Tomado de The
Huffington Post
Voto latino
republicano: cinco vías para recuperarlo
Por Gabriel
Lerner
Al
día siguiente de las elecciones en las que perdieron la presidencia contra un
candidato con menos del 50 por ciento del apoyo popular, que no logró sacar al
país de la cesantía y que aguantó por tres años un ataque político incesante e
implacable, los republicanos comenzaron a barajar las razones de su debacle.
Que el huracán
Sandy causó una simpatía natural por el presidente titular.
Que Romney no fue suficientemente republicano.
Que la voz de los conservadores no se escuchó.
Que sus posiciones fueron buenas, pero se explicaron mal.
Que si bien hubo mucho dinero de los llamados Super-PAC, los demócratas pagaron mucho mejores tarifas de publicidad que sus rivales.
La
mayoría de estas justificaciones y excusas quedaron como eso, excusas.
Pero
una de ellas sobrevivió el paso de estas semanas y se solidificó como una de
las Nuevas Verdades de estas elecciones:
Los republicanos
perdieron porque 71 por ciento de los latinos votó en su contra.
Y
como el voto latino es ya un bloque, y el de más rápido crecimiento del país,
sus perspectivas de ganar la presidencia decaen.
Según el experto
John Zogby, mientras que los latinos fueron 4 por ciento del voto presidencial
en 1992, 5 por ciento en 1996, 6 en 2000, 8 en 2004 y 9 en 2008, ahora llegaron
al 10 por ciento del total del electorado.
La mayoría de los
políticos y analistas concuerdan entonces en la urgente necesidad del GOP (los
republicanos) de recuperar el apoyo de los hispanos, por lo menos a entre 41 y 44 por ciento, como George W. Bush en 2004.
Sí,
para volver al poder necesitan el voto latino como el aire, pero, ¿cómo
lograrlo?
No
hay respuestas fáciles.
Algunas
ideas han sido barajadas; aquí las recogemos y analizamos, buscando un común
denominador que señale el futuro de la relación entre republicanos y latinos.
1. Apelar a su sentido social conservador
Esta es la solución más generalizada. Según
ésta, los latinos se adhieren a “valores familiares” como los republicanos. Así
lo expresó el analista Charles Krauthammer: “Deberían [los latinos] ser un público naturalmente republicano:una comunidad
inmigrante en progreso, religiosa, católica, orientada hacia la familia y
socialmente conservadora (en el aborto por ejemplo)
Al igual, Ronald
Reagan dijo en 1984 que “los latinos son republicanos, pero todavía no lo saben”.
Esto
podría tener sentido si no fuese porque los latinos resintieron el tono hostil,
a veces racista y siempre intolerante de los candidatos (Romney, promotor de la
“autodeportación” como solución) y los activistas republicanos.
Los republicanos
no deberían ignorar que lo que diferencia a los hispanos del resto es,
ciertamente. el tema migratorio que era el más importante, según una encuesta
previa a los comicios, para el 44 por ciento de los latinos de habla hispana y
el 30 por ciento de los que prefieren hablar en inglés.
La ventaja de esta idea es que permite al partido seguir su énfasis en la religión cristiana, oposición a los derechos de los gays y el derecho de la mujer al aborto, ya que “los latinos” piensan supuestamente igual.
Pero la premisa
ya no es cierta. Una encuesta de Latino Decisions y La Opinión reveló, ya en septiembre, que para la mayoría de los
hispanos, su religión no dicta su voto. Tan fuerte es esta convicción que el 66
por ciento dijo, explica Pilar Marrero, piensa que “las iglesias deben ofrecer
este apoyo a los indocumentados aún en desafío a las leyes”.
Y una encuesta de
NBC Latino de octubre reveló que “seis de cada 10 latinos aceptan que las
parejas del mismo sexo tienen derecho a casarse”.
2. Promover líderes republicanos latinos
Como explicó aquí Victoria Infante, los republicanos
promovieron, recientemente la creación de un nuevo Super PAC (Comité de Acción
Política) para recolectar fondos, identificar a potenciales líderes latinos
republicanos y financiar sus campañas.
