domingo, 2 de septiembre de 2012

Romney ejercería un gobierno influenciado fuertemente por su fe mormona


Tomado de El PAIS
Romney, el perfecto mormón
Por Antonio Caño

Ejemplar en su Iglesia y exitoso en los negocios, el candidato republicano tiene ahora tres meses para convencer a sus compatriotas de que puede ser un buen presidente de EEUU

Mitt Romney vivió en París el levantamiento juvenil de Mayo del 68. No como un agitador más, sino como un misionero mormón tratando de convencer a los franceses de que el consumo de vino y el sexo fuera del matrimonio son pecados, propósito no más sencillo que el de los muchachos que buscaban la playa bajo los adoquines. Un par de años antes, en la Universidad de Stanford, en California, formó parte de los tumultos de la época sobre la guerra de Vietnam, pero en el lado de los que la defendían, y acabó huyendo del bullicio político de ese campus después de solo un curso para buscar el refugio confortable de la Universidad Brigham Young, dirigida por la Iglesia de los Santos de los Últimos Días.
El mormonismo no ha sido el único influjo en la vida de Romney, pero sí el más importante. Ha marcado su conducta —nunca probó el tabaco o el alcohol ni se le conoce más relación sentimental que la de su actual esposa— y su trayectoria profesional. Su éxito en los negocios es, en gran parte, el resultado de un manual de actuación científicamente diseñado por su iglesia para ganar dinero y poder. 
Pero la política, la alta política, el campo en el que Romney compite desde hace varios años y en el que ahora hace la apuesta más importante de su carrera, es otra cosa. Pese a toda la tecnificación de las últimas décadas, la política no es una ciencia exacta en la que el triunfo es la consecuencia inevitable de una determinada receta. Si fuera así, Romney, el prudente, el metódico, el cerebral Romney, sería imbatible. Pero la política exige condiciones extrañas y se mueve por impulsos caprichosos. Es ahí donde este hombre con una vida de privilegios y laureles en otros múltiples aspectos de su biografía tiene que salir adelante esta vez. ¿Podrá? Fuera de su gestión —exactamente eso, la labor de un mero gestor— como gobernador de Massachusetts, el político Romney, con sus convicciones y sus pasiones, su visión y sus habilidades, no se ha revelado aún. La convención republicana que este martes comienza en Tampa es su gran oportunidad de hacerlo.
Aquellos chicos norteamericanos que iban casa por casa con camisa blanca y corbata negra implorando unos minutos de atención para explicar las bondades de su fe, siempre nos parecieron a los europeos una especie de soldados robotizados de un misterioso ejército fanático. Con el pelo, habitualmente rubio, idénticamente cortado y sus pulcros modales tan bien ensayados, no parecían personas, sino criaturas de otro mundo o personajes de una película de ciencia ficción.

El Romney que llega a Tampa no ha perdido del todo ese aspecto robótico. El Romney que llega a Tampa es un ser programado para vencer, pero carece del espíritu para convencer. A los 65 años, su imagen es envidiable. Alto, apuesto, siempre con un bronceado que realza su aspecto saludable, se ajusta al ideal físico del presidente cinematográfico. Se ha movido en la élite desde su nacimiento. Su padre fue presidente de la American Motors Corporation, tres veces gobernador de Michigan, ministro de Richard Nixon y candidato presidencial. Él mismo añadió brillo a su apellido con sendos doctorados en Derecho y Empresa por la Universidad de Harvard, una meritoria labor como gobernador, una destacada dirección de los Juegos Olímpicos de Invierno en Salt Lake City, una fortuna de más de 200 millones de dólares y una extensa familia integrada por 5 hijos y 18 nietos.
No hay puesto que haya ocupado en el que haya fracasado. Su receta ha sido siempre la de la adaptación a la realidad, el aprovechamiento de los recursos, el orden, la reducción al mínimo de los riesgos. En su única responsabilidad política, en Massachusetts, supo aplicar esos recursos y sobrevivió con la fama de un moderado, de un pragmático. Pero la línea que separa a un político pragmático de un cínico, un descreído o un oportunista es muy delgada, y Romney no ha dado garantías de no haberla cruzado.
Las personas verdaderamente religiosas, como las verdaderamente ricas, no necesitan demostrarlo a diario. Romney pertenece a ambas categorías, y ambas representan lo esencial de su vida, aunque lleve con gran discreción tanto su fe como su cuenta corriente. A la espera de conocer al político, hoy hay que analizar a Romney como un millonario mormón. Empecemos por esto último.
Un mormón solo lo es en cuerpo y alma. Esa no es una Iglesia, como la católica, a la que se pertenece a medias o a veces. Se es mormón o no se es, no hay zonas grises. O se cumple la totalidad de la doctrina de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días —incluida la de entregar una porción de los ingresos a la institución—, o se escoge otra filiación. Romney es descendiente de mormones desde los tiempos en que sus antepasados tenían varias mujeres, una práctica ahora abandonada por esa religión. Ha vivido siempre de acuerdo con las exigencias de su creencia. Convirtió a su mujer, Ann, al mormonismo. Educó a su familia en las estrictas normas de esa fe, con todos los domingos del año dedicados a obras de caridad. Predicó su doctrina como joven misionero y, ya adulto, como obispo mormón en Boston.
Aunque en los Estados Unidos actuales la adscripción a una determinada Iglesia no parece un obstáculo insalvable para ser presidente, el hecho de ser mormón representa algunos inconvenientes para la carrera política de Romney. Existen aún ciertos prejuicios y temores sobre esa religión. Algunos de ellos basados en la realidad, como el del secretismo de sus actividades. Los padres de Ann no pudieron asistir a su boda en el templo mormón de Salt Lake City porque el acceso a los lugares de culto está limitado exclusivamente a los miembros de la iglesia.

