomienda y sus abusos. Las
Casas y Montesinos pudieron entrevistarse el 23 de diciembre de 1515
con Fernando el Católico, ya muy enfermo. También hablaron con el obispo Rodríguez
de Fonseca que no les concedió mayor atención. Mejor suerte tuvieron al
dirigirse al cardenal Jiménez de Cisneros y a Adriano de Utrecht, el futuro
papa Adriano VI, con los que discutieron algunos remedios, como enviar a Santo
Domingo a tres frailes jerónimos en calidad de gobernadores. Las Casas les
acompañaría como asesor y por esas mismas fechas fue también nombrado "procurador
o protector universal de todos los indios de las Indias". De regreso nuevamente en La
Española, en 1517, los jerónimos entraron pronto en conflicto con Las
Casas y los dominicos, quienes volvieron a enviar a Bartolomé a
España. El 19 de mayo de 1520 obtuvo en La Coruña una capitulación para llevar
a cabo un proyecto de colonización pacífica en la costa de Paria, actual
Venezuela. A principios de 1521 emprendió viaje con sus labradores españoles
hacia San Juan de Puerto Rico. Su idea era establecer en Paria a esos
labradores y propiciar de manera pacífica el acercamiento a los indios que,
conservando plenamente su libertad, escucharían la predicación del Evangelio y,
sin violencia alguna, como la gente de otros muchos lugares, aceptarían al rey
de España como el suyo propio. A finales de 1521, tras fracasar, reemprendió
viaje a Santo Domingo. A partir de 1531 comenzó a predicar en Puerto de Plata
contra los colonos españoles, los cuales consiguieron que sus superiores lo trasladaran
a Santo Domingo. En esta capital, en 1533, consiguió la rendición del cacique
Enriquillo, sublevado desde 1519. A finales de 1534, fray Bartolomé y
otros tres dominicos emprendieron un viaje al Perú para trabajar en defensa de
los indios y fortalecer también las actividades de su orden. Una serie de
dificultades impidió a Las Casas llegar a su destino. En lugar
de ello, estuvo en Panamá, Nicaragua y México (1536). De allí pasó a Guatemala,
en donde residió poco menos de dos años. En ese lugar escribió otra de sus
obras más importantes, la intitulada De unico vocationis modo, conocida en
español como "Del único modo de atraer a todos los pueblos a la
verdadera religión". En ese largo tratado la tesis central era que la
única forma de promover la conversión de cualquier ser humano no era otra que
la vía de la persuasión y jamás valiéndose de las armas o de cualquier otra
manera de violencia. Proceder así sería actuación "temeraria,
injusta, inicua y tiránica". En paralelo con lo que escribía, acometió
entonces el proyecto de penetración pacífica en la región de Tezulutlán,
considerada hasta entonces como tierra de guerra en Guatemala. La entrada en la
que se llamaría la Vera Paz, implicaba la prohibición de que ningunos otros
españoles podrían pasar a ella en tanto que allí se efectuaba la conversión de
los indígenas en términos del único modo de atraer a todos los pueblos a la
verdadera religión, por medio del diálogo y la persuasión. En 1538 el
padre Las Casas y su secretario el padre Rodrigo de Ladrada,
viajaron a México para participar en el capítulo de la orden dominicana.
Concluido éste, ambos se embarcaron con rumbo a España. Allí, a principios de
1540, Las Casas obtuvo que se expidieran varias reales cédulas
que favorecían los trabajos de su misión en Tezulutlán. Por ese tiempo escribió
su célebre Brevísima relación de la destrucción de las Indias, así como la obra
que se conoce como"Los dieciséis remedios para la reformación de las
Indias". Residiendo en Valladolid, estuvo en contacto con el emperador
Carlos V (el rey español Carlos I), al que había conocido veinte años antes.
Éste, prestando oídos a las demandas de Las Casas, convocó a las
que se conocen como Juntas de Valladolid en las que fray Bartolomé,
según se dice, presentó su Brevísima relación de la destrucción de las Indias y
los ya mencionados Dieciséis remedios. Consecuencia de lo que allí se discutió,
fue la promulgación el 20 de noviembre del mismo 1542 de las que fueron
conocidas como Leyes Nuevas. En ellas se prohibía la esclavitud de los indios,
se ordenaba además que todos quedaran libres de los encomenderos y fueran
puestos bajo la protección directa de la Corona. Se disponía además que, en lo
concerniente a la penetración en tierras hasta entonces no exploradas, debían
participar siempre dos religiosos que vigilarían que los contactos con los
indios se llevaran a cabo en forma pacífica dando lugar al diálogo que
propiciara su conversión. Al año siguiente, en marzo de 1543, el emperador
presentó a fray Bartolomé de Las Casas al papa como candidato
al obispado de Chiapas. Disposición complementaria fue la de incluir dentro de
los límites de su diócesis la región de Tezulutlán donde se desarrollaba el
proyecto de penetración pacífica concebida por fray Bartolomé. Un
día como hoy 30 de Marzo de 1544 Fray Bartolomé de las Casas fue consagrado obispo de
Chiapas, México en la capilla del convento de San Pablo
en Sevilla, se embarcó en julio de 1544 con rumbo a La Española de donde se
dirigió a su diócesis en una travesía que lo llevó a desembarcar en Campeche.
