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miércoles, 29 de agosto de 2012

Televisa niega vínculos con narcos capturados en Nicaragua


Tomado de La Prensa

Televisa: no son empleados

Por Elízabeth Romero

Empresa hace deslinde formal ante PGR de México para que conozca Nicaragua.

Después de una semana de haber trascendido en Nicaragua la detención de 18 mexicanos, que se hacían pasar como trabajadores de la cadena de televisión mexicana Televisa, esa empresa negó de forma oficial que sean sus empleados.

La tarde de ayer el jefe del Ejército, general Julio César Avilés, refirió: “Hay un proceso evidentemente investigativo donde se tiene que determinar posibles vínculos de esos sujetos y dentro de ello también determinar con absoluta certeza si son o no son miembros de esa cadena que se dicen ellos pertenecer”.

Publicaciones en internet como de elgolfo.com, Grupo Fórmula, La Página de El Salvador, dedicaron anoche amplio espacio al comunicado de Televisa, a través del cual esa compañía advierte una posible demanda por el uso de su nombre y emblemas.

La reacción de Televisa sucede luego que medios de comunicación de la región recogieron versiones en publicaciones locales de Nicaragua que aseguraban con información obtenida de forma extraoficial, que al menos cinco de los 18 capturados estaban incorporados a la planilla de la televisora.

El jefe militar prefirió esperar lo que revelen las investigaciones al respecto. Dijo que en dichas investigaciones participa el Ejército con un grupo de oficiales de los aparatos de Inteligencia que encabeza el general Rigoberto Valladares.

LA PRENSA intentó conocer la versión de Televisa, pero a través de la línea telefónica una empleada comunicó que el responsable de comunicación de la misma, Alejandro Olmus, estaba en una reunión.

NINGUNO ES EMPLEADO

Sin embargo, en el comunicado Televisa señala que “no cuenta con corresponsal alguno” en Nicaragua y que ninguno de los detenidos ha trabajado para Grupo Televisa, así como los vehículos confiscados no han formado parte de su parque vehicular.

La empresa además afirmó que realizó “un deslinde formal, cuyo trámite está en curso, por conducto de la Procuraduría General de la República (PGR), a efecto de que sea conocido por las autoridades nicaragüenses”.

¿DINERO ERAPARA PAGAR DROGA?

En tres de seis vehículos con logo de Televisa las autoridades nicaragüenses detectaron el traslado de 9.2 millones de dólares.

Fuentes extraoficiales sostienen que las autoridades han contemplado la hipótesis de que el dinero serviría para pagar algún cargamento de droga, posiblemente del grupo que introduce la cocaína a través de mulas humanas por San Carlos, Río San Juan.

Esto porque los paquetes de dinero estaban marcados con códigos y hubo casos de algunos fajos que tenían códigos similares, lo que hace sospechar a las autoridades que se trata de un grupo acopiador de droga, cercanos entre sí, posiblemente familiares.

Sin embargo, el general Avilés prefirió no especular sobre el destino del dinero ni en qué sería usado.

AVILÉS JUSTIFICA

El movimiento migratorio conocido en Costa Rica de la mayoría de los mexicanos detenidos en Nicaragua revela que estos transitaban por el país desde hace unos seis años, lo cual podría interpretarse que les falló el sistema de Inteligencia, pero el general Avilés opina lo contrario.

“Aquí nosotros tenemos que destacar las capacidades que tenemos; vos no podés de primas a primeras determinar si una persona o un grupo de personas están cometiendo una actividad delictiva”, justificó el jefe militar. Al tiempo que señaló que el narcotráfico y el crimen organizado tienen mucha fortaleza económica, que les permite encontrar la forma de evadir los controles existentes en cada nación.

Para el general Avilés “lo importante es determinar que el sistema de Inteligencia nacional descubrió esta situación y ahí están los resultados; que este es un golpe importante y que además de eso han habido otras situaciones no menos relevantes que esa, como es la lucha contra el narcotráfico, las capturas que se han hecho y retenciones en la frontera”.

Tomado de Pulso Ciudadano

Mientras el hashtag #NarcoTelevisa y Nicaragua se convertía en Trending Topic en la red social Twitter, gracias a la difusión que Los Ángeles Press dio a la nota del periodista nicaragüense Oscar Merlo, publicada en 27 de agosto en el medio de su propiedad, El Cronista Digital, no ha habido más confirmaciones a una información que ha llegado a los medios y a la opinión pública nacional como un tsunami:

Podemos confirmar que Raquel Alatorre Correa y al menos tres o cuatro de los detenidos en las seis Van que ingresaron a Nicaragua el pasado lunes por un punto fronterizo con Honduras, son trabajadores de Televisa, el gigante de la televisión mexicana que no sabemos cómo explicará esto.

Alatorre, de quien en algún momento se creyó que viajaba con nombre falso, es en realidad la persona que reflejan su pasaporte y otros documentos de identificación. Cuando fue presentada ante los periodistas, gritó que quería ser juzgada en Nicaragua para no meter en problemas “a su familia”.