Los efectos electorales no son, sin embargo, el aspecto más importante de las convicciones religiosas de Romney. Lo más relevante es la forma en que esas convicciones han moldeado su personalidad y cómo, de alguna manera, eso se verá reflejado en su campaña y, si es elegido, en su actuación como presidente. Jodi Kantor, que escribió un extenso análisis de la trayectoria religiosa de Romney para The New York Times, afirma que “así como Ronald Reagan utilizó sus conocimientos como actor y Barack Obama recurrió a su oratoria como activista social, Mitt Romney está marcado por la teología y la cultura de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días”.
Uno de los aspectos fundamentales de la cultura de esa iglesia es la de convertir a sus miembros en personas de éxito. No por casualidad, Utah, donde está asentada la mayor parte de la comunidad mormona, es uno de los Estados más prósperos del país. Uno de los integrantes más destacados de esa iglesia hasta su fallecimiento el mes pasado fue Stephen Covey, autor de un libro, titulado Los siete hábitos de la gente altamente eficaz, que constituye una verdadera guía para los mormones en su vida profesional.
En contra de lo que algunos puedan pensar, los mormones no son fanáticos. Muy estrictos sí, pero no fanáticos. Su éxito procede de la adaptación a las circunstancias que les toca vivir, que es casi lo contrario del fanatismo. “Los mormones tienen una larga tradición de alcanzar el éxito traduciendo sus principios religiosos a la versión secular”, explica Mathew Bowman, autor del libro El pueblo mormón.
“La Iglesia de los Santos de los Últimos Días”, añade Bowman, “produce líderes pragmáticos y competentes que trabajan dentro del sistema. Las escrituras mormonas definen el sacerdocio como el poder para gobernar a través de la persuasión y la caridad, condenan la arbitrariedad y la concentración de poderes, y aconsejan delegar y buscar la unanimidad”.

