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lunes, 15 de abril de 2019

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: TODO POR UN LIKE


Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
Hay algo mucho más grave que la adicción al teléfono o a las redes sociales: se trata de la obsesión por los likes y los follows.

Es cierto que a todos nos gusta sentirnos escuchados, aceptados y que la gente está atenta a lo que publicamos.

Suena normal, un like es la prueba de ello en las redes. Lo buscan también las marcas, que pretenden sumar “likes" o "me gusta" como forma de obtener un número grande de personas, ya que esto representa que más gente vea su producto en un sitio o red.

Esto puede llevar a las empresas a utilizar sus servicios para promocionar productos en sus publicaciones, pagando bastante bien por lo mismo, llegándose a dar el caso de personas que viven de esto. Un ejemplo son los community managers o los influencers, oficios que antes no existían.

Pero cuando hablamos de personas particulares, esa obsesión tiene otra lectura y puede ser peligrosa. Se trata de gente que solamente busca ser aceptada para alimentar su ego. Representa eso, la necesidad de aprobación que cuando es excesiva indica una falta de autoestima y una falta de control de la frustración. No son capaces de aceptar que -al igual que en la vida real-, “no somos monedita de oro para caerle bien a todo el mundo”. Postear una foto en Facebook o Instagram es el primer paso, el siguiente es ir verificando periódicamente - en algunos casos cada tres minutos- la cantidad de “me gusta” en una competencia por popularidad que se vuelve insana. Lo mismo ocurre con los follows, o seguidores. El más cool es el que más seguidores tiene…

Además, muchos abusan de las redes para decir lo que desean sin pensarlo mucho e incluso dañando con sus comentarios, que muchas veces caen en la vulgaridad.

El problema es que la vida social moderna se trasladó, en gran parte, a las redes. Por supuesto que se hace más fácil la interacción, no debemos preocuparnos por tomar el teléfono o salir a la calle para hacerlo. Es más, no necesitamos ni arreglarnos, ni lavarnos los dientes… A menos que pretendamos tomarnos una foto y lucir radiante, aunque para eso hay filtros que corrigen arrugas, dan color y arreglan imperfecciones. Resultado final: una persona irreconocible.

Por otro lado, es más sencillo dejar la "conversación" cuando ya no queremos estar comunicándonos e incluso evitar a alguien que no queremos ver ni saber nada de ellos.

Mucho más difícil es ignorarlos en la calle.

El mundo virtual también facilita el hecho de pretender ser lo que no somos. Siempre tratamos de impresionar a los demás y que lo nuestro sea lo mejor. En las redes, es más difícil ser descubiertos, cuestionados o desenmascarados, lo que nos permite tener un mundo artificial paralelo. Nuestra vida es color de rosa y todo lo que nos pasa es lo mejor ante todos los demás porque nosotros mismos controlamos la publicación.

Claro, lo nuestro es importante y sobretodo para nosotros mismos sin importar nada ni nadie más. Pero atención, aquí aparece el monstrito verde de la envidia, que en las redes es más fácil de provocar y además si conocemos a las personas que se descubra nuestra realidad.

Y ni se diga cuando alguien postea algo y a cambio no recibe lo esperado: le siguen sentimientos de tristeza, depresión y aislamiento, un efecto que algunos psicólogos llaman "depresión Facebook". A menor madurez y baja autoestima, mayor será la necesidad de encontrar la aprobación del resto.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Consultas on line

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

domingo, 16 de agosto de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: INYECCIONES DE AUTOESTIMA



En sendos blogs publicados recientemente Relaciones Humanas Virtuales y Exhibicionismo en las redes sociales analizaba e interpretaba el comportamiento que tenemos la gran mayoría de las personas en las redes sociales. Hablaba de la tendencia que tenemos a querer provocar la envidia de los demás, así como de la tendencia al exhibicionismo. El tema da para bastante, y en esta ocasión voy a hablar de otro aspecto importantísimo que mucha gente busca en las redes sociales, inyecciones de autoestima.

A nadie le molestan los halagos, y, de igual manera que las críticas de los demás tienden a dañar nuestra autoestima, el que los demás hagan un reconocimiento positivo sobre nosotros tiende a reforzárnosla. De este modo, muchas personas utilizan las redes para forzar una sobreexposición de su imagen, o de la parte positiva de su imagen, con el fin de provocar una respuesta positiva de los demás. Si el exhibicionismo del que hablaba en el otro blog frecuentemente tiene como objetivo provocar envidias, la sobreexposición pretende provocar comentarios como “qué bonita te ves”, o “hermosaaaaaaa...”, o algo similar; o, simplemente, que te den un like, que es la forma más sencilla de cumplir por parte de los demás con ese protocolo casi obligado de mostrar aprobación. ¿Y qué diferencia hay entre el exhibicionismo y la sobreexposición en las redes? Algunas sutiles y una fundamental: la intención con que se hace.