Establecido ya en Ciudad Real de Chiapas, quiso enterarse desde un principio
acerca de la conducta de sus feligreses con los indígenas. Redactó entonces
los "doce puntos de su Confesionario" que publicaría
más tarde con el título de Avisos y reglas de confesores. Al percatarse de la
situación imperante en Chiapas, dispuso que nadie pudiera absolver a quienes
tuvieran indios esclavos. Esto provocó reacciones extremadamente
adversas. Las Casas excomulgó a los encomenderos y a quienes se
oponían a lo dispuesto por él. Tras visitar la región de Tezulutlán, se
trasladó a México para participar en una Junta de Prelados y religiosos que
allí se celebró. En esa Junta tuvo un enfrentamiento con el virrey Antonio de
Mendoza que se oponía a dar entrada a la cuestión de la esclavitud de los
indios. En busca de apoyo a las tesis que defendía y asimismo a la misión de
Tezulutlán, viajó nuevamente a España a principios de 1547. Residiendo en
Valladolid continuó la redacción de su "Historia de las Indias". Consecuencia de las gestiones que
realizó fue que se convocara en julio de 1550, en Valladolid, a una junta de
teólogos, expertos en derecho canónigo y miembros de los consejos de Castilla y
de las Indias. El propósito era discutir las formas de cómo debía procederse en
los descubrimientos, conquistas y población en las Indias. Participaron en la
Junta, además de Las Casas, Juan Ginés de Sepúlveda, fray Domingo
de Soto, fray Melchor Cano y fray Bartolomé Carranza. Tanto
fray Bartolomé como Sepúlveda expusieron allí sus ideas.
Escritos muy diferentes se derivaron de esa Junta. Uno fue el texto que redactó
Sepúlveda como apoyo de otro trabajo suyo escrito poco antes, intitulado
Demócrates alter, en el que sostenía que los indios, como seres inferiores,
debían quedar sometidos a los españoles. El otro escrito de fray Bartolomé fue
la Apología, texto clave en las discusiones. La Junta quedó inconclusa y por
ello volvió a convocarse el año siguiente. Tal vez, al percatarse fray Bartolomé de
que en esa Junta no se llegó a tomar decisión alguna, optó por otras formas de
proceder. Una fue renunciar a su obispado de Chiapas para consagrarse más
libremente en España a la terminación y publicación de sus obras, así como a la
obtención de cédulas reales en favor de los indios, de modo especial de los que
habitaban en Tezulutlán. Así, en 1552, obtuvo el envío de otros misioneros a
las Indias; además logró la publicación de una serie de tratados entre ellos
la "Brevísima relación de la destrucción de las indias",
"el Confesionario", "El tratado sobre esclavos" y
otros que aparecieron en Sevilla en el mismo 1552. Residiendo allí tuvo a su
alcance la llamada Biblioteca Colombina, en la que pudo consultar libros y
manuscritos que le permitieron avanzar en la redacción de su "Historia
de las Indias". Fue también entonces cuando, como trabajo
complementario, inició la redacción de la que se conoce como "Apologética
historia sumaria", verdadero tratado de antropología comparada en el
que, poniendo en parangón a las culturas indígenas con las de la antigüedad
clásica, subraya las virtudes y grandes merecimientos de los habitantes del
Nuevo Mundo. Singular experiencia para Bartolomé fue
encontrarse, de regreso en Valladolid, con un indígena caxcán de Zacatecas,
llamado Francisco Tenamaztle. Este había sido deportado a España por haber
encabezado una rebelión en su tierra.Las Casas, tras escuchar a
Tenamaztle, emprendió con él su defensa. Se conservan interesantes documentos,
varios suscritos por Tenamaztle, en los que éste daba a conocer al Consejo de
Indias su situación y la de su pueblo, demandando justicia. Las Casas en
esta actuación hizo aplicación de sus ideas al caso particular de Tenamaztle y
los indios caxcanes de la lejana Nueva España. Doloroso debió ser para
fray Bartolomé enterarse más tarde de que en 1558 los
dominicos que trabajaban en la Vera Paz en Guatemala reconocieran la necesidad
de aceptar el uso de las armas para someter a los indios de la región Lacandona
y de Puchutla. Tal forma de proceder, a la que siguió en 1559 la iniciación de
hostilidades en la región de Tezulutlán, significó el fracaso de una idea que
pudo haberse realizado y a la que tantos desvelos había consagrado. Los últimos
años de su vida los pasó en Madrid. Había concluido ya para entonces
la Historia de las Indias. Todavía escribió varios memoriales, así como
la obra que intituló De thesauris, en la que cuestionaba el
supuesto derecho de propiedad, tanto de los tesoros derivados del rescate del
inca Atahualpa, como de aquellos otros encontrados en los sepulcros o guacas de
los indígenas. En febrero de 1564 hizo su testamento y todavía pudo escribir un
memorial al Consejo de Indias reafirmándose en todo lo que había expresado en
defensa de los indios. El 17 de julio de 1556 murió fray Bartolomé de
Las Casas en el convento de
Nuestra Señora de Atocha en Madrid. Sepultado en la capilla mayor del convento,
sus restos fueron llevados más tarde al convento dominico de San Gregorio en
Valladolid. Fray Bartolomé de Las Casas, que dedicó su vida a la
defensa de los pueblos indígenas, es hoy reconocido universalmente como uno de
los precursores en la teoría y en la práctica de la defensa de los derechos
humanos.
