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sábado, 23 de enero de 2016

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: EL LUNES AZUL



Este Lunes pasado fue el llamado “Blue Monday”, o Lunes Azul. Si no le suena de nada, no se extrañe. En esta costumbre Americana de dedicar casi cada día a algo, lo que sea, este día es de los últimos en haberse incorporado. Y como la cultura norteamericana es la principal referencia en nuestros países, y lo es cada vez más, no tendremos más remedio que familiarizarnos con esta fecha. De momento no parece tener un trasfondo comercial, como casi todo, pero no me extrañaría que en pocos años también lo tuviera. Bueno, y entonces, ¿De qué se trata el Lunes Azul?

El Lunes Azul se define, extraoficialmente, por supuesto, como el día más triste y deprimente del año. La primera vez que oí sobre ello, lógicamente sentí curiosidad e investigué; no solo para ver de qué se trataba, sino, sobre todo, por qué. Y es que hasta en eso pueden encontrarse diferentes versiones de su motivación. Según una de ellas, el Lunes Azul es el resultado de una ecuación matemática que mezcla diferentes variables difícilmente masticables desde el punto de vista científico, como el clima, las deudas que tenemos, el tiempo que perdemos en diferentes actividades, el salario, o el tiempo transcurrido desde año nuevo.

Al final, con un mínimo análisis se deduce que ese día necesariamente caerá en Enero, supongo que debido al clima (entiéndase el clima de norte América) y al tiempo transcurrido desde año nuevo. Está bien, en Enero; pero y ¿Por qué en Lunes? Los que conocen algo de la cultura norte americana, que en El Salvador son muchos, saben que, por razones prácticas, tienen tendencia a celebrar sus días especiales en jueves o, particularmente en lunes. ¿Y qué tiene que ver el tiempo transcurrido desde año nuevo? Pues la respuesta a esto nos lleva a la otra versión de la motivación de esta nueva fecha señalada. Y es que, al parecer, en algún momento de la segunda mitad de Enero es cuando comprendemos que los famosos propósitos de año nuevo están completamente olvidados; han fracasado absolutamente.

Recientemente publiqué un blog titulado “Metas”, y en él se hablaba de lo intrascendentes que suelen ser los propósitos de año nuevo, se cuestionaba por qué un buen propósito debe empezar el primero de Enero, en vez de en cualquier fecha, cuanto antes mejor. Y se rebajaba esta costumbre de establecer propósitos en año nuevo a mera declaración de buenas intenciones, aunque, en el fondo no es más que una lista autocrítica de cosas que deberían mejorar en nuestra vida, por cumplir con la tradición cultural de establecer dichos propósitos, pero sin un verdadero compromiso de realizar el esfuerzo para cambiarlas.
Y es que, como tenemos tendencia a creer en soluciones mágicas y a creer que las cosas van a pasar solo por el hecho de desearlas; y como eso del esfuerzo y el compromiso propio no nos atrae mucho que digamos; y como, encima, la autocrítica no nos gusta nada, el resultado es que en breve tiempo, probablemente en la segunda quincena de Enero, comprenderemos que los propósitos no se van a cumplir, y nos rendiremos. Esas son las verdaderas variables de la ecuación del Lunes Azul; solo que no son variables; son constantes. Por eso el resultado de la ecuación suele ser siempre el mismo. Pero no importa. En poco menos de un año volverá a haber otro año nuevo, y “volveremos a intentarlo” una vez más. Y como ya hay también una fecha extraoficial para rendirse, pues volverá a haber otro Lunes Azul.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Consultas on line

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 



domingo, 9 de junio de 2013

En EEUU un fracaso previo puede ser considerado a favor para obtener nuevos negocios

Tomado de BBC Mundo  
Rocky Balboa es un héroe, no tanto por ganar, sino por no darse por vencido.
El fracaso no es una barrera para el éxito en EE.UU.
No se trata de cuán duro pegues. Se trata de cuán duro te pueden pegar y que tú sigas adelante; cuánto puedes aguantar y seguir. Así es como se gana” Rocky Balboa

Por Jane O'Brien
  
Desde que los colonos europeos llegaron en busca de nuevas oportunidades, el norte de América ha encarnado una cultura de independencia y voluntad de asumir riesgos.

Para los empresarios en Estados Unidos, eso significa aceptar el fracaso como un rito de iniciación en el sendero hacia el éxito. Muchos inversores en ese país incluso prefieren compañías o individuos que han caído y se han levantado de nuevo.

"Nuestra historia de fracasos nunca ha sido una traba. Nos ha ayudado a establecer bases con experiencia", asegura Randal Pinkett, fundador y director ejecutivo de la firma consultora BCT Partners, que se espera reportará ganancias de US$10 millones este año.