Habitualmente se hace mediante fotografías personales que se postean en las redes, ya que hoy día la tecnología permite tomar la foto y subirla inmediatamente a las redes, y porque la imagen física es lo más importante para la mayoría de personas. Sin embargo, es común también encontrar personas, para quienes la imagen espiritual es más importante que la física, que sobreexponen esa imagen espiritual en las redes posteando constantemente mensajes profundos y grandilocuentes de filósofos, sabios, etc. Algunas veces dogmáticos, sesgados y tendenciosos, particularmente los referidos a temas religiosos, pero habitualmente tan verdaderos e innegables como lejanos a la vida terrenal cotidiana.

Comparaba también ciertas actitudes exhibicionistas comunes en las redes con lo absurdo que resultaría ese mismo exhibicionismo en la vida real. En el caso de la búsqueda de la aprobación de los demás, no resulta absurdo hacerlo también en la vida real. De hecho, se hace igualmente, siempre se ha hecho; pero en la vida real, provocar dichas situaciones resulta más complicado, y más difícilmente encontraremos la aprobación de los demás, porque esa sobreexposición en la vida real, si no se hace muy sutilmente, resulta más evidente y tiende a provocar rechazo más que aprobación.

De hecho, resulta curioso que muchas personas que tácitamente desaprueban a alguien que se expone demasiado en la vida real, sí harían un comentario positivo, o darían un like a esa misma persona cuando se sobreexpone en las redes. Pero en realidad no es tan extraño. Fingir aprobación en la vida real es más difícil; en las redes es tan sencillo como dar un click, y con ello se cumple un protocolo no escrito, pero real, que existe en las redes, que es precisamente ese, el hacer sentir bien a los demás. Por eso las redes parecen un gran invento para quienes buscan subir su autoestima.
Sin embargo, no debemos olvidar que nuestra autoestima real debe basarse en nuestra imagen real, que es la que tenemos en la vida real. Cuando la imagen que proyectamos en las redes es solo la parte bonita de nuestra imagen, la que queremos que los demás vean; difícilmente podemos esperar que la respuesta en los demás sea auténtica, y la autoestima que logramos con ella es falsa. Las redes sociales cumplen una función importante, pero deben interpretarse con cautela. En cierto modo, la relación humana en las redes puedes llegar a ser mucho más hipócrita que en la vida real, porque es mucho más manipulable, y porque no hay una convivencia real, cara a cara, que es la que proyecta la imagen de las personas en su verdadera dimensión, y, por tanto, la que recibe respuestas auténticas. Es cada vez más común encontrar personas que triunfan en las redes sociales a la vez que fracasan en las relaciones humanas de la vida real.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.  

sábado, 11 de julio de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: REINTERPRETANDO AL SEÑOR TRUMP


 En mi columna anterior   LA SUSCEPTIBILIDAD LATINA hablaba algo de cómo son los norteamericanos en comparación con los latinos, y mencionaba que suelen ser bastante suaves y correctos para decir las cosas. Esto es en su mayoría, claro, porque no todos son así. Un conocido señor, llamado Donald Trump, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos, hizo recientemente unas declaraciones contra los mexicanos que han destrozado el orgullo no solo de los mexicanos, sino de los latinos en general, porque los latinos de diferentes nacionalidades se sienten identificados con esa unidad cultural que formamos todos, así como con los objetivos de la emigración; y porque sabemos que para muchos norteamericanos, del río Grande hacia el sur, todos somos mexicanos; o, al menos, es cierto que casi todos los inmigrantes ilegales llegan por esa frontera.

El grave error del señor Trump no está solo en lo que dijo, sino, sobre todo, en cómo lo dijo, con una enorme acritud, desconociendo la sensibilidad de la cultura objeto de sus palabras, señalando únicamente el aspecto negativo que conlleva la inmigración latina, y generalizándolo a casi todos, olvidándose de la valiosa aportación que la mayoría de inmigrantes latinos hace a la vida social y económica norteamericana, e ignorando que, como aspirante a presidente, esas formas son absolutamente inaceptables en política. Ello ha desencadenado una ola de reacciones adversas por parte de personalidades y empresas latinas que tiende a polarizar aún más esta relación norte-sur.



Y no me parece éste un escenario positivo, porque esa confrontación nos lleva a los latinos a cerrarnos más en nuestro infundado orgullo, y a no querer saber nada de ninguna crítica que venga del norte, y por tanto a no ser capaces de entender por qué en Norteamérica hay cierta queja hacia los latinos. Porque no nos engañemos; más allá de la desafortunada forma de expresarse del señor Trump, se supone que sus palabras trataban de plasmar un descontento de bastantes norteamericanos sienten hacia bastantes inmigrantes latinos. Y es un descontento con cierto fundamento. No caigamos en el error de pensar que como el señor Trump se equivocó, entonces no hay nada malo con los latinos en USA.

Estados Unidos es un país de inmigrantes y siempre ha tenido y sigue teniendo la puerta relativamente abierta a la inmigración. Lo que no aceptan, es que, aprovechando que en su casa tienen la puerta medio abierta, los latinos la botemos a empujones y entremos en tropel, que es lo que solemos hacer, y hasta nos creemos con derecho a hacerlo. Y creo que se quejan con razón, porque si se tratara de mi casa, me sentiría igual ¿Ustedes no? Otra cosa es la desesperación de los latinos por escapar de nuestra pobreza e inseguridad, pero ese es un problema nuestro, y habría que buscarle solución más dentro y menos fuera de nuestras fronteras.

