El director de la Bedford
Academy High School de Brooklyn, Adofo Muhammad, en marzo, en una clase en la
que solo hay estudiantes negros y latinos. / BEBETO
MATTHEWS (AP)
Nueva York se convierte en el epicentro de la
segregación educativa en EE UU
La
mitad de los niños negros y latinos de la ciudad estudia en colegios sin apenas
blancos
La
separación racial vuelve a las aulas, 60 años después de que el Supremo la
declarara ilegal
Por Vicente Jiménez
Cada mañana, 849
alumnos cruzan la puerta del renovado edificio del Achievement
First Endeavor Chartel School, un centro público de enseñanza
secundaria en Brooklyn, al norte de Prospect Park, no muy lejos del Barclays
Center, la cancha de los Nets (NBA). Ninguno de ellos es blanco. 76 son hispanic y
el resto, chicos afroamericanos. El Achievement First Endeavor es lo que los
expertos más críticos llaman un colegio apartheid. Unas calles más
al sur, en Prospect Heights, la situación no cambia: solo dos de los 263
estudiantes del Elijah Stroud Middle School son blancos.
Otros dos son asiáticos; el resto, negros (85%) e hispanos (13%). En los dos
centros, más del 80% de los chicos reciben free lunch (almuerzo
gratis o subvencionado para familias de bajos ingresos). A escasos veinte
minutos a pie de allí, en Park Slope, el barrio del escritor Paul Auster y de
alguna de sus obras, los colegios públicos ofrecen una realidad muy distinta:
de los 387 alumnos delHenry
Bristow, solo el 6% son negros. Cerca, en el John W. Kimball,
la cifra asciende a un escaso 7%.
¿Qué hay entre los
codiciados barrios de Prospect Heights y Park Slope que justifique semejante
diferenciación racial? Nada, aparentemente. Solo una avenida, la Flatbush
Avenue, y un sistema escolar público que durante años ha desatendido las
medidas integradoras en favor de otras de carácter mercantilista. Con sus 1,1
millones de alumnos, 75.000 profesores, 1.800 escuelas y 24.000 millones de
dólares de presupuesto anual, la muy liberal y progresista Nueva York, no las
ciudades del sur, se ha convertido, 60 años después de la primera gran victoria
legal contra la separación entre blancos y negros en las escuelas, en el
“epicentro” de la segregación racial educativa de Estados Unidos.
Las escuelas americanas están ahora tan segregadas
o más que hace 40 años"
La denuncia ha
llegado como un puñetazo desde el otro extremo del país, en forma de estudio
firmado por los veteranos investigadores Gary Orfield y John Kucsera, del Proyecto
de Derechos Civiles de la Universidad de California-Los Angeles (UCLA) .
El objetivo de esta organización —“renovar el movimiento de los derechos
civiles”— podría parecer anacrónico si no fuera porque los datos del estudio
son duros, incómodos y muy actuales. El documento, cuyo título es Segregación extrema en el Estado de Nueva York,
es un tributo al 60º aniversario de la histórica sentencia del Tribunal Supremo
de EE UU Brown v. Board
of Education, en la que, por unanimidad, los jueces
acabaron con la segregación entre negros y blancos en las escuelas. El
argumento del tribunal, entonces, fue innovador: la separación atenta contra la
igualdad de oportunidades. Sin embargo, si Oliver L. Brown y los otros 12
padres negros que se enfrentaron a las injustas leyes de la ciudad de Topeka
(Kansas) conocieran la situación que hoy se vive en muchos colegios de Nueva
York sufrirían una enorme decepción.
“Las escuelas
americanas están ahora tan segregadas o más que hace 40 años. Nuestro informe
no es catastrófico. Simplemente, denuncia la falta de voluntad para asumir una
profunda desigualdad y la ausencia de un trabajo serio en favor de la
integración”, denuncia Orfield a EL PAÍS por correo electrónico desde Los
Ángeles. “Estamos ante un problema legal, político e institucional que
determina una enorme diferencia de oportunidades entre unos estudiantes y
otros”, remacha el profesor.
