martes, 27 de noviembre de 2012

Resultados electorales, el mejor maestro de demografía EEUU para los republicanos


Tomado de The Huffington Post
Voto latino republicano: cinco vías para recuperarlo
Por Gabriel Lerner
Al día siguiente de las elecciones en las que perdieron la presidencia contra un candidato con menos del 50 por ciento del apoyo popular, que no logró sacar al país de la cesantía y que aguantó por tres años un ataque político incesante e implacable, los republicanos comenzaron a barajar las razones de su debacle.
Que el huracán Sandy causó una simpatía natural por el presidente titular.

Que Romney no fue suficientemente republicano.
Que la voz de los conservadores no se escuchó.
Que sus posiciones fueron buenas, pero se explicaron mal.
Que si bien hubo mucho dinero de los llamados Super-PAC, los demócratas pagaron mucho mejores tarifas de publicidad que sus rivales.

La mayoría de estas justificaciones y excusas quedaron como eso, excusas.
Pero una de ellas sobrevivió el paso de estas semanas y se solidificó como una de las Nuevas Verdades de estas elecciones:
Los republicanos perdieron porque 71 por ciento de los latinos votó en su contra.
Y como el voto latino es ya un bloque, y el de más rápido crecimiento del país, sus perspectivas de ganar la presidencia decaen.
Según el experto John Zogby, mientras que los latinos fueron 4 por ciento del voto presidencial en 1992, 5 por ciento en 1996, 6 en 2000, 8 en 2004 y 9 en 2008, ahora llegaron al 10 por ciento del total del electorado.

La mayoría de los políticos y analistas concuerdan entonces en la urgente necesidad del GOP (los republicanos) de recuperar el apoyo de los hispanos, por lo menos a entre 41 y 44 por ciento, como George W. Bush en 2004.

Sí, para volver al poder necesitan el voto latino como el aire, pero, ¿cómo lograrlo?
No hay respuestas fáciles.
Algunas ideas han sido barajadas; aquí las recogemos y analizamos, buscando un común denominador que señale el futuro de la relación entre republicanos y latinos.
1.   Apelar a su sentido social conservador

Esta es la solución más generalizada. Según ésta, los latinos se adhieren a “valores familiares” como los republicanos. Así lo expresó el analista Charles Krauthammer: “Deberían [los latinos] ser un público naturalmente republicano:una comunidad inmigrante en progreso, religiosa, católica, orientada hacia la familia y socialmente conservadora (en el aborto por ejemplo)

Al igual, Ronald Reagan dijo en 1984 que “los latinos son republicanos, pero todavía no lo saben”.

Esto podría tener sentido si no fuese porque los latinos resintieron el tono hostil, a veces racista y siempre intolerante de los candidatos (Romney, promotor de la “autodeportación” como solución) y los activistas republicanos.
Los republicanos no deberían ignorar que lo que diferencia a los hispanos del resto es, ciertamente. el tema migratorio que era el más importante, según una encuesta previa a los comicios, para el 44 por ciento de los latinos de habla hispana y el 30 por ciento de los que prefieren hablar en inglés.

La ventaja de esta idea es que permite al partido seguir su énfasis en la religión cristiana, oposición a los derechos de los gays y el derecho de la mujer al aborto, ya que “los latinos” piensan supuestamente igual.

Pero la premisa ya no es cierta. Una encuesta de Latino Decisions y La Opinión reveló, ya en septiembre, que para la mayoría de los hispanos, su religión no dicta su voto. Tan fuerte es esta convicción que el 66 por ciento dijo, explica Pilar Marrero, piensa que “las iglesias deben ofrecer este apoyo a los indocumentados aún en desafío a las leyes”.

Y una encuesta de NBC Latino de octubre reveló que “seis de cada 10 latinos aceptan que las parejas del mismo sexo tienen derecho a casarse”.

2.   Promover líderes republicanos latinos

Como explicó aquí Victoria Infante, los republicanos promovieron, recientemente la creación de un nuevo Super PAC (Comité de Acción Política) para recolectar fondos, identificar a potenciales líderes latinos republicanos y financiar sus campañas.

De los dos partidos, el republicano ha descollado en integrar a latinos y catapultarlos a las primeras filas de la política. Un excelente ejemplo de ello son la gobernadora de Nuevo México, Susana Martínez, una nativa de El Paso, o el de Nevada, Brian Sandoval, nacido en California. Ambos son de ascendencia mexicana.
Pero los nombres de posibles candidatos a presidente barajados hasta ahora como la respuesta republicana a su debacle entre los latinos no podrían ser menos adecuados: el senador de Florida Marco Rubio, de quien se habló insensatamente durante la campaña como potencial candidato a vicepresidente, y Ted Cruz, senador electo por Texas. Ambos son cubanoamericanos, protegidos del movimiento Tea Party y alejados del sentir, la ideología, la historia y la cultura de la enorme mayoría de los hispanos del país. En la comunidad hispana, son ignorados o peor, rechazados.
Como escribí ya en febrero respecto a Rubio, el 53 por ciento de los latinos no lo conocen, y un 15 por ciento adicional lo conocen, pero no lo quieren.

