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domingo, 16 de julio de 2017

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: LOS BERRINCHES DE LOS NIÑOS


Todos los que han sido padres y madres lo han sufrido, y los que no lo han sido, lo han visto en sobrinos, hermanos menores, hijos de amigos, etc. Hay una etapa de la niñez, normalmente entre los dos y los cinco años de edad, en la que los niños suelen ser enormemente caprichosos y tiranos, y son capaces de protagonizar enormes berrinches con tal de que cada uno de sus antojos sea satisfecho. Ya son capaces de distinguir y elegir lo que les gusta, pero aún no tienen criterio alguno ni capacidad de razonar, y están acostumbrados a ser siempre o casi siempre satisfechos y sobresatisfechos en sus caprichos, porque, no nos engañemos, en los dos primeros años de vida se les consiente prácticamente todo.

Con ello, llegan a esta edad crítica, característica también por su enorme egocentrismo, que frecuentemente ha sido también fomentado por los propios padres y familiares desde que nació “el rey (reina) de la casa”, sabiéndose con un derecho tirano e irrenunciable a que se haga por ellos cuanto se les antoje. Como los padres saben que en algún momento tienen que empezar a poner límites, y si no lo saben lo empiezan a comprender en esta etapa en que los antojos empiezan a volverse realmente inconvenientes, molestos y fuera de lugar, la actitud de los padres de empezar a negarles cosas resulta sorprendente y muy frustrante para los pequeños, y recurren a protestar en forma de berrinche. Y si no son atendidos, hacen el berrinche más fuerte.

Al mismo tiempo descubren que su berrinche resulta realmente molesto para los padres, con lo que los pequeños lo usan no solo ya como protesta, sino como chantaje (o me dan lo que quiero, o hago un berrinche). Y no solo eso; antes o después descubren también que su berrinche es particularmente molesto e incómodo en público, y se aprovechan de ello. A nadie le es extraño la imagen de un niño de esa edad, con sus padres en el súper, que quiere una bolsa de dulces, por ejemplo. Como los padres le dicen que no, el niño empieza su berrinche. Si los padres no le hacen caso, se tira al suelo pataleando, llorando y gritando más fuerte. Los padres se sienten incomodísimos y avergonzados porque las demás personas voltean a ver, molestas.

Ante esta situación los padres actúan normalmente de tres maneras diferentes. Unos padres pelean con el hijo a base de nalgadas y gritos, haciendo aún más grande el escándalo. Otros, los más cómodos, finalmente acceden al capricho del hijo, para que cese en su berrinche. Y otros levantan al hijo y lo sacan rápidamente del súper para evitar el espectáculo. Obviamente, las dos primeras actitudes son equivocadas. Dependiendo en qué circunstancias, ésta última podría ser una solución aceptable, pero solo desde el punto de vista social, que no educativo, porque de todos modos el niño ha aprendido que ha sido capaz de incomodar mucho a sus padres, y por tanto, lo volverá a hacer. No ha aprendido nada.

¿Entonces? Entonces, desde el punto de vista educativo la solución, incluso en público, es dejar que el niño haga su berrinche y permanecer impasible, como si nada estuviera pasando. ¿Y si es en el súper? Pues lo mismo. Sí, ya sé, es bastante incómodo, porque los demás voltean a ver molestos. Pero es que la paternidad no es un oficio para comodones, sino para personas responsables. Uno no puede ser padre o madre en función de lo que digan los demás, sino en función de lo que es mejor para nuestros hijos. Las demás personas probablemente han pasado por la misma dificultad, y deberían tener cierta empatía, y si no, es su problema. Además, actuando de forma correcta, esto puede que no vuelva a pasar, o solo una vez más.

Cuando el niño ha visto que con su gran rabieta en el súper no ha conseguido nada, ni siquiera alterar a sus padres, empieza a comprender que está perdiendo la batalla, y empieza a reconocer la autoridad y la firmeza de sus progenitores para guiar su educación. Más tarde, ya en la casa, se le dice lo mal que hizo, que no consiguió nada con ello, y que si lo vuelve a hacer ya no se le volverá a llevar al súper. Probablemente ya no lo vuelva a hacer, y si lo hace de nuevo, cumpla su palabra, no más súper por un tiempo, hasta que merezca confianza para volver a llevarlo. Lo dicho anteriormente puede hacerse en el súper, o en el parque. Si usted planea ir a un concierto de piano, simplemente es mejor que no lleve a su pequeño. Experimente solo en espacios públicos populares.
Los berrinches a esta edad no son preocupantes, sino la cosa más normal del mundo. Son parte del proceso educativo, tanto de ellos en su maduración, como de nosotros mismos como padres. El ser la cosa más normal del mundo no significa que no nos preocupemos en absoluto y no hagamos nada. Es como una curva en la carretera, que es la cosa más normal del mundo, pero requiere que usted mueva el timón de su vehículo, porque si no, las consecuencias no serán buenas. Si desde antes de llegar a los dos años de edad ya se les ha empezado a poner límites a los hijos, y a enseñar lo que significa la palabra NO (palabra tabú en nuestra cultura), probablemente será más fácil y corta de manejar esta etapa de lo berrinches. Si habiendo cumplido los cinco años de edad el problema continúa, es que algo no se ha hecho bien.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

sábado, 27 de febrero de 2016

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: MENORES ACOSADORES



       Recientemente publicaba un blog sobre el acoso escolar, en el que llamaba la atención de padres e instituciones educativas por la forma en cómo se manejan tales situaciones de acoso, convirtiendo al acosado no solo en víctima del problema, sino también en víctima de la solución, mientras que la verdadera raíz del problema, el acosador, suele quedar impune, y hasta victorioso. Y mientras esto sea así, el problema no parará de crecer.

