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sábado, 12 de agosto de 2023

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: ABORTO ESPONTANEO

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

 

El embarazo es un momento de felicidad y esperanza para la mayoría de las mujeres. Sin embargo, este viaje puede tomar un giro inesperado y doloroso con la experiencia del aborto espontáneo. Aunque no se habla con tanta frecuencia como el polémico aborto inducido, el aborto espontáneo es algo común que afecta a muchas mujeres en todo el mundo.

Aunque el aborto espontáneo es más común en las primeras semanas de embarazo, puede ocurrir en cualquier momento antes de la semana 20.

Por lo general, la mujer lo asume con tristeza, dolor emocional y un deterioro severo de su autoestima. Existe una sensación de culpa que puede derivar en depresión y se instala el deseo de no volver a embarazarse para no pasar otra vez por ese calvario. Básicamente cuesta tanto superarlo por toda la ilusión que las personas se habían hecho, por esto muchas embarazadas prefieren estar bien seguras antes que precipitarse a anunciarlo públicamente. 

No en vano un estudio del Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos confirma que las mujeres que sufren un aborto espontáneo tienden a culpabilizarse, lo que les hace sentirse aisladas y solas. Al sufrirlo, se multiplican por dos las posibilidades de sufrir depresión y ansiedad y por cuatro el riesgo de suicidio.

Aunque pocos manejen estas estadísticas, cada año se producen 23 millones de abortos espontáneos en todo el mundo. Esto equivale a 44 pérdidas de embarazos cada minuto. Curiosamente, es más común de lo que muchos piensan: entre el 15% y el 25% de los embarazos reconocidos clínicamente acaban en pérdida.

El riesgo de aborto espontáneo es del 12% para las mujeres de 20 a 29 años y aumenta con la edad hasta rozar el 65% en las mujeres de más de 45 años. Las causas pueden variar y a menudo no se pueden identificar con certeza. Algunos factores comunes incluyen anomalías cromosómicas en el embrión, problemas uterinos, desequilibrios hormonales, enfermedades crónicas, infecciones y trastornos inmunológicos.

A pesar de que quien lo sufre inevitablemente intenta auto culparse, en la mayoría de los casos el aborto espontáneo no se debe a ninguna acción por parte de la mujer embarazada.

En el caso de los hombres, la tendencia es a no sufrir tanto, principalmente porque en el embarazo no tienen un rol tan protagónico como la mujer, que es quien lleva en el vientre a la criatura. Por lo general el golpe anímico es menor, pero depende de cómo han sido educados y lo sensibles que puedan ser o por las circunstancias que rodean el suceso.

Es esencial que quienes atraviesan un aborto espontáneo tengan acceso a un sistema de apoyo sólido. Esto puede incluir el soporte emocional de amigos o familiares para pasar el mal momento.

Quienes atraviesan un aborto espontáneo con frecuencia pueden sentirse solos y aislados en su dolor, ya que la sociedad tiende a no hablar abiertamente sobre este tema. Es importante fomentar un ambiente de empatía y compasión, donde se pueda hablar libremente sobre el aborto espontáneo y donde las personas se sientan seguras para compartir sus experiencias sin temor a ser juzgadas.

Un paso importante dio Michelle Obama, la ex primera dama de los Estados Unidos, cuando confesó en televisión que había sufrido un aborto espontáneo: "Sentí que había fallado porque no sabía que eran tan comunes los abortos espontáneos, porque no hablamos de ellos", admitió. “Esa es una de las razones por las que creo que es importante hablar con las madres jóvenes sobre el hecho de que ocurren abortos involuntarios", agregó.

Tras esa declaración de Obama, ampliada en su libro de memorias, varios psicólogos aplaudieron sus palabras ya que le dio visibilidad al tema, algo que consideran importante. Es que la ignorancia puede contribuir al costo emocional y psicológico de perder un embarazo, aislando a las mujeres y a sus parejas, y dejando a sus seres queridos sin saber cómo consolarlos.


Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infanto-juvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

domingo, 10 de junio de 2018

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: EL TABU DE LA LACTANCIA

 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) es clara en sus recomendaciones: “Para que el crecimiento, el desarrollo y la salud de un niño sean óptimos, hay que alimentar a los lactantes exclusivamente con leche materna durante los seis primeros meses de vida”. Además, aclara que se entiende por “lactancia materna exclusiva” no proporcionar al lactante ningún alimento ni bebida que no sea la leche materna, ni siquiera agua.