Un día como hoy 30 de
marzo de 1853 nace Vincent Van Gogh en territorio que hoy se conoce como Holanda (Países Bajos). Vincent Van Gogh nació
un día como hoy 30 de marzo de 1853 en Groot-Zunder, hijo de un pastor
protestante holandés. Con 27 años ya había trabajado en una galería de
arte, había dado clases de francés, había sido estudiante de teología y evangelizador
entre los mineros de Wasmes, en Bélgica. Sus experiencias como predicador se
pueden observar en sus primeras composiciones sobre campesinos, de las cuales
la más conocida es la tosca y directa Los comedores de papas (1885,
Museo Vincent van Gogh, Amsterdam, Holanda), uno de los diez únicos grabados
que el pintor hizo a lo largo de su carrera. Oscuras y sombrías, a veces
descarnadas, sus primeras composiciones ponen en evidencia el intenso deseo de
expresar la miseria y los sufrimientos de la humanidad tal y como él los vivió
entre los mineros de Bélgica. En 1886 viaja a París para vivir con su
hermano Théo van Gogh, que era marchante de arte, y allí se familiarizó
con los nuevos movimientos artísticos que estaban en pleno desarrollo. Recibió
gran influencia de la obra de los impresionistas y por la de
los grabadores japoneses como Ando Hiroshige y Hokusai,
comenzó a experimentar con las técnicas de la época. Más adelante adoptó los
brillantes matices pictóricos de artistas franceses como Camille Pissarro y
Georges Seurat. En 1888 abandono la capital francesa para trasladarse al
sur de Francia con la esperanza de atraer allí a algunos de sus amigos y fundar
con ellos un Taller del Mediodía. Bajo el sol ardiente de la Provenza,
pintó escenas rurales, cipreses, campesinos y otras características de la vida
de la región. Durante ese periodo en el que vivió en Arles, empezó
a utilizar las pinceladas ondulantes y los amarillos, verdes y azules intensos
relacionados con obras tan conocidas comoDormitorio en Arles (1888,
Museo Vincent van Gogh) y Noche estrellada (1889, Museo de
Arte Moderno, Nueva York, Estados Unidos). Son también de esta época Descargadores
en Arles(1888) y Les Vessenots en Auvers (1890), ambas en
el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid (España). Para él todos los fenómenos
visibles, los pintara o los dibujara, parecían estar dotados de una vitalidad
física y espiritual. Logró contagiar su entusiasmo al pintor Paul Gauguin, al
que había conocido en París, para que fuera a verle a Arles. Tan sólo les duró
dos meses la paz y la armonía ya que después empezaron a tener violentos
enfrentamientos que culminaron en una pelea en la que Van Gogh, fuera de sí,
amenazó a Gauguin con una navaja; esa misma noche, sumido en un profundo
remordimiento, Van Gogh se cortó parte de la oreja. Pasó algún tiempo
internado en un hospital de Arles y un año en el manicomio de Saint-Rémy,
situado en esa misma región. Durante ese periodo siguió trabajando entre los
varios ataques de locura que sufrió. Más tarde pasó tres meses en Auvers atendido
por un médico cordial cuyo retrato pintó (El doctor Paul Gachet, 1890,
Museo de Orsay, París). Vincent van Gogh padeció de muchos problemas físicos
debido, en parte, a la pobreza y a la desnutrición. Fue adicto a la caña de
ajenjo, peligrosa bebida narcótica popular a finales del siglo XIX. Parece ser
que padeció sífilis, tinnitus, envenenamiento por plomo, síndrome de Meniere y
de epilepsia. Sus dos hermanos murieron jóvenes y su hermana, Wilhelmina, pasó
la mayor parte de su vida en un asilo mental. Inmediatamente después de
acabar su inquietante Cuervos sobre el trigal (1890, Museo
Vincent van Gogh), se disparó un tiro en el estómago el 27 de julio de 1890. A
pesar de su herida se arrastró de vuelta a la casa en Auvers-sur-Oise,
donde murió dos días después en brazos de su hermano Theo. "Yo arriesgué
mi vida por mi trabajo, y mi razón siempre fue menoscabada": estas son las
palabras de Vincent en su última carta encontrada en su bolsillo en Julio 29,
1890. Realizó cerca de 750 cuadros y 1600 dibujos. En 1973 fue inaugurado en
Amsterdam el Museo Vincent van Gogh. Obras
seleccionadas: La cosecha,
1888, El huerto blanco, 1888; El dormitorio, 1888;El puente de Langlois,
1888; La casa amarilla, 1888; La noche, 1889; Los girasoles, 1888; Lirios,
1890; Campo de trigo con cuervos, 1890; El puente de Langlois en Arles, 1888;
El Moulin de la Galette, 1887; La italiana, 1887; Retrato del artista, 1887; El
salón de baile en Arles, 1888; Retrato de Eugène Boch, 1888; La noche
estrellada sobre el Ródano, 1888; La habitación de Arles, 1889; Campo de
olivos, 1889; Autorretrato, 1889; Retrato del doctor Gachet, 1890; Campos en
Cordeville, 1890.
Foto del cheque emitido por Estados Unidos a favor de Rusia por la compra del territorio de Alaska.
Un día como hoy 30 de Marzo
de 1867 Estados Unidos compran Alaska a Rusia por
7,2 millones de dólares estadounidenses. Tomado de la actualidad de Rusia.
