Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
La sexualidad es una parte fundamental de la experiencia humana, pero está rodeada de tabúes y desinformación que pueden generar barreras psicológicas en las personas. Uno de estos fenómenos es la orgasmofobia, un término que se refiere al temor a alcanzar el orgasmo o placer total con pérdida de control sobre uno mismo.
Aunque puede afectar a cualquier género, la orgasmofobia en las mujeres tiene particularidades culturales, psicológicas y sociales que merecen ser exploradas. Es una forma de aversión sexual que se manifiesta como temor o incomodidad ante la posibilidad de experimentar un orgasmo.
Esta fobia puede surgir debido a factores como experiencias traumáticas, educación sexual insuficiente, normas sociales restrictivas o creencias religiosas que estigmatizan el placer sexual. Por lo general la sufren más las mujeres que los hombres.
Está científicamente comprobado que a las mujeres les cuesta más llegar al clímax. En un estudio de más de 50.000 personas, el 95 % de los hombres heterosexuales dijeron que generalmente o siempre tienen un orgasmo cuando tienen relaciones sexuales íntimas, mientras que solo el 65 % de las mujeres heterosexuales dijeron lo mismo.
Se necesita una buena estimulación y sobre todo poder abandonarse al momento de la relación, y no siempre las personas logran aislar su mente de los aspectos cotidianos en su mente.
En ese sentido, el hombre es más capaz de aislarse mentalmente para disfrutar de la sexualidad, ya que no necesita sentirse amado para llegar al orgasmo. Además, no le afecta tanto las circunstancias alrededor de los que están realizando el acto sexual, ya sea ruidos, niños u otros elementos distractores.
Las experiencias traumáticas, como el abuso sexual, agresiones o situaciones que generan un recuerdo negativo del contacto íntimo, son factores comunes que desencadenan miedo y rechazo hacia el orgasmo. Asimismo, una educación sexual represiva que refuerza tabúes, sentimientos de culpabilidad y desinformación puede impedir el desarrollo de una relación positiva con el cuerpo y el placer sexual. Todo eso puede llevar a abortar un orgasmo.
A raíz de todas esas cosas es que muchas veces las mujeres terminan fingiendo tener un orgasmo. Se finge por vergüenza y sobre todo temor a que la pareja sexual se sienta no importante o incapaz de llevarnos al clímax. También podría ser, según estudios, por el deseo de terminar el encuentro sexual cuando están cansadas o incómodas y también falta de confianza para guiar a la pareja sobre lo que les da placer.
Sin embargo, nada de esto es definitivo. Es algo que se puede tratar con una terapia sexual a través de un profesional certificado que pueda guiar el proceso, incluso con la participación de la propia pareja.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
www.dramendozaburgos.com
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infanto-juvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
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