Raquel es una persona con influencia en la televisora donde trabaja debido a que es familiar (prima) de Javier Alatorre Soria, uno de los dandis de TV Azteca, la empresa de televisión que fue rival de Televisa durante muchos años hasta que en 2011 entraron en alianzas en el negocio de la venta de servicios a través de celulares.
- Los Ángeles Press

domingo, 26 de agosto de 2012

General colombiano dará nombres de otros involucrados para disminuir condena en EEUU


Tomado de El Espectador
El general (r) empezará pronto su colaboración en Estados Unidos

Santoyo hablaría de políticos


Por María del Rosario Arrázola

De los generales (r) de la Policía Jorge Daniel Castro, Rubén Carrillo y Luis Alfredo Rodríguez Pérez y del Ejército Mario Montoya le preguntarían. Norteamericanos tienen también interés en caciques políticos.

En una cárcel federal del estado de Virginia de Estados Unidos, de uniforme azul, en una celda fría y pequeña, esperando su condena pasa sus días el general retirado Mauricio Alfonso Santoyo Velasco. A través de un vidrio con un intercomunicador dos veces por semana recibe la visita de su mamá, sus tres hijos y su esposa.
 Los encuentros tienen una duración estricta de 30 minutos, los miércoles y los sábados. En los últimos días, junto con su abogado Óscar Rodríguez, decidió llegar a un acuerdo con la justicia norteamericana para mermar su pena, garantizando la protección de su familia, pero rehusándose a aceptar cargos por narcotráfico.
Aún no ha empezado formalmente la colaboración de Santoyo con el fiscal Neil MacBride en el marco de su declaración de culpabilidad como enlace de las autodefensas entre 2001 y 2008, tiempo en el cual deslizaba información clasificada a las cabezas del paramilitarismo, sobre todo en Medellín, en una coyuntura completamente estratégica para esa organización ilegal: tiempos en los que ya habían pactado con políticos “refundar la patria”, cooptar el Congreso, gobernar en cuerpo ajeno o entrar a un proceso de paz con la expectativa de una curul en el Legislativo. En todos esos escenarios Santoyo era un activo de los ‘paras’, en especial cuando fungió como jefe de seguridad del presidente Uribe, entre 2002 y 2005.
El Espectador pudo establecer que la justicia de Estados Unidos tiene serios indicios en contra de varios caciques políticos que se aliaron con la mafia y que, o bien apenas han sido tocados por el escándalo parapolítico, o bien siguen pasando de agache. El acuerdo al que llegó Santoyo, entonces, va mucho más allá del círculo de la Fuerza Pública que pudo haber sido infiltrada por las autodefensas y con base en esa colaboración que podría llevarlo a una condena de apenas 10 años no tendrá que contarlo todo, pero sí aquello que le pregunten las autoridades de ese país. La obsesión de Estados Unidos son las rutas del narcotráfico, los nuevos jefes de la pirámide criminal y los oficiales corruptos que se cambiaron de bando.
Una vez la esposa, los tres hijos y la mamá del general Santoyo pisaron suelo norteamericano, hace tres semanas, el acuerdo comenzó a cocinarse en serio. El oficial retirado ya entre los palos comprendió que la estrategia del silencio era una tontería cuando le enseñaron parte de las pruebas que lo incriminaban. Hay ocho expedientes más en curso en contra de más oficiales de la Policía y el Ejército que también tuvieron tratos criminales con los capos de las autodefensas y el testimonio de Santoyo será decisivo en la suerte de nuevas solicitudes de extradición.
Por más celosos que han sido los norteamericanos con estas pesquisas ya han salido ha relucir algunos nombres de oficiales retirados sobre los cuales le van a preguntar a Santoyo: los generales (r) de la Policía Jorge Daniel Castro (exdirector de la institución), Rubén Carrillo Vanegas (excomandante de la Policía en Antioquia) y Luis Alfredo Rodríguez Pérez (exdirector de la Dijín) y el excomandante del Ejército Mario Montoya Uribe. Y hay más, pero mientras que llegan las acusaciones formales, la DEA sigue perfeccionando sus procesos, recaudando testimonios y recogiendo evidencias.
Antioquia será el escenario natural de las preguntas de los norteamericanos, así como los políticos que se sirvieron de la oficina de Envigado, los bloques Metro, Minero, Héroes de Granada o Cacique Nutibara. Mejor dicho, los que tuvieron nexos en principio con Don Berna, Ramiro Cuco Vanoy, Juan Carlos El Tuso Sierra, Rogelio y otros narcotraficantes purasangre. De hecho, Estados Unidos anda revisando las cuentas pendientes con la justicia de los hermanos Pedro David y Juan Santiago Gallón Henao, este último condenado a 39 meses de prisión como promotor de las autodefensas.
Los caballistas tuvieron en el pasado negocios con la familia del expresidente Álvaro Uribe, por ejemplo la compra de una parte de la hacienda Guacharacas, en San Roque (Antioquia), en donde en 1983 las Farc asesinaron al papá del exjefe de Estado Alberto Uribe Sierra. Con paciencia de relojero, para efectos del expediente Santoyo y otros más, las autoridades norteamericanas han venido documentando el laboratorio de violencia que se tomó Antioquia en las últimas dos décadas. La información aportada por el excomandante de la ‘Oficina de Envigado’, alias Rogelio, ha sido definitiva.
Entre tanto en Colombia la Fiscalía, la Procuraduría, el Consejo de Estado, el Congreso y el Gobierno expían sus culpas por el caso Santoyo y todos se lavan las manos a su manera. De él ya había pesquisas serias desde hace más de una década de que andaba en malos pasos: el proceso por las ‘chuzadas’ y la desaparición de los miembros de Asfaddes Claudia Monsalve y Ángel Quintero le fue archivado en 2003 por un fiscal de Derechos Humanos. El Ministerio Público lo sancionó por los mismos hechos, pero entre malabares jurídicos el expediente terminó suspendido por el Consejo de Estado. En noviembre de 2007 fue promovido contra viento y marea como general con la oposición de apenas cuatro parlamentarios, los únicos indemnes en esta cacería de culpables.
El expresidente Uribe se niega a asumir responsabilidades políticas y dice que está tan defraudado como el resto del país. El presidente Santos anunció que espera que Santoyo pague su pena en Estados Unidos y regrese a Colombia para que salde su deuda con la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas de la violencia de sus aliados de antaño. Y el fiscal Montealegre ya escarba en varios frentes, incluido el de su hermano, el también general (r) de la Policía Julio César Santoyo.