Por Gueorgui Manáiev. En
1867 Rusia vendió el territorio de Alaska a Estados Unidos por 7,2 millones de
dólares. Sólo en los primeros cincuenta años de propiedad, los norteamericanos
obtuvieron ganancias cien veces superiores al valor de la compra. La petición de adhesión de Alaska a
Rusia, publicada en el sitio web de la Casa Blanca, ha acumulado al 2014
más de 35.000 firmas. Son muchos los que todavía creen que los
norteamericanos robaron Alaska a Rusia, que la alquilaron y no la devolvieron a
sus dueños, pero, contrariamente a los mitos populares, la transacción fue
justa y ambas partes tenían razones de peso para llevarla a cabo. En el siglo
XIX la Alaska rusa era un centro de comercio internacional. En su capital,
Novoarjánguelsk (actual Sitka), se vendían telas chinas, té e incluso el hielo
que se utilizaba en los EE UU antes de que se inventaran los frigoríficos. Se
construyeron barcos y fábricas, se extraía carbón. Ya entonces se tenía conocimiento
de los numerosos yacimientos locales de oro. Vender algo así parecía una
locura. A los comerciantes rusos les atraía de Alaska el marfil de morsa, cuyo
precio no era inferior al de elefante, y las preciosas pieles de nutria de mar
que obtenían gracias al trueque con los aborígenes. Estas actividades estaban
concentradas en manos de la Compañía Ruso-Americana (conocida por sus siglas en
ruso, RAK). La dirigían personas valientes, empresarios rusos del siglo XVIII,
viajeros atrevidos y estraperlistas. Todos los yacimientos de Alaska
pertenecían a la compañía, que podía alcanzar de manera independiente contratos
comerciales con otros países, contaba con bandera y moneda propia, los 'marcos
de cuero'. Los privilegios se los concedió a la compañía el gobierno zarista
que no sólo cobraba unos altísimos impuestos sino que entre los accionistas de
la RAK también figuraban zares y miembros de su familia. El
'gobernador principal' de los asentamientos rusos fue un comerciante de gran
talento llamado Alexander Baránov. Construyó escuelas y fábricas y enseñó a los
aborígenes a plantar nabos y patatas. Construyó una fortaleza y un
astillero y extendió la práctica de la pesca de las nutrias de mar. Baránov se
hacía llamar el 'Pizarro ruso' y se encariñó de Alaska no sólo por razones
económicas sino de corazón: su mujer era la hija de un caudillo aleutiano. Con
Baránov la Compañía Ruso-Americana gozaba de unos ingresos cuantiosos: ¡más del
1000% de beneficios! Pero cuando, ya anciano, se apartó del negocio, su puesto
fue ocupado por el teniente comandante Gagermeister, que trajo un nuevo equipo
de empleados y accionistas procedentes de círculos militares. Desde entonces,
según un decreto oficial, la compañía sólo podían dirigirla oficiales de la
Marina. Los siloviks, antiguos miembros de los servicios de seguridad, se
hicieron con el poder de una empresa ventajosa, pero sus acciones llevaron la
compañía a la quiebra. Los nuevos propietarios se asignaron
salarios astronómicos: oficiales subalternos percibían 1.500 rublos al año (un
sueldo comparable a los de los ministros y senadores) y el jefe de la compañía,
150.000 rublos. Por otro lado, los precios de las pieles compradas por la
población local se redujeron a la mitad. Como resultado, durante las dos
décadas siguientes los esquimales y aleutianos exterminaron a casi todas las
nutrias, privando a Alaska de su recurso más lucrativo. Los aborígenes cayeron
en la miseria y empezaron a sublevarse, levantamientos que los rusos sofocaban
abriendo fuego contra las aldeas ribereñas con sus buques de guerra. Los
oficiales trataron de encontrar otras fuentes de ingresos. Fue entonces cuando
empezaron a comerciar con hielo y té, alternativas que los empresarios no
consiguieron organizar de manera sensata, pero los directivos ni siquiera
pensaron en ponerse salarios más bajos. Finalmente a la Compañía Ruso-Americana
le acabaron asignando una dotación gubernamental de 200.000 rublos al año. Pero
esto tampoco la salvó. En ese mismo periodo estalló la guerra de Crimea, en la
que Rusia combatió contra Inglaterra, Francia y Turquía. Luego quedó claro que
el país no sería capaz de abastecer y proteger a Alaska: las vías marítimas
estaban controladas por los barcos de los aliados. Incluso la perspectiva de la
extracción del oro empezó a no verse clara. Temían que una Inglaterra hostil
pudiera bloquear Alaska y entonces Rusia se quedase sin nada. A pesar de la
creciente tensión entre Moscú y Londres, las relaciones con las autoridades
norteamericanas eran cordiales, y la idea de vender Alaska surgió casi de forma
simultánea por parte de ambos lados. El barón Eduard de Stoeckl, enviado por
Rusia a Washington, entabló las negociaciones en nombre del zar junto con el
secretario de Estado norteamericano William Seward. La bandera
rusa no quería bajarse. Mientras
las autoridades se ponían de acuerdo, la opinión pública de ambos países se
oponía a la transacción. “¿Cómo vamos a entregarles tierras en cuyo
desarrollo hemos invertido tanto tiempo y esfuerzo, donde se abrieron minas de
oro y líneas telegráficas?”, escribían los periódicos rusos. “¿Para qué
necesita América ese cofre de hielo y 50.000 esquimales salvajes que beben
aceite de pescado para desayunar?”, se escandalizaba la prensa
norteamericana con el apoyo del senado y el congreso. Pero, con todo, un día
como hoy 30 de marzo de 1867, se firmó en Washington el contrato de venta de
1,5 millones de hectáreas de posesiones rusas a Estados Unidos por 7.200.000
dólares, una suma de dinero puramente simbólica. No se vende tan barato ni
siquiera las tierras yermas de Siberia. Pero la situación era crítica: incluso
podían quedarse sin percibir esa cantidad. La transferencia oficial de las
tierras se celebró en Novoarjánguelsk. Tropas estadounidenses y rusas se
apostaron junto a un mástil del que empezaron a arriar la bandera de Rusia
después de una salva de cañones. Pero la bandera se enredó en la parte superior
del mástil. Un marinero que se encaramó a la bandera la arrojó y por casualidad
cayó directamente sobre las bayonetas rusas. ¡Una mala señal! Después de esto
los norteamericanos empezaron a requisar los edificios de la ciudad, que fue
rebautizada con el nombre de Sitka. Varios centenares de rusos, decididos a no
aceptar la ciudadanía norteamericana, fueron obligados a evacuar a bordo de
barcos mercantes y no pudieron volver a sus casas hasta pasado un año. No tardó
mucho en llegar la fiebre del oro de Klondike al 'cofre de hielo': este frenesí
de inmigración en pos de prospecciones auríferas aportó a Estados Unidos
cientos de millones de dólares. Una lástima, por supuesto. Pero quién sabe cómo
serían las relaciones entre las principales potencias del mundo si Rusia no se
hubiera librado en su momento de una región problemática y deficitaria, de la
cual sólo podían obtener ingresos comerciantes talentosos y audaces, pero de
ningún modo oficiales de la Marina. La compra se hizo efectiva el 18 de octubre de 1867, hoy recordado como el Día de Alaska.
