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domingo, 28 de septiembre de 2014

No hay suficientes abogados defensores para niños indocumentados

Tomado de La Voz de América
Piden más abogados para menores inmigrantes
Organizaciones entrenan a abogados voluntarios para representar legalmente a los niños centroamericanos en cortes de inmigración.

La mayoría de los casi 60.000 niños centroamericanos que llegaron a la frontera sur de Estados Unidos en el último año todavía no tienen abogados que los representen en la corte de inmigración.
Por ello, defensores están luchando para entrenar abogados voluntarios y así ayudar a hacer frente a la enorme carga de trabajo.
Dado el inmenso aumento del número de menores inmigrantes no acompañados, la necesidad de abogados se ha disparado, lo que se ha agravado por la decisión de otorgar vía rápida a los casos de los niños  en tribunales de inmigración, es decir, la celebración de audiencias iniciales en unas pocas semanas en lugar de meses.
Los inmigrantes pueden contar con un abogado en los tribunales de inmigración, pero no se garantiza asesoría legal o que sea proporcionada a expensas del gobierno, informó la AP.
Tener un abogado puede hacer una gran diferencia: mientras a casi la mitad de los niños con abogados se les permitió permanecer en el país, sólo el 10 por ciento de los que no tienen representación se les permitió quedarse, según un análisis de los casos hasta junio del Transactional Records Access Clearinghouse de la Universidad de Syracuse.
Por ello, se están realizando esfuerzos desde White Plains, Nueva York, a Nueva Orleans para entrenar a abogados de bufetes de privados en leyes de inmigración del país y la manera de trabajar con niños traumatizados, muchos de los cuales huyen de la violencia.
"Estamos haciendo muy bien en la búsqueda de abogados dispuestos a ayudar. Tenemos que entrenarlos, tenemos que conseguir que se adapten a ese niño", dijo Reid Trautz, director del centro de práctica y profesionalidad de la Asociación Estadounidense de Abogados de Inmigración. "Sólo hace falta tiempo".
El mes pasado, el vicepresidente Joe Biden instó a los abogados a aumentar los esfuerzos para tomar en los casos de los niños. Desde entonces, las ciudades de San Francisco y Nueva York han anunciado planes para asignar cada uno cerca de $2 millones de dólares para ayudar a proporcionar más abogados para los menores no acompañados. La legislatura de California aprobó $3 millones para el esfuerzo.
Cerca de 800 abogados de inmigración se han inscrito como voluntarios en los casos, según la Asociación de Abogados de inmigración.
También lo han hecho muchos otros abogados sin alguna experiencia en la ley de inmigración. Ellos están siendo entrenados con los profesionales de inmigración con experiencia, que sirven como mentores. 

domingo, 7 de septiembre de 2014

Disciplina draconiana método Chino para corregir niños rebeldes

Tomado de El Mundo
Nota de Compartiendo mi opinión: La publicación de este artículo no implica que se esté de acuerdo ni se sugiera de forma alguna métodos extremos de corrección a los niños

En todo el país son más de 300 campamentos de este tipo

Electroshock para los hijos rebeldes

Por Diego Torres

 

La receta de los polémicos campamentos donde los chinos envían a hijos descarriados

Caminatas de 60 kilómetros, privación del sueño y de comida, castigos físicos...

En junio murió una chica a golpes

Pasamos 48 horas en uno de estos centros de reeducación


De verdad estáis tan cansados? Yo creo que no. Lo que pasa es que no tenéis disciplina. Nunca en vuestra vida habéis comido amargura». Cuarenta niños desde los ocho años escuchan la arenga del monitor,Tang Qiang, vestidos con uniforme militar y formados en pelotón. Están destrozados después de una marcha de 35 kilómetros bajo el sol abrasador de las montañas de Chongqing. Tang, ex soldado, habla encaramado a un muro, mirando hacia abajo a los jóvenes. Son las seis de la tarde. Se han levantado a las cinco de la mañana. Y aún les queda lo peor. Otros 25 kilómetros de una caminata que acabará a las dos de la madrugada.

El pelotón descansa a la sombra 20 minutos antes de comer. Una chica, sin embargo, permanece de pie. No ha cumplido las reglas. «Es el caso más grave que tenemos», explica Kang Yusong, director del centro. «Amenazaba a sus padres con no comer, con suicidarse y siempre conseguía imponer su voluntad. Aquí trata de hacer lo mismo, se pasó cuatro días sin probar bocado, se orina en la ropa y se hace la loca para evitar caminar», afirma. La joven tiene la mirada perdida, una sonrisa tenebrosa y la cara bañada en sudor.