¿Qué sucede luego de esos seis primeros meses? Pues la OMS sugiere que después de esos 180 días se empiece a dar a los lactantes alimentos complementarios. Sin embargo, muchas madres deciden seguir amamantando a sus niños por un tiempo mucho más prolongado. Entonces surge la pregunta: ¿Hay un límite para amamantar niños?

No debería de pasar de los dos años -combinado con otro tipo de alimentos-, pero se dan algunos casos de madres que prefieren hacerlo hasta más mayores, incluso hasta los 7 años. En otros, como mi caso personal, fue poco tiempo. Lo más importante son los primeros meses, para que el recién nacido pueda recibir el calostro y así obtener inmunidad de parte de las defensas de la madre.

Aquellas madres que extienden demasiado el período de lactancia corren, en mi opinión, un riesgo, y más aún si esto ocurre en un país machista como El Salvador. Es que el niño, si es del sexo masculino, se va sintiendo como “machito" y domina a su antojo a su madre, no solo física, sino también mentalmente. Cuando yo daba consultas en el Hospital de Niños Benjamín Bloom tuve algún caso de niños que llegaban, literalmente, pegados de la teta de la madre. Venían a consultar por problemas de conducta, y no miento en decir que se pavoneaban como machos y se acercaban a la madre a mamar... Hay que tener en cuenta que los niños ya tienen dentadura y deben comer alimentos sólidos también.

Aquellas madres que llevan el período de lactancia al extremo tienen sus argumentos. Dicen que “la leche materna es mejor que cualquier otro alimento” y que además promueve el vínculo entre madre e hijos. También que ayuda a prevenir los embarazos, aunque eso no es tan cierto: varias madres han quedado encinta dando de mamar... También otros dicen que ayuda a bajar de peso. Pero al igual que la anterior, esta teoría no tiene fundamento. Eso sí, en lugares de escasos recursos y donde escasean los alimentos, la leche materna pasa a ser la mejor opción.   

Ahora veamos el tema de otro ángulo. Amamantar a los niños después de cierta edad también está mal visto socialmente, y mucho más si se lo hace un público. En Europa, por ejemplo, se ha creado una asociación para apoyarse mutuamente entre madres que adhieren a  la lactancia materna prolongada. En Estados Unidos ha habido un debate muy grande y en algunos lugares es prohibido dar de mamar en público, independiente de la edad de los niños. Acá es común ver en las mujeres de menores recursos sacarse el pecho en público y dar de mamar… En el estado de Georgia, Estados Unidos, está prohibido por la ley, ya que dar el pecho a un niño mayor de dos años a la vista de otros es un delito equiparable a un acto indecente o de provocación sexual.

Mi sugerencia, por tratarse de algo personal, es la madre debería cubrirse con una mantilla en dicho momento. Es lo más práctico, esto es lo que yo hacía y me permitía compartir con la gente y atender a mis hijos al mismo tiempo, ya que eran dos y casi todo el día, al principio, pasaba alimentándolos. Teorías, argumentos y nuevas tendencias siempre habrá, pero mi consejo es seguir las recomendaciones de la OMS. No hay nadie más autorizado que este organismo en materia de salud.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

sábado, 2 de mayo de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: LA MAMA DEL AÑO



