Tomado de The Wall Street Journal
Venezuela
es el próximo Zimbabue
El 8 de diciembre, los venezolanos
acudieron a las urnas para elegir a más de 300 alcaldes y más de 2.000
concejales en una elección nacional. Aunque la coalición opositora realizó
algunos avances importantes en las ciudades, el gobernante régimen socialista
de Nicolás Maduro logró superar a sus rivales en la votación popular (49%
contra 43%). Ahora temo que el país está un paso más cerca de transformarse en
una dictadura plena, semejante a la de Zimbabue, en África.
Ha transcurrido menos de un año
desde que Hugo Chávez sucumbiera al cáncer y Venezuela está inmersa en una
crisis sin precedentes en los 14 años de la llamada "Revolución
Bolivariana". No cabe duda de que Chávez fue un autoritario implacable, lo
sé porque lo viví en carne propia. Entre 2000 y 2005 fui representante de la
oposición que desafiaba la agenda del comandante en la Asamblea Nacional.
Fui obligado a irme después de que
funcionarios chavistas intentaron despojarme de mi inmunidad parlamentaria al
fabricar acusaciones sobre mi participación en una conspiración respaldada por
Estados Unidos.
Ahora Maduro, a quien conocí bien en
el parlamento como una figura más conciliadora, está acelerando rápidamente
hacia una conclusión mortal las políticas económicas y sociales del presidente
fallecido.
Esto ocurre porque Maduro, que se
desempeñó como ministro de Relaciones Exteriores de Chávez entre 2006 y 2013,
tiene vínculos desde los años 80 con los comunistas que gobiernan Cuba, donde
fue entrenado como un organizador sindical. Luego de ingresar al círculo más
cercano de Chávez con el apoyo de los cubanos, el entonces mandatario lo
designo como su sucesor y en abril Maduro ascendió al poder tras derrotar al
candidato de la oposición, Henrique Capriles, por un margen de apenas 1,5%. A pesar de
las miles de acusaciones de fraude electoral, el régimen se negó a realizar un
recuento de los votos.
Siete meses más tarde, la
responsabilidad por la actual crisis del país recae completamente sobre los
hombros de Maduro. Según las cifras del propio gobierno, la inflación alcanza
54%, la más alta de toda América. Al igual que Chávez, Maduro ha saqueado la
industria petrolera venezolana, que aporta 95% de los ingresos por concepto de
exportaciones, al ofrecer a Cuba y otros aliados del régimen subsidios
petroleros equivalentes a miles de millones de dólares. Pese al tan publicitado
compromiso del gobierno con la redistribución del ingreso, el país sigue
sufriendo la escasez de productos básicos como el aceite de cocina, la leche y
la harina de trigo, mientras que las preocupaciones de que Venezuela no page
sus deudas llevaron a Standard & Poor's a rebajar la calificación de
crédito a B-. En medio de un ahondamiento de la miseria, casi no pasa una
semana sin que aparezcan nuevas acusaciones de una conspiración de EE.UU.
contra el gobierno.
Para entender hacia donde se dirige
Venezuela, hay que mirar a Zimbabue. Al igual que el país suramericano, que
posee las mayores reservas de petróleo del mundo, Zimbabue es un país rico en
recursos naturales como minerales, diamantes y platino. Y al igual que
Venezuela bajo la conducción de Chávez y Maduro, Zimbabue ha sido llevado a la
ruina por la dictadura de 33 años de Robert Mugabe.
Maduro está recurriendo una y otra
vez al libreto de Mugabe. El presidente forzó en noviembre la aprobación de una
Ley Habilitante en la Asamblea Nacional que le permite gobernar por decreto y
le da el poder de arrestar a cualquier persona que se considere constituya una
amenaza para "la seguridad y la defensa de la nación".
También declaró una guerra contra
los derechos de propiedad privada. Cientos de empresarios han sido detenidos en
las últimas semanas por acusaciones poco claras de "usura" y
"especulación". Decenas de negocios han sido nacionalizados para
impedir que fijen sus precios a la tasa del mercado negro para los dólares
estadounidenses, que actualmente es 10 veces más que el tipo de cambio oficial.
Todo esto tiene paralelos
perturbadores con lo sucedido en 2007 en Zimbabue, cuando Mugabe lanzó la
"Operación Reducir Precios", una cacería de brujas política que
acusaba al sector privado de estar detrás de los problemas económicos del país.
Bajo la mirada de la policía y el ejército, las multitudes saquearon las
tiendas de productos electrónicos en el centro de Harare, de una manera muy
parecida a lo que hicieron los venezolanos el mes pasado con los locales de la
cadena Daka. Las medidas sólo sirvieron para exacerbar la aguda crisis
financiera de Zimbabue y se puede esperar un desenlace similar en Venezuela.
Las expropiaciones de tierras, otra
característica del gobierno de Mugabe, ahora también han pasado a ser un
componente importante de la política venezolana. Desde 2000, más de 4.000
agricultores comerciales han sido despojados de sus tierras en Zimbabue. Entre
2000 y 2010, más de 2.300 propiedades fueron confiscadas por Chávez, según un
reciente informe del destacado abogado de Caracas Antonio Canova. Maduro está
aumentando este vergonzoso historial al depender de una ley que especifica que
cualquiera que no tenga títulos de propiedad que se remonten a los primeros
años del inmueble, es decir la gran mayoría de los dueños, corre el riesgo de
que su propiedad sea confiscada.
Con esta situación como telón de
fondo, la oposición pretendía que las elecciones municipales fueran un
referéndum nacional sobre el gobierno de Maduro. Al emitir un decreto que
redujo los precios de los televisores con pantalla plasma y otros bienes de
consumo, Maduro consiguió un impulso electoral de último minuto.
Al igual que Mugabe, quien retuvo el
poder durante las elecciones de 2008 y 2013, las cuales fueron consideradas
ampliamente fraudulentas, Maduro ahora gobierna prácticamente sin contrapesos.
Sin embargo, como lo ha señalado Capriles, las elecciones municipales han
dejado a Venezuela peligrosamente dividida en dos. Ahora que Maduro sigue
empeñado en luchar contra quienes considera "burgueses y parásitos",
la crisis sólo se puede ahondar en el corto plazo.
—Martínez, un
miembro de la oposición en la Asamblea Nacional de Venezuela entre 2000 y 2005,
es presidente ejecutivo del Center for Democracy and Development in the
Americas, en Washington, D.C.