domingo, 9 de diciembre de 2018

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: LA TEMIDA MUERTE


Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Siempre vemos a la muerte con recelo y temor. Es inevitable. Muchos, incluso, desarrollan un miedo excesivo, algo que la ciencia llama tanatofobia -en honor al dios griego Tanatos, al que se le encomendaba la tarea de quitar la vida a los hombres- y que puede resultar perturbador. 

Pero es lógico que tengamos temor, es el miedo a lo desconocido, a dejar de existir de la forma que conocemos. 

“Lejos de considerar la muerte como algo natural ligado a nuestra condición de seres orgánicos, morir es una tragedia para la existencia humana”. La reflexión surge de los psicólogos españoles Francisco Cruz Quintana y María Paz García Caro, autores del libro SOS, déjame morir: ayudando a aceptar la muerte. “En una sociedad desarrollada donde hay objetos y soluciones para casi todo lo imaginable resulta incomprensible que aún no se haya encontrado remedio a la muerte, a lo que nos hace morir”, concluyen. 

Y es que la muerte sigue siendo un misterio. De alguna forma las religiones desean dar soporte al miedo y a la incertidumbre sobre lo que habrá más allá de la muerte. Pero la verdad es que no estamos preparados para afrontar ese momento: ni el nuestro ni el de nuestros seres queridos. Las religiones viven centradas en eso, nos ayudan a encontrar una explicación a la misma y, sobre todo, a tener esperanza ante ella. 

Sin embargo, en el hogar esos temas son tabú, porque se siente que es como llamar a la muerte solo por el hecho de hablar de ella. Lo mismo por preparar testamentos, por pedir no tener asistencia extra para vivir o para hablar de cremación o entierro cuando llegue la hora. 

Aquellos con profunda fe aceptan la muerte como algo natural, lo consideran parte de un proceso y no el final de una vida. Otros, como en el caso de los enfermos terminales o gente que sufre mucho, ven a la muerte como una solución. Actualmente, con el tema de la eutanasia -también llamado suicidio asistido-, una persona enferma puede decidir en qué momento quiere morir. Claro, esto en caso de que viva en uno de los países donde esto se considere legal, como Bélgica, Holanda o Japón. Hace poco, un señor de 104 años pidió morir y lo hizo cantando y alegre. 

Una interrogante interesante es ¿cómo reaccionaría un ser humano si supiera la fecha exacta de su muerte? Imagino dos tipos de casos. Para algunos creo que podría ser más atemorizante: entrarían en pánico y hasta morirían antes por el susto, ya sea de un ataque al corazón u otra enfermedad. Otros, en cambio, planificarían mejor sus días, disfrutarían más su tiempo y valorarían todo lo que han logrado. 

A la muerte hay que darle la importancia que se merece. Ni más ni menos. Pero no nos debe condicionar nuestras vidas. Hay algunos hechos que podrían ayudar a desdramatizar el tema. Por ejemplo, vivir una vida rica o productiva, sin asignaturas pendientes. Por otro, tener fe en la vida eterna al final de los tiempos, una creencia religiosa que genera paz y ayuda a aceptar la muerte. También es importante planificar temas como el testamento, la cremación o el entierro y otras voluntades. Pero, por sobre todas las cosas, empezar a hablar con total naturalidad de la misma. Al fin y al cabo, a todos nos llegará la hora.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Consultas on line

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades. 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

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