Tomado de Verdadabierta.com
La tregua fallida de Escobar, según el FBI
Pablo Escobar intentó en varias ocasiones hacer una tregua con
el Estado colombiano. Varios informes del FBI - entre 1989 y 1990- cuentan que
a cambio de entregarse pedía que le dejaran su fortuna, pero el gobierno Barco
se arrepintió.
Fueron varias las veces que Pablo Escobar intentó negociar con
diferentes gobiernos su entrega. Pero aunque estos acercamientos se hicieron
por debajo de la mesa, agentes y oficiales de Estados Unidos estaban al tanto
de éstas.
Así se desprende de un memo confidencial enviado por el FBI en
junio de 1990 en el que revela detalles hasta ahora desconocidos de hasta dónde
llegaron esas negociaciones. Durante la etapa final del gobierno del liberal
Virgilio Barco, el capo del narcotráfico propuso entregarse, pero a cambio de
que su fortuna no fuera tocada. El FBI sabía de las negociaciones y al parecer
el gobierno de George Bush padre bloqueó la tregua.
En el cable, agentes del FBI le cuentan a sus superiores que el
Gobierno del entonces presidente Barco estaba en negociaciones con Pablo
Escobar a través de intermediarios, cuyos nombres fueron borrados de los
archivos. VerdadAbierta.com consultó varios textos periodísticos de la
época y funcionarios de esa administración que confirmaron esos acercamientos
clandestinos y señalaron que el arquitecto Santiago Londoño White fue el
intermediario entre Escobar y el gobierno de esa época.
Lo inaudito de este acuerdo es que se dio después de que Escobar
asesinara a varios candidatos a la Presidencia, entre ellos al político liberal
Luis Carlos Galán, y que desatara la peor ola terrorista de la historia de
Colombia a finales de los ochenta y comienzos de los noventa.
Lo revelador de este memo es que no parte de chismes, sino de
una entrevista con una persona cercana a Pablo Escobar, quien explicó detalles
de la crisis interna por la que atravesaba el Cartel de Medellín, y la división
que causó dentro esta organización criminal la decisión del narcotraficante de
continuar con la brutal guerra contra el Estado.
La fuente le contó a agentes del FBI que Escobar estaba
dispuesto a desmantelar y desmovilizar su organización, dejar el narcotráfico,
a cambio de no ser extraditado, pero que su única exigencia para hacerlo era
que el Gobierno colombiano le permitiera a su familia mantener su fortuna.
Esta persona le contó a agentes de inteligencia en Bogotá que
Escobar alcanzó a entregar algunas "cocinas", pero que después de la
visita a Cartagena del presidente George Bush en febrero de 1990, el Gobierno
colombiano se “echó para atrás".
Desde entonces, dice el informe, a Escobar “no le ha importado
nada y está fuera de control y desmoralizado. Se ha vuelto más agresivo en
lugar de débil en resolución”, añade. “Su pensamiento es menos racional. En el
pasado era más calculador y consideraba las consecuencias. Ahora reacciona como
fiera enjaulada”.
Para ese momento, Escobar se había dedicado exclusivamente a su
"guerra" estratégica y había dejado el negocio a sus segundos, quienes
manejaban la producción, el transporte y las ventas. El FBI consideraba que el
capo estaba dispuesto a negociar si el Gobierno (de Barco) mantenía su palabra
como le habían hecho saber sus intermediarios.
El FBI consideraba que Escobar había perdido el control y que su
círculo de amistades se había reducido a un tercio, producto de las bombas y
los asesinatos. "Muchas personas en Antioquia están cansadas de la guerra,
algunos están deseando que Escobar sea asesinado para poner fin a la guerra",
dice el informe desclasificado.
La presión constante de ser fugitivo también afectó
negativamente la salud del capo. Informantes del FBI aseguraron que los efectos
de la persecusión se vieron reflejados en "nerviosismo, aumento de peso,
pérdida de concentración, ansiedad y gastritis". Otro informe del 25 de
junio de 1990 resumió su condición : “su salud se está deteriorando. La persona
amable y sociable del pasado ha desaparecido”.
Escobar mantuvo una vida reservada, y a pesar de que circulaban
versiones de que estuviera en los EEUU o en otros países, el FBI tenía la
confianza de que se mantendría en Colombia: “Sobre todo en Antioquia, donde lo
conocen y lo temen; el tiene el control y goza su protección. En un país
extranjero, podría ser detenido como cualquier otro colombiano.”