Las conclusiones del
informe han escocido. Pese a que sus críticos denuncian que el problema es
antiguo, lo cierto es que desagrada a los neoyorquinos, que se resisten a
abordarlo. EL PAÍS intentó recabar la opinión de ocho directores y directoras
de otros tantos centros educativos de la ciudad. Solo una de ellos accedió a
ser entrevistada: Jill Bloomberg, principal (directora)
del Park
Slope Collegiate, un instituto con una composición racial
desequilibrada (41% de hispanos, 39% de negros, 8% de blancos y 8% de
asiáticos) situado en Brooklyn. La predisposición de Bloomberg a hablar no es
casual: el barrio tiene alguna de las escuelas más segregadas del Estado. Otro
responsable accedió a recibir a este periódico siempre y cuando su nombre no
apareciera. El resto de los directores consultados respondieron a EL PAÍS con
el silencio o con un escueto: “Lo siento, pero no puedo aceptar su entrevista”.
Un grupo de alumnos solicitan permiso para
intervenir en clase en el instituto Bedford Academy de Brooklyn, en Nueva York.
/ BEBETO MATTHEWS (AP)
El Departamento
de Educación de Nueva York asume la denuncia, pero destaca la,
a su juicio, discutible interpretación de la concentración racial en
algunos barrios. La ciudad de Nueva York es la más diversa y heterogénea de los
Estados Unidos. El 50% de sus residentes son negros y latinos, el 40% son
blancos y el resto, básicamente, asiáticos. Sin embargo, y a pesar del cliché
del crisol de razas, muchos barrios ofrecen poca o ninguna diversidad. Pero la
segregación inmobiliaria no lo explica todo, afirma Orfield. La clave del
problema, según él, es la ausencia de políticas integradoras o las medidas
adoptadas en los últimos años a partir de una concepción mercantilista de la
educación. “Los neoyorquinos me dicen a menudo que la integración es una buena
idea, pero que es imposible de alcanzar. Los neoyorquinos tienen miedo de tomar
medidas en favor de la integración porque no han experimentado sus ventajas. No
pueden imaginar los avances que en muchas ciudades del Sur han supuesto décadas
de escuelas integradoras”, afirma Orfield en su estudio.
Carmen Fariña, de 71
años, canciller de las escuelas públicas de Nueva York, es una de las
funcionarias más importantes de la ciudad. Nacida en Brooklyn e hija de
emigrantes gallegos, Fariña invitó a EL PAÍS a visitar una escuela en el
extremo norte de Manhattan, la Dos Puentes Elementary School. Situada en un
barrio de mayoría dominicana y mexicana, el centro ofrece un perfil muy
segregado (81% de niños hispanos, 16% de blancos y 2% de afroamericanos y
asiáticos). “Somos conscientes de lo que sucede. Estamos ante un problema de
clases sociales. Aquí, en Nueva York, tú mandas a los hijos a las escuelas del
barrio donde vives. Si vives en uno con un determinado perfil racial, esa es la
gente que va a ir a esas escuelas. Lo que tenemos que hacer es dar la
oportunidad de que los niños puedan ir a escuelas de otros barrios.
Particularmente, donde podemos tener más efecto es en el bachillerato (high
school), donde los centros están abiertos a estudiantes de otros barrios.
Ahí es donde estamos analizando qué se puede hacer para evitar institutos
segregados”.