Así es como muchos medios de comunicación han llamado a la mujer que fue a sacar a su hijo de 16 años de una manifestación violenta en la que estaba participando en la ciudad estadounidense de Baltimore. Esta madre reconoció a su hijo al ver por televisión las imágenes de los disturbios, y no dudó en salir a buscarlo y sacarlo de allí, utilizando empujones y cachetadas, y lo que hiciera falta. No es nada nuevo que una madre haga algo así, pero la presencia de una cámara de televisión a escasos metros, captando la escena, ha hecho que la historia dé la vuelta al mundo, y me ha motivado a mí a hacer un análisis de la misma.
       Son varios los aspectos que se me ocurre analizar. El primero es sobre las reacciones públicas que ha generado. Mientras que la gran mayoría apoya y aplaude la acción decidida de la madre de poner disciplina y retirar a su hijo del peligro, sin importar cómo, no faltan sectores muy críticos hacia esta actitud, tanto por parte de activistas contra la discriminación de la raza negra, que critican a la madre falta de apoyo en su causa por evitar la participación de su hijo, y hasta la ven como traidora; como, por parte, de activistas en pro de los derechos humanos que critican la forma agresiva en que la madre actuó con su hijo públicamente; activistas que incluso piensan demandarla.
       Como suele pasar, nunca llueve a gusto de todos. Los activistas, cualquiera que sea su causa, suelen tener cierta tendencia al radicalismo, a interpretar las causas demasiado al pie de la letra, y a no tener empatía ni ojos para otra cosa que no sea su causa. Los que son padres, y sobre todo madres, han sentido una empatía especial hacia la situación de una mujer que ve a su hijo en una situación de riesgo, porque casi todos los que son padres y madres se han visto o se han imaginado en una situación parecida alguna vez y han sentido o se han imaginado su reacción, que no sería muy diferente de las de esta madre de Baltimore. De hecho este nombre de “la madre del año” ha sido dado inmediatamente por los medios, lo que implica también la inmediata empatía y simpatía de parte de los medios de comunicación. Por algo será.
       Lo que reclaman los críticos activistas podrá ser muy respetable, pero lo que reclama una madre sobre su hijo lo es mucho más todavía. Resulta contradictorio que en las calles se esté produciendo violencia de la de verdad, sin que nadie ponga el grito en el cielo, y se quiera demandar a esta madre por maltrato a su hijo por usar jalones, empujones y alguna cachetada precisamente para sacarlo de la violencia de verdad.
¿Es realmente maltrato esa acción? Bueno, todo depende del contexto. Entiendo que este contexto justifica plenamente la acción porque es una situación puntual, extraordinaria, no habitual, no desproporcionada, que es realmente efectiva, que no causa daño o lesión física ni tampoco psicológica, sino por el contrario, pretende servir como golpe de efecto contra un mal mucho peor. Las palabras y los sermones vendrán después ya en casa; pero ahí, en la calle, en ese momento, las palabras suaves no podían funcionar; era necesaria una acción más allá de lo correcto para ser efectiva. Muchas veces la acción débil no es efectiva, y la falta de acción es el peor de los maltratos.
Otro aspecto interesante de analizar es la reacción del muchacho ante la acción decidida de la madre. Reacción de sumisión. Curioso, es un muchacho muy joven, alto, que está participando en actos violentos en la calle, enfrentándose a la “autoridad”, llámese policía. Llega la madre, lo saca de ahí a empujones y jalones, lo cachetea por su acción, y el muchacho acata sumiso la acción de la madre, prácticamente sin replicar. Con ello estaba aceptando la razón de su madre, o por lo menos, su autoridad para no permitirle estar ahí.
La autoridad de los padres puede y debe ser muy grande; mucho más que la de la policía, pero hay que saber ejercerla sutil y continuamente mediante el ejercicio de la razón. Eventualmente, cuando esto no funciona, es aceptable alguna acción como golpe de efecto que desbloquee la sinrazón del hijo, siempre que sea proporcionada y muy esporádica. Peor es la pasividad al ver que el hijo pierde su camino. ¿Por qué asumí antes que la acción de esta madre fue esporádica y no habitual? Pues porque si fuera habitual el muchacho no habría resultado impactado por la misma, no habría acatado la autoridad de la madre, hubiera peleado con ella, y, probablemente hubiera vuelto a la calle.
Por último, pero si esta madre tiene la autoridad que tiene sobre su hijo, ¿Por qué el hijo “se le sale del huacal” y se va a la calle a enfrentarse a la policía? Pues porque, todos los sabemos, no siempre es fácil el adecuado control sobre los hijos. Es tanto más difícil cuanto menos tiempo dispongamos para ello, cuanto menos apoyo tengamos, y, claro, cuantos más hijos tengamos. Esta señora es madre de seis hijos, y ella sola está sacando adelante a todos. Ignoro más circunstancias, pero imagino que aunque reciba alguna pensión alimenticia, ha de tener que trabajar para procurarles un futuro mejor, por tanto, ha de disponer de poco tiempo para ellos. ¿Les suenan familiares estas circunstancias? Pese a ello, esta señora tiene el carácter que se necesita para, pese a las dificultades, recuperar a una oveja que se va por otro lado.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.


Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

sábado, 16 de noviembre de 2013

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: MADRES SOLTERAS POR DECISION



       Algunas veces me han preguntado si estoy a favor o en contra de que las mujeres se conviertan en madres solteras por decisión propia, planificando y formando una familia sin más intervención masculina que la inicial e imprescindible. Yo no soy juez para juzgar este tipo de situaciones, sino que mi papel es más bien el de analizarlas.

En primer lugar, es llamativo que la maternidad en soltería por decisión propia sea una opción cada vez más común. Por un lado, en ello tiene que ver la mayor autonomía de la mujer con su incorporación al mundo laboral, y la desaparición de muchos tabúes tradicionales, lo que impedían antes tomar decisiones que tal vez hubieran tomado en otras condiciones. Pero al mismo tiempo, es una forma de dar la espalda al género masculino, cuando la compañía estable y permanente de un hombre ha sido siempre un anhelo natural e instintivo de la mujer desde que es niña. ¿Cómo interpretar esto? Obviamente, el género masculino decepciona bastante a la mujer, quien no tan fácilmente encuentra en él lo que espera, que es cierto soporte económico, atención, fidelidad, vida sana (sin vicios), y compartir realmente el proyecto común de criar a los hijos.

Las culturas occidentales, unas más que otras, han educado a los hombres en otra dirección, y ello es responsable en gran medida de que la mujer se frustre al no encontrar lo que espera en un hombre. Una mujer exigente se frustrará más fácilmente; la mayoría de las mujeres aceptarán no tener todo lo que esperan, aunque sí, al menos ciertos aspectos fundamentales. Sin embargo, aún así, no tan fácilmente lo encuentran y optan por no arriesgarse y renunciar a un hombre en su proyecto de vida. Quizá reciba algún comentario diciendo que las mujeres también decepcionan al hombre. También sucede, pero ese es otro tema. En todo caso, en lo que se refiere a la vida en familia, suele ser la actitud masculina la que más se aparta de la ideal para llevarla adelante con éxito.


Pero ahora viene el segundo punto: cómo afecta al hijo o hijos la condición de no haber una figura paterna. Bueno, esta es una situación demasiado común, particularmente en Latinoamérica, solo que habitualmente sucede por accidente. Es indudable la importancia de la aportación de la figura paterna, y no solo con los hijos varones. Los hijos de una familia normalmente integrada y funcional siempre tienen ventaja frente a cualquiera otros. Pero ello implica que el padre se involucre realmente en la familia, más allá de su papel de proveedor.

Cuando el modelo de padre falla, las condiciones para los hijos no son más favorables que las de hijos de madres solteras dedicadas a sus hijos, y de entre ellas, es más probable que aquellas que lo son de forma planificada y asumida están en mejores condiciones de asumir los dos roles, padre y madre, y llevar integralmente las riendas de la familia, que aquellas madres que lo son por accidente, o incluso por decisión inconsciente, que también hay muchas, porque cuando la decisión es consciente, hay una madurez, una responsabilidad asumida, y una capacidad de dedicación calculada: y a ese hijo, lo único que le va a faltar es un padre. Más desfavorable también suele ser la situación de los hijos de familias desintegradas o con fuertes disfunciones.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.  

sábado, 12 de octubre de 2013

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: MADRES DE HOY




       Tradicionalmente nuestra cultura ha contemplado el papel de la mujer exclusivamente dentro del marco del hogar, no permitiéndole ninguna otra actividad, por considerarse incompatible con las tareas domésticas y el cuidado y atención a los hijos.

La elevación del nivel educativo femenino, su deseo de realización personal más allá de las cuatro paredes de la casa, y la necesidad de mayores ingresos para satisfacer los horizontes más amplios que la propia educación permite, han empujado a la mujer a incorporarse al mundo laboral y profesional, donde su trabajo brilla al mismo nivel que el de los hombres, aun cuando, todavía, la propia cultura tienda a bloquear este reconocimiento.

       Es la propia mujer la que tiene que pelear el espacio laboral o profesional que le ha venido negando una cultura que, por otro lado, sigue manteniendo al género masculino lejos de los quehaceres domésticos, así como del cuidado y educación de los hijos, tareas que siguen siendo una responsabilidad añadida para la mayoría de mujeres trabajadoras, máxime cuando, como ocurre en muchos casos, se trata de madres solas o separadas.