En términos más inmediatos, las posturas de Romney sobre distintos asuntos de actualidad, como su oposición al aborto, excepto en casos de violación, incesto o peligro de la vida de la madre, o al matrimonio homosexual, coinciden plenamente con las de su iglesia.
También su concepción del papel de Estados Unidos en el mundo se ve influida, en cierto modo, por su fe. Si cualquier político que aspire a algo en este país se ve obligado a demostrar inequívocamente su patriotismo, eso se acentúa en el caso del miembro de una religión que cree que Dios eligió a Estados Unidos para enviar a su mesías.
No es exagerado decir que la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, al menos sus enseñanzas, ayudaron a Romney a convertirse en millonario, la segunda cualidad conocida del hombre que será ungido candidato presidencial la próxima semana en Tampa. Su éxito en los negocios es también el blanco principal de los ataques de sus enemigos.
Desde que entró en la política, como rival de Edward Kennedy para un escaño en el Senado, los demócratas han tratado de caracterizar a Romney como una copia de Gordon Gekko, el personaje sin escrúpulos para hacer dinero que representa Michael Douglas en la película Wall Street.
No existe una versión única sobre la actividad de Romney al frente de Bain Capital, la compañía que fundó en 1984. La firma se dedicaba a comprar empresas en quiebra con el propósito de reflotarlas y volverlas a vender con los correspondientes beneficios. En algunas ocasiones el método funcionó y se salvó del cierre a empresas que estaban desahuciadas, y en otras fracasó y miles de trabajadores perdieron sus empleos.
La campaña de Obama ha insistido, quizá excesivamente, en asimilar esa actividad a la clase de capitalismo que provocó la crisis de 2008 y dio lugar a la recesión económica de la que aún no ha salido por completo EE UU. Esa estrategia se estrella parcialmente con una sociedad que no castiga la ambición de hacer dinero. Pero este es un tiempo algo diferente. 
Las enormes sumas que se reparten los ejecutivos de las grandes empresas contrastan brutalmente con el empobrecimiento generalizado de la clase media en los últimos años, y los norteamericanos son hoy más sensibles que nunca a las desigualdades sociales y a la injusticia distributiva. Sus cuentas en paraísos fiscales, su escasa contribución al fiscal —un 18% de impuestos pagados como media en los últimos años— y su negativa a hacer públicas sus declaraciones de Hacienda —con la excusa de que no quiere revelar sus donaciones a la Iglesia mormona— han contribuido a reforzar la imagen de un Romney elitista y despreocupado de los problemas de los más pobres.
Aunque se mantiene en una posición competitiva en las encuestas —no más de tres o cuatro puntos por debajo de Obama—, está más de diez puntos por detrás del presidente cuando los norteamericanos se pronuncian sobre el candidato al que consideran más sensible con sus necesidades más acuciantes, más honesto y más auténtico.

Quizá esa percepción no se deba tanto al hecho de que Romney posea una fortuna superior a la de los últimos cinco presidentes norteamericanos juntos, sino al problema anterior de la falta de pasión y de claras convicciones políticas. Romney es la versión republicana de John Kerry, un millonario de Nueva Inglaterra al que le falta coraje y hambre para ser presidente.
Las elecciones primarias dejaron en evidencia que Romney no es el candidato preferido por las bases, que buscaban a un candidato más claramente comprometido con la causa de la derecha reformista y del Tea Party. Romney fue la mejor solución encontrada ante la falta de otros candidatos de más peso, pero los principales comentaristas conservadores le criticaron entonces por pusilánime y lo destrozarán si es derrotado en noviembre.
Tras su victoria en las primarias, se esperaba que Romney diese un puñetazo sobre la mesa y estableciese su programa y su equipo. No ha sido así. La decisión más importante que ha tomado desde entonces, el nombramiento de Paul Ryan como compañero de candidatura, es una prueba de debilidad, no de atrevimiento. Ryan es un joven conservador ardoroso que despierta las simpatías del Tea Party y de las bases, pero cuenta con un futuro y una agenda política propia, independiente de la de Romney. No es un hombre de Romney ni se le conocen coincidencias ideológicas. Su designación es una concesión a la derecha del Partido Republicano mayor aún que la de Sarah Palin en 2008.
Con Ryan al lado, la figura política de Romney se desdibuja y empequeñece todavía más. El mejor ejemplo es Medicare, el programa público de asistencia sanitaria a los mayores de edad. La propuesta de reforma de ese sistema, amenazado de bancarrota, es, por ahora, la principal novedad que aporta la plataforma electoral Romney-Ryan. Pero el autor de esa propuesta es Ryan, no Romney.