Además, un porcentaje sin precedentes de cubanoamericanos en Florida - 48 por ciento - votó por Obama.


El anuncio de una posible campaña electoral de Cruz no es menos descabellado, no solamente porque al haber nacido en Canadá estaría descalificado según el Artículo 2, Sección 1 de la Constitución (además, al nacer él su padre no era aún ciudadano estadounidense), sino porque fue elegido, no gracias a los latinos sino a pesar de ellos. Cruz propone “triplicar la Guardia Fronteriza”, construir una valla fronteriza mucho mayor que la actual, “dar fin a las ciudades santuario” (refugio a indocumentados), “anular la nueva amnistía de Obama [ordenanza pro DREAM Act de junio] y dar fin a los beneficios estatales de los extranjeros ilegales”, todo lo cual lo distancia notablemente de los latinos.

3.   Intentonas de reforma migratoria

Los republicanos propusieron esta semana expandir el programa de visas para estudiantes de ciencia y tecnología que llegan del extranjero y acortar la espera obligatoria para que los residentes permanentes (con “green card”) puedan pedir legalmente a sus familias.

La propuesta no contradice los principios básicos republicanos, concuerda con la lógica argumentada durante la campaña por su candidato Mitt Romney (“I love legal immigrants)” y con la derecha ideológica. Tiene el fuerte apoyo de la comunidad empresarial, ya que está encaminado a beneficiarla. Los republicanos han sido los primeros en mover una pieza en el ajedrez legislativo en pro de los latinos.

Pero más que un afán de cambio la propuesta demuestra por qué perdieron los republicanos el voto latino. No hay realmente concesiones: al tiempo que abren - en poco - las compuertas migratorias para algunos las cierran para quienes usan un programa similar pero vienen, especialmente, de Africa. Por eso, en septiembre, la misma ley fue rechazada en el Congreso, y 80 por ciento de los demócratas votaron en contra.
Quizás deban los republicanos escuchar a su adalid ideológico Krauthammer quien propuso a sus copartidarios adoptar y aprobar la “amnistía”. Aunque claro, sin posibilidad, para los indocumentados así legalizados, de jamás llegar a la ciudadanía, es decir, jamás tener el derecho a votar... por un demócrata.
Otras ideas circulan en el debate intrapartidario republicano. Por ejemplo, que para ganar el voto latino, deben mantener las mismas posturas, pero hablar bonito y no ofender.
Finalmente, sugieren ubicarse a la izquierda del mismísimo Obama y criticarle ser el campeón nacional de las deportaciones - más de un millón desde que asumió el cargo, diciendo que los demócratas son peores.
Que los republicanos busquen la ruta para hablar con los latinos podría ser, para esta comunidad, uno de los dos grandes logros de su voto (con la reforma migratoria). Pero al parecer, el Good Old Party todavía necesita ayuda en encontrar ese camino.


Mexicanos se burlan de propuesta presidencial de cambiar nombre al país


Tomado de La Voz de América
 Rechazan cambiar el nombre a "México"

El cambio de nombre propuesto por el presidente saliente Felipe Calderón ha sido tomado con desdén y con risas.


La propuesta del presidente saliente Felipe Calderón para cambiar el nombre del país de Estados Unidos Mexicanos a simplemente México, era seria, pero la reacción de los mexicanos no la ha sido tanto.

Frustrados por lo que perciben como falta de cambios durante su presidencia hay quienes han sugerido algunos nombres alternativos: "Estados Corruptos Mexicanos" o "Estamos Jodidos Mexicanos” han sido algunas de las propuestas divulgadas en Twitter.

"Un presidente que no pudo cambiar para bien al país, que no lo pudo transformar realmente, al final (de su período) dice: bueno, si no lo pude cambiar en la realidad, vamos a cambiarle el nombre", dijo a MVS radio, Lorenzo Meyer, historiador investigador del Colegio de México.

El presidente había dicho el jueves que ya era tiempo “de que los mexicanos retomemos la belleza y sencillez del nombre de nuestra patria: México. Un nombre que coreamos, que cantamos, que nos alegra y que nos hace llenarnos de orgullo”.

México, que en náhuatl significa ombligo de la luna, fue nombrado Imperio Mexicano en 1821 tras la independencia, pero se denominó Estados Unidos Mexicanos en 1824 con la adopción de la primera constitución federal.

Aunque muchos coincidieron en que la propuesta de Calderón no es mala idea consideraron que es una ocurrencia inoportuna.

