Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
Hace
unos días leía el caso de una mujer salvadoreña en Texas que mató a toda su
familia y luego se suicidó. También veo con frecuencia que en Japón el suicidio
es una de las causas principales de muerte, con una tasa de 16.7 suicidios por
cada 100,000 personas. Es más, quien haya visto la película Sea of Trees,
protagonizada por Matthew McConaughey, recordará que está ambientada en el
tristemente famoso "Bosque de los suicidas", un lugar en las faldas
del Monte Fuji, Japón, donde los japoneses acuden resignados a quitarse la
vida.
La
pregunta que surge es, ¿qué motiva a la gente a quitarse la vida? Pues depende.
A menor edad, como en niños y hasta a prepúberes (11 o 12 años), aun no tienen
una idea clara y definitiva de la muerte. Lo ven como algo pasajero y pueden
suicidarse por imitación, motivados por cierta tristeza o por manipulación. Con
los adolescentes suele suceder por reacciones en cortocircuito, las cuales son
decisiones poco meditadas e impulsivas. Tanto en niños como adolescentes, la
razón más frecuente es la desesperanza.
En
el caso de los adultos, los casos de suicidio o intento de suicidio son
provocados por la depresión. Se trata de depresiones que pasan hasta
inadvertidas, pero de repente cobran una fuerza inusitada y se convierten en
severas e insoportables. Este fenómeno, curiosamente, se da con más frecuencia
en países desarrollados, y uno de ellos, como se mencionaba antes, es Japón. Y
es que en esos países la expresión verbal o escrita ante los problemas es mal
vista, por eso la gente reprime esas sensaciones. Allí no se usa el gesto
tan latino de quejarse, lamentarse y hasta llorar con otros sobre nuestras
problemáticas. Esto es muy palpable en la cultura japonesa. Ese malestar lo
absorbe uno mismo, no se descarga, y puede desencadenar en una crisis con
consecuencias letales.
Por eso, lo ideal es sacar de
nosotros aquello que nos molesta, y de preferencia, encontrar la forma de
manejarlo. Idealmente, lo más recomendado es tratarse con un profesional, ya
que eso nos garantiza confidencialidad y profesionalidad a la hora de encontrar
soluciones. Pero para eso uno tiene que ser consciente del problema que sufre,
de lo contrario jamás se tratará con un terapeuta, psicólogo o lo que fuere. Algunos
pueden pensar que la religión, y específicamente la Iglesia Católica, puede ser
una tabla de salvación en países como los nuestros porque la Iglesia está en
contra del suicidio. Pero no siempre es así, porque a una persona desesperada,
y más aun en depresión, nada la detendrá.
Acerca de la
Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología
Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad
Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El
Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio
de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los
diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también
internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud
mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la
primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer
dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras
instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de
Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también
acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su
personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento
especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la
labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida,
Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras
actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer
métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a
pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad
para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera
permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de
terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de
absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la
prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y
dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de
experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el
desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy
fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió
en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se
independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.
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