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sábado, 9 de septiembre de 2023

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: MANEJA LA IRA

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Giovanni Papini, genial escritor italiano, decía que “la ira es como el fuego; no se puede apagar sino al primer chispazo. Después es tarde.” Nada refleja mejor un sentimiento de ira que esa frase. Si ante nosotros tenemos una persona montada en cólera, lo último que deberíamos hacer es reaccionar, porque lo único que conseguiremos es llevar el conflicto al siguiente nivel.

Vemos con frecuencia gente que se altera por alguna maniobra del tráfico, por considerarse víctima de una injusticia o por una espera prolongada, por ejemplo. Y en muchos casos, en nosotros acaban descargando ese malestar con todo tipo de actitudes, que puede ir desde violencia verbal hasta física.

Si bien son momentos difíciles de manejar, lo importante es aprender a reaccionar de manera efectiva para evitar conflictos mayores y mantener nuestra propia tranquilidad. Por eso lo primero es tratar de mantenerse en calma, sobre todo cuando la otra persona está muy alterada. 

Es que cuando uno está irascible, no sabe ni lo que dice. La ira llega fácil a la boca y desaparecen los tamices que controlan nuestras emociones. Lo último que hay que hacer es contestar con la misma moneda porque eso significa escalar el problema y en ese descontrol podemos decir cosas que más tarde nos arrepentiremos.

Es fundamental no tomar las cosas como algo personal: la ira de la otra persona no tiene necesariamente que ver contigo. Ese ser puede estar pasando por un mal momento o tener problemas personales que están afectando su estado de ánimo y tú simplemente te cruzaste con él en el momento menos apropiado. Evita tomar sus comentarios o ataques de manera personal y no te involucres emocionalmente en la situación.

Por eso cuando alguien te ataca con ira, es importante escuchar activamente lo que están diciendo. Trata de entender sus preocupaciones o frustraciones subyacentes. Esto no significa que debas estar de acuerdo con ellos, pero al escucharlos con empatía, puedes reducir la tensión y encontrar puntos de encuentro.

Tanto si es una persona conocida como no, no se recomienda abordarlo. Si es un amigo o familiar. Debemos actuar con empatía y afrontar la situación con valentía sin darle demasiada importancia a las palabras negativas e incluso soeces que pudimos haber recibido. Una vez que hayas escuchado las preocupaciones de la otra persona, responde de manera asertiva y respetuosa. Expresa tus puntos de vista y sentimientos de manera clara y firme, pero evita caer en la agresión o el tono confrontacional. Usa un lenguaje no acusador y enfócate en la resolución del problema en lugar de atacar a la otra persona.

Sin embargo, si la persona continúa atacando con ira y cruza tus límites personales, es importante establecer límites claros. Comunica de manera firme pero respetuosa que no tolerarás el abuso o la agresión verbal. Si es necesario, retírate de la situación y busca ayuda.

Lidiar con la ira de otra persona puede ser emocionalmente agotador. Asegúrate de cuidar de ti mismo después de una situación así. Dedica tiempo para relajarte y recuperarte emocionalmente. 

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infanto-juvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

sábado, 29 de julio de 2023

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: CAIDAS Y RISAS

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos


Hace unos días se hizo muy viral un video donde Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, sufre una caída durante un acto público. A pesar de ser alguien muy respetado y tratarse de una persona de la tercera edad, para muchos fue inevitable reaccionar con una carcajada. ¿Por qué? ¿Qué nos pasa que las caídas ajenas nos provocan risa?

En realidad es por lo absurdo de la situación, por los gestos de desconcierto de las personas implicadas y porque es una forma de sacar el nerviosismo que provoca esa situación inesperada en la cual ya no podemos hacer nada.

Una teoría psicológica sugiere que la risa en este tipo de situaciones puede ser una forma de aliviar la tensión o el estrés que se experimenta al presenciar un evento inesperado o potencialmente peligroso. Ver a alguien caerse puede activar una respuesta de sorpresa o preocupación, pero la risa puede ser una forma de liberar esa tensión y reducir la ansiedad.

Además, se trata de una risa difícil de reprimir. Se necesita mucho esfuerzo para hacerlo, ya que nos damos cuenta de lo infravalorado que es para el que la sufre y además ante una posible mala consecuencia de la misma. Si estamos viendo la caída en vivo, más allá de la risa inicial debemos ser proactivos en caso de que la persona implicada pueda haberse lastimado. Cuando estamos viendo un video es diferente, ya que no podemos hacer nada, somos simplemente testigos involuntarios.

Además, existe una teoría llamada "teoría de la superioridad" que sugiere que la risa en respuesta a los tropiezos o caídas de otras personas puede ser una forma de reafirmar nuestra propia sensación de superioridad o seguridad. Al reírnos, podríamos expresar un sentimiento de alivio de que no somos nosotros los que estamos en esa situación incómoda.

Otro aspecto importante para que esa risa se produzca tiene que ver con la distancia psicológica. Si Joe Biden fuera tu padre o tu abuelito, no te reirías. Esta distancia, además, genera un efecto curioso. Mientras mayor sea la tragedia, mayor debe ser la distancia para que algo nos provoque la carcajada.

Sin embargo, hay que aclarar que no es el mismo efecto que nos produce una caída cuando estamos viendo una comedia en el cine o en la televisión. En esos casos, aunque el guion nos sorprenda, en las caídas damos por sentado que no implica riesgo para el que la sufre y por eso reímos sin culpa.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infanto-juvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.