De
los dos partidos, el republicano ha descollado en integrar a latinos y catapultarlos
a las primeras filas de la política. Un excelente ejemplo de ello son la
gobernadora de Nuevo México, Susana Martínez, una nativa de El Paso, o el de
Nevada, Brian Sandoval, nacido en California. Ambos son de ascendencia
mexicana.
Pero
los nombres de posibles candidatos a presidente barajados hasta ahora como la
respuesta republicana a su debacle entre los latinos no podrían ser menos
adecuados: el senador de Florida Marco Rubio, de quien se habló insensatamente
durante la campaña como potencial candidato a vicepresidente, y Ted Cruz,
senador electo por Texas. Ambos son cubanoamericanos, protegidos del movimiento
Tea Party y alejados del sentir, la ideología, la historia y la cultura de la
enorme mayoría de los hispanos del país. En la comunidad hispana, son ignorados
o peor, rechazados.
Como escribí ya en febrero respecto a Rubio, el 53 por
ciento de los latinos no lo conocen, y un 15 por ciento adicional lo conocen, pero no lo quieren.
Además, un
porcentaje sin precedentes de cubanoamericanos en Florida - 48 por ciento - votó por Obama.
Rubio hizo este
17 un primer viaje de rigor al estado de Iowa, donde se celebrarán en 2016 las primeras primarias.
El anuncio de una posible campaña electoral de Cruz no es menos descabellado, no solamente porque al haber nacido en Canadá estaría descalificado según el Artículo 2, Sección 1 de la Constitución (además, al nacer él su padre no era aún ciudadano estadounidense), sino porque fue elegido, no gracias a los latinos sino a pesar de ellos. Cruz propone “triplicar la Guardia Fronteriza”, construir una valla fronteriza mucho mayor que la actual, “dar fin a las ciudades santuario” (refugio a indocumentados), “anular la nueva amnistía de Obama [ordenanza pro DREAM Act de junio] y dar fin a los beneficios estatales de los extranjeros ilegales”, todo lo cual lo distancia notablemente de los latinos.
3. Intentonas de reforma migratoria
Los republicanos
propusieron esta semana expandir el programa de visas para estudiantes de
ciencia y tecnología que llegan del extranjero y acortar la espera obligatoria
para que los residentes permanentes (con “green card”) puedan pedir legalmente
a sus familias.
La propuesta no
contradice los principios básicos republicanos, concuerda con la lógica
argumentada durante la campaña por su candidato Mitt Romney (“I love legal immigrants)” y con la derecha ideológica.
Tiene el fuerte apoyo de la comunidad empresarial, ya que está encaminado a
beneficiarla. Los republicanos han sido los primeros en mover una pieza en el
ajedrez legislativo en pro de los latinos.
Pero
más que un afán de cambio la propuesta demuestra por qué perdieron los
republicanos el voto latino. No hay realmente concesiones: al tiempo que abren
- en poco - las compuertas migratorias para algunos las cierran para quienes
usan un programa similar pero vienen, especialmente, de Africa. Por eso, en
septiembre, la misma ley fue rechazada en el Congreso, y 80 por ciento de los
demócratas votaron en contra.
Quizás
deban los republicanos escuchar a su adalid ideológico Krauthammer quien
propuso a sus copartidarios adoptar y aprobar la “amnistía”. Aunque claro, sin
posibilidad, para los indocumentados así legalizados, de jamás llegar a la
ciudadanía, es decir, jamás tener el derecho a votar... por un demócrata.
Otras
ideas circulan en el debate intrapartidario republicano. Por ejemplo, que para
ganar el voto latino, deben mantener las mismas posturas, pero hablar bonito y
no ofender.
Finalmente,
sugieren ubicarse a la izquierda del mismísimo Obama y criticarle ser el
campeón nacional de las deportaciones - más de un millón desde que asumió el
cargo, diciendo que los demócratas son peores.
Que
los republicanos busquen la ruta para hablar con los latinos podría ser, para
esta comunidad, uno de los dos grandes logros de su voto (con la reforma
migratoria). Pero al parecer, el Good Old Party todavía necesita ayuda en
encontrar ese camino.
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