Los neoyorquinos
tienen miedo de tomar medidas en favor de la integración porque no han
experimentado nunca sus ventajas"
Lejos de allí, desde
su despacho en la 7ª avenida de Brooklyn, Jill Bloomberg, directora del Park
Slope Collegiate, no solo tiene una vista privilegiada de Manhattan, sino
también del fenómeno contradictorio de una segregación escolar persistente en
un distrito, el número 15 (Park Slope), cada día más integrado y diverso
socialmente (40% de hispanos, 26% de blancos, 16% de negros y 16% de
asiáticos). Tras diez años en su puesto, Bloomberg cree que las raíces del
problema son profundas: segregación inmobiliaria, libre elección de centros,
selección de alumnos por parte de los colegios, políticas que apuestan por
institutos especializados... “El informe de Orfield no es exagerado, pero mucha
gente quiere pensar que la segregación es un asunto resuelto. Nueva York es una
ciudad diversa, no integradora. El problema de la segregación no se ha
solucionado. La gente se siente cómoda con él. En 1954, el Tribunal Supremo
dijo que la separación escolar por razas no era legal. La cuestión es que,
aunque no la ampare la ley, si hay separación hay desigualdad. No es ilegal
tener una escuela con el 100% de alumnos negros. La separación conduce a la
desigualdad, es intrínsecamente injusta”, explica.
Para Bloomberg, el
problema no es nuevo. Lo que ha cambiado con respecto a décadas de gran
preocupación por los derechos civiles es la actitud de la gente. “La
segregación inmobiliaria es determinante. Hasta 1948 era legal negarse a vender
la casa a un negro. Ya no lo es, pero los patrones permanecen. Se ha hecho muy
poco para corregir esto. Y, sin embargo, hay barrios que son intencionadamente
integrados porque sus habitantes creen en las ventajas de la integración y
toman medidas. Luego es posible hacer algo. Si los barrios están segregados,
las escuelas lo estarán también. Las notas que los chicos obtienen están
directamente ligadas los ingresos de sus padres. Bajos ingresos, bajos
resultados; altos ingresos, altos resultados”, añade.
Portada de 'The New York Times' del
día en que el Supremo declarara ilegal la segregación racial en las escuelas.
Sobre los centros
especializados o selectivos que eligen a sus alumnos con un examen, Bloomberg
reflexiona: “Creo que es un poco contradictorio con la idea de una educación
pública. Cuando el Ayuntamiento apuesta por escuelas selectivas, apuesta por
algo que no es para todo el mundo. No dice que va a crear una escuela para
familias blancas, dice que va a crear una escuela selectiva. Y cuando una
escuela elige, qué pasa con los que se quedan fuera, cuál es el plan para
ellos. Las escuelas integradas ayudan a combatir este problema”. Y pone un
ejemplo: “Nosotros tenemos 375 estudiantes. Este año han entrado 10 chicos
blancos. Ahora la gente piensa que somos mejor escuela de lo que lo éramos el
año pasado. Solo por esto somos más interesantes para las familias blancas”.
La concentración de
estudiantes negros y latinos con escasos recursos en escuelas muy segregadas se
ha disparado en el Estado de Nueva York en los últimos años. En 2010, según los
datos censales disponibles, casi la mitad de los estudiantes de Nueva York
procedían de familias con escasos recursos. Sin embargo, el estudiante blanco
tipo acude a escuelas en la que solo el 30% de sus compañeros proceden de
familias con bajos ingresos, mientras que el estudiante negro o latino estudia
en centros donde el 70% de los alumnos padece ese problema.
La mitad de los
jóvenes negros y latinos de Nueva York acude a colegios en los que la presencia
de blancos es mínima, apenas un 10%. Solo el 20% de los distritos escolares del
área metropolitana de Nueva York se considera integrado racialmente. En los 32
distritos de la ciudad, 19 tienen el 10% o menos de estudiantes blancos. Esto
incluye todos los de Bronx, dos tercios de Brooklyn, la mitad de Manhattan y un
tercio de Queens. Y la situación no ha hecho más que empeorar. Por escuela
segregada se entiende la que tiene entre el 50% y el 100% de alumnos
afroamericanos; muy segregada, entre el 90% y el 100%; y escuela apartheid,
entre el 99% y el 100%.
