sábado, 27 de noviembre de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: HABITOS DE AHORRO

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Muchos de los hábitos que nos acompañan el resto de nuestras vidas los hemos adoptado de niños, gracias a la educación de los padres. 
Uno de ellos, sin duda, es el ahorro. Solamente con el paso del tiempo, un hijo entenderá la importancia de esa enseñanza. "Cuida de los pequeños gastos; un pequeño agujero hunde un barco", decía Benjamín Franklin. 

Es fundamental que los padres cultiven en sus hijos la cultura del ahorro. Es, en cierto modo, darles la bienvenida al mundo real. 

Es que muchos padres pretenden crearles la fantasía de que todo crece en los árboles y nada es producto del esfuerzo. Esa sensación se multiplica en festividades, ya sea en cumpleaños o Navidad, en que les hacemos creer que viene Santa Claus o El Niño Dios a darnos las cosas fácilmente...

En mi caso particular, enseñé a mis hijos a que Santa trae juguetes para muchos niños y había que pedir poco o no tan caro para que él favorezca a todos los niños del mundo.

Por lo general, los niños tienden a pensar que el dinero es ilimitado, por lo tanto es recomendable explicar de dónde surge y también el esfuerzo que tienen que hacer los padres para obtenerlo. Será clave hacerles entender, por ejemplo, que una tarjeta de crédito no es un plástico mágico que nos permite saciar todos nuestros caprichos aunque no llevemos efectivo en los bolsillos. Los padres deberán explicar que eso se termina pagando igual, y muchas veces con intereses. Nunca es demasiado temprano para empezar. Si un niño te acompaña al supermercado y se encapricha con algún producto innecesario, hay que explicarle que hay un presupuesto al que atenerse. 

El hábito del ahorro tiene que ir permeando día a día, de forma natural. Por un lado, hacerles ver que son afortunados por tener techo, alimentación y escolaridad, que es lo más importante y que eso ya lo pone en una situación ventajosa sobre muchos otros que sufren carencias. Incluso en familias de buena posición, el ahorro debe formar parte de la educación bajo la premisa de que el que mal administra puede perderlo todo. 

Es probable que por una cuestión de status nuestros hijos exijan que les compren ropa de marca, el último modelo de teléfono celular o la versión más avanzada de un juego de la PlayStation, pero será decisión de los padres aterrizarlos a la realidad. Habrá cosas que se podrán comprar y otras no, dependiendo del presupuesto. Eso es lo primero que tienen que entender. Si, por ejemplo, sueñan con tener algún producto en particular y los padres no están en condiciones de comprarlo, se les puede poner un bonito reto: que ellos mismos ahorren hasta alcanzar la suma para comprar el reloj, los zapatos o el celular por el cual se desviven. Bastará una alcancía o una cuenta de ahorro -dependiendo de la edad- para iniciar este saludable proceso. No solo los mantendrá enfocados en su meta, sino que también vivirán en carne propia el esfuerzo necesario para ganarse el dinero. Más tarde o más temprano, los niños y jóvenes tienen que aprender a administrar sus recursos, y eso es responsabilidad de los padres. 

Otra buena manera es darles el dinero de la mesada de toda la semana y que sean ellos los encargados de administrarlo, haciendo uso correcto de sus pequeñas finanzas, tomando decisiones y hasta logrando ahorrar algo. 

Algunos profesionales también recomiendan jugar en familia al Monopoly, un entretenimiento donde cada uno recibe dinero ficticio y debe invertirlo de la mejor manera. Un hábito bien aprendido en casa, difícilmente se olvide. Son lecciones de vida para aplicar en todo momento que nos traerán no solamente salud financiera sino también salud mental.

 


Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

sábado, 13 de noviembre de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: EL JUEGO DEL CALAMAR

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Cruel, sangrienta y despiadada son tres de los adjetivos con que se puede etiquetar a El juego del calamar.