"Tenemos iniciativas más importantes", dijo de su lado Manlio Fabio Beltrones, coordinador del mayoritario Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la cámara alta, donde la iniciativa legal fue recibida el jueves, según reporta la agencia AFP.

Otro tuitero también advirtió sobre las consecuencias probables: "De Estados Unidos Mexicanos a México porque así nos ubican en todo el mundo... pa´la otra semana el escudo se cambia por tequila y sombreros", tuiteó @Sr_Equis.


lunes, 26 de noviembre de 2012

Prepotencia, radicalización y estancamiento político en El Salvador



Por Luis E. Montes

Imaginémonos que nombres como Jesse Helms, Ronald Reagan, Geraldine Ferraro o Ted Kennedy fuesen todavía las figuras políticas más citadas actualmente en los medios de Estados Unidos. ¿Qué diría eso del país y actual generación? ¿Dónde quedó el relevo generacional? ¿Falta de figuras nuevas e/o ideas nuevas en la política?
Eso es precisamente el caso en El Salvador. A más de 20 años de haber finalizado la guerra y ya con más de una década del siglo XXI, aparentemente el tiempo se ha detenido en el país con menos extensión territorial de América. Las mismas personas que estaban a cargo de los partidos políticos en 1992 están hoy al mando en el 2012. Si bien los temas que se discuten públicamente son diferentes a los de hace 20 años, la estrategia que se emplea desde ambos polos es la misma. Tristemente hay poca o nula evolución.
Es aún más penoso leer los titulares generados por muchas de estas figuras históricas, mejor dicho dinosauricas. Recientemente, leíamos que el actual presidente del partido de oposición y ex presidente del país entre los años 1989 a 1994 decía: "Yo me voy a ir cuando yo quiera [de la presidencia del partido]". Esa actitud en una empresa de su propiedad no fuese mayor problema pero estamos hablando del principal partido de oposición del país. Acaso, ¿no habrá una figura más joven dentro de ARENA con la capacidad y entereza moral de tomar las riendas?
En días más recientes leíamos las declaraciones del actual presidente del país, Mauricio Funes, sobre la decisión de su administración de arbitrariamente renombrar una nueva carretera. El nombre es lo de menos lo que si es de atención es la actitud de Funes para "justificar" el cambio. Simplemente lo resumió: "Le guste o no le guste a quien sea, este se llamará de ahora en adelante bulevar Monseñor Romero." Esto a pesar que el Ministerio de Obras Públicas, encargado de la obra, realizo toda una campaña de publicidad para consultar al público el nombre. De acuerdo a los resultados, el nuevo nombre no figuraba en los 3 primeros seleccionados. Funes a pesar de ser alguien mucho más joven que los otros políticos en mención no ha mostrado mayor variación en su comportamiento. El común denominador con los demás ha sido la prepotencia.
Por si esa justificación para aferrarse al poder y prepotencias no fuesen suficientes insultos al grosso de los votantes salvadoreños cuya edad promedio es de 24 años, la misma semana una diputada aún con mucho poder que casi triplica esa edad al ser entrevistada por un medio radial justificaba la necesidad de mantener a esos anacronismos políticos en el centro de la acción diciendo: "Que no me vengan a decir que los jovencitos van a sacar adelante un partido político".

Al parecer las nuevas generaciones salvadoreñas están esperando que el poder les sea "heredado" pero como el estudio de la historia demuestra "el poder no es algo que se da, se debe tomar".
¿Cuántos más insultos están dispuestos a tragarse antes de forzar el relevo generacional? Más claro no lo pudo haber dicho Cristiani. Ni él en ARENA ni la cúpula sexagenaria del FMLN, regalarán el poder. Si quieren tomar Estados Unidos como referencia, el presidente Obama les tuvo que quitar el poder a los Clinton con el voto de los jóvenes. ¿Qué tal si hubiese esperado?
Pero hay que ser inteligentes, no se puede cometer el error de poner a caras nuevas con ideas más retrogradas que los mismos viejos. Miren el caso de los republicanos "jóvenes" en Estados Unidos como Eric Cantor y Paul Ryan. Si bien son funcionarios públicos cuyas edades están por debajo de los 50 años, son personas que pregonan ideas de los 1950s en materia social y 1980s en materia económica y política exterior.
El electorado cada vez más joven los ha rechazado decididamente a nivel nacional. Infortunadamente en El Salvador, la mayoría de caras jóvenes que han sido impuestas en posiciones dirigenciales partidarias dejan mucho que desear en términos de preparación. La meritocracia que hizo alarde Funes en su discurso inaugural no aplica ni en el gobierno ni en los partidos políticos. Su discurso es semejante a las ideas de la nueva moda "chic" -los libertarios: muy bueno en papel y para "cafecitos" pero nada de práctico.
La política salvadoreña demanda de acción de los jóvenes.