Mostrando entradas con la etiqueta Formación. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Formación. Mostrar todas las entradas

domingo, 1 de abril de 2018

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: CÓMO INCENTIVAR A LOS NIÑOS A LA LECTURA


Por Dra. Margarita Mendoza Burgos


Es indudable que los niños y jóvenes leen menos que antes. Lo dicen los números de las investigaciones en América  Latina  sobre hábitos de lectura (en México, por ejemplo, uno de los países con índices más bajos, cada ciudadano apenas lee 1.9 libros al año). En un juicio rápido, uno tendería a responsabilizar a los teléfonos celulares y sus múltiples funciones como el  factor distractivo para justificar esta tendencia. Sin embargo, los principales responsables de esta deficiencia son los propios padres.

Si hoy se lee menos es, básicamente, porque a los niños no se les incentiva ni se les inculca el placer por  la lectura. Y eso es un problema de los padres, que en la mayoría de los casos tampoco leen. Es interesante porque existe una gran cantidad de nuevos recursos y más fáciles de utilizar que tomarse el tiempo de leerles a sus hijos. Incluso antes llevaban libritos  con crayolas y los tenían tranquilos y entretenidos por varias horas. Hoy, en cambio, le dan las tablets o lo que tengan a mano que sea electrónico.

Muchos padres optan por la tecnología para sus hijos por comodidad, como cuando usaban la televisión de "nana"  para adormecerlos y calmarlos, solamente que aquello era menos adictivo. El vínculo con la tecnología también es una adicción e implica la falta de empatía por los seres humanos y de relacionarse con ellos.

La falta de lectura en los niños tiene consecuencias nocivas que quizás nadie advierte en el corto plazo: se  disminuye la comprensión, se reduce el vocabulario, lo mismo que el deseo de conocer cosas nuevas y con contenido científico de verdad. Pasar por alto la lectura literaria produce un enorme vacío. Puede que los niños de hoy a simple vista parezcan más inteligentes,  pero es una ilusión óptica. En realidad parecen programados por computadoras, porque no saben interpretar. Estamos creando una sociedad de pericos electrónicos que repiten pero no razonan. No saben hacer sinopsis y son cada vez más aislados unos de otros. En síntesis, parecemos familias de robóticos bobos.

Sin embargo, de nada sirve añorar tiempos pasados y renegar de la tecnología, ya que bien aplicada puede ser  muy útil, sobre todo en cuanto a la lectura. Para quienes gustan de los libros, plataformas como Kindle, iBooks o cualquier otro “eReader” son de una utilidad enorme. No sólo son entretenidos y fáciles de transportar sino que nos permiten acceder a una enorme  biblioteca digital (algunos libros son gratis y otros pagados) más allá del país en que nos encontremos.

Otra excelente opción que nos aporta la tecnología son los audiolibros. Yo, particularmente, los uso para reforzar  idiomas y como son leídos por buenos lectores -en algunos casos actores famosos- y con una dicción muy fina, resultan muy atractivos. Me encantan, pero no hay nada como la voz de los papis (indistintamente si es mamá o papá) leyéndoles el cuento en la noche  y pasando ese rato con ellos. 
Por eso, para mí la receta es crearles el hábito de la lectura desde pequeños, al principio con libritos con  ilustraciones. Ayuda mucho que los padres también lean, aunque sea el periódico. Es fundamental los padres controlen el uso de la tecnología de sus hijos, que obviamente es el principal competidor de los libros. Yo sugiero al menos una hora de lectura todos  juntos en familia, aunque no sea todos los días. Es una terapia que no falla.   

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Consultas on line

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

sábado, 6 de enero de 2018

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: El castigo de padres a hijos


Hace un tiempo ocurrió en Florida un episodio que llama a la reflexión. Veronica Green Posey, una mujer de 64 años y 300 libras, estaba cuidando a su prima de 9 años. Y a raíz de que la niña “estaba fuera de control”, Posey no tuvo mejor idea que sentarse encima por espacio de unos minutos para “calmarla”. Cuando se levantó, la niña estaba muerta por asfixia. Y todo esto pasó ante la presencia de Joan Smith y James Edmund Smith, padres de la menor, que también están siendo acusados por la fiscalía.  Antes, Posey -como método primario para impartir disciplina- había golpeado a la víctima con una regla y un tubo de metal. 

