Este Lunes
pasado fue el llamado “Blue Monday”, o Lunes Azul. Si no le suena de nada, no
se extrañe. En esta costumbre Americana de dedicar casi cada día a algo, lo que
sea, este día es de los últimos en haberse incorporado. Y como la cultura
norteamericana es la principal referencia en nuestros países, y lo es cada vez
más, no tendremos más remedio que familiarizarnos con esta fecha. De momento no
parece tener un trasfondo comercial, como casi todo, pero no me extrañaría que
en pocos años también lo tuviera. Bueno, y entonces, ¿De qué se trata el Lunes
Azul?
El Lunes Azul
se define, extraoficialmente, por supuesto, como el día más triste y deprimente
del año. La primera vez que oí sobre ello, lógicamente sentí curiosidad e
investigué; no solo para ver de qué se trataba, sino, sobre todo, por qué. Y es
que hasta en eso pueden encontrarse diferentes versiones de su motivación.
Según una de ellas, el Lunes Azul es el resultado de una ecuación matemática
que mezcla diferentes variables difícilmente masticables desde el punto de
vista científico, como el clima, las deudas que tenemos, el tiempo que perdemos
en diferentes actividades, el salario, o el tiempo transcurrido desde año
nuevo.
Al final, con
un mínimo análisis se deduce que ese día necesariamente caerá en Enero, supongo
que debido al clima (entiéndase el clima de norte América) y al tiempo
transcurrido desde año nuevo. Está bien, en Enero; pero y ¿Por qué en Lunes?
Los que conocen algo de la cultura norte americana, que en El Salvador son
muchos, saben que, por razones prácticas, tienen tendencia a celebrar sus días
especiales en jueves o, particularmente en lunes. ¿Y qué tiene que ver el
tiempo transcurrido desde año nuevo? Pues la respuesta a esto nos lleva a la
otra versión de la motivación de esta nueva fecha señalada. Y es que, al
parecer, en algún momento de la segunda mitad de Enero es cuando comprendemos
que los famosos propósitos de año nuevo están completamente olvidados; han
fracasado absolutamente.
Recientemente
publiqué un blog titulado “Metas”,
y en él se hablaba de lo intrascendentes que suelen ser los propósitos de año
nuevo, se cuestionaba por qué un buen propósito debe empezar el primero de
Enero, en vez de en cualquier fecha, cuanto antes mejor. Y se rebajaba esta
costumbre de establecer propósitos en año nuevo a mera declaración de buenas
intenciones, aunque, en el fondo no es más que una lista autocrítica de cosas
que deberían mejorar en nuestra vida, por cumplir con la tradición cultural de
establecer dichos propósitos, pero sin un verdadero compromiso de realizar el
esfuerzo para cambiarlas.
Y es que, como tenemos
tendencia a creer en soluciones mágicas y a creer que las cosas van a pasar
solo por el hecho de desearlas; y como eso del esfuerzo y el compromiso propio
no nos atrae mucho que digamos; y como, encima, la autocrítica no nos gusta
nada, el resultado es que en breve tiempo, probablemente en la segunda quincena
de Enero, comprenderemos que los propósitos no se van a cumplir, y nos
rendiremos. Esas son las verdaderas variables de la ecuación del Lunes Azul;
solo que no son variables; son constantes. Por eso el resultado de la ecuación
suele ser siempre el mismo. Pero no importa. En poco menos de un año volverá a
haber otro año nuevo, y “volveremos a intentarlo” una vez más. Y como ya hay
también una fecha extraoficial para rendirse, pues volverá a haber otro Lunes
Azul.
Acerca
de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones
en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y
Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi
actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos
direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica
privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de
comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de
extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional
estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y
Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La
tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia
regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes
que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos
acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.