Ese temor también se extendió a sus colegas en el cartel de
Medellín que terminaron dándole la espalda. Un memo de agentes en Bogotá
explicaba que, aunque él controlaba el Cartel de Medellín, muchos de sus
aliados no apoyaron su guerra contra el Gobierno y por eso algunos de ellos se
entregaron a las autoridades o decían que se había "ido solo”. Con el paso
de tiempo, Escobar, contaban los agentes del FBI, hizo alianzas con grupos más
débiles y varias de sus operaciones las trasladaron fuera del país.
Otro cable de septiembre de 1990, relata lo que conocieron de la
masacre cometida por el cartel de Medellín contra el de Cali a las afueras de
Candelaria, Valle, que al parecer iba dirigido contra Helmer 'Pacho' Herrera, y
en el que murieron 18 personas, como una retaliación contra ese grupo de
narcotraficantes por haberse aliado con agentes del estado para perseguirlo y
asesinarlo.
Varias fuentes le contaron al FBI que el Cartel de Cali estaba
negociando con otros grupos, entre ellos las Autodefensas del Magdalena Medio,
para asesinar a Escobar y que incluso le pusieron precio a su cabeza.
"Las Autodefensas responsabilizan a Escobar de poner en
riesgo sus operaciones en el Magdalena Medio y lo señalan de ser el responsable
de numerosas muertes y secuestros en contra de miembros de la
organización", explica el cable, a lo que agrega que el Cartel de Cali
está dispuesto a pagar 3 millones de dólares por eliminar(sic) a Escobar.
De hecho, un año antes de estos informes, el 15 de diciembre de
1989, agentes del FBI en Bogotá entrevistaron a un sicario del Cartel de
Medellín, quien hizo varias revelaciones de la manera en la que Pablo Escobar
estaba preparándose para arremeter contra el Gobierno ante la cacería que se
había desatado para capturarlo y extraditarlo.
El sicario, cuyo nombre omiten, contó que Escobar estaba furioso
por la "aparente" colaboración entre el Gobierno de la época y el
Cartel de Cali para "barrerlos".
El último informe de los documentos de Escobar, del final de
febrero de 1993, indicó la persistente debilidad del capo y su Cartel de
Medellín. Ese mes, el grupo contra Escobar `Los Pablitos´ bombardeó una finca
del capo y uno de sus depósitos, un ataque que destruyó su colección de
pinturas y coches antiguos.
“Esta oficina opina que Escobar va a encomendar la seguridad de
… sólo a aquellas personas que están cerca de él y todavía totalmente de
confianza por él”, dijo el documento.
El 2 de diciembre de 1993, un día después de su cumpleaños,
Escobar cayó en un operativo del llamado Bloque de búsqueda, en el que años mas
tarde paramilitares aseguran que participaron. Del “zar multimillonario” a
“fiera enjaulada”, fue asesinado sobre un techo en Medellín.
Otro intento de entrega
La prensa colombiana en los primeros días de mayo de 1984
dedicaba gran parte de su contenido al tema del tráfico de drogas: los
allanamientos de las propiedades de los narcos, el tratado de extradición, las
hipótesis del asesinato de Lara Bonilla, las nuevas medidas que proponía el
gobierno de Betancur para luchar contra el narcotráfico. Mientras todo esto
ocurría, en Panamá, en el lujoso Hotel Marriot, Pablo Escobar y Jorge Luis
Ochoa se reunieron con el ex presidente Alfonso López para, a través de
él, hacerle una propuesta a Belisario Betancur. Cuando la prensa filtró esta
noticia, fue un escándalo que indignó a los colombianos.
Sucedió la tarde del 4 de mayo, en el encuentro de casi una hora
participaron López, Santiago Londoño White, Pablo Escobar y Jorge Luis Ochoa.
El ex presidente estaba en Panamá como observador de las elecciones a
presidencia de ese país; los capos, en cambio, estaban escondidos de la
justicia colombiana que los buscaba en el Chocó, por el asesinato de Lara
Bonilla.