Está claro que se trata de un ejemplo excepcional, pero viene al caso para tratar un tema que siempre es polémico: el castigo físico de padres a hijos. Considero que no es la mejor opción. Quizás una nalgada, y que ésta no quede marcada, está bien si se trata de un niño de 2 a 5 años. Pero nada más.

De hecho, cuando los niños son pequeños hay que tratar de empezar a ponerles límites. Deben ser pocos y clarísimos, como por ejemplo las horas de comer, de dormir, incluso de jugar. Si un amigo, los abuelos o la propia madre quieren levantarlo de su siesta solamente para verlo, está mal; pues el niño va entrando en un caos.

Puede ser que la falta de límites y rutinas bien llevadas les vuelve ansiosos e inseguros. Si uno decide castigarlos de alguna forma física se vuelven rebeldes. De ser así, más grandecitos incluso retarán a la autoridad.

En otros tiempos, nuestro padres o abuelos tenían el famoso e infalible método de la “chancla” para imponer disciplina. La tal “chancla" de la que todos hablan maravillas funcionaba debido a que los hogares de entonces eran más estables y coherentes. Pero atención, la chancla sin coherencia tampoco resulta.

No olvidemos que el castigo físico puede ocasionar múltiples daños, desde uno letal como el que recibió la niña aplastada por su prima-nana a otros problemas psicológicos. Pueden sobrevenir crisis de identidad, ya que al no sentirse queridos despertará el deseo de encontrar alguien que de verdad les quiera y les trate con respeto. Con esa ansiedad quedan muy sensibles y son fácilmente manipulables por otros que les quieren hacer mal, pero les endulzan el oído.

Hay un concepto que es clave: el golpe no ayuda. Simplemente hacen caso por miedo, pero luego a escondidas harán lo que deseen y así se convierten en los candidatos ideales para malas compañías, adicciones al alcohol, tabaco o drogas. 

Los castigos más efectivos son aquellos relacionados con la pérdida de privilegios y siempre el castigo debe ser adecuado a la falta. Los berrinches en la niña asfixiada se dieron en el entorno de padres adolescentes y confusos, sin idea clara de cómo criar y poner límites.

La pérdida de privilegios deben razonarse para que el hechor comprenda por qué ha sido castigado. Llegará un momento en que ellos decidan qué privilegio ceder y por cuánto tiempo.

En niños pequeños, en cambio, "el tiempo fuera" no debe pasar los 5 o 10 minutos: estar en un lugar quieto y sin interacciones porque la intención es que se tranquilicen y piensen en lo que han hecho mal.  En los más grandecitos funciona hacer planas que conlleven una frase de lo mal hecho y la reparación del daño, además de privarle momentáneamente de algún privilegio muy valorado: prohibirles salir, usar el teléfono celular o la televisión, dependiendo del caso y de la falta.
Es fundamental tener buena comunicación con ellos. Hay padres y madres que descargan sus frustraciones en los hijos. Debemos reflexionar y ser empáticos, ponernos en la piel de ellos, del tiempo que se vive y nuestras experiencias. Hay que ser constantes y reflexionar día a día en lo que hacemos. Por eso cuesta tanto ser padres. La mayoría de las personas lo hacen porque sí, y son pocos los que se plantean la gran tarea que supone educar a los hijos. Tenerlos es fácil; criarles y educarles, no tanto.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Consultas on line

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades. 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

domingo, 16 de julio de 2017

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: LOS BERRINCHES DE LOS NIÑOS


Todos los que han sido padres y madres lo han sufrido, y los que no lo han sido, lo han visto en sobrinos, hermanos menores, hijos de amigos, etc. Hay una etapa de la niñez, normalmente entre los dos y los cinco años de edad, en la que los niños suelen ser enormemente caprichosos y tiranos, y son capaces de protagonizar enormes berrinches con tal de que cada uno de sus antojos sea satisfecho. Ya son capaces de distinguir y elegir lo que les gusta, pero aún no tienen criterio alguno ni capacidad de razonar, y están acostumbrados a ser siempre o casi siempre satisfechos y sobresatisfechos en sus caprichos, porque, no nos engañemos, en los dos primeros años de vida se les consiente prácticamente todo.