Los abogados George E. C. Hayes,
Thurgood Marshall y James Nabrit (de izquierda a derecha) celebran en 1954,
ante la Corte Suprema de Washington, la histórica sentencia contra la
segregación escolar. / AP
La primera dama de
Nueva York, la afroamericana Chirlane McCray, esposa del alcalde, el demócrata
Bill de Blasio, alzó su voz al respecto en un artículo publicado en el New York Amsterdam
News, un semanario dedicado a la población negra. “Sesenta años
después de la sentencia Brown v. Board of Education, los
neoyorquinos se enfrentan a una incómoda verdad: los jóvenes afroamericanos
siguen siendo estafados por el sistema educativo. El año pasado, solo el 11% de
los estudiantes negros de la ciudad abandonó el instituto con los conocimientos
para acceder a la universidad. No podemos dejar pasar otro año sin abordar esta
crisis. Los niños que no tiene acceso a una educación de calidad tienen un 25%
más de posibilidades de abandonar la escuela, un 40% más de convertirse en
padres adolescentes y un 70% más de cometer un crimen violento”.
Capítulo aparte
merecen las llamadas escuelas chárter, objeto de polémica por sus
características y porque, siempre según el estudio de la UCLA, han llevado la
segregación en York a niveles insoportables. Las chárter nacieron a principios
de los años 90 con el objetivo de agilizar el sistema y dotarlo de
alternativas. Son escuelas gratuitas que reciben fondos públicos pero que
operan de forma autónoma, según los términos de un contrato o carta (charter,
en inglés). Aunque son públicas no dependen del Departamento de Educación
correspondiente. Se comprometen a lograr determinados objetivos, como ayudar a
estudiantes con pocos recursos, y tienen absoluta libertad para definir sus
métodos de trabajo. Si estos objetivos se consiguen, el contrato con las autoridades
educativas se mantiene; si no, se revoca. Su peculiaridad permite a estas
escuelas centrarse en determinados objetivos. Una escuela chárter puede ser
creada por un grupo de padres, un equipo de maestros, una organización
ciudadana o una empresa privada.
Nueva York es una
ciudad diversa, no integradora. El problema de la segregación no se ha
solucionado"
En el caso de Nueva
York, donde el ex alcalde Michael Bloomberg apostó por este tipo de centros en
sus 12 años de mandato, la experiencia ofrece resultados polémicos. El 97% de
los alumnos de las 183 escuelas chárter existentes en Nueva York en 2013 eran
afroamericanos o latinos. El 73% de estos centros es definido por algunos
investigadores como “escuelas apartheid” (el número de estudiantes blancos no
supera el 1%) y el 90% se consideran “intensamente segregadas” (menos del 10%
de alumnos blancos). Solo el 8% son multirraciales. En Bronx, Brooklyn y
Manhattan, donde estas escuelas son una parte importante del total, casi todas
las escuelas chárter son “intensamente segregadas”. El 100% de las escuelas
chárter del Bronx sufre este problema. En Brooklyn y Manhattan esta situación
afecta el 90% y el 97%, respectivamente, de dichos centros.
El máximo responsable
de una de las principales organizaciones de escuelas chárter de Nueva York
accedió a hablar con EL PAÍS en su despacho de Wall Street con la condición de
no revelar su identidad. “Los colegios han estado segregados durante décadas y
sabemos por qué, lo sabemos con precisión. Si se quiere hablar de segregación
hay que ir a los distritos. Allí está el pecado. Resulta curioso oír que las
chárter fomentan la segregación cuando es el sistema el que está diseñado para
ser segregado, para seguir siendo segregado, y la gente protege sus
privilegios. No digo que no haya quien desee fomentar la integración, pero, en
general, la gente está bastante satisfecha. ¿La posibilidad de elegir aumenta
la segregación? Sin duda, pero en todo el sistema, no solo en nuestros centros.
La posibilidad de elegir centro se ha utilizado como una herramienta de
segregación, de forma voluntaria y planificada. Así ha sido en muchos estados
del Sur”, denuncia.
