Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
Mucho antes que se inventara Twitter, en el año 2006, a una joven muchacha estadounidense llamada Tarana Burke, se le ocurrió una idea: al conocer el testimonio de una joven de 13 años que había sufrido abusos por parte del novio de su madre, creó Just Be Inc, una organización sin fines de lucro que apoyaba a las supervivientes de la violencia sexual machista bajo el lema Me Too.
No fue hasta diez años más tarde, con la irrupción de las redes sociales y la aparición de algunos testimonios de actrices famosas contra Harvey Weinstein, uno de los productores más poderosos de Hollywood, que el movimiento Me Too cobró relevancia internacional y provocó un interesante efecto dominó. Y cada denuncia iba acompañada del hashtag #MeToo.
La iniciativa de Burke, que en 2017 fue nombrada junto a otras víctimas -entre ellas Taylor Swift y Ashley Judd- como Mujer del Año por la Revista Time, fue de gran relevancia.
Es que ha puesto en la mente de todos el abuso, acoso, violaciones y hasta denigraciones de muchos sin que pudieran expresarlo y ser escuchados sin burla. En otras palabras, el movimiento ha logrado que los acosadores, abusadores, violadores y denigradores sean perseguidos, dejando de lado la impunidad que reinó sobre ellos durante décadas. Conste que el #Metoo está siendo usado también por hombres que han sufrido la misma situación.
Esto, además de crear conciencia, sin duda que ayuda a prevenir futuros casos de acoso sexual. Siempre que se habla de cómo prevenir estos hechos, se dice que lo mejor es decir NO y denunciar. Desgraciadamente antes las víctimas eran ignoradas, e incluso burladas y expuestas, por eso preferían la humillación silenciosa. Ahora todo ha cambiado.
Además de las denuncias sobre el mencionado Harvey Weinstein, hubo otros casos emblemáticos que influyeron mucho: el del cantante Plácido Domingo y el del actor Kevin Spacey, ambos acusados de abusos múltiples.
A propósito de Domingo, en España le salió un defensor: el actor catalán Alberto Boadella. Además de dudar de la honorabilidad de las denunciantes, hizo apología del machismo con una frase que generó mucha polémica: ““Las manos de un macho no están para estar quietas precisamente. De lo contrario los humanos no existiríamos como especie”.
Estos agravios se han cometido tanto a hombres como mujeres y la mayoría de los casos el perfil del agresor es similar: hombres mayores. Puede que antes esto se considerara normal y no se denunciara, pero ahora todo es diferente. El valor y la valentía de una víctima contagia a otra y otra… Por eso no es casualidad que el caso del tenor español bastó que una se atreviera para que le siguieran otras 19 mujeres con denuncias de situaciones similares.
Algo es seguro: la generación millennial es menos machista que sus antecesoras, ven a las mujeres con más respeto y las consideran iguales. Es cierto que hay más liberación sexual, pero todo es bajo la premisa de consentimiento mutuo, no con prácticas de coacción o de abuso de poder, y mucho menos si estos vienen de una persona ya mayor.
Durante mucho tiempo, todos esos abusos no eran denunciados por temor. Es que la mayoría de la sociedad- incluidas mujeres- pensaban como Plácido Domingo. Es más, si los abusadores eran casados, el machismo llegaba a tal grado que sus propias esposas hacían el ojo pacho o abiertamente les daban libertad para hacerlo, ya que ellas "ya no eran atractivas"
Definitivamente, tanto hombres como mujeres deben ser muy cuidadosos en estos días, ya que también hay hombres abusados por mujeres, aunque no son los casos predominantes. Puede pasar, incluso, que un simple coqueteo sea considerado acoso. La clave es que cualquier situación debe ser admitida por ambas partes. Si a una no le agrada y la otra sigue insistiendo, es cuando el acoso empieza a asomar.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones
en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y
Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi
actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos
direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica
privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de
comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de
extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su
tradicional estigma.
Fui
la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en
ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La
tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia
regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes
que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos
acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato
de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a
la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.