Con ello, llegan a esta edad crítica, característica también por su enorme egocentrismo, que frecuentemente ha sido también fomentado por los propios padres y familiares desde que nació “el rey (reina) de la casa”, sabiéndose con un derecho tirano e irrenunciable a que se haga por ellos cuanto se les antoje. Como los padres saben que en algún momento tienen que empezar a poner límites, y si no lo saben lo empiezan a comprender en esta etapa en que los antojos empiezan a volverse realmente inconvenientes, molestos y fuera de lugar, la actitud de los padres de empezar a negarles cosas resulta sorprendente y muy frustrante para los pequeños, y recurren a protestar en forma de berrinche. Y si no son atendidos, hacen el berrinche más fuerte.

Al mismo tiempo descubren que su berrinche resulta realmente molesto para los padres, con lo que los pequeños lo usan no solo ya como protesta, sino como chantaje (o me dan lo que quiero, o hago un berrinche). Y no solo eso; antes o después descubren también que su berrinche es particularmente molesto e incómodo en público, y se aprovechan de ello. A nadie le es extraño la imagen de un niño de esa edad, con sus padres en el súper, que quiere una bolsa de dulces, por ejemplo. Como los padres le dicen que no, el niño empieza su berrinche. Si los padres no le hacen caso, se tira al suelo pataleando, llorando y gritando más fuerte. Los padres se sienten incomodísimos y avergonzados porque las demás personas voltean a ver, molestas.

Ante esta situación los padres actúan normalmente de tres maneras diferentes. Unos padres pelean con el hijo a base de nalgadas y gritos, haciendo aún más grande el escándalo. Otros, los más cómodos, finalmente acceden al capricho del hijo, para que cese en su berrinche. Y otros levantan al hijo y lo sacan rápidamente del súper para evitar el espectáculo. Obviamente, las dos primeras actitudes son equivocadas. Dependiendo en qué circunstancias, ésta última podría ser una solución aceptable, pero solo desde el punto de vista social, que no educativo, porque de todos modos el niño ha aprendido que ha sido capaz de incomodar mucho a sus padres, y por tanto, lo volverá a hacer. No ha aprendido nada.

¿Entonces? Entonces, desde el punto de vista educativo la solución, incluso en público, es dejar que el niño haga su berrinche y permanecer impasible, como si nada estuviera pasando. ¿Y si es en el súper? Pues lo mismo. Sí, ya sé, es bastante incómodo, porque los demás voltean a ver molestos. Pero es que la paternidad no es un oficio para comodones, sino para personas responsables. Uno no puede ser padre o madre en función de lo que digan los demás, sino en función de lo que es mejor para nuestros hijos. Las demás personas probablemente han pasado por la misma dificultad, y deberían tener cierta empatía, y si no, es su problema. Además, actuando de forma correcta, esto puede que no vuelva a pasar, o solo una vez más.

Cuando el niño ha visto que con su gran rabieta en el súper no ha conseguido nada, ni siquiera alterar a sus padres, empieza a comprender que está perdiendo la batalla, y empieza a reconocer la autoridad y la firmeza de sus progenitores para guiar su educación. Más tarde, ya en la casa, se le dice lo mal que hizo, que no consiguió nada con ello, y que si lo vuelve a hacer ya no se le volverá a llevar al súper. Probablemente ya no lo vuelva a hacer, y si lo hace de nuevo, cumpla su palabra, no más súper por un tiempo, hasta que merezca confianza para volver a llevarlo. Lo dicho anteriormente puede hacerse en el súper, o en el parque. Si usted planea ir a un concierto de piano, simplemente es mejor que no lleve a su pequeño. Experimente solo en espacios públicos populares.
Los berrinches a esta edad no son preocupantes, sino la cosa más normal del mundo. Son parte del proceso educativo, tanto de ellos en su maduración, como de nosotros mismos como padres. El ser la cosa más normal del mundo no significa que no nos preocupemos en absoluto y no hagamos nada. Es como una curva en la carretera, que es la cosa más normal del mundo, pero requiere que usted mueva el timón de su vehículo, porque si no, las consecuencias no serán buenas. Si desde antes de llegar a los dos años de edad ya se les ha empezado a poner límites a los hijos, y a enseñar lo que significa la palabra NO (palabra tabú en nuestra cultura), probablemente será más fácil y corta de manejar esta etapa de lo berrinches. Si habiendo cumplido los cinco años de edad el problema continúa, es que algo no se ha hecho bien.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Consultas on line
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