       Ello implica un sobreesfuerzo para la madre trabajadora, aún insuficientemente reconocido.  ¿Cómo se consigue salir adelante con todo? La verdad es que no es tan fácil, pero el hecho de haber tenido que abrir camino y derribar ciertas barreras, ha acostumbrado a la mujer trabajadora a ser luchadora y a ganar algunas batallas más duras que esa; y las claves para conseguirlo se resumen en muchos casos, en, simplemente, QUERER HACERLO, y en otros muchos, en no tener más remedio que hacerlo.

       Indudablemente, el avance de la tecnología permite comodidades que facilitan bastante la labor, pero pese a todo, la madre trabajadora se ve obligada a estar permanentemente activa, a renunciar prácticamente al ocio, y a descansar únicamente lo justo para poder mantener la actividad diaria. A no ser que se tenga la ayuda de una empleada, no se puede ser muy exigente con la limpieza de la casa, la limpieza y el planchado de la ropa, o con la cocina, porque el tiempo y las energías no dan para más, sobre todo cuando además, una parte importante de ese tiempo hay que perderlo necesariamente en el transporte.

       Es cuestión de prioridades. Los demás miembros de la familia deben plantearse si son las personas las que deben estar al servicio de la casa, o la casa al servicio de las personas. Si el dilema se lo plantea el padre consigo mismo, sin duda decidirá que es la casa la que debe estar al servicio de él, de su trabajo, y de su descanso; y no le falta razón. Si el dilema se lo plantean los hijos, también decidirán que es la casa la que debe estar al servicio de ellos, de sus estudios, y de su ocio; y tampoco les falta razón, porque lo importante son las personas; la casa y cualquier cosa material no son más que instrumentos para la satisfacción de las necesidades humanas, y para su bienestar. Y con ese mismo razonamiento, la casa también debe estar al servicio de la madre, y no al revés.

       Claro, que llegado a este punto surge la necesidad de que alguien se ocupe de la casa para que la casa pueda satisfacer nuestro bienestar. Según lo anterior, lo lógico es que las tareas inherentes al mantenimiento del hogar sean compartidas por todos los miembros de la familia en la medida de su capacidad  y disponibilidad. Y aún cuando se acepte esto, probablemente seguirá siendo la madre la que más participe en estas tareas, pero entonces lo hará de mucho mejor ánimo, al poder descansar un poquito más, y al sentir la ayuda de la familia.

       Pero no debemos ver a la madre de hoy únicamente en su doble papel laboral, el de ama de casa, y el de su trabajo fuera del hogar. La madre de hoy se enfrenta a un reto más, pues empieza a tomar conciencia de que ser buena madre es algo muy diferente a ser buena ama de casa. Mientras que ser ama de casa es simplemente un trabajo, ser buena madre es la respuesta positiva a la enorme responsabilidad que significa educar y preparar a los hijos para el futuro. Prepararles la comida es ser buena ama de casa; enseñarles buenos hábitos alimenticios es ser buena madre. Llevarles al colegio es ser buena ama de casa; motivarles permanentemente en el estudio y el esfuerzo es ser buena madre.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.  

domingo, 13 de mayo de 2012

Los niños “especiales” tienen madres super “especiales”

Tomado de El Clarín

Dolores y alegrías de una mamá con un hijo Down

POR  CAROLINA MOORE,

BIÓLOGA. MIEMBRO DE ASDRA (ASOCIACIÓN SÍNDROME DE DOWN ARGENTINA - WWW.ASDRA.ORG.AR)