Según narra Fabio Castillo en el libro Los jinetes de la cocaína,
“Escobar manifestó que los narcotraficantes estarían dispuestos a entregar sus
laboratorios, sus flotas aéreas, sus rutas y sus conexiones de distribución en
Estados Unidos y a someterse a la justicia colombiana para que fueran juzgados
y sancionados con base en las pruebas que existieran en su contra. Agregó
también que estarían dispuestos a regresar sus capitales a Colombia. La única
solicitud que hacían a cambio de todo esto era que la extradición no fuera
aplicada con retroactividad sino a partir del momento de esa entrega. En otras
palabras que narcotraficante que exportara un gramo de ahí en adelante podía
ser extraditado automáticamente”.
López, encargado de llevarle el mensaje al presidente Betancur,
le explicaría años más tarde a el periódico El Tiempo, cómo lo
contactaron los capos: “Estaba en Panamá, durante la elección de Ardito
Barletta, con otro grupo de invitados que servíamos de verificadores del
proceso electoral, cuando de repente apareció Santiago Londoño White quien fue
a plantearle a Felipe, mi hijo, que si yo les podía conceder una entrevista a
los que habían sido acusados del asesinato de Lara Bonilla, que querían hacerme
una propuesta para transmitírsela al Gobierno. Llamé a Belisario y le dije: ¿Tú
quieres que yo los oiga o no? Escúchalos a ver de qué se trata -me contestó- y
después me cuentas. Tan pronto terminé la entrevista con Escobar y los Ochoa
llamé a Belisario y le dije sintéticamente: lo que están ofreciendo es una
capitulación. Yo me voy a Miami a descansar, si quieres, mándame a una persona
de tu confianza para indicarle cómo es la cosa. Y entonces me mandó a Bernardo
Ramírez”.
Bernardo Ramírez, ministro de Comunicaciones del gobierno
Betancur se reunió varias semanas después con López en Panamá: “en algún
momento, y porque se trataba de saber algo más del crimen del 30 de abril, lo
mismo que de conocer de fondo lo que buscaban los señores de la entrevista en
Panamá, se pensó que el procurador Carlos Jiménez Gómez, independiente del
Ejecutivo y vocero de la sociedad podría hacer nuevos contactos” dijo Ramírez a
El Tiempo.
Jiménez viajó de inmediato a Panamá para reunirse con los jefes
del narcotráfico. En el libro Los Jinetes de la cocaína se relata que el
ex procurador viajó en una avioneta de los Londoño White acompañado de “quien
fuera, paradójicamente, su delegado para la lucha antinarcóticos, Jaime
Hernández Salazar, y dos particulares”.
Como resultado de esa reunión, se redactó un proyecto de
memorando de seis páginas que se entregó al presidente Betancur. Este hecho se
filtró en la prensa y El Tiempo reveló la noticia de estos encuentros.
El escándalo fue fulminante para el acuerdo que pretendieron los capos.
Ante la polémica, la oficina de prensa de la Casa de Nariño
decidió echarse para atrás y publicó una declaración que expresa: “la reunión
de López con algunos extraditables, en 1984, en Panamá se hizo sin conocimiento
de Betancur y sin su autorización”.
En su libro, Castillo revela que el documento tiene en las dos
primeras páginas una nota dirigida al presidente y que en el resto de páginas
se planteó dos momentos para el desmonte del narcotráfico. Al final, tenía unas
sugerencias para terminar con la extradición a Estados Unidos, al menos por los
delitos anteriores al acuerdo.
Juan Guillermo Ríos, periodista de cabecera de López, reveló el
documento, pero le suprimió un párrafo en el que aparece comprometido el nombre
del ex presidente.
Ese párrafo lo rescata Castillo en su publicación: “El doctor
Alfonso López Michelsen, ex presidente de la República, aceptó recibirnos en
los primeros días del mes (mayo) en Ciudad de Panamá y su gestión de buena
voluntad, eminentemente patriótica al llevar nuestro mensaje de entrega y paz
al gobierno que usted preside, llegó a feliz etapa en el momento en el cual el
señor procurador general de la Nación, doctor Carlos Jiménez Gómez, nos recibió
personalmente en los últimos días del presente mes (también mayo)".
Años después de la reunión en el Hotel Marriot, esta polémica
puso a sus protagonistas -Alfonso López, Bernardo Ramírez, Carlos Jiménez y
Belisario Betancur-, a publicar distintas versiones de lo que fue unos de los
muchos intentos desesperados de los mafiosos para salvarse de la justicia
norteamericana. Intentos fallidos que desbocaron lo que los narcos temían y que
terminaron con la vida del gran jefe.
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