Es necesario crear mecanismos en las instituciones educativas para prevenir estas situaciones y para detectarlas en forma temprana, porque continuamente suceden infinidad de ellas que, o pasan desapercibidas, o no se toman en serio hasta que el caso se vuelve extremadamente grave. Es como no prestar atención a alguien que va por ahí apuntando a la gente con una pistola hasta que ya mató a alguien. Pero sobre todo, es necesario crear conciencia en los propios padres sobre la gravedad del problema, pero no en el sentido de la gravedad de la situación del acosado, sino en la gravedad del problema que tiene el acosador, y del daño que causa, de modo que los padres no sólo se pregunten si su hijo será víctima de acoso, sino si su hijo será un acosador.

E insisto en que la conciencia de los padres es fundamental, y no solo porque es un claro problema educativo de valores, que es responsabilidad de los padres, sino porque frecuentemente sucede que la actitud de los padres tiende a atar de manos a los centros educativos y a inhibirlos de hacer lo que deberían hacer, y también porque esos padres tienen entre sus manos un pequeño delincuente escolar y un potencial futuro delincuente social, maltratador o acosador laboral, o maltratador doméstico. Si los síntomas que ya son graves siendo menor de edad no se atajan a tiempo, muy difícilmente se podrán frenar en la vida de adulto.

Aunque no es fácil establecer un perfil típico del acosador escolar, hay ciertos patrones que tienden a repetirse en casi todos ellos. Suelen tener liderazgo, aunque lo apliquen en forma negativa; suelen tener cierta gracia social, ser lo que llaman “populares” y arrastran sus seguidores, de quienes tiene su reconocimiento; pero carecen de empatía y de razonamiento moral. Tienen afán de protagonismo, pero suelen carecer de habilidades que les hagan sobresalir, y si las tienen no creen en ellas, normalmente por baja autoestima. Básicamente, el liderazgo que muestran, y en el que creen, es el basado en la fuerza, el dominio y la sumisión.

Suelen ser impulsivos, faltos de límites, y con muy baja tolerancia a la frustración. Suelen ser prepotentes y mostrar falta de respeto hacia las normas y dificultad en la relación con las figuras de autoridad. No tienen pensamiento autocrítico ni remordimiento o sentimiento de culpabilidad; más bien al contrario, el daño provocado les fomenta sensación de victoria. Curiosamente, los acosadores no suelen pertenecer a las clases sociales más desfavorecidas; al contrario, la conciencia de pertenecer a una familia bien posicionada económica y socialmente con respecto al entorno les crea una errónea autoestima, una sensación de superioridad que alimenta esa prepotencia.

¿Por qué lo hacen? No hay una respuesta única. Las circunstancias que llevan a un menor a actuar de esta manera pueden ser múltiples, pero en todas y cada una de ellas se refleja una falta de control por parte de los padres, y ello es también la razón por la que los padres difícilmente aceptan que su hijo ser un acosador. Pueden hacerlo simplemente porque han encontrado en la burla una forma de diversión y no son conscientes del daño que hacen. Estos son los casos con mejor pronóstico.
Otros lo hacen como una forma de trasladar a los demás algún tipo de situación de maltrato o deficiencia educativa en casa, o bien como una forma de reaccionar ante una sensación de fracaso, aunque no haya una situación de fracaso tangible; simplemente sentirse fuera de lugar en la vida. En cualquier caso, es un claro síntoma de baja autoestima. Una persona con buena autoestima no acosa. En el peor de los casos puede tratarse de pequeños psicópatas, que simplemente, disfrutan haciendo daño solo porque sí.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 