Todos los fantasmas aparecen cuando nace un chico con discapacidad. Sin embargo, los lazos de afecto generan un “no te cambio por nadie” y una nueva mirada signada por el “qué sabés todo lo que puede alcanzar”.
Nunca voy a olvidar el mutismo repentino de esa sala de partos. Creo que tuve miedo. Digo creo porque se me bloqueó la mente. No es una metáfora, es literal: no pude, o no quise, pensar.
Algo iba mal . En una sala de partos no suele haber tanto silencio. Escuchaba el ruido metálico de los instrumentos, los pasos que iban de un lado a otro, incluso creo que hasta podía escuchar los nervios de los que me asistían, pero ni una sola voz . Nada. Ni siquiera un llanto.
Vamos gente, quería gritarles, che, acá estoy yo, la madre, díganme algo. No me animaba a moverme.
Tenía frío . En ese ambiente neutro y esterilizado lo único cálido era su mano, pero él también se había ido. Lo vi de lejos, parecía triste.
¿Qué estaba pasando? La falta de voces me estaba aturdiendo. Recostada en la camilla los veía ir y venir por encima de mí. Ni una mirada que amagara delatar lo que sus gestos escondían. Una mujer se acordó de que yo existía, me dio una palmadita en el cachete. “Felicitaciones mamá ”, murmuró. La busqué con la mirada pero ya no estaba.
Pedí por mi hijo. Alguien le susurró algo a otro. Más pasos que iban y venían. No me lo dieron, me lo mostraron. Debe tener hambre, debe tener frío. No lo tengan así.
Dénmelo que lo acuno . No lloraba. Me causó gracia verlo sacando su lengua. Lo vi hermoso y me tranquilicé. Pensé que algo tan bonito no podía traer ninguna mala noticia.
No fue hasta un rato después, ya en el cuarto, que me enteré. Nico había nacido con un cromosoma más , tenía trisomía 21, mejor conocida cómo síndrome de Down. Escuché la noticia en una especie de letanía. El mundo tal cual yo lo conocía hasta ese momento sedesmoronaba . Tener un hijo con Down no estaba dentro de mis planes; ni de mis no planes. Era algo que no me podía pasar. Esas cosas les pasaban a otros. No entendía bien por qué, pero quería llorar.
Lloré; seguí llorando . La imagen debe haber sido patética: una mujer en camisón, despeinada, los ojos rojos e hinchados y la permanente mirada de desconcierto.
No entendía, estaba aturdida y aterrada. Durante el día me calmaba, iba al baño y me maquillaba, el rostro y un poco el alma también. Me dibujaba una sonrisa, a veces hasta alguna risotada. La vida seguía, aunque yo no entendiera bien cómo, pero seguía. Tenía la mirada de mis cuatro hijos clavada en mí ¿Qué vas a hacer ahora, mamá? ¿Qué hacemos todos con esto? La respuesta era fácil: seguir viviendo . Esa era la única certeza. Aunque no supiera bien cómo, el qué estaba claro. Había que seguir, si bien algo parecía haberse quebrado.
Durante el embarazo se me habían cruzado algunos fantasmas; los había apartado. Esta era la cuarta vez y todo debería ser igual a las anteriores. Quizás por eso, o no, pero cuando el médico me preguntó siquería hacerme la amniocentesis , yo lo miré cómo quién mira a un loco. “No”, le dije convencida. ¿Para qué?, pensé en realidad.
Son sólo miedos , este chico va a ser como los otros.
En el fondo sabía que nosotros no hubiéramos hecho nada sino continuar. Pero me equivocaba . Nos hubiéramos podido preparar mejor para brindarle todo lo que necesitaba y no sólo respecto de nuestra primera incertidumbre emocional . El aparato digestivo de Nico estaba muy comprometido y necesitó mucha asistencia médica desde el momento en que nació.
Uno de mis mayores temores era que mi familia, mi vida, cambiara radicalmente. Y, cierto, ya nada fue como antes. Pero al revés de lo que pensaba, el mundo no se transformó en un lugar oscuro y gris ni nuestra casa en una cuna de tragedias . Lo extraordinario fue que la nuestra siguió siendo una familia tan común y corriente y especial como casi todas las que conozco. ¿O acaso, de cerca, no es verdad que todos tenemos, en algún momento un “ esto no puedo ”? Es cierto, en cambio, que muchos no son tan visibles como el síndrome de Down.
Hablamos de una alteración genética causada por un cromosoma 21 de más. Usualmente nuestras células tienen veintitrés pares de cromosomas, uno de cada par es aportado por el espermatozoide y el otro por el óvulo. En el caso de las personas con Down, en vez de un par de cromosomas 21, sus células tienen tres, de ahí la denominación trisomía 21. Los chicos con Down pueden, o no, presentar varias características pero todos presentan un retraso mental de leve a moderado.