Otro dolor de cabeza para Uribe

Al general Rito Alejo del Río, en el año 2001, el entonces candidato a la Presidencia Álvaro Uribe Vélez le organizó un homenaje de desagravio, al considerar que había sido un oficial ejemplar y que había sido injustamente llamado a calificar servicios en 1999. Hoy, de nuevo, esas declaraciones públicas le pasan factura a Uribe Vélez. Un juez de Bogotá condenó a 25 años de prisión a Del Río por el homicidio del campesino Marino López Mena, ocurrido en febrero de 1997 en desarrollo de la denominada ‘Operación Génesis’, que buscaba ‘pacificar’ el Urabá.
Nuevamente, un alto oficial retirado cercano a Uribe es condenado por la justicia por sus vínculos con las autodefensas. En la galería también se encuentra el exdirector del DAS Jorge Noguera Cotes, condenado también a 25 años de cárcel por homicidio y complicidad con el paramilitarismo.

martes, 7 de agosto de 2012

En Colombia extraditan a familia politica del ex presidente Uribe


Tomado de La Voz de America
Dolliy Cifuentes Villa es requerida para que comparezca en juicio ante una corte del Distrito Sur de la Florida por los delitos de narcotráfico y lavado de activos a favor Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo Guzmán”, jefe del Cartel de Sinaloa.

Funcionarios de la policía de Colombia y la Dirección de Investigación Criminal e INTERPOL (DIJIN)  entregaron en la mañana de este martes a agentes de la Agencia Antidrogas de EE.UU. (DEA) a Dolliy Cifuentes Villa, requerida para que comparezca en juicio ante una corte del Distrito Sur de la Florida por los delitos de narcotráfico y lavado de activos.

La mujer, quien tuvo una hija con el fallecido hermano del expresidente colombiano Álvaro Uribe, es acusada de varios delitos, luego de que la DIJIN y la DEA lograron establecer que blanqueaba dinero del narco mexicano Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo Guzmán”, a través de unas 35 empresas.

Dolliy Cifuentes Villa, conocida como alias la “Meno”, fue capturada por la policía colombiana a través de la DIJIN el 9 de agosto del 2011 en la población de Envigado, desde donde al parecer delinquía.

Es hermana de Francisco Cifuentes Villa, alias “Pacho Cifuentes”, piloto de cabecera del legendario narcotraficante colombiano Pablo Escobar y quien fuera asesinado en una finca de su propiedad en el año 2007. También es hermana de Hildebrando Cifuentes Villa, uno de los principales socios del Cartel de Sinaloa en México, a través de su máximo cabecilla “El Chapo Guzmán”.

domingo, 15 de julio de 2012

Narcotráfico una industria que progresa en Ecuador


Tomado de El Universo



¿Qué tan involucrado está el país en el tráfico de drogas?


Informe: El narcotráfico se pasea por Ecuador

En el centro de Lago Agrio, la capital de Sucumbíos, Gladys, empleada de un almacén de electrodomésticos ubicado en la avenida Quito, dice ¬en voz baja y mirando hacia todos lados¬ que es muy difícil saber quién llega con dinero ilícito. “A nosotros lo que nos interesa es que el producto se venda. No averiguamos de dónde viene el dinero. No hacemos nada ilegal”, aclara.

Pero aquí se conoce quiénes están relacionados con “negocios turbios”, dice un cabo de la Policía de Sucumbíos, mientras vigila las inmediaciones de una entidad financiera. Afirma que en la zona es común observar que de un momento a otro nacen “nuevos ricos”. Tienen carros de lujo o casas enormes, pero nadie denuncia nada. Es evidente que al iniciar cualquier diálogo que refiera al narcotráfico o la guerrilla surge un ambiente de tensión. 

Alba, una extranjera que llegó hace cinco años al cantón para trabajar en un proyecto social, cree que la falta de empleo y la casi nula oferta productiva en esta zona ocasionan que el narcotráfico encuentre adeptos.Ella dice que no solo es peligroso que, por ejemplo, un taxista reciba $ 100 para ¬por engaño o por presión¬ llevar droga a Tulcán o Quito. 

También es alarmante que la población se vaya adaptando a las realidades que atraviesa una porosa frontera que, en el caso de Sucumbíos, constituye más del 60% de los 586 km de límite con Colombia.“Es sabido que los ‘guerros’ (guerrilleros) pasan caminando al Ecuador y van a prostíbulos que solo funcionan en el día. Ahí gastan el dinero de la droga. Es inexplicable que haya tantas farmacias para un poblado pequeño como Lago Agrio”. 