Un día como hoy 30 de Marzo de 1932 estreno
de Santa, considerada la primera película sonora del cine mexicano. Santa es la
primera película mexicana sonora, realizada en 1931 y estrenada un día
como hoy 30 de Marzo de 1932. Se considera la
primera película con sonido perfectamente sincrónico a la imagen. No obstante
la primera fue "El Águila y el Nopal (1929) del Director Miguel Contreras
torres, el cortometraje sonoro "El Inocente"(1929) con las
actuaciones de Emilio Tuero y Adela Sequeyro, posteriormente, Más
fuerte que el deber (1930) de Rafael Sevilla ambas en sistemas de
discos (Vithaphone), sin embargo las técnicas utilizadas antes de Santa las
filmaron en rollos sin sonido y al momento de proyectarse eran sincronizadas
con discos Vitaphone que contenían la pista sonora y las hacía
difíciles de sincronizar. Mexico es el primer país de Latinoamérica y habla
hispana en filmar un largometraje sonoro con el sistema óptico Rodriguez
sound Recording System, el sistema sonoro mexicano de Joselito Rodríguez. La
cinta se filmó en Chimalistac, lugar donde la novela transcurre, y fue
estrenada en la Ciudad de México un día como hoy 30 de marzo de 1932. Santa
está basada en una novela del escritor mexicano Federico
Gamboa escrita en 1908. La protagonista es una joven de diecinueve años que por
azares del destino cae en la prostitución y cuya vida se va degradando poco a
poco hasta su trágico desenlace.
Un día como hoy 30 de Marzo de 1981 en Estados Unidos se realiza un intento de asesinato
contra el presidente Ronald Reagan. El presidente norteamericano, Ronald
Reagan (entonces de setenta años de edad) se encuentra fuera de peligro y su estado de salud no
inspira inquietud a los médicos que le atienden, tras el magnicidio frustrado
perpetrado un día como hoy 30 de marzo de 1981 contra él por un joven en la
puerta del hotel Hilton de la capital federal. Dennis O'Leary, jefe de cirugía
del hospital George Washington, aseguró que el presidente había superado por su
excelente salud las heridas y que desde hoy mismo podría volver a tomar decisiones. Después
de más de dos horas de operación y un desistimiento inicial, una bala del
calibre 22, disparada contra Reagan por un joven de veinticinco años, a unos
tres metros de distancia y que se le había alojado en el pulmón izquierdo, le
fue extraída en la mesa de operaciones por un equipo de cirugía al filo de
las 7 de la noche, hora WDC. A esa misma hora llegaba a Washington
el vicepresidente, George Bush, procedente de Tejas, para asumir interinamente,
de hecho, la máxima autoridad de Estados Unidos, mientras hasta entonces le
sustituía en la Casa Blanca el secretario de Estado, Alexander Haig, que
informó a los Gobiernos aliados y al de la Unión Soviética de los sucesos. La
consternación mantuvo en vilo a la opinión pública norteamericana durante
varias horas, informada en directo del suceso por la televisión. Reagan, que
entró por su propio pie en el hospital George Washington, mostraba su camisa
manchada de sangre. La bala le entró por la axila, pasó cerca del corazón del
presidente, a unos tres centímetros de distancia, y penetró en su pulmón
izquierdo siete centímetros. Jim Brady, jefe de Prensa de la Casa Blanca, que
caminaba junto al presidente a la salida de ambos del hotel Hilton, se hallaba
esta madrugada en estado crítico, ya que recibió un balazo en la sien
izquierda, con salida por el parietal derecho.