Y añade: “Si hablamos
seriamente de segregación hay que hablar de un sistema intocable protegido
políticamente, no de las escuelas chárter… Nos utilizan para buscar un
responsable, porque nos les gustamos, porque estamos fuera de los sindicatos
educativos, porque tenemos autonomía en nuestros métodos”. La misma fuente
consideró despreciable la utilización del término apartheid: “Es una palabra
que debe usarse para sistemas educativos en los que por la fuerza, por ley, se
separa a blancos y negros… Pero los chárter son centros de elección, ningún
padre está obligado a llevar a sus hijos. Utilizar esa palabra es una ofensa
para todos los que trabajan y estudian en las escuelas chárter. Y lo es también
para quienes tenían, como en Sudáfrica, un régimen de verdadero apartheid”.
La
mitad de los jóvenes negros y latinos de Nueva York acude a centros en los que
la presencia de blancos es mínima, apenas un 10%
En los institutos
especializados, joyas del sistema educativo público de Nueva York a las que se
accede por examen, los datos mueven también a la preocupación. Pese a que
hispanos y negros constituyen más de dos tercios del total de estudiantes de la
ciudad, solo representan el 9% en el Bronx High School of Science (más de 3.000
alumnos), uno de los mejores. En el Stuyvesant High School de Manhattan (3.200
alumnos), de los 952 estudiantes que obtuvieron plaza para el próximo curso, solo
21 eran hispanos y siete, negros. El año pasado, en ese mismo centro, solo
nueve afroamericanos y 24 hispanos fueron aceptados. Los directores de estos
dos centros se negaron a hablar para EL PAÍS. Asimismo, de los más de 5.000
estudiantes a los que se ofreció una plaza en alguno de los ocho centros
especializados que realizaron examen de ingreso para el próximo curso, solo el
11% eran negros o hispanos. “Esta es una ciudad bendecida por la diversidad.
Nuestros colegios, especialmente los mejores, deben reflejar esa diversidad”,
dijo al respecto en una declaración pública De Blasio. Sin embargo, el anterior
alcalde, Michael Bloomberg, siempre consideró que el sistema era justo. “Creo
que el Instituto Stuyvesant y otros centros similares son justos. No hay nada
subjetivo. Superas el examen, obtienes la puntuación más alta y entras en el
centro. No tiene nada que ver con tu raza ni con tu situación económica”,
declaró en 2012 a The New York Times.
Los motivos que
explican que el Estado de Nueva York haya sido el más segregador de todo el
país son variados, según los autores del informe del Proyecto de Derechos
Civiles. Orfield atribuye la causa principal al abandono de las políticas
integradoras que caracterizaron los años 60 y 70, además de una “intensiva segregación
inmobiliaria, fragmentación de las ciudades en distrito escolares muy pequeños
y un sistema de elección de centros que favorece la separación por razas en
función del nivel de renta”. Los análisis más críticos afirman que el sistema
escolar público conduce a los estudiantes más desfavorecidos a un embudo que
les lleva a los peores colegios. Un ejemplo: en el distrito 15, en Brooklyn,
las tres mejores escuelas captaron al 64% de los estudiantes que mejor
rendimiento dieron en el examen de lectura; las seis peores, según los rankings,
apenas matricularon a una docena de ellos.
Entre 1950 y 1980 la
lucha por la integración racial en las escuelas de EE UU era un tema
importante. La presión de organizaciones civiles, las decisiones de los
tribunales y la legislación intentaron combatir el problema. En las últimas
décadas, sin embargo, la mayor parte de las políticas anti segregación se han
ido abandonando mientras las minorías (latinos y negros) iban creciendo
aisladas en determinados barrios. Orfield recuerda el gran boicot escolar que
se produjo en febrero de 1964, cuando medio millón de alumnos negros, sobre
todo puertorriqueños, decidieron no acudir a la escuela en Nueva York como
protesta contra las escuelas gueto y la política de “separados pero iguales”.
Fue la mayor protesta civil jamás registrada en Estados Unidos.
