sábado, 13 de enero de 2024

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: COSMETICOREXIA

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

 

En las últimas décadas, la búsqueda de la belleza y la perfección física ha alcanzado niveles insospechados. La presión social, los estándares de belleza irracionales y la omnipresencia de imágenes retocadas en los medios de comunicación han contribuido al surgimiento de fenómenos preocupantes.


Uno de ellos, sin duda es la cosmeticorexia. Este término, derivado de la unión de "cosmético" y "anorexia", describe una obsesión desmedida por la estética corporal, que puede tener consecuencias negativas tanto para la salud mental como física de quienes la padecen. 

Dicha obsesión por el uso de cosméticos, incluso cuando no tengamos necesidad de utilizarlos, preocupa aún más por un detalle: la edad de inicio está bajando y en los adultos el exceso en el uso de productos está llegando a límites cuestionables. 

En este caso, la tecnología ha contribuido a empeorar la situación, ya que no solo abarca el uso de cosméticos, si no también intervenciones quirúrgicas. La belleza aspirada suele ser idealizada y hasta impersonal, pues pueden verse personas que parecen copias unas de otras, eliminando rasgos característicos que hacían a alguien especial y le daban personalidad.

Un buen ejemplo es el caso de la actriz Jennifer Grey, que saltó a la fama por protagonizar la película Dirty Dancing (1987). Grey, que tenía una nariz grande, decidió hacerse una rinoplastia para “mejorar su aspecto” y así conseguir mejores papeles. El resultado fue un desastre, y no porque el cirujano haya hecho un mal trabajo. Pero el cambio fue tan grande que ya nadie le reconocía, ni siquiera sus compañeros actores.

"Entré al quirófano siendo una celebridad y salí siendo anónima. Fue como entrar en un programa de protección de testigos o ser invisible", contó la actriz tras el desastroso resultado. Pues Grey reconoció que esperaba cambiar su apariencia, pero no hasta el punto de que destruyera su carrera porque nadie reconocía ya a la chica de Dirty Dancing. Perdió su nariz original y con ella se fue su encanto. 

Actualmente vemos niñas y niños de 7 y/o 10 años pidiendo a sus padres operaciones de este tipo, del mismo modo que se han incrementado las compras de cosméticos para dicha edad. Realmente el ser humano es vanidoso per se, pero actualmente se busca una perfección insana, más aún con las imágenes creadas con inteligencia artificial, que son perfectas. Y como digo, se prefiere apariencia a transmisión de carácter con nuestros rasgos.

Las plataformas digitales exhiben constantemente cuerpos "perfectos" y rostros impecables, creando estándares irreales que alimentan la inseguridad y la insatisfacción personal. La presión para cumplir con estos estándares puede llevar a una búsqueda obsesiva de procedimientos estéticos, incluso a riesgo de la salud.

Por lo tanto, es importante que los padres empiecen a darse cuenta que tal vez se han quedado cortos en la educación. Si desde pequeños les indicas a tus hijos del cuidado del cuerpo sano, buena alimentación, higiene e incluso uso de cremitas para el cuerpo - ya no se diga antisolares-, no pensarán tanto en ponerse exceso de maquillaje. Es clave hablarles de la importancia de la cara limpia para evitar comedones, espinillas, infecciones y en la boca; caries. 

Si bien esto ha sido común, se está desbordando en los últimos tiempos por la excesiva exposición que tenemos en las redes sociales y por lo poco que como padres hemos podido lograr al obviar estas pláticas por considerarlas de adultos.

La cosmeticorexia es un fenómeno preocupante que refleja la presión social y cultural desmedida en torno a la estética. Abordar este problema requiere un esfuerzo conjunto de la sociedad, los medios de comunicación, la industria de la belleza y los individuos. Al promover la aceptación personal, la diversidad y la salud mental, podemos trabajar hacia una sociedad que valore la belleza en todas sus formas y dimensiones

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infanto-juvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

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