El autor de los disparos, que
también hirió gravemente a dos policías, es un joven de veinticinco años sin
antecedentes penales, John Warnock Hinkley, ex discjokey de una
discoteca de Denver actualmente desempleado, de familia acomodada de Evergreen,
en el Estado de Colorado, fue detenido. Por su parte los médicos
consideraron que era mejor no extraerle la bala al presidente Reagan y le aplicaron varias
transfusiones de sangre. El presunto autor de los disparos, John Warnock
Hinkley, estaba siendo interrogado por los servicios secretos en Washington,
mientras la confusión reinaba en todo el país, con millones de norteamericanos
frente a sus receptores de televisión y de radio para seguir las noticias del
atentado perpetrado contra la máxima autoridad de Estados Unidos en la puerta
del hotel Hilton a las 14.30 horas. La espera del vicepresidente, George Bush,
que se hallaba de viaje por el Estado de Tejas en el momento de ocurrir el
atentado, se hizo interminable en la capital federal. Entre tanto, Alexander
Haig se hacía cargo de la Casa Blanca, a la espera de Bush. Los miembros
del comité de crisis se reunieron en la Room Situation de la Casa
Blanca, mientras los despachos de Prensa retardaban paulatinamente la
información, presumiblemente para evitar situaciones de pánico en la población.
Ronald Reagan ingresó por su propio pie en el hospital George Washington de la
capital federal. Apoyado en los hombros de dos de sus escoltas, los curiosos
que presenciaron su llegada quedaron aterrados cuando observaron cómo de la
camisa del presidente, en su costado izquierdo, manaba sangre abundantemente.
Empero, Reagan conservaba lucidez plena. Incluso bromeaba. A su esposa, Nancy,
le dijo que «he olvidado agacharme en el momento de los disparos», y poco antes
de ser conducido a la mesa de operaciones preguntó a uno de sus consejeros,
Edwin Meese: «¿Quién se hace cargo de la tienda?». Mientras tanto el jefe de Prensa de la Casa Blanca,
James Brady, y un policía, se encontraban en estado crítico. La confusión continuaba siendo
grande en Washington, pese a la actitud tranquilizadora del propio
presidente. La edad de Ronald Reagan, setenta años, y la abundante pérdida de
sangre alarmó extremadamente a los norteamericanos, inquietos con la evolución
de las noticias sobre la salud del presidente, ya que, en un principio, se dijo
que Reagan había resultado ileso. Muy probablemente, hasta pasado un cierto
plazo, ni el mismo presidente percibió que estaba herido, como algunos médicos
han puesto de relieve. Esta suposición la avala el hecho de que Reagan no
ingresara en el quirófano del hospital George Washington hasta una hora
después del atentado. Mientras la máquina constitucional norteamericana se
ponía en marcha -el vicepresidente, George Bush, debió sustituir al presidente
en casos de fuerza mayor- la Casa Blanca intentaba tranquilizar a la población,
tamizando cuidadosamente la información. Incluso Michael Reagan, hijo mayor del
presidente, aseguró anoche que su padre se hallaba en buen estado físico. Por
su parte, el Ministerio de Defensa aseguraba que las fuerzas armadas
norteamericanas se encontraban en "condiciones de defensa de grado
5", el nivel de alerta más bajo para situaciones de paz, según las fuentes
oficiales.
La situación de los heridos, sin embargo, parece mucho más
controvertida. James Brady, jefe de Prensa de la Casa Blanca, se hallaba por la noche en gravísimo estado. Incluso la
oficina de Prensa de la Casa Blanca aseguró varias veces que Brady, de cuarenta
años, había fallecido, si bien posteriormente esta información fue desmentida.
Los hechos comenzaron a las 14.30, hora de Washington. El presidente
norteamericano abandonaba a esa hora el hotel Washington Hilton, en el centro
de la capital federal, adonde había acudido a una reunión con dirigentes del
sindicato de la construcción adscrito a la AFL-CIO, la principal central
sindical estadounidense, ante los cuales se había referido a las altas cotas de
violencia en Estados Unidos. Los disparos. Reagan abandonó el hotel en medio de
aclamaciones, repetidas a su salida del Hilton. Cuando el presidente mantenía
su brazo izquierdo en alto, saludando a los curiosos y a los periodistas que
permanecían junto a la puerta, John W. Hinkley sacó su pistola, de calibre 22,
y disparó sobre Reagan y su comitiva a unos tres metros escasos de distancia.
La confusión fue total. Mientras los miembros de la escolta de Reagan empujaban
velozmente al presidente para introducirle a la fuerza en el interior del
automóvil presidencial, el cuerpo exánime del jefe de Prensa de la Casa Blanca,
Jim Brady, rodaba por la acera con la cabeza ensangrentada. Reagan sufrió
uncluso un golpe contra su propio automóvil, mientras decenas de agentes se
precipitaban, provistos de sus armas reglamentarias, contra Hinkley, quien
apenas sin estorbos había disparado seis balas de su pistola. Los cuerpos de
Brady y los de dos policías, uno del servicio de escolta -Timothy MacCarthy, de
31 años- y otro de la Policía Municipal de Washington -Thomas Delahanty, de 45-
comenzaban a formar grandes charcos de sangre en el suelo. Dos proyectiles fueron
a dar sobre el automóvil presidencial cuando ya Ronald Reagan se había
adentrado en su interior, empujado por sus agentes de escolta. Las cámaras de
televisión de distintas cadenas norteamericanas transmitían en directo los
acontecimientos que pusieron en vilo a Estados Unidos. A toda velocidad, el
automóvil presidencial enfilaba las avenidas de la capital federal y se dirigía
al hospital George Washington, situado a unos tres kilómetros del hotel Hilton.