También en la frontera, pero en la Sierra, se experimenta la presión del narcotráfico para pasar de un lado a otro dinero en efectivo o droga empaquetada, lista para ser trasladada a barcos en la costa.

En Tulcán, capital de Carchi, se usan pasos legales e ilegales para trasladar esta mercancía. Allí emerge una economía paralela. Cantidades que van desde los $ 20 hasta los $ 1.000 se mueven para pagar los ‘servicios’ otorgados al narcotráfico. En las investigaciones de la Unidad de Lavado de Activos constan las realizadas en Tulcán. Están relacionadas con la conformación de empresas que funcionan como fachada para la exportación, la organización de bandas dedicadas al ‘pitufeo’ (lavado de pequeñas cantidades de dinero), el reclutamiento de personas que prestan nombres y cuentas de banco para depósitos en efectivo y, con más fuerza en los últimos años, el uso de cambistas.

Marco Becerra, de la Asociación de Cambistas Ciudad de Tulcán, afirma que son fuertes los filtros de ingreso para ejercer esta actividad, pero cree que los más jóvenes, por inexperiencia o ambición, podrían estar siendo presa fácil de ilegalidades.

Jaime, con 28 años de experiencia en este negocio, comenta: “Aquí llega gente con un bolso con $ 60 mil y dice: ‘¿Por qué está perdiendo el tiempo ganando tonterías? Mejor coja esta plata y voltéemela (lávela, hágala legal)’. La gente lo único que quiere es ganarse la vida”.

Esta metástasis del narcotráfico penetra al interior del país, incluso comprando autoridades, consolidando rutas e infectando negocios. La provincia de Imbabura se ha transformado en una zona atractiva para los ‘narcos’. Prósperos negocios son utilizados para dar la apariencia de legalidad a recursos ilícitos, según señalan los habitantes.

Es viernes en Ibarra y la avenida Pérez Guerrero está abarrotada de gente. Miriam Guerrón mira el paso de los peatones y, desde su puesto de venta de cañas, dice que la mayoría trabajó lo que hoy tiene, pero que otras personas ¬que, según ella, han aceptado “dineros raros”¬ de no poseer nada pasaron a tener cuadras completas.

Las actividades relacionadas con el turismo y la venta de artesanías no han escapado a las ofertas del narcotráfico. “En Otavalo, desde hace dos años, el negocio del turismo ha bajado. A nosotros nos llevó 44 años construir lo que tenemos y ya no se gana lo mismo. Por eso es raro que haya jóvenes que derrumban casas, casi nuevas, para construir enormes edificios. O cambian de carro cada seis meses”, sostiene Luzmila Quinde, propietaria de dos hoteles en esta ciudad.

En la Costa, San Lorenzo, uno de los cantones más pobres de la provincia de Esmeraldas, cambió. No es el mismo de hace seis años. Pasó de las calles polvorientas a las asfaltadas. De los pocos negocios a la diversidad de oferta. Ferreterías, comisariatos, farmacias, negocios de ropa...“Hay dinero”, dicen unos habitantes que evitan comentar cómo obtienen los ingresos. 

Camionetas nuevas doble cabina, como las Ford 150, con placas ecuatorianas y colombianas, se suman a diario al movimiento del cantón. Ahí circulan con facilidad los billetes de $ 50. Se los usa, incluso, en el transporte fluvial de pasajeros. Pero San Lorenzo no es un sitio fronterizo de paz. Su gente está marcada por el miedo y la resignación a ser asesinada o caer en el mundo del crimen organizado. No son los únicos. Ocurre también en el cantón Eloy Alfaro y otros del norte de Esmeraldas, como Rioverde.

En estas tierras se han encontrado, en los últimos cuatro años, 2 bases y 2 laboratorios para procesar droga; 16,2 toneladas con 52 kilos de cocaína; 13.000 plantaciones de coca; 9.600 tallos de la planta, listos para sembrar. 

También armamento, granadas, un astillero para armar submarinos y un sumergible para el transporte del alcaloide. Esta lista continúa.Pero poco se hace para controlar el problema, dicen sus residentes. “Uno no puede hablar mucho. Uno habla y ¡pum!, lo matan”. “No pregunte mucho de esos temas si quiere salir vivo”. “¡Socios! Ustedes están preguntando demasiado”. Estas son algunas de las frases que se escuchan en zonas del norte. 

             


Unas diez islas son parte de estos cantones fronterizos con Colombia. Sus habitantes sobreviven de la captura de mariscos. Viajan en bote para ir desde los centros urbanos hasta los sitios rurales. Los trayectos duran entre media hora y más de tres. En Palma Real, isla de San Lorenzo, se incautaron 9 toneladas de cocaína en el 2008. Ha habido muertes y amenazas.

Nadie quiere entrar por temor. Más desde que en el 2010 fue asesinado un miembro de la junta parroquial, quien había pedido ¬con otros dirigentes¬ aumentar militares en el área. En el muelle de esa zona, donde flamea la bandera nacional, unos seis marinos vigilan de lejos una parte del sector, pero no ingresan a la comunidad. 