Y la otra cosa que no aceptan es que arrastremos hacia su país problemas y vicios característicos de nuestra cultura, basados en el abuso, el engaño, la falta de educación, de control y de respeto, en la impunidad, y en la violencia como inmediata forma de respuesta; aspectos que les afectan, y que no encajan en su forma de vida. No es sorprendente que ahora que nos van conociendo más, estén empezando a ser más desconfiados. Y creo que también tienen razón. Si eso pasara en mi casa con invitados, me sentiría mal, y más aún si pasara con quienes ni siquiera han sido invitados ¿Ustedes no? 

En conclusión, no podemos dejar que las desafortunadas palabras del señor Trump nos impidan visualizar las causas de los problemas de integración que los latinos tienen en Estados Unidos, y que, en general, no son culpa ni de los norteamericanos ni del señor Trump, porque mientras no veamos esta realidad, la tendencia al rechazo no hará sino aumentar más y más. Y aunque se califiquen como racistas semejantes declaraciones, la sensación de rechazo en la mayoría de la población no tiene fundamentos raciales, sino más bien educativos. El racismo en Estados Unidos aún existe, pero no es mayoritario; lo que es mayoritario es el rechazo a la falta de orden, de control, de respeto y de educación.

Y aunque la mayoría de inmigrantes hacen un gran esfuerzo por integrarse, lo hacen sin preparación alguna, corrigiéndose tras malas experiencias. Y no son pocos, sino bastantes, los que aún así no entienden que están en un generoso país de acogida en el que su gente es amante de la ley y el orden, y donde no cabe el descontrol al que estamos acostumbrados. Y aunque éstos no sean una mayoría de los inmigrantes, sí son una minoría lo suficientemente visible como para que todos se vean afectados por la mala imagen que ellos generan.


Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

sábado, 4 de julio de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: LA SUSCEPTIBILIDAD LATINA


La susceptibilidad es una de las principales características de nuestra cultura latina. No se nos puede decir nada que no nos guste porque nos hiere en lo más profundo de nuestro ser, aunque se trate de cosas de menor importancia. Aun cuando lo que se nos diga no tenga una mala intención; aun cuando no esté claro que se refiere a nosotros, demasiado fácilmente nos sentimos aludidos y heridos. La explicación a esto, desde el punto de vista psicológico, hay que buscarla en la baja autoestima tanto personal como sociocultural que tenemos.

¿Y por qué tenemos tan baja autoestima? Pues porque vivimos en una tremenda ambivalencia. En el fondo somos conscientes de que lo que se nos critica es muy cierto, pero, por otro lado, tenemos un exagerado e infundado orgullo que no nos permite aceptar que sea cierto. Vivimos a caballo sobre la enorme diferencia que hay entre lo que queremos y aparentamos ser, y lo que somos en realidad. Cuando se nos critica algo siempre tenemos la sensación de que están violando lo que tratamos de esconder. Preferimos pensar que lo que tratamos de aparentar es la imagen real que tenemos ante los demás, sin darnos cuenta de que nuestra realidad es bastante más transparente de lo que pensamos.

Pero a nivel interno de nuestra cultura, así hemos aprendido a convivir. En lo personal, ello nos ha llevado a aprender a desarrollar una gran exquisitez, una especial habilidad para decir lo que hay que decir con enorme sutileza. Si se tratara de clavar clavos, seríamos capaces de clavarlos soplando. Pero precisamente eso mismo nos hace aún más susceptibles, como en un círculo vicioso, porque esa sutileza que aplicamos al decir las cosas, la aplicamos también al escucharlas e interpretarlas.

A nivel social podemos hacer chistes y reírnos de nuestros defectos entre nosotros mismos, pero no soportamos que otras culturas nos señalen lo más mínimo. Los europeos son bastante diferentes, prácticamente opuestos; dicen las cosas claramente, a veces con acritud, pero también saben encajarlas con bastante entereza. Pero cómo sean los europeos no nos afecta mucho; a fin de cuentas, están lejos, y, por eso mismo, la relación con ellos no es muy estrecha. Nuestra relación más estrecha es con los norteamericanos, obviamente.

¿Y cómo son los norteamericanos? Pues son un término medio entre los europeos y los latinos, con la ventaja de que su sutileza para decir las cosas está más cerca de la nuestra que de la europea, y su capacidad para encajar la crítica está más cercana a la europea que a la nuestra. Tradicionalmente son bastante más inocentes y nobles que los europeos y que nosotros. Y, al contrario que los latinos, confían y creen en primera instancia, y solo dejan de confiar cuando se les demuestra que no deben confiar. Y son como son porque se conocen bien a sí mismos. Los latinos somos lo opuesto… también porque nos conocemos bien a nosotros mismos. En el próximo post les explico a dónde quiero llegar con todo esto.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.