Ryan es el más convincente, igualmente, en temas como impuestos, aborto o control de armas. No porque hoy Romney no coincida con su compañero en esos asuntos, sino porque Ryan siempre ha dicho lo mismo, mientras que Romney dice hoy lo contrario de lo que decía cuando era gobernador de Massachusetts.
La ausencia de una clara definición política —la revista Newsweek le ha llamado “endeble” y The Economist le acusa de falta de “carácter”— es, sin duda, el talón de Aquiles del candidato republicano. Buscando en su biografía, es imposible encontrar una frase que pueda definir su personalidad con cierta autenticidad. Su ideario, recogido en un libro titulado No apology [Sin disculpas], es una sucesión de lugares comunes en el que el mayor elogio que se le ocurre sobre su padre es que “todo lo que decía era interesante”. 
Como han recogido Michael Kranish y Scott Helman en The real Romney [El verdadero Romney], el mejor recorrido por la vida del candidato presidencial, estamos ante un hombre tan detallista como para reconocer que se come solo la parte superior de las magdalenas para evitar la grasa que se acumula en su base, pero incapaz de dejar una gran idea para la historia.
Probablemente su mejor declaración, y la más sincera también, fue aquella que hizo en Iowa al comienzo de las primarias en la que sostenía que “las corporaciones, las empresas, son personas”. “Sí, las corporaciones son personas, amigo mío”, le explicaba a uno de los participantes en un acto de campaña. “Son personas porque todo lo que ganan va en última instancia a la gente”.
“Las corporaciones son personas” no parece un gran eslogan de campaña, pero sí es, por una vez, una expresión honesta del pensamiento de Romney, de alguien que entiende la economía —y la vida— como el resultado de una buena gestión. En esa frase, Romney se confiesa como lo que es, un ejecutivo, no un estadista.
Esa es su carta de presentación en Tampa. “Yo vengo a arreglar este desorden económico con mi experiencia para reparar empresas quebradas, como saqué adelante en Salt Lake City unos juegos socavados por la corrupción de los administradores políticos”, dirá Romney con otras palabras.
Es dudoso que eso sea suficiente para obtener el respaldo de una nación políticamente más polarizada que nunca. La mayoría del Partido Republicano considera a Obama una amenaza para la pura supervivencia de este país y pide su eliminación a toda costa. El Partido Demócrata alerta sobre el peligro de la llegada a la Casa Blanca de una banda de fanáticos que eliminará el aborto y todos los beneficios sociales ganados a lo largo de varias décadas.
Romney se mueve en medio de esa tormenta como pollo sin cabeza. No es para lo que está entrenado. Su familia y su iglesia lo educaron para ser el perfecto mormón, un hombre de conciliación y de acomodos. La política le ha obligado a pactar con el diablo, a contradecirse y, quizá, a mentir.
Hay que ver si tendrá agallas para ir con eso hasta el final. Ya advierte en una entrevista esta semana en The Wall Street Journal que no va a utilizar la campaña para venderse “como un pedazo de carne”. En la fase decisiva de la campaña de 2008, a John McCain le tembló el pulso en la estrategia que le habían diseñado para destruir a Obama. Romney es más frío que el viejo piloto de la Marina, pero también tiene mucho menos encanto. 

Sus posibilidades de batir a Obama son superiores a las de McCain hace cuatro años. Obama no ha acabado de resolver la situación económica y es, por tanto, un candidato vulnerable. Pero Obama va a pelear esto como la mayor misión de su vida. Obama no era nadie antes de llegar a la Casa Blanca, y para él sería un fracaso irse tras un solo mandato. Peleará por su nombre, por su raza, por su dignidad y su orgullo. Romney solo tiene una razón comparable de la que extraer el coraje que se requiere en esta hora crucial. 

Romney, el primer mormón con posibilidades de ganar la presidencia de Estados Unidos, le debe esa victoria a su Iglesia.

Pertrechos militares se toman las pasarelas de la moda femenina otoño invierno 2012


Tomado de Cosmohispano.com 

Salvatore Ferragamo, Tommy Hilfiger e Isabel Marant son algunos de los diseñadores que apuestan a la moda militar

Moda militar, la tendencia triunfa a la fuerza


Este invierno las calles se convierten en un auténtico desfile. La moda militar va ser la estrella de nuestros armarios.

Estampado de camuflaje, colores inspirados en la naturaleza o botones dorados son los protagonistas de una de las tendencias de moda que más triunfa esta temporada.

La moda militar se reinventa un año más para convertir la calle en un campo de batalla muy singular.



Sobre las pasarelas de moda invierno el estilo militar ha tenido una gran presencia. Salvatore Ferragamo nos lo presenta en su versión más nocturna, Tommy Hilfiger bombardea con abrigos con hombreras y jóvenes cadetes que desfilan con prendas cosmopolitas y clásicas.

En esta guerra no podía faltar Isabel Marant con sus abrigos oversize en tonos azul marino y caqui.

Las prendas más populares de la moda militar son el abrigo con botones dorados y la parka de estampado de camuflaje.

No dudes y combínalas con prendas con tachuelas en versión punk o con minifaldas barrocas.

Para conseguir un look 10 este invierno la moda militar te lo pone fácil.
 
Combina una falda de cuero, unos botines de tacón, una camiseta blanca básica, un maxi bolso en negro con una parka verde. Obtendrás un estilismo apto para las 24 horas del día.
 