sábado, 20 de febrero de 2016

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: EL AMOR A NUESTROS HIJOS

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
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Cuando hablamos de amor hacia nuestros retoños casi siempre pensamos en un amor incondicional, que lo perdona todo y no cuestiona nada. Sin embargo, esto no es suficiente, y, en ocasiones hasta es incompatible con la adecuada forma de amar a nuestros hijos, es decir, en la racionalidad, en la educación de valores, premios, consecuencias y castigos. Frecuentemente creemos que eso no es amor, y, por otro lado, a veces pensamos que es más difícil amarlos de esta manera, ya que si accedemos a todo lo que piden, pasamos por alto malas acciones y rehuimos los regaños, la disciplina y el establecimiento y cumplimiento de límites, nos resulta más cómodo, menos complicado.
Sin embargo, nada más equivocado. Amar a un hijo implica educarlo; y educarlo implica amarlo, porque el esfuerzo y la dedicación que requiere una buena educación solo se hace por alguien a quien se ama; difícilmente se hace por alguien a quien no se ama, y si se hace, al hacerlo automáticamente se le ama, porque la educación es una entrega a él (ella), y él(ella) se convierte en la obra de nuestro esfuerzo, dedicación y entrega. Amar con el corazón, y educar con la razón. Y la razón nunca puede ir por detrás del corazón; muchas veces tiene que ir por delante, y esa es la parte dolorosa y difícil de la educación, pero nos debe reconfortar el pensar no en el hijo que tenemos delante, sino en el que queremos tener en el futuro.
Educar a un hijo no es consentirlo, sino prepararlo para ser en el futuro un miembro valioso de la sociedad, que la enriquezca, que aporte sus valores, su esfuerzo y conocimiento; y que disfrute de su integración a la misma. Amar a un hijo es hacerlo feliz cada día, si fuera posible; educar a un hijo es hacerlo feliz mañana y cada día del futuro, aun cuando ello implique no hacerlo feliz hoy. ¿Cuántos sacrificios somos capaces de hacer por nosotros mismos en el presente para tener un futuro mejor? Pues la educación de nuestros hijos no es una excepción; es simplemente el más importante y más grato de todos ellos.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

sábado, 6 de febrero de 2016

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: LOS NI NI´s



 Recientemente leía una estadística que cifraba en más de 20 millones la cantidad de NI NIS en Latino América. Para los que no estén familiarizados con este término de nueva acuñación, se ha dado en llamar NI NI´s a aquellos jóvenes que Ni estudian NI trabajan; en otras palabras, que están al margen del mercado laboral, bien sea real o potencialmente, ya que la condición de estudiante se considera como fase de preparación para acceder al mercado laboral.

No conozco bien los criterios considerados para ofrecer esta estadística, pero aun siendo muy alta, dista bastante de la realidad, de la misma manera que dista muchísimo de la realidad la estadística de personas desempleadas que se nos ofrece oficialmente (pero si incluso la cantidad de mareros es mayor que esa). Probablemente en uno y otro caso se consideran personas empleadas a personas del mercado laboral informal que ofrecen algún servicio tan innecesario como intrascendente, y a quienes damos alguna propina más por temor que por gratitud, como los “cuidacarros”, por poner un ejemplo.

No deben ser incluidos en el “Ni trabaja” a las personas que están activamente en la búsqueda de empleo, ni a las que realizan las tareas domésticas de su casa, puesto que esta es una labor necesaria que requiere una dedicación, y que está considerado como trabajo por la OIT. Más bien, el “Ni estudia ni trabaja” se refiere a aquellos jóvenes que no hacen ni lo uno ni lo otro, y que, además, no muestran estímulo o iniciativa alguna por ello; en otras palabras, que no saben qué hacer con su vida, ni les importa mucho.

El problema de los NI NI´s va mucho más allá de la situación de parasitismo en la que viven y en la que tienden a perpetuarse. Hay una serie de consideraciones que les van a arrastrar, probablemente, hacia caminos poco sanos. En primer lugar está el cómo disponer del tiempo libre, que es todo. Las probabilidades de que antes o después tiendan a ocupar su tiempo en actividades nocivas son altas, entre otras cosas, porque las actividades nocivas surten el aliciente que necesitan y que falta en su vida.

Por otro lado, en casa serán objeto de críticas y reproches, y, además, su baja autoestima por la situación que viven, les hará sentirse en inferioridad respecto a los otros miembros del hogar, y tenderán a evitar la compañía familiar. Por todo ello, tenderán a casi no pasar tiempo en casa, y a pasar mucho tiempo en la calle, donde coincidirán con otros jóvenes en similar situación. Es fácil suponer que los riesgos de caer en drogadicción o en pandillas es alto.

Pero la cuestión es, sobre todo, buscar la causa del problema para tratar de resolverlo desde ahí, porque una vez que la situación de NI NI se hace crónica, es cada vez más difícil activar el estímulo del joven para orientar su vida sana y productivamente. Tanto familia como sociedad tendemos a culpabilizar al joven por esa situación; sin embargo, difícilmente hacemos una reflexión sobre nuestra propia culpa como familia o como sociedad. Como sociedad cabe preguntarse si se ofrece suficientes oportunidades de capacitación y de empleo digno a los jóvenes. Seguramente la respuesta es que no.
Y, por otro lado, como familia, hemos de preguntarnos cómo orientamos la vida de nuestros hijos desde que son pequeños, porque esa, a fin de cuentas, es labor de padres y madres. La respuesta, en la mayoría de los casos, es que no hay ningún tipo de orientación, de plan, de proyecto o de estímulo para nuestros hijos en su desarrollo. Los hijos van creciendo a como dé lugar, por sí solos; y si algo se tuerce, tendemos a maltratarlos, o simplemente a rezar para que se enderecen. No sabemos hacer otra cosa. ¿Cómo esperamos que cuando tienen quince o veinte años tengan un estímulo que nunca les hemos dado? Nuestros hijos no son lo que son; son lo que los padres hacemos de ellos.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.