El Campamento Juvenil de Entrenamiento Especial Kangyida de Chongqing es uno de los centros de internamiento para niños y adolescentes que han surgido en China desde mediados de la pasada década. Sólo en Chongqing hay ocho. En todo el país son más de 300. Se trata de escuelas privadas, donde los padres envían a los hijos descarriados con la esperanza de que la férrea disciplina militar consiga enderezarlos. En estos sitios acaban los balas perdidas de la escuela, los que coquetean con las drogas, los rebeldes incontrolables y, fundamentalmente, los llamados adictos a internet, que conforman el grupo más numeroso.

En junio, Guo Lingling, una chica de 19 años, murió tras ser castigada a golpes en un campamento de Zhengzhou. ¿Su delito? Fue al baño sin pedir permiso. Hasta cinco instructores estuvieron empujándola y zancadilleándola para hacerla caer durante dos horas. Los alumnos del centro contemplaron el escarmiento en el patio. Cuando se metieron en sus dormitorios, continuaron escuchando los gritos de dolor de la muchacha, hasta que finalmente se extinguieron. Guo llegó cadáver al hospital debido a un traumatismo craneal y a una hemorragia interna, según reveló la autopsia. Ninguno de sus compañeros o de sus profesores, movió un dedo en su ayuda. Nadie se sorprendió del castigo. Era el procedimiento habitual del internado.

Otro niño de 15 años murió en 2009 en la ciudad de Nanning debido a la paliza que le propinaron los instructores. Y hay más jóvenes que se han suicidado lanzándose por la ventana o que han fallecido durante las agotadoras sesiones de entrenamiento en este tipo de centros militarizados. Se han denunciado también prácticas propias de la base de Guantánamo, como la privación de sueño y de comida, o incluso tratamientos por electroshock para curar las adicciones. A cada golpe de crueldad divulgado por los medios locales, la opinión pública reacciona con indignación. Pero la mayoría de los campamentos sigue en pie. Y los padres continúan enviando a sus hijos. Algunos por desconocimiento o desesperación. Otros porque realmente creen que la letra con sangre entra.

«Los episodios de violencia ocurren porque los campamentos priman el beneficio económico sobre la rectitud moral», defiende Kang. Algunas escuelas no disponen de instructores suficientes para mantener el orden por otros medios, y pegar a los niños es la forma más rápida de imponer la disciplina, explica el director, que cree que estos métodos son contraproducentes. Kang, que fundó su escuela en 2007, asegura que, salvo excepciones, como cuando un estudiante levanta la mano al instructor, en su campamento no se hace uso de la violencia. En los dos días que Crónica pasa con los 40 niños del centro, los monitores, varios de ellos ex soldados, además de profesores y estudiantes de psicología en prácticas, no hacen ningún amago de golpear a los jóvenes.

Kang cree que lo que necesitan estos niños problemáticos es lo que los chinos llaman «comer amargura»: disciplina, ejercicio físico, trabajo duro, levantarse temprano, sudar bajo el sol, aprender de la vida dura de los campesinos... La mayoría se adapta rápido al régimen militarizado del centro, asegura. Para los pocos que no lo hacen, el director reserva un trato personalizado. «Todo niño tiene su punto débil; sólo hay que encontrarlo», explica. A veces, la herramienta para doblegar las voluntades rebeldes es el hambre. «No los llamamos para comer», afirma. En otros casos es el miedo. «A una chica de 13 años que amenazaba con suicidarse le dije que la iba a llevar al hospital, a la morgue, para que viera y tocara los cadáveres».

En la marcha, los chicos caminan en dos filas paralelas. Algunos van cogidos de la mano, tratando de ayudarse mutuamente. Dos de los más pequeños se agarran a un cordel del que tira una de las profesoras, que los anima con dulces embustes: «No queda nada, sólo un poquito más». Cuando las fuerzas flaquean, la voz de uno de los chavales se alza: «¡Ánimo compañeros!». Pero conforme se suceden los kilómetros, a 35 grados en la sombra, el cansancio impone su ley por encima de la disciplina. Uno de los niños se desmaya y lo cargan en una furgoneta. Un adolescente, de los más altos del grupo, que anda cojeando con una mueca de dolor en la cara, rechaza subirse al mismo vehículo movido por orgullo.
Clases y entrenamiento
La caminata de 60 kilómetros es una de las actividades de verano. La mayor parte del tiempo los niños están encerrados en la escuela. Por la mañana dan clase y por la tarde entrenamiento físico. O viceversa. No pueden utilizar el teléfono ni internet. Solo les está permitido enviaruna carta semanal a sus padres. El centro organiza un encuentro con estos en el recinto escolar cada dos meses. Los jóvenes pasan generalmente periodos de seis meses o un año en el internado. Algunos más.

Casi todos llegan engañados. «Pensaba que veníamos a divertirnos en Chongqing, pero el segundo día ya me di cuenta de que había venido a comer amargura, a trabajar duro y a entrenarme en la disciplina militar», se lamenta Tian Heshan, un chico de 11 años que lleva 15 días en el centro. «Al principio no conseguía seguir los ejercicios, pero he notado que me voy poniendo en forma; en casa estaba todo el día jugando al ordenador, y tenía problemas en la vista; aquí he notado mejoría», cuenta.