En el hospital. La entrada del presidente por su propio pie tranquilizó en
principio a los curiosos y a los médicos, que casi instantáneamente comenzaron
un chequeo minucioso de Reagan. Entre tanto, los principales consejeros
presidenciales eran informados de los hechos. El presidente Reagan bromeó con ellos
por espacio de unos minutos, y al poco tiempo el presidente recibió la primera de varias transfusiones de sangre. A las 15.30, hora de Washington, entraba en el
quirófano, y minutos después el secretario de Estado, Alexander Haig, se
hallaba ya en la Casa Blanca al frente de los asuntos de la nación. Mientras la
Academia de Ciencias Cinematográficas de Hollywood decidía aplazar la entrega
de los oscars, prevista inicialmente para esta noche, en condolencia por lo
ocurrido en Washington, se conocía la noticia de que a Reagan iba a serle
extraída la bala del pulmón izquierdo y se daban detalles sobre el calibre, 22,
del proyectil que cruzó a tres centímetros del corazón del presidente. La
conmoción en Estados Unidos paralizó virtualmente el país. Las operaciones
financieras fueron inmediatamente bloqueadas en Wall Street. El Gobierno de
Estados Unidos informó a todos los Gobiernos aliados -también a la Unión
Soviética- sobre los acontecimientos. Atentado
contra Reagan cambió las tácticas del Servicio Secreto. Tomado de La Voz de América. El agente del Servicio Secreto, Tim
McCarthy, tenía que tomar una decisión aquella mañana de un día como hoy 30 de marzo de 1981: quedarse haciendo
trabajo de escritorio o acompañar al presidente Ronald Reagan a un hotel en la
ciudad, donde daría un discurso. “El
líder del grupo, en lugar de decidir entre dos agentes, porque los dos habíamos
sido informados, lanzó una moneda al aire, ya que uno de los dos tendríamos que
llenar la posición”, dice McCarthy. McCarthy
perdió. Más tarde en el hotel,
ese mismo día, recuerda haber observado la multitud mientras el presidente
Reagan salía del hotel tras el discurso. “Había
volteado hacia el presidente, cuando de repente, John Hinckley, que está a la
izquierda se salta el lazo, empujando hacia adelante”, dice McCarthy. Hinckley apunta al presidente y
dispara su pistola. “Realmente
nunca asocié el arma con la persona porque sucedió tan rápido. Pude distinguir
sólo el sonido y el humo que vi salir de la dirección de donde provenían las
balas”, recuerda Tim McCarthy. Sonaron
más disparos, incluyendo una bala que rebotó en la limosina del presidente
Reagan. Mientras su carro se alejaba del caos, pareció que el presidente Reagan
había sido herido por la bala rebotada.
Una vez que paró la balacera y que los
policías sometieron a Hinckley contra el suelo, se dieron cuenta que tres
personas que estaban cerca del presidente Reagan, también habían sido
alcanzadas por los disparos: el secretario de prensa, James Brady, el policía
Thomas Delehanty y el agente McCarthy. “Fui
herido en el pecho y la bala me atravesó el pulmón, el hígado y el diafragma.
La foto del momento muestra cómo me tocaba mi abdomen, pero allí estaba el
hígado cuando la bala me traspasó”, dice McCarthy, añadiendo, “allí es donde me
dolía, pero realmente me dispararon en el pecho”. El secretario de prensa Brady sufrió
heridas graves, pero sobrevivió, al igual que el policía Delehanty. El presidente Reagan también se
recuperó de sus heridas, pero McCarthy dice que el incidente fue un llamado de
atención para el Servicio Secreto. “Después
de este atentado, los detectores de metal se comenzaron a usar para revisar a
cualquiera que se acercara al presidente. Desde entonces, ese es el legado; no
ha habido ningún otro atentado contra ninguno de nuestros presidentes, por
parte de un atacante solitario que simplemente se acerca al presidente con un
arma de fuego y, por supuesto, intenta asesinarlo”, explica McCarthy. John Hinckley Jr. fue encontrado no
culpable por razones de demencia y sigue confinado en una institución
psiquiátrica. La limosina que
llevó al presidente Reagan hasta el hospital, ahora se exhibe en el Museo Henry
Ford, en Dearborn, Michigan. El daño causado por la bala que disparó Hinckley
fue reparado poco después del atentado. Aunque
el incidente ocurrió hace más de 30 años, el ataque creó un lazo duradero entre
el presidente y su protector. “El
presidente y la señora Reagan mostraron su gratitud, agradecimiento y
amabilidad hacia mí y mi familia desde aquel día”, dice McCarthy. Después de servir a dos presidentes
más, McCarthy se retiró del Servicio Secreto en 1993. Ahora se desempeña como
jefe de la policía de Orland, en los suburbios de Chicago.
Un día como hoy 30 de Marzo de 1981 se subasta en
Londres el cuadro de Salvador Dalí "El sueño, por 360.000 libras. La obra de Dalí "El sueño", vendid"a en
Londres por 70 millones de pesetas en una subasta. Es una cifra "récord" para un cuadro de un artista vivo.