Cuando nació Nico apenas sabía de todo esto. Soy bióloga así que el mecanismo genético me era familiar, pero sólo eso. De a poco, fui entendiendo. No iba a ser fácil. Nico necesitaría de más atención y de ciertos cuidados especiales . Pero la felicidad y la alegría seguían siendo posibles y parte de la realidad de nuestra familia. Sobre todo entendí que Nico no estaba enfermo ni padecía nada, simplemente tiene una discapacidad.
Éramos una familia permanentemente tironeada por varios frentes . Nico resistía una intervención quirúrgica atrás de otra ya que había que reconectar su esófago. Los chicos, los grandes sobre todo (tenían doce y diez años respectivamente) no entendían, reflejaban tristeza y no se animaban a preguntar demasiado. Soportaban varios fantasmas y el mayor miedo: su hermano menor era Down, iba a tener retraso mental y eso era para siempre , no se operaba.
En la mayoría de los casos nuestras respuestas no eran las más apropiadas. Me acuerdo de que una vez Santi, el mayor, se quebró porque yo le dije que Nico no iba a jugar al rugby cómo él. Santi me miró llorando y me desafió “¿Vos qué sabes?”. Cuánta razón tenía, yo qué sabía.
Hoy Nico juega al fútbol y si bien no juega al rugby pasa la pelota, casi, como un Puma. Quizás juegue. Quizás le aburra.
Será lo que él quiera ser . Cómo siempre fuimos aprendiendo todos juntos.
Jose, la más chiquita, siempre preguntaba e insistía “ ¿Cuándo se va a curar Nico del Down?” . Hace unos años su perspectiva cambió. Muy oronda comentó que “todos tenemos un poco Down, porque todos tenemos algunas cosas que nos cuesta más aprender”. Una de las cosas que Nico trajo consigo es la total honestidad . Varios de los discursos bonitos que habíamos escuchado perdieron sentido. Ante el hecho consumado y verdadero de tener que aceptar y valorar la diferencia, algunos elegían hacerse, y hacernos, a un costado.
Aquellos educadores de nuestros hijos que habían predicado acerca del respeto fundamental hacia un otro distinto ahora –cuando pedíamos lugar para Nico en el Jardín– hablaban de “ tener vergüenza ” de “no poder” y de “haber mejores lugares para los diferentes”. La buena noticia es que la hipocresía quedó definitivamente eliminada y pudimoselegir mejor . En nuestra nueva realidad no cabían más discursos rimbombantes, necesitábamos acciones concretas.
Tenemos hoy una ley de educación que exige la inclusión, y hay escuelas que la cumplen. Pero pocas. Si la ley se cumpliera, si másescuelas se capacitaran para hacerla efectiva, si más chicos crecieran con otros con “diferencias” evidentes, seríamos, una sociedad mucho más tolerante y plena.
Antes, yo tenía demasiados miedos. Había escuchado hablar de tragedia, que son inocentes “angelitos” , que no saben dónde están parados, que no entienden nada. Lo miro a mi Nico, y no puedo dejar de reírme al pensar en estos disparates. Mi “angelito” sabe perfectamente dónde está parado y qué quiere , y cuando no lo consigue (cosa que sucede muy a menudo a los 5 años) hace unos berrinches muy poco “angelicales” y muy humanos.
Por muchos años escuché cómo “retrasado” o “mongui” son palabras usadas para referirse a alguien, que por algún motivo, no puederesolver alguna cuestión que, a priori, parecería ser muy fácil. Pero no son nunca utilizados para los millones incapaces de hacer sonar una melodía con algún instrumento musical o comprender para qué sirve, o cómo funciona, la máquina aceleradora de partículas, o explorar la esencia de una poesía. No se usa porque en estos, y otros puntos, hay un acuerdo tácito: que la diversidad existe , y que distintas personas pueden tener distintos talentos.
Sí, es cierto. En muchos aspectos no es fácil. Nico tiene una discapacidad intelectual, y eso hace que algunas cosas sean complicadas. Pero él no es incapaz, al contrario, es capaz de muchas cosas.
Tiene la risa más alegre y contagiosa que yo he escuchado en mi vida y aunque presenta un retraso en el habla, muestra un talento envidiable para comunicar la alegría y el amor más profundo.
Si bien yo no hubiera elegido un hijo con síndrome de Down, y yo también, como muchos otros, tan sólo pedía que “fuera sanito” (y en esto el no tener síndrome de Down estaba implícito), hoy no me canso de repetir que no me cambio por nadie . Ni a mí ni a ninguno de mis hijos, ni a ninguno de sus cromosomas. Son perfectos tal cual son. Santi, Luli, Jose y Nico, cada uno de ellos tiene algo maravilloso para enseñarnos.