Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
Buscar otros intereses, amistades y espacios donde te sientas en paz puede ser una buena estrategia. Además, es difícil coincidir con alguien que tiene puntos de vista inflexibles y que siempre cree tener la razón. Por ello, lo mejor que puedes hacer es mantener tu optimismo y, cuando sea necesario, alejarte mentalmente para que su actitud no afecte tu tranquilidad.
Más que acostumbrarte, es importante aprender a evadir y distanciarte del malhumorado, ya sea física o emocionalmente. Adaptarse demasiado a este tipo de actitudes puede llevarte, sin darte cuenta, a imitarlas o a normalizar patrones negativos, lo cual es un error, especialmente si tienes la responsabilidad de educar a alguien a tu alrededor.
Es importante establecer límites. Si el malhumor se transforma en actitudes hirientes o agresivas, es necesario dejar en claro, de manera calmada y asertiva, que ciertas conductas no son aceptables. Comunicar de forma abierta y respetuosa lo que se siente permite que la convivencia sea más llevadera.
Fomentar la comunicación es una herramienta esencial. Preguntar con interés genuino sobre lo que le ocurre a la otra persona puede ayudar a aliviar su carga emocional. Escuchar sin juzgar y demostrar empatía contribuye a fortalecer el vínculo y disminuir la tensión.
El cambio solo es posible si la persona reconoce su problema y tiene la voluntad de mejorar. De lo contrario, es mejor enfocarte en tu propio bienestar y aprender a desconectar en lugar de acostumbrarte a su actitud. Si sientes que la situación te supera o dudas de si el problema es tuyo, buscar ayuda psicológica puede ser una opción mucho más efectiva que recurrir a alguien cercano para validar quién tiene razón.
El malhumor puede tener un componente innato, pero la crianza juega un papel fundamental. En algunos casos, quienes lo padecen fueron muy consentidos en su infancia, acostumbrados a obtener siempre lo que querían sin enfrentar frustraciones. Si surge de repente, también podría ser una señal de depresión o insatisfacción personal. Es importante evitar que tus hijos crezcan viendo el malhumor como algo normal y cotidiano.
Proponer espacios de relajación y bienestar puede marcar una gran diferencia. Actividades como el ejercicio, la meditación o simplemente salir a caminar pueden ayudar a mejorar el estado de ánimo y reducir el malhumor. Crear un ambiente positivo también es fundamental.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infanto-juvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
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