“En Palma Real los ‘narcos’ y los ‘paras’ enamoran a las muchachas para hacerlas informantes”, cuenta un dirigente de otra isla. La historia se repite en cantones como Eloy Alfaro. “¡Vea! Si veo que mi vecino pobre, como yo, llega a tener un carro, una casa y algo de dinero, yo le pregunto: ‘¿cómo fue qué hizo?’. Él me dice: ‘y como aquí no hay trabajo, acepté esos trabajitos’. Yo he hecho algunos”, reconoce un hombre de 30 años, quien luego admite haber extorsionado o espiado bajo pedido.

Hay también quienes tienen coca en el lado colombiano. A ese país van ecuatorianos para cuidar los cultivos; luego, para recoger la cosecha; después, para raspar la hoja. Otros contratan gente para trabajos puntuales, como empaquetar y transportar la droga. A otros les pagan por ser cuidadores, informantes o conductores.

Labrar el campo, cazar animales, recolectar tagua, cuidar ganado... La mayoría de los habitantes de San Plácido, una parroquia rural de Portoviejo, capital de Manabí, subsiste de lo que el agro proporciona. Freddy, un campesino de la zona, cuenta que trabaja como peón en haciendas, donde gana $ 8 al día por sembrar o cosechar cacao o maíz. Corta la maleza para iniciar cultivos y también ordeña. Pero en estos parajes rurales plagados de montañas sinuosas se suma una alternativa para ganar dinero: el narcotráfico, que ha sentado raíces en San Plácido, donde la Policía ha detectado dos de los cinco laboratorios de droga hallados en la provincia de Manabí desde el 2009. 

El agricultor asegura que no trabajaría para los ‘narcos’, así le ofrezcan $ 20 al día por cortar maleza. Al contratar a los campesinos con esta paga, los narcotraficantes los mantienen de su lado.“No justifico, pero la mayoría de personas de acá son pobres”, dice Oswaldo García, secretario de la junta parroquial de San Plácido, la parroquia rural más extensa de Portoviejo, de 136,4 km². 

Freddy, quien vive en el sitio Las Lozas, asegura que ha visto cómo los ‘narcos’ ingresan a las comunidades rurales en furgones blancos o camionetas doble cabina. Tras la fachada de una casa mixta de caña y ladrillo, en el sitio La Tablada de la Victoria, unos kilómetros más adelante de San Plácido, se instaló uno de los laboratorios que la Policía detectó en noviembre del 2010. 

Como Freddy, otros habitantes de la zona hablan de cómo los narcotraficantes utilizan vías secundarias para ingresar los químicos y lo que se necesita para procesar el alcaloide en medio de las montañas, tras casas donde aparentemente sus ocupantes se dedican a la agricultura, ganadería o avicultura. Justamente en una finca avícola, de esas que se instalaron durante la década del noventa en Manabí, la Policía encontró otro centro productor de droga, en abril del 2010. Fue en el sitio Palma Junta, a un costado de la vía que une a San Plácido con Pichincha, cantón donde en diciembre del 2009 se detectó el primer laboratorio. 

Casi dos años después del hallazgo, la propiedad de Palma Junta ¬donde se producían 250 kilos de cocaína a la semana, según la Fiscalía¬ luce abandonada. Vestigios de las estructuras que había en la hacienda yacen esparcidos por doquier. La Policía aún no determina la extensión de esta propiedad, por lo que el Consejo Nacional de Control de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas (Consep) todavía no es su depositario.

Es la provincia más joven. La número 24 en el mapa del Ecuador. La mayoría de sus 308.693 habitantes ¬según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC)¬ vive en las playas de los cantones Salinas, La Libertad y Santa Elena, algunas convertidas en zonas de operación de organizaciones narcodelictivas.

En los últimos cinco años se han decomisado cerca de diez toneladas de droga y descubierto bandas vinculadas al narcotráfico que han marcado a varias comunas.

Los pobladores de San Pedro, una de las comunas peninsulares, lo saben. Cuatro pescadores fueron detenidos junto a una embarcación cargada con droga. Solo era para investigaciones, según les dijeron los policías cuando los apresaron. Pero este martes cumplirán siete meses en el Centro de Rehabilitación Social de Santo Domingo, donde se originó la llamada operación Paisa.

Sus familiares y amigos insisten en que son inocentes. Alegan que estaban borrachos cuando se acercaron a la playa y hoy piden su liberación, aunque en el dictamen ¬que está en consulta del fiscal provincial de Santa Elena, Jaime Shambi¬ se los acusa como encubridores.

El día de la captura, el 17 de diciembre del 2011, San Pedro tenía doble celebración: la fiesta del patrono y la reelección de los dirigentes de la comuna. Los festejos duraron hasta la tarde, pero, ya entrada la noche, la mala noticia se regó y conmocionó a la población. Según el parte policial y el dictamen fiscal, los cuatro pescadores se encontraban junto a una embarcación de fibra de vidrio, de color blanco, sin matrícula ni numeración, con 14 sacos de yute con droga. También cinco individuos ajenos a la comuna, que huyeron.La lancha donde se decomisó la droga fue vista en el galpón de la comuna, donde funcionaba ¬ocho meses antes¬ Tecnifibra Hualtaco, taller de reparación de lanchas de fibra de vidrio. Ubicado a un kilómetro de la carretera, entre Monteverde y San Pedro, a pocos metros del mar, el local había sido arrendado por 400 dólares al mes. La comunidad lo aprobó en una asamblea, afirma el presidente de la comuna, Fernando Reyes.

