sábado, 7 de junio de 2025

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: MISOFONIA

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos



La misofonía, cuyo nombre proviene del griego y literalmente significa "odio al sonido", representa un peculiar trastorno neurológico que va más allá de una simple molestia auditiva. También se le llama Síndrome de Sensibilidad Selectiva al Sonido (SSS). 
Quienes viven con esta condición experimentan reacciones emocionales intensas ante sonidos cotidianos que para otros pasarían desapercibidos. Se siente una profunda angustia, ira o incluso pánico al escuchar a alguien masticar, respirar o teclear en un ordenador. Estas reacciones no son caprichosas ni exageradas, sino manifestaciones de un procesamiento neurológico particular.

El origen de la misofonía no reside en el oído en sí, sino en cómo nuestro cerebro procesa e interpreta estos sonidos. Los investigadores sugieren que podría estar relacionada con experiencias previas significativas, como traumas infantiles o situaciones de estrés intenso. Esta conexión tiene sentido dado que nuestro sistema auditivo está íntimamente ligado al sistema límbico, el centro cerebral de las emociones, lo que explica por qué ciertos sonidos pueden desencadenar respuestas emocionales tan potentes.

Los síntomas pueden manifestarse de forma tanto psicológica como física. Las personas que padecen este trastorno suelen experimentar reacciones emocionales intensas como irritación, disgusto, ira o angustia, que pueden llevar a una pérdida temporal del autocontrol. Físicamente, pueden presentar opresión o dolor en diferentes partes del cuerpo, rigidez muscular, transpiración excesiva, dificultad para respirar y un aumento notable en la frecuencia cardíaca.

Los desencadenantes de estas reacciones son diversos y pueden variar entre individuos. Los sonidos más comunes que provocan episodios de misofonía pueden ser los sonidos nasales como ronquidos o hipo, sonidos orales como el crujir de alimentos o morderse las uñas, el llanto de los niños, diversos sonidos de animales (desde el canto de los pájaros hasta el croar de las ranas), e incluso los sonidos naturales del cuerpo humano como el crujido de las articulaciones al moverse.

El tratamiento abarca diversos enfoques terapéuticos que pueden adaptarse a las necesidades específicas de cada persona. Entre las opciones más efectivas se encuentran la reeducación auditiva y técnicas de habituación, la sonoterapia, el uso estratégico de "escudos" para reducir la exposición a sonidos desencadenantes, y el apoyo psicológico profesional. El respaldo emocional de familiares y amigos, junto con la orientación de profesionales de la salud, juega un papel fundamental en el manejo exitoso de los síntomas.

Es importante destacar que la misofonía puede manifestarse de manera temporal en cualquier persona, frecuentemente asociada a períodos de elevada ansiedad, y no necesariamente representa una condición permanente. Su relativo desconocimiento en la sociedad se debe principalmente a que no es una condición muy común y, cuando aparece, suele ser transitoria o formar parte de cuadros psicológicos más complejos como autismo, esquizofrenia, etc. Esta naturaleza variable y su frecuente asociación con otros trastornos han contribuido a que permanezca como una condición poco reconocida en el ámbito público.

 


Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infanto-juvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

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