Si prefieres algo mas arriesgado, apuesta por una falda dorada, una camiseta básica en tonos verdes y una chaqueta de camuflaje. Perfecta para salir cualquier noche.

El lado oscuro de la Apple. 10 cosas importantes que sus usuarios deberían saber

Tomado de The Wall Street Journal

 Diez cosas que Apple nunca le dirá

Por Quentin Fottrell

1. "Nuestros clientes están cansados"
Todo ese entusiasmo por el primer iPhone y iPad rápidamente cedió paso a lo que los analistas están llamando "fatiga de actualización", incluso para los clientes más leales de Apple, a quienes les molesta el flujo constante de modelos nuevos. De hecho, cuando la gente compra el producto más reciente de Apple, la empresa ya suele estar preparando su reemplazo, afirma el consultor de tecnología Patchen Barrs, quien compró 25 productos de Apple en los últimos 20 años. "Todo lo que les compramos ya es viejo al salir de la tienda", dice. Contemos: desde 2001, hubo seis iPod, dos iPod mini, seis iPod Nano, cuatro iPod Shuffle y cuatro ediciones del iPod Touch. Apple ha lanzado cinco modelos de iPhone desde 2007 y presentó tres iPad desde 2010.
Por supuesto, los modelos más nuevos tienen sus ventajas: suelen ser más delgados, rápidos y tener funciones extra como mejores cámaras y una mejor calidad de pantalla. Y Apple, que prefirió no hacer comentarios para este artículo, ha indicado que esas mejoras justifican con creces el ritmo rápido de sus nuevas incorporaciones. Pero ese argumento no es suficiente para apaciguar a algunos consumidores cortos de efectivo. Casi 50% de los consumidores afirman que están cada vez menos dispuestos a comprar nuevos productos por temor a que queden desactualizados por versiones aún más nuevas, según una encuesta reciente entre 2.000 personas realizada por Marketing Magazine en el Reino Unido.
2. "Tenga cuidado con esa aplicación"
Muchas aplicaciones de juegos gratuitas disponibles en la Tienda de Aplicaciones de Apple cobran por contenido adicional dentro del juego. Por ejemplo, la aplicación de los Pitufos llamada "Smurfs' Village" cobra por las Smurfberries, esa fruta roja virtual de la que se alimentan los Pitufos. Jugar es gratis, pero sólo durante cierta cantidad de tiempo o antes de llegar a cierto nivel, dice Damon Brown, autor de varios libros sobre cultura tecnológica.
Eso está especificado en la descripción en línea de las aplicaciones, pero Brown afirma que no impide que niños con acceso a la tarjeta de crédito de sus padres gasten de más, o que incluso lo hagan los adultos."Por eso hay tantas empresas que no las cobran", dice. "Se termina pagando por comprar la aplicación muchas veces". Para ser justos, Apple no desarrolla Smurfberries ni les cobra a los consumidores por comprar más, ni la estrategia de empresas de juegos se aplica sólo a aplicaciones del ecosistema de Apple.
Al ingresar a la Tienda de Aplicaciones de Apple, conviene leer las letras pequeñas antes de comprar, ya que todas las ventas son finales, según el sitio. SI una aplicación tiene problemas con regularidad o si los clientes creen que se las vendieron por error, los expertos afirman que no es probable que recuperen su dinero.
3. "Estamos estorbando"
Ingresar a Facebook de vez en cuando a través del iPhone durante la cena es la última preocupación de algunas parejas. Una de cinco personas toma su teléfono como un reemplazo del siglo XXI del cigarrillo después del sexo, según un informe reciente de la empresa de seguridad móvil LookOut. Es sólo un ejemplo más extremo de cómo el teléfono inteligente se ha convertido en el tercero en discordia en las relaciones, afirma Ursula Ofman, una terapista que ejerce en Nueva York.
Para otros su relación con Dios también es interrumpida por ese zumbido familiar en su bolsillo, o los bolsillos de sus vecinos de banco de iglesia. Una de diez personas revisa su teléfono durante servicios religiosos, indica otra encuesta de LookOut.
Dejando a un lado la responsabilidad personal y los buenos modales, hay otras teorías sobre por qué la gente no puede alejarse de su iPhone. "Los productos de Apple son adictivos", dice Larry Rosen, autor de "iDisorder: Understanding Our Obsession with Technology and Overcoming Its Hold on Us." (Que traduciría idesorden: entendiendo nuestra obsesión con la tecnología y superando su poder sobre nosotros). De hecho, muchos usuarios son conscientes de lo apegados que están a sus iPhones. Cerca de un 25% de las personas ve a su iPhone como "peligrosamente atractivo" y 41% dice que perder su iPhone sería "una tragedia", según una encuesta de la Universidad de Stanford de 2010.