Hubo un saqueo en las casas de los foráneos. Los dirigentes dicen que no pudieron impedirlo. Tampoco cuando el fiscal de Santo Domingo acudió con la Policía a inspeccionar el lugar y los uniformados trataron de llevarse las embarcaciones, pero esto fue impedido por la población.

En el galpón, mientras tanto, el pasto seco crece en medio de un carro rojo sin motor, tipo convertible, de placas PHD-364, que alguna vez rodó por San Pedro. Adentro están las embarcaciones de fibra de vidrio. El trabajo era realizado, según indican, por unos diez hombres, algunos acompañados de esposas e hijos. Repiten que no sospecharon nada. Eran extraños para la población, aunque vivían en las casas junto al galpón. “Nos sentimos manchados”, comenta un pescador que recalca que San Pedro quiere volver su mirada al turismo.

Un joven de 28 años transita por las calles de Santo Domingo. “Aquí hay dinero del ganado, de la palma, de las piñas, de los locales de repuestos, pero también hay otros dineros, de los cuales la gente mejor no habla”, sostiene. Al preguntarle a qué ‘dineros’ se refiere, mejor decide retirarse.

Un agente de la Unidad Antinarcóticos del cantón explica que estos “otros dineros” no son más que recursos que llegan en su mayoría del narcotráfico y que han ingresado al sistema financiero local como inversión.

En la ciudad es fácil encontrar un Cadillac Escalade híbrido, modelo 2009, en un patio de venta de vehículos, por el que se piden $ 110 mil. Un trabajador de ese tipo de locales dice que sí hay clientes que pueden comprar en efectivo o con crédito directo de hasta seis meses.

Información policial revela que fincas ubicadas en los cinco ramales viales de primer orden que rodean a la ciudad de Santo Domingo ¬en especial los de las vías a El Carmen y Quevedo¬ han sido utilizadas por bandas narcodelictivas para embodegar cocaína que llega en distintas cantidades de Colombia, pero que tienen como destino puertos en Guayas, Santa Elena y Manabí. En estas fincas también se han hallado pistas y pruebas de la compra y almacenamiento de implementos para la colocación de laboratorios (bombas de agua y plantas de energía).

Eduardo, un comerciante de queso manaba y carne de guanta (animal de montaña parecido al cerdo) en el centro de El Carmen (Manabí), apunta que cada cierto tiempo llegan personas a la zona preguntando por fincas de arriendo. “Todos dicen que quieren el lugar para cultivar y pagan de contado el arriendo. Al principio mueven la tierra y construyen una casa. Al poco tiempo llegan camiones, en especial en las noches. Pese a que el contrato es hecho por mínimo tres años, la mayoría no vuelve a ser vista luego de año y medio”.

El agente de Antinarcóticos define la situación: “En ciudades costeras se habla de incautación de toneladas de droga y sumergibles. Esa solo es la punta del problema. El narcotráfico ha tejido una red enorme para hacer circular su mercancía. Para tener esa droga embodegada participó desde un taxista llevando cinco kilos, hasta la plataforma y el camión con doble fondo cargando media tonelada”.

viernes, 13 de julio de 2012

Pablo Escobar quiso entregarse. Gobierno colombiano no aceptó sus condiciones


Tomado de Verdadabierta.com
 La tregua fallida de Escobar, según el FBI

Pablo Escobar intentó en varias ocasiones hacer una tregua con el Estado colombiano. Varios informes del FBI - entre 1989 y 1990- cuentan que a cambio de entregarse pedía que le dejaran su fortuna, pero el gobierno Barco se arrepintió.

Fueron varias las veces que Pablo Escobar intentó negociar con diferentes gobiernos su entrega. Pero aunque estos acercamientos se hicieron por debajo de la mesa, agentes y oficiales de Estados Unidos estaban al tanto de éstas.

Así se desprende de un memo confidencial enviado por el FBI en junio de 1990 en el que revela detalles hasta ahora desconocidos de hasta dónde llegaron esas negociaciones. Durante la etapa final del gobierno del liberal Virgilio Barco, el capo del narcotráfico propuso entregarse, pero a cambio de que su fortuna no fuera tocada. El FBI sabía de las negociaciones y al parecer el gobierno de George Bush padre bloqueó la tregua.

En el cable, agentes del FBI le cuentan a sus superiores que el Gobierno del entonces presidente Barco estaba en negociaciones con Pablo Escobar a través de intermediarios, cuyos nombres fueron borrados de los archivos. VerdadAbierta.com consultó varios textos periodísticos de la época y funcionarios de esa administración que confirmaron esos acercamientos clandestinos y señalaron que el arquitecto Santiago Londoño White fue el intermediario entre Escobar y el gobierno de esa época.

Lo inaudito de este acuerdo es que se dio después de que Escobar asesinara a varios candidatos a la Presidencia, entre ellos al político liberal Luis Carlos Galán, y que desatara la peor ola terrorista de la historia de Colombia a finales de los ochenta y comienzos de los noventa.

Lo revelador de este memo es que no parte de chismes, sino de una entrevista con una persona cercana a Pablo Escobar, quien explicó detalles de la crisis interna por la que atravesaba el Cartel de Medellín, y la división que causó dentro esta organización criminal la decisión del narcotraficante de continuar con la brutal guerra contra el Estado.