Tomado de El País, por Andrés Ortega. El cuadro de Salvador Dalí El sueño, subastado el
lunes en Londres por Christie's, alcanzó el valor de 360.000 libras (setenta
millones de pesetas), convirtiéndose en el cuadro más caro nunca subastado de
un pintor en vida y en la obra surrealista de mayor valor. El sueño pertenecía
al millonario americano Edward James. El comprador de esta famosa obra de 1937,
que representa a una gran cabeza sujeta por unas delgadas estacas en un paisaje
costero, fue el marchante de origen griego Alexander lolas. El sueño es uno de los
veintiocho cuadros de la colección de Edward James que cotizaron el lunes en
Christie's 1.737.700 libras (más de 330 millones de pesetas). Esta inusitada
venta incluía dieciocho Dalís y, obras de René Magritte, Paul KIee, Leonora
Fini, Giorgio de Chirico y un Picasso. Otro cuadro de Dalí, Barrio de
la ciudad paranoica crítica, se vendió por 35 millones de
pesetas.Aunque la colección es importante, también lo es su antiguo
propietario, Edward James. Nacido en 1907 en el seno de una familia americana
que había hecho fortuna con el cobre y otros negocios, Edward James fue ahijado
del rey Eduardo VII de Inglaterra. A los cinco años ya era millonario, y a los
veintiuno cobró una importante herencia cuando murió un tío suyo, aplastado por
un elefante. James estudió en Inglaterra y pronto se convirtió en un gran
mecenas del surrealismo, desde los comienzos de este movimiento. Amigo de Picasso. Conoció y fue amigo de pintores
como Picasso (vio el Guernica mientras era pintado), Magritte
y Dalí. En los años treinta se casó con la bailarina austriaca Tilly Tosch, en
lo que fue un desastroso matrimonio.Poco después, interesado en el budismo,
Jame fue a instalarse en California (Estados Unidos), donde entabló amistad con
Aldous Huxley y ayudó a fundar un monasterio, pero después de la segunda guerra
mundial, desilusionado de la mística americana, decidió instalarse en México.
Dalí y James fueron buenos amigos. El millonario colaboró con el pintor español
en la famosa conferencia en la que Dalí se presentó en un traje de buzo con
casco, llegando casi a ahogarse. Dalí estuvo en los años treinta en la
residencia londinense de James, en Wimpole Street, para cuyo comedor pintó una
serie de pequeños cuadros, bajo un contrato de mil dólares mensuales, ya que
James quería que Dalí pintase menos, pero mejor. Algunos de estos cuadros
fueron subastados el pasado lunes. Millonario
excéntrico. En 1964, el
excéntrico millonario creó la fundación que lleva su nombre en el condado
inglés de Sussex, y en 1976 tuvo la idea de construir un museo para la
colección de cuadros suyos y de la fundación. Pidió una ayuda al Gobierno
británico para la manutención de este majestuoso edificio, que no le fue
concedida. La fundación, aunque no está en peligro, tiene problemas de dinero
en efectivo, y para lograr este dinero James comenzó a vender cuadros. Ya hace
un año y medio la fundación vendió el cuadro de Dalí titulado Metamorfosis
de Narciso a la galería Tate, de Londres. La mayor parte de los fondos
logrados tras la subasta del lunes irá a la fundación, pero el resto financiará
el Jardín del edén, en el corazón de la selva mexicana.Allí,
en Xilitla, James está construyendo un complejo palaciego, algo así como un
templo del surrealismo, en el que el espíritu de Gaudí impregna los muros, fuentes,
escaleras y fantásticas columnas de estos edificios amenazados por un
crecimiento exuberante. Toda esta locura arquitectónica será heredada por los
cuatro hijos adoptivos mexicanos de James. Por otra parte, el mismo día, en
Christie's, aunque por separado, se vendió el cuadro de Aguste Renoir Baigneuse
debout por unos 160 millones de pesetas, venta que batió el récord de
lo pagado por un cuadro de este pintor.
Un día como hoy 30 de Marzo de 1987 en Londres, el
cuadro Los Girasoles, de Vincent van Gogh, logra el récord en una subasta
celebrada con el pago de 22 millones de libras. Los Girasoles son una serie de siete pinturas –solo se conservan cinco– de
las más famosas y aclamadas de Van Gogh, tanto, que el precio de
una de ellas en subasta batió record un día como hoy 30 de marzo de 1987 y se
convirtió en la obra de arte más cara del mundo. El comprador fue un
coleccionista japonés, por eso hoy uno de los «Girasoles» se expone en el Sompo
Japan Museu of Art de Tokio. Los otros dos «Girasoles» se hallan en
Munich y Filadelfia. Dos de los otros de los propietarios son la National
Gallery de Londres y el Museo Van Gogh de Amsterdam, quienes han firmado
un convenio de colaboración que ha hecho posible que sus
respectivos «Girasoles» puedan contemplarse juntos. De esta forma los
visitantes han tenido la oportunidad única de comparar dos versiones de
estas obras maestras y observar sus distintas características y
detalles. La exposición de la National Gallery presentó el resultado de
recientes investigaciones sobre el método de trabajo de Van
Gogh llevadas a cabo en ambos museos y que aportó nuevos datos sobre las
técnicas y materiales usados por el genial pintor. La serie de Los Girasoles se
remonta a 1888, cuando Van Gogh dejó París para pintar en el
brillante sol del sur de Francia. Invitó a Paul Gauguin a
unirse con él y durante la espera pintó los cuadros de girasoles para decorar
la habitación de su amigo. Esta flor es símbolo de amistad, bienvenida y
lealtad y las pinturas tenían la finalidad de expresar estos sentimientos. Amantes del arte, coleccionistas y comerciantes de arte de todo el mundo, centraron su atención en la subasta de la casa Christie's. Guy Jennings, director asociado de Christie's, manifestó que la venta de la obra superó en más del doble el récord mundial del precio pagado por una pintura, que era hasta antes de un día como hoy 30 de marzo de 1987 de 11 millones de dólares, pagados un mes antes por la obra impresionista de Manet La rue Mosnier aux paveurs. La obra Los girasoles, de Van Gogh, fue prestada a la National Gallery, en 1959, por uno de los mayores coleccionistas de obras de arte en este siglo, el industrial Chester Beatt. La obra fue ofrecida en subasta por los herederos de la nuera del fallecido coleccionista.