Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
Durante todos estos años, el foco de atención estuvo sobre la Generación Millennials y sus especiales características: inconformes, inestables, globalizados, multitareas y dependientes hasta el extremo de sus dispositivos móviles.
Hoy, sin embargo, la lupa se ha trasladado a la Generación Z, un grupo de edad que está empezando a irrumpir en el mercado laboral y que es digno de un análisis profundo.
Si bien algunos autores difieren en las fechas exactas, podemos clasificar a los integrantes de la Generación Z al conjunto de personas nacidas entre a mediados de los años 90 hasta mediados de la década del 2000. Son, definitivamente, nativos digitales y las interacciones en las redes sociales es lo más natural del mundo para ellos, mucho más que los Millennials. No en vano también se los llama Generación iGen o Generación net.
A diferencia de la generación anterior, ya nacieron con la Internet funcionando y no conciben un mundo que no esté interconectado ni dato o solución que no pueda encontrarse en la web.
Para ellos, la vida sin Internet es algo digno de los libros de historia antigua, casi del mismo modo que nosotros nos remontamos al pasado para estudiar las épocas del Paleolítico. Sus medios para relacionarse principalmente son redes sociales, Facebook, Instagram, Twitter, Snapchat, WhatsApp, Badoo, Tinder y YouTube, entre otros.
Pero no todo es negativo o superficial…
Un informe del periódico The New York Times destaca que los jóvenes Z han vivido desde pequeños con un presidente de su país negro, leyes a favor de la comunidad LGBT+ como el matrimonio entre personas del mismo sexo y mucha concienciación en contra del racismo o el machismo. Por eso, afirma el periódico, la nueva generación parte de una base más tolerante, multicultural y con mayor preocupación social y ambiental que las anteriores. Claro, no es lo mismo en Estados Unidos que en El Salvador, pero el perfil es similar a nivel global.
Otro dato interesante es que la Generación Z cuenta con un coeficiente intelectual que sobrepasa a las anteriores generaciones según un estudio realizado en la Universidad de Stanford, de Estados Unidos, “debido a la transferencia cultural o generacional”. Esta generación aplica parte de sus habilidades las cuales están orientadas al futuro tecnológico.
Por todo esto, el desafío de los padres radica en cómo tratar a sus hijos de esta generación. En principio, debe ser de una manera más moderna, explorando nuevas formas de estudiar y aprender y nuevas profesiones Se les tiene que educar en límites, valores, pero brindarles cariño y compartir con ellos igual que a cualquier hijo de otras generaciones.
Sin dudas, requerirán más tiempo online para realizar sus tareas, ya que lo digital cada vez está más vigente en el sistema educativo. Pero aparte de eso deben controlar los tiempos que pasan conectados, dependiendo de la edad y alrededor de unas cuatro horas diarias. Es importante establecer reglas claras: nada de dispositivos durante las comidas porque ese es tiempo familiar. Tampoco permitirle que se lleven el teléfono a sus cuartos, aunque sí -dependiendo de las circunstancias- podrían tener un espacio de tiempo en la noche antes de irse a dormir.
Es necesario controlarlos, pero no limitarlos. En la Generación Z está nuestro futuro. Se trata de personas con una gran libertad de ideas, sin tanto prejuicios, capaces de desarrollar notables descubrimientos para la humanidad. Incluso, por qué no, con condiciones para crear el invento que en determinado momento nos salve la vida, la alargue o la haga más llevadera.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Consultas on line
Titulaciones
en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y
Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi
actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos
direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica
privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de
comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de
extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su
tradicional estigma.
Fui
la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en
ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La
tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia
regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes
que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos
acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato
de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a
la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.