La fuente le contó a agentes del FBI que Escobar estaba dispuesto a desmantelar y desmovilizar su organización, dejar el narcotráfico, a cambio de no ser extraditado, pero que su única exigencia para hacerlo era que el Gobierno colombiano le permitiera a su familia mantener su fortuna.

Esta persona le contó a agentes de inteligencia en Bogotá que Escobar alcanzó a entregar algunas "cocinas", pero que después de la visita a Cartagena del presidente George Bush en febrero de 1990, el Gobierno colombiano se “echó para atrás".

Desde entonces, dice el informe, a Escobar “no le ha importado nada y está fuera de control y desmoralizado. Se ha vuelto más agresivo en lugar de débil en resolución”, añade. “Su pensamiento es menos racional. En el pasado era más calculador y consideraba las consecuencias. Ahora reacciona como fiera enjaulada”.

Para ese momento, Escobar se había dedicado exclusivamente a su "guerra" estratégica y había dejado el negocio a sus segundos, quienes manejaban la producción, el transporte y las ventas. El FBI consideraba que el capo estaba dispuesto a negociar si el Gobierno (de Barco) mantenía su palabra como le habían hecho saber sus intermediarios.

El FBI consideraba que Escobar había perdido el control y que su círculo de amistades se había reducido a un tercio, producto de las bombas y los asesinatos. "Muchas personas en Antioquia están cansadas de la guerra, algunos están deseando que Escobar sea asesinado para poner fin a la guerra", dice el informe desclasificado.

La presión constante de ser fugitivo también afectó negativamente la salud del capo. Informantes del FBI aseguraron que los efectos de la persecusión se vieron reflejados en "nerviosismo, aumento de peso, pérdida de concentración, ansiedad y gastritis". Otro informe del 25 de junio de 1990 resumió su condición : “su salud se está deteriorando. La persona amable y sociable del pasado ha desaparecido”.

Escobar mantuvo una vida reservada, y a pesar de que circulaban versiones de que estuviera en los EEUU o en otros países, el FBI tenía la confianza de que se mantendría en Colombia: “Sobre todo en Antioquia, donde lo conocen y lo temen; el tiene el control y goza su protección. En un país extranjero, podría ser detenido como cualquier otro colombiano.”

Ese temor también se extendió a sus colegas en el cartel de Medellín que terminaron dándole la espalda. Un memo de agentes en Bogotá explicaba que, aunque él controlaba el Cartel de Medellín, muchos de sus aliados no apoyaron su guerra contra el Gobierno y por eso algunos de ellos se entregaron a las autoridades o decían que se había "ido solo”. Con el paso de tiempo, Escobar, contaban los agentes del FBI, hizo alianzas con grupos más débiles y varias de sus operaciones las trasladaron fuera del país.

Otro cable de septiembre de 1990, relata lo que conocieron de la masacre cometida por el cartel de Medellín contra el de Cali a las afueras de Candelaria, Valle, que al parecer iba dirigido contra Helmer 'Pacho' Herrera, y en el que murieron 18 personas, como una retaliación contra ese grupo de narcotraficantes por haberse aliado con agentes del estado para perseguirlo y asesinarlo.

Varias fuentes le contaron al FBI que el Cartel de Cali estaba negociando con otros grupos, entre ellos las Autodefensas del Magdalena Medio, para asesinar a Escobar y que incluso le pusieron precio a su cabeza.

"Las Autodefensas responsabilizan a Escobar de poner en riesgo sus operaciones en el Magdalena Medio y lo señalan de ser el responsable de numerosas muertes y secuestros en contra de miembros de la organización", explica el cable, a lo que agrega que el Cartel de Cali está dispuesto a pagar 3 millones de dólares por eliminar(sic) a Escobar.

De hecho, un año antes de estos informes, el 15 de diciembre de 1989, agentes del FBI en Bogotá entrevistaron a un sicario del Cartel de Medellín, quien hizo varias revelaciones de la manera en la que Pablo Escobar estaba preparándose para arremeter contra el Gobierno ante la cacería que se había desatado para capturarlo y extraditarlo.

El sicario, cuyo nombre omiten, contó que Escobar estaba furioso por la "aparente" colaboración entre el Gobierno de la época y el Cartel de Cali para "barrerlos".

El último informe de los documentos de Escobar, del final de febrero de 1993, indicó la persistente debilidad del capo y su Cartel de Medellín. Ese mes, el grupo contra Escobar `Los Pablitos´ bombardeó una finca del capo y uno de sus depósitos, un ataque que destruyó su colección de pinturas y coches antiguos.   

“Esta oficina opina que Escobar va a encomendar la seguridad de … sólo a aquellas personas que están cerca de él y todavía totalmente de confianza por él”, dijo el documento.

El 2 de diciembre de 1993, un día después de su cumpleaños, Escobar cayó en un operativo del llamado Bloque de búsqueda, en el que años mas tarde paramilitares aseguran que participaron. Del “zar multimillonario” a “fiera enjaulada”, fue asesinado sobre un techo en Medellín.

