Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

El destete es una etapa inevitable en la vida de toda madre y su hijo. Aunque muchas veces se asocia únicamente a un proceso físico, en realidad también implica una carga emocional importante. La llamada tristeza “posdestete” describe esa sensación de nostalgia y vacío que aparece cuando la lactancia llega a su fin.
Se trata de una sensación de nostalgia que en muchos casos lleva a que algunas madres sigan lactando a hijos ya mayores, incluso con dentadura desarrollada. Es natural que, a mayor edad, el destete resulte más doloroso tanto para la madre como para el niño. Si bien la lactancia fortalece el vínculo afectivo, llegado cierto punto es necesario iniciar este proceso de separación. Poner punto final.
Amamantar estimula la liberación de endorfinas y otras sustancias químicas conocidas como las “hormonas de la felicidad”: serotonina, dopamina y oxitocina. Todas ellas están relacionadas con el bienestar, el placer y la regulación del ánimo.
Además, la lactancia puede favorecer la pérdida de peso posparto, ya que el cuerpo quema calorías adicionales para producir leche materna. No obstante, este efecto varía en cada mujer y no es un método seguro ni rápido para adelgazar. Muchas madres también creen que durante la lactancia es imposible quedar embarazadas, pero esto no siempre es así.
Durante los primeros seis meses de vida, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva, ya que aporta beneficios únicos e irreemplazables para la salud del bebé. No obstante, también sugiere continuar con la leche materna de forma complementaria, junto con otros alimentos, al menos hasta los dos años. Estas consideraciones, sobre todo para madres de menos recursos para dar alimentación de otro tipo, lo importante es la lactancia de los primeros meses y de la transmisión de defensas para el organismo del calostro o primeras leches maternas
El destete puede resultar traumático porque, más allá de lo físico, implica una disminución en el flujo hormonal y una sensación de vacío al perderse ese contacto íntimo entre madre e hijo. Sin embargo, es importante recordar que el vínculo no desaparece con el destete; la relación madre-hijo sigue siendo profunda y tiene aún un largo camino por recorrer.
La experiencia también varía según la historia de cada madre. Por ejemplo, si ya ha tenido otros hijos, puede que el proceso sea diferente, a menos que exista un lazo especial con el nuevo bebé: un hijo de reconciliación o el intento de reforzar un vínculo de pareja a través de la maternidad.
En lo físico, el destete no solo impacta en las hormonas, sino que también abre paso a mayor independencia, tanto para la madre como para el niño. Aunque es una etapa común y natural, lo difícil es manejar la carga emocional que puede traer consigo. Por eso, es fundamental aprender a soltar poco a poco, entendiendo que nuestro hijo, que antes estuvo dentro de nosotras, también necesita su propio espacio de crecimiento.
Por lo general, no se requiere intervención profesional. Sin embargo, si la madre atraviesa un estado anímico muy bajo o se resiste al destete, puede ser necesaria la ayuda de una terapia para acompañar el proceso.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
www.dramendozaburgos.com
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.
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