sábado, 10 de octubre de 2020

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: IDENTIDAD: COMO SE FORJA



Varias veces me han preguntado por la identidad, sobre todo si ésta ya viene incorporada a nosotros y es inalterable o, por lo contrario, si la vamos construyendo en el camino. Definitivamente, nuestra identidad cambia y se va modelando con todas las interacciones que realizamos con el ambiente, con otras personas y con todo aquello que introducimos en nuestras mentes. Por eso, al final, termina siendo un rasgo único, un sello inequívoco que nos identifica.  

Una cosa somos al nacer, y otra en lo que devenimos… Ya lo explicaba el escritor colombiano Gabriel García Márquez: “Sus madres los alumbran: la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez, a modelarse, a transformarse, a interrogarse (a veces sin respuesta) a preguntarse para qué diablos han llegado a la tierra y qué deben hacer en ella.”

Sin duda que una persona que está aislada será menos flexible de mente que alguien que explora más el mundo. Es así como lo que se aprende en la enseñanza formal de cada país incidirá en el crecimiento de la identidad tanto individual como social. 

Sin embargo, otros factores -especialmente culturales- acabarán cincelando nuestra identidad particular hasta convertirla en única. “Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río. El río fluye constantemente y nosotros cambiamos inevitablemente con él”, escribió Heráclito. 

Es evidente que influye pertenecer a una determinada etnia o grupo socio-cultural, al menos en el aspecto nuclear. Porque si un individuo de una etnia es criado y crecido en un ámbito diferente, irá forjando su identidad como un nuevo producto híbrido entre su cultura original y la cultura social en la que está inmerso. 

No es lo mismo un paquistaní que nunca ha salido de Karachi a otro connacional que se crió y estudió en Inglaterra. Tampoco será igual la identidad de un salvadoreño que vive en una zona rural a la de otro que decidió emigrar y que ha vivido fuera de su país por más de una década. 

Como individuos podemos tener una identidad individual, que será regulada por la identidad social imperante en donde nos encontramos. Por ejemplo, en la cultura latina no se ve tan mal conducir en estado de ebriedad. Sin embargo, en otros países es altamente penalizado ya que se considera que un ebrio al volante es una potencial arma de destrucción. Por eso a los latinos les cuesta entender que en países sajones esto sea una grave infracción.

Eso sí, los latinoamericanos tenemos un sentido fuerte de pertenencia. Pero en países pequeños como el nuestro, en donde los gobiernos no se han preocupado de hacer crecer este sentido de pertenencia de manera adecuada, puede que sea menor. Por ejemplo, a los salvadoreños les será más fácil aclimatarse a otras nacionalidades con un arraigo más fuerte. Podemos sufrir también una crisis de identidad, y dependerá de nosotros que imitemos o rechacemos esos aspectos de nuestra identidad original. La identidad es mucho más un carnet, un pasaporte o un DUI que contiene los datos personales. Somos lo que representamos. Ni más ni menos que nuestro ADN.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades. 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

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