sábado, 17 de febrero de 2018

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: MALINCHISMO Y MACHISMO


Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

         Se llamaba Malinaalli Tenépatl, una indígena mexicana que escribió su propia historia hace casi 500 años cuando decidió ser la amante del conquistador Hernán Cortés y traicionar a su pueblo. Le decían, despectivamente, La Malinche. Y eso dio origen a un término, malinchista, que se utiliza en México y Centroamérica para describir a las personas que prefieren un estilo de vida diferente a su cultura local, que anteponen su gusto por lo extranjero sobre lo nacional, y que, en definitiva, traicionan su propia identidad.

       A pesar de que la malinche era mexicana y el término se originó allí, hay pocos países menos malinchistas, culturalmente hablando, que México. Ellos aman a su país por más mal que esté, creen en sus productos, en sus artistas, en sus músicos, en sus deportistas… Los salvadoreños somos diferentes. Vemos en la gente de afuera el reflejo de lo que desearíamos ser y tener. Eso es consecuencia del desprecio de la propia identidad. Por eso insisto en lo de la baja autoestima. Desgraciadamente en El Salvador nuestra autoestima como ciudadanos es bajísima. Tenemos identidad propia, pero la despreciamos, y eso se nota en el culto a todo lo extranjero, por el simple hecho de serlo, desde la obsesión por el Real Madrid y el Barcelona hasta la devoción por los cantantes de Estados Unidos y los DJs europeos.

       El escaso aprecio por nuestra identidad, la poca valoración de muchas de nuestras cualidades, nos ha llevado a este punto. Para peor somos un país pequeño, poco publicitado exteriormente por lo positivo, y mucho por lo negativo. Cuando se habla de El Salvador se nos asocia a las maras, a la delincuencia, y a la corrupción. Tan devaluados estamos como ciudadanos, con la autoestima tan baja, que preferimos despojarnos de lo nuestro y copiar ridículamente a otros a los que creemos superiores. Al final nos convertimos en simples imitadores, con una identidad reprimida y ocultando nuestro verdadero ser.

       El malinchismo es una forma de mostrar desprecio por lo propio y oculta una bajísima autoestima, y trasciende mucho más allá de la identidad cultural, extendiéndose a muchos otros ámbitos, entre ellos, a la identidad de género. Es algo particularmente notorio entre las mujeres latinas, incluyendo México, quienes descalifican a otras mujeres no solo por competencia, sino para no permitirlas escapar de un sometimiento al género masculino que ellas mismas no han sido capaces de superar. A la baja autoestima social y cultural se une la baja autoestima de género. En este país tenemos un tipo muy particular de malinchismo, el de la mujer machista, quien se siente inferior al hombre, al que tiene idealizado por el simple hecho de ser hombre, y por más que éste incluso llegue a maltratarla.

       El problema del machismo es, en buena medida, cultural. La mujer, desde que nace, normalmente vive inmersa en una cultura que les enseña que los hombres son una especie de género superior, y eso es lo que aprenden. Sin embargo, hay un elemento añadido que hace que esta situación tienda a perpetuarse, y es precisamente el malinchismo de género. Cuando una mujer destaca en un mundo dominado por los hombres, cuando una mujer no acepta someterse a lo que la cultura machista impone, esta mujer encontrará múltiples obstáculos por parte de los hombres, pero sus mayores obstáculos vendrán de parte de otras mujeres, quienes tratarán de boicotear su valía y su valentía.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

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