Durante los años 80 y
90, las autoridades educativas se centraron más en los sistemas de medición del
rendimiento de las escuelas, la libre elección de centros y las citadas
escuelas chárter. “La posibilidad de elegir centro o de que los centros
seleccionen a sus alumnos puede aumentar la igualdad o la integración, si se
acompaña de las medidas adecuadas, o, todo lo contrario, producir más
desigualdad y estratificación social. El Sur, hace 50 años, fue un excelente
ejemplo de que la posibilidad de elegir centro solo sirve para aumentar la
segregación cuando no va a acompañada de políticas de igualdad”, sostiene
Orfield. La concepción de una escuela pública bajo el lema “separados, pero iguales”
se ha demostrado incapaz de reducir la brecha entre estudiantes blancos y de
otras razas. “Separados pero iguales, después de 60 años de análisis social,
solo conduce a separados y desiguales. Separados pero iguales conduce a que las
escuelas racial y económicamente aisladas poseen siempre profesores con menos
experiencia, peor formados, peores materiales, profesores que abandonan,
mayores tasas fracaso escolar, violencia, indisciplina….”, señala el profesor
de Los Ángeles.
Pedro Noguera,
sociólogo de la Universidad de Nueva York (NYU) y autor de muchos trabajos de
investigación sobre desigualdad en las escuelas de EE UU, está totalmente de
acuerdo con su colega de Los Ángeles. “Si concentramos los niños más pobres en
determinados colegios, esos colegios son los que más problemas tendrán. El
Gobierno anterior, con Michael Bloomberg, no dedicaba recursos a esos centros.
Los colegios se deterioraban y los cerraban. Conocían el problema, pero no
tenían estrategia para afrontarlo. La razón era ideológica. Su estrategia era
hacer que los colegios rindiesen cuentas, que se viesen sus datos y que se
viese cómo estaban funcionando, y si no mejoraban, en primer lugar se ejercía
presión, se imponían sanciones y luego se cerraban” explica a EL PAÍS en su
despacho del 726 de Broadway.
Es el sistema el que
está diseñado para ser segregado, para seguir siendo segregado, y la gente
protege
sus privilegios"
Noguera lamenta que
el nuevo alcalde y Carmen Fariña se resistan a hablar de segregación: “Me
siento decepcionado. Carmen tiene mucha experiencia, ha sido directora de
colegio, y sabe que la solución no es cerrar un centro que no ofrece buenos
resultados, sino dotarle de más recursos. Sin embargo, no han dicho ni una
palabra sobre segregación. Ni una declaración, salvo para decir: “¡Qué
vergüenza!”. No están haciendo nada para crear colegios integrados”. Noguera va
más allá: “Para combatir la segregación hay que tener liderazgo y programas de
calidad. No se puede dejar la solución del problema al mercado. Hay que intervenir”.
Hay ejemplos. Centros como el Dos Puentes o el Manhattan Country organizan
visitas diarias de niños con menos recursos a las casas de los compañeros más
pudientes, y viceversa. El objetivo es que los chicos tomen consciencia de que
pueden crecer juntos aunque el del pupitre de al lado tenga una casa mejor, o
peor.
Los demógrafos señalan que en 2040 la población
de color de los Estados Unidos será mayoría. “Si no preparamos a nuestros
alumnos para interactuar con gente diversa, les estaremos privando de una buena
educación. Hubo una época en que este tema era importante. Ahora se acepta la
segregación. Hemos vuelto a la idea de separados pero iguales. La igualdad no
se ha alcanzado, pero mucha gente se siente satisfecha con la separación”,
afirma Noguera. Las cifras, parecen darle la razón. En la actualidad, el 64% de
los estudiantes negros de Nueva York van a clases en escuelas muy segregadas.
En New Jersey, el porcentaje es del 48%. En Pensilvania, el 46%. En Illinois es
el 61%, en Maryland el 53%, en Michigan el 50%. Todas esas escuelas tienen
tasas de pobreza del 90%. Solo el 1,9% de las escuelas con mayoría blanca
tienen ese tipo de problemas. Dicho de otra manera, y en palabras de Orfield,
en las escuelas del norte urbano de Estados Unidos la integración nunca se
produjo.