Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
Aunque parezca mentira, el término bullying, tan de moda en estos tiempos, es relativamente nuevo. Lo acuñó en 1993 el psicólogo noruego Dan Olweus, catedrático de la Universidad de Bergen, a partir de estudios sistemáticos realizados en los años 70' del pasado siglo XX sobre el suicidio de algunos adolescentes.
Bullying viene del vocablo inglés "bull" (toro), porque implica actuar como un toro en el sentido de pasar por encima de otro u otros sin contemplaciones. En el idioma español la traducción que más se ajusta es acoso u hostigamiento.
Es importante saber que el bullying es un triángulo con tres vértices: uno puede ser víctima, espectador o acosador.
Es relativamente fácil detectar si nuestro hijo es víctima de bullying, ya que seguramente el niño no querrá ir a la escuela o tendrá temores de ir y venir solo. Puede que presente moretones y su ropa se vea sucia. Además, seguramente regresará a casa sin algunos objetos personales, o en todo caso dañados. También pueden tener problemas para dormir, pesadillas, tristeza y se les notará más aislados.
Sin embargo, no es tan sencillo identificar a un hijo acosador, aunque algunos detalles podrían delatarlo. Atención con aquellos que llegan a casa con cosas que no son de él, incluso dinero. Alguien con ese perfil tendrá mucho secretismo sobre sus actividades en el colegio, lo podemos ver con malas compañías y poco interés en los estudios, esto último algo que comparten con los niños maltratados. En caso de que lo acusen de hacer bullying, simplemente negara los hechos o los explicara de manera que parezca que él solo se defendió del otro.
Y, por último, están los espectadores, que en un grupo escolar acaban siendo mayoría. Podría ser que nuestros hijos disfruten de ese hostigamiento. Podría detectarse si vemos que comenta con entusiasmo ver agredirse a sus compañeros, si toma fotos o video y los comparte, incluso si promueve o incita al bullying indirectamente.
Como padres, si nuestro hijo es el agredido hay que tratar de incrementar su autoestima, hablar con las autoridades escolares. También es bueno que reciba clases de defensa personal, como karate o algún arte marcial. Y desgraciadamente, en casos extremos, habrá que cambiarlo de centro de estudios, pero siempre con asesoría psicológica, para que ello no influya tanto en su vida futura.
En los colegios deberían tener más control sobre los alumnos, tanto de maltratadores como maltratados, y recomendar terapias. Además, en casos extremos, echar del colegio a los alumnos con perfiles de acosadores. En la actualidad las instituciones educativas no cumplen del todo ese rol, y se complica más porque las escuelas suelen estar abarrotadas, lo que hace más difícil controlar a los estudiantes.
Algo es seguro. Es más fácil revertir una situación de hijo acosado que de uno acosador. Los acosadores pueden tener patologías que se irán mostrando a medida que vayan creciendo, desde trastornos de conducta severos a uso de alcohol y drogas, sexo temprano e indiscriminado, incluso adicción al juego. En cambio, alguien que sufre acoso, con una buena terapia y el apoyo de la familia, podrá superarlo.
Sin embargo es importante apuntar que una persona sometida al bullying, en sus peores días es capaz de cualquier cosa. Y como ejemplo más reciente, el caso de los asesinatos en la escuela de Uvalde. Salvador Ramos, el asesino de 18 años, era víctima del bullying cuando asistía a ese mismo instituto escolar.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
www.dramendozaburgos.com
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.