"La cuestión no es si uno ha fallado y caído sino si es capaz de volverse a levantar", señala.

Resultados rápidos


BCT, que asesora sobre programas de construcción comunitarios, es el quinto negocio de Pinkett y nada parecido a su primera empresa: vender CDs desde su habitación cuando todavía era estudiante. Cuando eso se no funcionó, lanzó una compañía de entrenamiento corporativo, que también se hundió, como sucedió con su tercera y cuarta iniciativa.

Pinkett cayó y se levantó y hasta ganó El Aprendiz: la encarnación del sueño americano.

Desde entonces, ha ganado varios premios internacionales por sus logros empresariales y ha escrito libros al respecto.

En 2005 fue además el ganador del reality El Aprendiz, en el que el magnate Donald Trump juzga a los participantes por su habilidad al manejar proyectos.

Según Pinkett, la velocidad del cambio en EE.UU. lleva inevitablemente a fracasos en los negocios. Pero también puede acelerar los resultados.

"Entre más rápido falle, más rápido alcanzará el éxito", afirma a la BBC. "La cultura de EE.UU. casi que se basa en la innovación y la experimentación como una manera de fallar y llegar al éxito".

"Prueba de fuego"


Es una actitud estadounidense por excelencia, opina Casey Willson, un asesor de negocios del Centro para el desarrollo empresarial y tecnológico de la Universidad de Maryland.

"Cuando un inversor está en busca de una oportunidad, si (el empresario) ha pasado la prueba de fuego, se puede considerar un mejor riesgo pues la gente que falla y sigue intentando, invariablemente ha aprendido de su fracaso".

Agrega que incluso Hollywood celebra ese sentimiento, con películas como "Breaking Away" o "El relevo", sobre un joven que persevera hasta convertirse en un campeón de ciclismo, y las películas del boxeador Rocky.

Sylvester Stallone, interpretando al héroe Rocky Balboa en la última cinta de la serie, declara: "No se trata de cuán duro pegues. Se trata de cuán duro te pueden pegar y que tú sigas adelante; cuánto puedes aguantar y seguir. Así es como se gana".

Willson se basa en su propia experiencia cuando aconseja a otros. Su primer emprendimiento, una franquicia de tiendas de zapatos, tuvo problemas cuando el fabricante quebró.

"Nos quedamos sin productos que vender, siete arrendamientos que pagar y muchas deudas. Pero me llevó a otras pequeñas empresas y se convirtió en una forma de vida".

"Uno se acostumbra a ser creativo, a controlar su propio negocio, a hacer sus propias decisiones y a responder a las necesidades de los clientes y los mercados", explica.

"Hecho trizas"


A veces los negocios fracasan por circunstancias externas que no se pueden controlar.

Shelley Pumphrey es dueña de Financial Concierge Services en Maryland, una exitosa compañía que ayuda a la gente a organizar sus finanzas. Ha desarrollado su pericia tras dos décadas trabajando para corporaciones y dirigiendo sus propios negocios.

Su primera idea fue ayudar a pequeñas empresas a unirse para obtener los descuentos que los grupos reciben en las tarifas de seguros.

"Funcionó muy bien hasta que las leyes cambiaron en Maryland -cuenta-. De repente el modelo de mi negocio quedó hecho trizas".

En 2008, cuando el mercado inmobiliario colapsó en EE.UU., empezó a comprar casas embargadas. Las remodelaba y las vendía más caras. Eso estaba funcionando bien hasta que tuvo que abandonar ese negocio por razones personales.

"En las dos instancias, yo sabía cómo hacer los planes y cuál era mi objetivo; en ambos casos, lo que liquidó las compañías fueron eventos que no podía anticipar".

La lección que aprendió fue cuán importante es elaborar un presupuesto para las épocas malas y la experiencia le dejó una mejor comprensión de la naturaleza cíclica de los negocios. Pero su recurso más preciado es su carácter.

"Efectivamente, uno se despierta algunos días pensando 'no me está yendo tan bien como pensé'. La determinación es lo que marca la diferencia entre alguien que se cruza de brazos y se va a trabajar para otro, o alguien que sigue intentándolo y tiene éxito".

Para Jean Card, de la Federación Nacional de Empresas Independientes, empezar un negocio es uno de las más grandes pruebas para un individuo.

"La promesa de una recompensa potencial hace que la gente lo siga haciendo. Se les considera valientes por intentarlo pues crear un negocio es algo que la gente de este país admira. Es un fenómeno cultural", dice.