4. "Podría gastar más con nuestros aparatos"
No sólo los productos de Apple suelen ser más costosos que los de sus competidores, sino que también la gente gasta más dinero al usarlos. El dueño promedio de un iPhone en EE.UU., por ejemplo, gasta más de 10% extra en sus cuentas mensuales de celular que otros usuarios de teléfonos inteligentes de prepago —US$90 frente a US$81—, según cálculos del analista de Morningstar Michael Hodel. Los dueños de iPads también suelen gastar más en sitios de comercio electrónico que otros usuarios de tabletas: US$158 por pedido versus US$105 de las personas que usan otros aparatos móviles, según un estudio reciente de RichRelevance, empresa de recomendaciones personalizadas de productos.
¿Por qué? Muchos dicen que el iPad se siente como una tienda de lujo. Otros afirman que es porque el iPad es fácil de usar y alienta a la gente a realizar compras impulsivas. Además, quienes pueden gastar US$499 o más por un iPad son más proclives a tener mayores ingresos disponibles que quienes compran tabletas que funcionan con Android, afirma Milton Pedraza, presidente ejecutivo de la firma de marketing Luxury Institute LLC.
5. "Necesitamos otro aparato revolucionario"
La fatiga por la renovación de equipos no es lo único que a los especialistas no les gusta sobre los lanzamientos de productos de Apple: algunos afirman que los productos nuevos no son lo suficientemente nuevos. Los inversionistas se ponen cada vez más impacientes con la línea de producción de Apple y exigen otra revolución tecnológica. Es hora de que Apple vuelva a sacudir el mercado móvil, afirma Walt Piecyk, analista de tecnología de la corredora BTIG. Afirma que un teléfono Apple totalmente nuevo que cueste menos que los US$649 que vale el iPhone 4S más económico sería un buen comienzo. Otras empresas tecnológicas con muchos recursos también están listas para competir con el iPhone con sus propios teléfonos inteligentes. Facebook está considerando desarrollar su propio teléfono y Google, que compró Motorola el año pasado, está desarrollando su propio teléfono. (Facebook y Google prefirieron no hacer comentarios).
Apple aún registra sólidas ventas son el iPhone, pero ninguna empresa debería depender tanto de un teléfono móvil, sostiene Piecyk. De hecho, el mercado del iPhone representa más de 50% de las ventas de Apple, según investigación del banco de inversión Piper Jaffray.
6. "El iPhone cuesta más de lo que debería, incluso comparado con el iPad"
El iPhone cuesta cientos de dólares menos que el iPad, pero Apple tiene márgenes de ganancia mucho más altos con el teléfono que con la tableta, señalan los expertos. Se desglosa así: Apple obtuvo márgenes netos de hasta 58% en sus ventas de iPhone en EE.UU. entre abril de 2010 y marzo de 2012, y márgenes de sólo 23% a 32% en el iPad, según informó Apple. Le cuesta US$215 fabricar el teléfono iPhone 4S de 32 GB, menos de un tercio del precio minorista original, según la empresa de investigación de tecnología IHS iSuppli. Pero le cuesta US$375 fabricar la versión de 32 GB del nuevo iPad, alrededor de la mitad del precio minorista. Los consumidores en EE.UU. creen que pagan un precio menor por el iPhone porque las telefónicas absorben dos tercios del precio minorista original, sostiene.
7. "No se deje engañar por nuestra habilidad para vender sin presionar"
Los expertos afirman que los vendedores de Apple nunca bombardean a los clientes con cuestiones tecnológicas, y saben cosas como que si los niños quieren productos de Apple sus padres también los querrán. "Siempre empiezan preguntándole al cliente por su estilo de vida y sus necesidades", afirma Martin Lindstrom, autor de "Brandwashed". "Lo involucran emocionalmente, así que es más difícil decirle no a sus productos". Otras tiendas de electrónicos se concentran en el precio y las especificaciones técnicas, pero lentamente están aprendiendo de las tiendas de Apple, agrega.