Otro intento de entrega
La prensa colombiana en los primeros días de mayo de 1984 dedicaba gran parte de su contenido al tema del tráfico de drogas: los allanamientos de las propiedades de los narcos, el tratado de extradición, las hipótesis del asesinato de Lara Bonilla, las nuevas medidas que proponía el gobierno de Betancur para luchar contra el narcotráfico. Mientras todo esto ocurría, en Panamá, en el lujoso Hotel Marriot, Pablo Escobar y Jorge Luis Ochoa se reunieron con el ex presidente  Alfonso López para, a través de él, hacerle una propuesta a Belisario Betancur. Cuando la prensa filtró esta noticia, fue un escándalo que indignó a los colombianos.

Sucedió la tarde del 4 de mayo, en el encuentro de casi una hora participaron López, Santiago Londoño White, Pablo Escobar y Jorge Luis Ochoa. El ex presidente estaba en Panamá como observador de las elecciones a presidencia de ese país; los capos, en cambio, estaban escondidos de la justicia colombiana que los buscaba en el Chocó, por el asesinato de Lara Bonilla.

Según narra Fabio Castillo en el libro Los jinetes de la cocaína, “Escobar manifestó que los narcotraficantes estarían dispuestos a entregar sus laboratorios, sus flotas aéreas, sus rutas y sus conexiones de distribución en Estados Unidos y a someterse a la justicia colombiana para que fueran juzgados y sancionados con base en las pruebas que existieran en su contra. Agregó también que estarían dispuestos a regresar sus capitales a Colombia. La única solicitud que hacían a cambio de todo esto era que la extradición no fuera aplicada con retroactividad sino a partir del momento de esa entrega. En otras palabras que narcotraficante que exportara un gramo de ahí en adelante podía ser extraditado automáticamente”.

López, encargado de llevarle el mensaje al presidente Betancur, le explicaría años más tarde a el periódico El Tiempo, cómo lo contactaron los capos: “Estaba en Panamá, durante la elección de Ardito Barletta, con otro grupo de invitados que servíamos de verificadores del proceso electoral, cuando de repente apareció Santiago Londoño White quien fue a plantearle a Felipe, mi hijo, que si yo les podía conceder una entrevista a los que habían sido acusados del asesinato de Lara Bonilla, que querían hacerme una propuesta para transmitírsela al Gobierno. Llamé a Belisario y le dije: ¿Tú quieres que yo los oiga o no? Escúchalos a ver de qué se trata -me contestó- y después me cuentas. Tan pronto terminé la entrevista con Escobar y los Ochoa llamé a Belisario y le dije sintéticamente: lo que están ofreciendo es una capitulación. Yo me voy a Miami a descansar, si quieres, mándame a una persona de tu confianza para indicarle cómo es la cosa. Y entonces me mandó a Bernardo Ramírez”.

Bernardo Ramírez,  ministro de Comunicaciones del gobierno Betancur se reunió varias semanas después con López en Panamá: “en algún momento, y porque se trataba de saber algo más del crimen del 30 de abril, lo mismo que de conocer de fondo lo que buscaban los señores de la entrevista en Panamá, se pensó que el procurador Carlos Jiménez Gómez, independiente del Ejecutivo y vocero de la sociedad podría hacer nuevos contactos” dijo Ramírez a El Tiempo.

Jiménez viajó de inmediato a Panamá para reunirse con los jefes del narcotráfico. En el libro Los Jinetes de la cocaína se relata que el ex procurador viajó en una avioneta de los Londoño White acompañado de “quien fuera, paradójicamente, su delegado para la lucha antinarcóticos, Jaime Hernández Salazar, y dos particulares”.

Como resultado de esa reunión, se redactó un proyecto de memorando de seis páginas que se entregó al presidente Betancur. Este hecho se filtró en la prensa y El Tiempo reveló la noticia de estos encuentros. El escándalo fue fulminante para el acuerdo que pretendieron los capos.

Ante la polémica, la oficina de prensa de la Casa de Nariño decidió echarse para atrás y publicó una declaración que expresa: “la reunión de López con algunos extraditables, en 1984, en Panamá se hizo sin conocimiento de Betancur y sin su autorización”.

En su libro, Castillo revela que el documento tiene en las dos primeras páginas una nota dirigida al presidente y que en el resto de páginas se planteó dos momentos para el desmonte del narcotráfico. Al final, tenía unas sugerencias para terminar con la extradición a Estados Unidos, al menos por los delitos anteriores al acuerdo.

Juan Guillermo Ríos, periodista de cabecera de López, reveló el documento, pero le suprimió un párrafo en el que aparece comprometido el nombre del ex presidente.

Ese párrafo lo rescata Castillo en su publicación: “El doctor Alfonso López Michelsen, ex presidente de la República, aceptó recibirnos en los primeros días del mes (mayo) en Ciudad de Panamá y su gestión de buena voluntad, eminentemente patriótica al llevar nuestro mensaje de entrega y paz al gobierno que usted preside, llegó a feliz etapa en el momento en el cual el señor procurador general de la Nación, doctor Carlos Jiménez Gómez, nos recibió personalmente en los últimos días del presente mes (también mayo)".

Años después de la reunión en el Hotel Marriot, esta polémica puso a sus protagonistas -Alfonso López, Bernardo Ramírez, Carlos Jiménez y Belisario Betancur-, a publicar distintas versiones de lo que fue unos de los muchos intentos desesperados de los mafiosos para salvarse de la justicia norteamericana. Intentos fallidos que desbocaron lo que los narcos temían y que terminaron con la vida del gran jefe.