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sábado, 4 de abril de 2015

Lee Kuan Yew el dictador que sacó a Singapur de la pobreza y lo convirtió en un país rico

Tomado de The Wall Street Journal

Lee Kuan Yew, padre fundador de Singapur y modelo de desarrollo para los países emergentes


 Por Chun Han Wong y P.R. Venkat

A diferencia de otros líderes surgidos en el Tercer Mundo tras la desaparición de los imperios coloniales europeos, Lee Kuan Yew Lee se caracterizó por una política pro-libre empresa, el énfasis en la eficiencia de la gestión, y el combate contra la corrupción administrativa. Los resultados están a la vista: Lee, quien dominó la política de Singapur durante más de medio siglo, transformó un remoto puerto del imperio británico en uno de los centros neurálgicos del comercio y las finanzas internacionales y en un modelo de desarrollo para los mercados emergentes de todo el mundo.
Lee, quien ejerció el cargo de primer ministro durante 31 años y lideró el tránsito de la ciudad-estado asiática a su independencia, falleció el pasdo lunes 23 de marzo a los 91 años.
Desde su elección como primer ministro en 1959, su objetivo central fue atraer inversiones extranjeras y lograr que compañías de primer nivel se radicaran en su país. En poco más de una generación, esta política transformó a Singapur en una de las economías más pudientes del mundo y catapultó el nivel de vida de sus habitantes a niveles superiores al de algunos países industrializados en poco más de una generación.
Otros países intentaron copiar su modelo, pero a menudo fracasaron por no poder controlar la corrupción, o porque gobernaban poblaciones demasiados grandes o con serios problemas sociales.
El modelo tuvo también su lado oscuro. Si bien Singapur alcanzó niveles de vida propios del mundo desarrollado, no adoptó plenamente la democracia liberal ni algunas de las libertadas que en la mayoría de las sociedades occidentales se dan por sentado.
Bajo la tutela de Lee, Singapur celebró elecciones con regularidad, pero una legislación que limita las libertades civiles impidió el desarrollo de una oposición poderosa. La agrupación política que él ayudó a fundar, el Partido de Acción Popular, ha ganado todos los comicios desde 1959, cuando Singapur se convirtió en autónomo, y casi siempre ha controlado la gran mayoría de los escaños en el Parlamento. Los medios occidentales criticaban lo que denominaban un Estado niñera y se burlaban de sus intentos por crear una sociedad ordenada mediante la imposición de reglas, incentivos y campañas publicitarias, incluyendo una famosa prohibición al uso de la goma de mascar que fue levemente relajada en 2004.
“No hay duda que Lee Kuan Yew ha tenido un rol extraordinario en el desarrollo económico de Singapur, pero éste tuvo un costo significativo en términos de derechos humanos”, dijo Phil Robertson, de Human Rights Watch. “Las restricciones a la libertad de expresión, la autocensura y la ficción de una democracia multipartidista son también parte del legado de Lee, que Singapur ahora tiene que dejar atrás”.
Lee respondía a estas críticas diciendo que la democracia de estilo occidental no es apropiada para todas las naciones, y que los países jóvenes deben alcanzar estabilidad política y desarrollo económico antes de adoptar las libertades que son habituales en Occidente.
T.J.S. George, autor de una biografía de Lee, dijo que para éste “los medios no importaban, siempre y cuando se alcanzaran los fines que deseaba. Administró Singapur como una empresa privada, pagando lo que consideró buenos dividendos a los accionistas”.
Cuando Lee asumió el poder, Singapur era un enclave comercial de economía inestable y una enorme disparidad de ingresos. El advirtió que la gran ventaja de su ciudad-puerto era que estaba ubicada en una de las rutas marítimas más importantes del mundo, y se dispuso a explotarla. Su estrategia fue convertir al país en líder global en determinados sectores, como puertos, transporte, construcción y compañías aéreas, empleando al Estado como inversionista y presionando a las empresas privadas locales para que compitieran en eficiencia con sus pares globales. Muchas de esas empresas, como Singapore Airlines y Singapore Telecommunications,  se convirtieron en altamente rentables.
En los años 60 y 70, mientras algunos de sus vecinos padecían turbulencias políticas y sociales, Lee creó zonas industriales y centros de formación para trabajadores, desarrolló una infraestructura de primer nivel y otorgó exenciones tributarias a sectores como la electrónica, orientando la economía nacional hacia la exportación.
Atraídas por la estabilidad del país, cientos de empresas occidentales establecieron allí sus sedes regionales. Hewlett-Packard Co.  Y General Electric Co. estuvieron entre los primeros inversionistas. El Producto Interno Bruto per cápita, que en 1965 se situaba en US$512, creció en los últimos años a más de US$56.000, un nivel similar al de Estados Unidos y superior a los de Japón y Alemania.
El gobierno transfirió a la población parte de la riqueza generada a través de subsidios a la vivienda y otros beneficios. En lugar de dar dinero directamente a los pobres y desempleados, el Estado construyó viviendas accesibles y alentó a los ciudadanos a comprar. Hoy, 90% de la población es dueña de su vivienda, una de las tasas más altas del mundo.
Influido en su juventud por ideas socialistas, Lee justificaba su política de mano dura por el hecho de que Singapur carecía de una gran población, vastos recursos naturales o extensas tierras de cultivo. Lo que tenía a su favor era una ubicación privilegiada en una de las rutas marítimas más transitadas del mundo. Lo lógico era convertirlo en un centro global de comercio y atraer empresas, decía.
Lee encontró también inspiración en los ideales confucianos de autosuficiencia, ahorro y respeto por los mayores y el orden social.
Singapur declaró de siete días de duelo nacional, que culminarán con un funeral de Estado el 29 de marzo.