sábado, 27 de febrero de 2016

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: MENORES ACOSADORES



       Recientemente publicaba un blog sobre el acoso escolar, en el que llamaba la atención de padres e instituciones educativas por la forma en cómo se manejan tales situaciones de acoso, convirtiendo al acosado no solo en víctima del problema, sino también en víctima de la solución, mientras que la verdadera raíz del problema, el acosador, suele quedar impune, y hasta victorioso. Y mientras esto sea así, el problema no parará de crecer.

Es necesario crear mecanismos en las instituciones educativas para prevenir estas situaciones y para detectarlas en forma temprana, porque continuamente suceden infinidad de ellas que, o pasan desapercibidas, o no se toman en serio hasta que el caso se vuelve extremadamente grave. Es como no prestar atención a alguien que va por ahí apuntando a la gente con una pistola hasta que ya mató a alguien. Pero sobre todo, es necesario crear conciencia en los propios padres sobre la gravedad del problema, pero no en el sentido de la gravedad de la situación del acosado, sino en la gravedad del problema que tiene el acosador, y del daño que causa, de modo que los padres no sólo se pregunten si su hijo será víctima de acoso, sino si su hijo será un acosador.

E insisto en que la conciencia de los padres es fundamental, y no solo porque es un claro problema educativo de valores, que es responsabilidad de los padres, sino porque frecuentemente sucede que la actitud de los padres tiende a atar de manos a los centros educativos y a inhibirlos de hacer lo que deberían hacer, y también porque esos padres tienen entre sus manos un pequeño delincuente escolar y un potencial futuro delincuente social, maltratador o acosador laboral, o maltratador doméstico. Si los síntomas que ya son graves siendo menor de edad no se atajan a tiempo, muy difícilmente se podrán frenar en la vida de adulto.

Aunque no es fácil establecer un perfil típico del acosador escolar, hay ciertos patrones que tienden a repetirse en casi todos ellos. Suelen tener liderazgo, aunque lo apliquen en forma negativa; suelen tener cierta gracia social, ser lo que llaman “populares” y arrastran sus seguidores, de quienes tiene su reconocimiento; pero carecen de empatía y de razonamiento moral. Tienen afán de protagonismo, pero suelen carecer de habilidades que les hagan sobresalir, y si las tienen no creen en ellas, normalmente por baja autoestima. Básicamente, el liderazgo que muestran, y en el que creen, es el basado en la fuerza, el dominio y la sumisión.

Suelen ser impulsivos, faltos de límites, y con muy baja tolerancia a la frustración. Suelen ser prepotentes y mostrar falta de respeto hacia las normas y dificultad en la relación con las figuras de autoridad. No tienen pensamiento autocrítico ni remordimiento o sentimiento de culpabilidad; más bien al contrario, el daño provocado les fomenta sensación de victoria. Curiosamente, los acosadores no suelen pertenecer a las clases sociales más desfavorecidas; al contrario, la conciencia de pertenecer a una familia bien posicionada económica y socialmente con respecto al entorno les crea una errónea autoestima, una sensación de superioridad que alimenta esa prepotencia.

¿Por qué lo hacen? No hay una respuesta única. Las circunstancias que llevan a un menor a actuar de esta manera pueden ser múltiples, pero en todas y cada una de ellas se refleja una falta de control por parte de los padres, y ello es también la razón por la que los padres difícilmente aceptan que su hijo ser un acosador. Pueden hacerlo simplemente porque han encontrado en la burla una forma de diversión y no son conscientes del daño que hacen. Estos son los casos con mejor pronóstico.
Otros lo hacen como una forma de trasladar a los demás algún tipo de situación de maltrato o deficiencia educativa en casa, o bien como una forma de reaccionar ante una sensación de fracaso, aunque no haya una situación de fracaso tangible; simplemente sentirse fuera de lugar en la vida. En cualquier caso, es un claro síntoma de baja autoestima. Una persona con buena autoestima no acosa. En el peor de los casos puede tratarse de pequeños psicópatas, que simplemente, disfrutan haciendo daño solo porque sí.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Consultas on line
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.