Se trata de la serie surcoreana que está siendo sensación en Netflix, donde sus nueve capítulos han sido vistos por más de 111 millones de personas, lo que la convierte en la serie más vista en la historia de la plataforma.

 

Lo curioso es que si bien es una producción pensada para mayores ha sido muy popular entre los niños y adolescentes. 

El argumento es sencillo: involucra a una serie de personas con serios problemas económicos -la mayoría acuciados por las deudas- que deciden participar en una competición donde el sobreviviente se lleva una enorme cantidad de dinero.

 

La consigna de la competencia es ir eliminando contrincantes a través de juegos tradicionales de niños en Corea del Sur adaptados a una versión letal: el que gana avanza a la siguiente fase, el que pierde es ejecutado sin piedad. 

 

Si la temática ya es disruptiva para los niños, lo es aún más lo explícito de las escenas. 

 

Por supuesto que es nociva para cualquiera impresionable, y mucho más para los niños, pues la viven con gran intensidad, inmadurez y con una idea de falsos ídolos o modelos a seguir. 

Nadie menor de 16 años debería verla y esa es la restricción que anuncian en Netflix. 

 

Hay que recordar que a partir de los 14 años aparecen las enfermedades mentales en los prepúberes con predisposición, o sea que puede ser un detonante de enfermedad mental.

 

No es casualidad de que en Bélgica, Reino Unido y España algunos colegios hayan dado la voz de alarma y recomiendan a los padres que no se la dejen ver a sus hijos porque se ha comenzado a detectar que los pequeños están empezando a imitar algunos de sus juegos en el recreo y a los perdedores se los trata con violencia.

 

También ha abierto otro debate: si acceden a ver la serie es porque sus familias no controlan el acceso de sus hijos a la plataforma de Netflix, basta un celular inteligente y algo de privacidad para romper ese cerco. 

 

Lo que ha causado impacto es la crudeza de las imágenes, ya que los surcoreanos no tienen otra forma de sacar sus demonios que en series como esta. Cualquier otro de ellos que siente que tiene problemas, para no perder el status quo de silencio, rectitud, van y se suicidan en vez de hablar y pedir ayuda.

 

Ellos guardan todo para sí y se avergüenzan de tener problemas y más de ir adonde alguien a hablar de los mismos. Precisamente eso es lo que plantea la serie, entrar al Juego del Calamar sin que nadie se entere y regresar con los millones del premio que les redime ante la sociedad. 

 

Increíblemente hay una explicación por la cual a los niños les llama la atención series como la surcoreana: están en formación y todo lo truculento les despierta interés como una forma de prueba. Probar todo y cuanto más raro, obtuso y/o retorcido, mejor. Eso los hace sentir poderosos y con capacidad de aguante, como si se tratase de un viaje en la montaña rusa. 

 

Mas allá de algún consejo que puedan recibir en los colegios, la responsabilidad de intervenir en esto le corresponde a los padres, que tienen que hacerle ver lo nocivo y el daño que eso puede generar.

 

Explicarles que va más allá de la vida de fantasía y se puede volver real si lo ejercemos convirtiéndose en algo tan grande como una desgracia. Y lejos de lanzar una campaña mediática para evitar que los niños jueguen ese tipo de juegos, lo que en breve seguramente veremos será el lanzamiento de todo el merchandising de la serie: muñecos, juegos de cartas o prendas con penitencias…  Lo morboso vende y eso interesa a los fabricantes, caiga quien caiga. 

 

Por eso es fundamental que los padres y maestros “agarren al toro por los cuernos". Incluso, si ya son adolescentes, hasta ver la serie con sus hijos o alumnos e ir matizando esa fantasía grotesca con la realidad...

 

Es que si cerramos los ojos y queremos acallar lo inevitable, solamente crearemos más interés y más morbo. Al final, de alguna forma o de otra, la verán sin nadie adulto que les explique sus más y sus menos, y eso es mucho más grave.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.