Las tiendas de diseño reluciente y futurista son otra pieza importante del rompecabezas minorista de Apple, afirman los expertos. "Entrar a estos ambientes espectaculares, de fantasía, le ayuda a la gente a olvidarse del mundo exterior", indica Tina M. Lowrey, profesor de marketing de la Universidad de Texas en San Antonio.
8. "Nuestras funciones están quedando rezagadas"
Algunos consumidores quieren que el iPhone de Apple siga el ejemplo de los aparatos que funcionan con Android y tengan pantallas más grandes. Nancy Batchelor, una maestra que vive en Washington D.C., descartó su iPhone porque era muy pequeño y no podía leer bien. Batchelor tiene muchas otras opciones que elegir, como teléfonos Motorola, HTC o Samsung con pantallas más grandes que las 3,5 pulgadas del iPhone. No es la única. Según el sitio TechRadar, "las pantallas de 3,5 pulgadas ya no alcanzan."
Cinco años después de su lanzamiento y tras varias actualizaciones, algunos analistas afirman que el iPhone está comenzando a sentirse anticuado. Por ejemplo, otros teléfonos tienen baterías de más larga duración.
Unas de las novedades más importantes del iPhone 4S —el motor de búsqueda Siri, activado por la voz— no siempre ha satisfecho las expectativas de los consumidores. Siri contesta preguntas de forma correcta el 68% de las veces, según una investigación reciente de Piper Jaffray. Sin embargo, Apple sigue teniendo una gran ventaja sobre la competencia, según los expertos: el factor "chévere". Además, aún debe lanzar el iPhone 5, que se prevé llegará antes de fin de año. Pero los gustos pueden cambiar con rapidez. De hecho, Samsung hace poco superó a Apple para convertirse en el mayor vendedor de teléfonos inteligentes por volumen, según la firma de investigación Strategy Analytics.
9. "Lo atraparemos de por vida"
Almacenar contenido digital como películas, música y libros en el "ecosistema" de Apple —el conjunto compatible de la empresa de hardware y software— podría retener a clientes de por vida. Hay un buen motivo para que Apple ofrezca 5GB de memoria gratis en su sistema de almacenamiento virtual iCloud, señalan los analistas. El iCloud de Apple es diferente a los sistemas de almacenamiento virtual de otras empresas por un motivo clave: funciona exclusivamente con otros productos de Apple, mientras el Cloud de Google funciona con un HTC Thunderbolt, el Droid de Motorola o cualquier aparato que use el sistema operativo de Google, afirma. En tanto, hay una variedad de opciones de almacenamiento en la nube como SkyDrive de Microsoft y Dropbox, que les permiten a los clientes almacenar archivos de Microsoft, Android y iPhone.
También es difícil transportar archivos digitales de iTunes a un tercero como el Kindle Fire, entre otros.
10. "A nuestros fanáticos no les importa si nos equivocamos"
Por supuesto, muchos clientes están felices de ser parte de la comunidad global de Apple: una página de Facebook, "Fans de Apple", tiene más de 953.000 miembros. Y cuando se trata de polémica o críticas a la empresa, los expertos señalan que la base de admiradores leales de la compañía suelen hacer oídos sordos.
De hecho, muchos clientes de Apple siguen siendo fieles a la empresa aún cuando los desilusiona. Este año un grupo de clientes de Apple encabezado por Change.org, un grupo de defensa de causas sin fines de lucro, envió una petición a Apple implorando que mejorara las condiciones de trabajo en sus fábricas, en especial en China. Sin embargo, los miembros del grupo indicaron que no dejarán de usar sus productos Apple, y ni siquiera los reciclarán. Apple también podría haberles quitado relevancia a sus críticos al tener una postura abierta sobre sus fallas. La compañía divulgó su propio informe sobre sus fábricas, y admitió que 62% de sus proveedores no cumplieron con los límites de horas laborales y reveló que cinco fábricas empleaban menores de edad. El informe —titulado "Responsabilidad de los proveedores de Apple"— señaló: "Requerimos que nuestros proveedores brinden condiciones de trabajo seguras" y "traten a los trabajadores como dignidad y respeto".
Pero el marketing de Apple también alienta a sus seguidores tribales, señalan los profesionales de la industria. El lenguaje de la empresa, que roza el "cuento de hadas" o lo "religioso" también ayuda a generar un apoyo apasionado a la marca y genera molestias entre sus seguidores cuando Apple es criticado, afirma Lindstrom.