A su alrededor, los chicos, que duermen sobre esterillas en el suelo, se van desperezando. Desde que se despiertan, comienzan a recibir órdenes. Los 40 jóvenes están divididos en tres grupos, que pliegan simultáneamente la fina alfombra sobre la que descansan, preparan después los bártulos, se lavan los dientes, limpian los utensilios personales, y se dirigen en fila al baño. Cada tarea tiene su momento concreto. Los instructores vigilan la puesta en marcha del pequeño ejército. «¡Más rápido!», grita uno cuando los chicos se retrasan. La joven más conflictiva permanece apartada, erguida y quieta, cociéndose esta vez bajo el sol, por orden de los supervisores. «No se ha puesto todavía los zapatos», justifica una profesora.

Las familias abonan unos 4.000 euros por seis meses de internamiento. Son hogares de clase media. Muchos no saben controlar a sus hijos, comunicarse con ellos o qué valores transmitirles. Otros están demasiado ocupados. «Resolver los problemas de los niños es fácil, lo complicado es resolver los de los padres», explica Huang Rongrong, la mujer de Kang.

El sistema educativo chino es muy exigente, está orientado a producir resultados en los exámenes y no se ocupa de los alumnos que quedan atrás. Los niños deben dedicar jornadas de 12 horas, a veces seis días a la semana, a memorizar textos y repetir los ejercicios de los exámenes. No hay tiempo para distracciones. Ni para juegos. Muchos encuentran en la red una vía de escape fuera del control de los padres y de los profesores. La adicción a internet, además, está catalogada en China como un desorden mental, pero la psicología y la psiquiatría afrontan aún enormes obstáculos en el país, fruto de tabúes, estigmas y prejuicios. Mucha gente prefiere confiar sus hijos a la mano dura de los soldados que a las ciencias ocultas de los loqueros.

Xiong Zhangbing mandó a su hijo hace dos años al centro Kangyida de Chongqing. El chico, de 13 años, se refugia en las faldas de su abuela mientras los adultos comen caldo caliente. «En China la vida es muy dura, hay que estar preparado para trabajar horas extras, los fines de semana, o cuando sea; por eso quería que mi hijo comiera amargura», explica.

Su mujer, Lei Qin, asegura que tras el periodo en el campamento, el niño llegó muy obediente, aunque ha empezado de nuevo a estropearse. «Deberíamos desempeñar nosotros la tarea de educarlo, pero estamos muy ocupados», asegura la mujer, que acaba de llegar de viaje de negocios por Europa y se dedica a la cosmética. «En China hay mucha presión por los estudios, los niños de ahora están confusos, se refugian en internet, y nosotros los adultos también estamos desorientados», matiza. El chico, que ha permanecido callado toda la cena, responde de pronto a esta última afirmación con una queja que le sale de las entrañas: «¿Y por qué no vas tú al campamento?».


sábado, 23 de agosto de 2014

Mientras funcionarios centroamericanos dan discursos mediáticos EEUU cumple su palabra deportando a niños indocumentados

Tomado de El País 
 EE UU acelera la expulsión de menores


Por Vicente JIMÉNEZ

Los tribunales de Nueva York han comenzado este mes de agosto a aplicar procedimientos urgentes para deportar a miles de menores sin papeles llegados solos a EE UU desde Centroamérica. De acuerdo con la orden del Gobierno de Barack Obama, los “expedientes cohete”, como los denominan los abogados, se colocan por delante del resto, para que los chicos comparezcan ante el juez tres semanas después de su detención. Unos 40 tribunales en todo el país están aplicando los nuevos métodos. En total, unos 3.500 menores sin papeles, de los más de 60.000 llegados a EE UU en menos de un año, pasarán por los tribunales de Nueva York. El Estado de la gran metrópoli es el segundo, después de Texas, en número de menores acogidos. Le siguen Florida y California.

La preocupación por garantizar los derechos de los menores ha movilizado a las asociaciones de asistencia legal sin ánimo de lucro. Letitia James, Defensora del Pueblo (Public Advocate) de Nueva York, hizo un llamamiento público para convocar abogados dispuestos a representar a los chicos de forma altruista. “Como Defensora del Pueblo y abogada, anteriormente trabajé para Legal Aid Society. Ahora no puedo hacer otra cosa que colaborar”, declaró recientemente en una conferencia de prensa ante el Ayuntamiento de Nueva York, acompañada de representantes de otras organizaciones.

“Imaginen mi horror, nuestro horror, cuando nos encontramos con que el Gobierno federal había ordenado a la corte de aquí al lado que acelere los casos de los niños más vulnerables, los que huyen de las condiciones más horribles en Centroamérica, los que cruzan la frontera por sí solos”, denunció en el mismo acto Eve Stotland, de la ONG The Door (La Puerta).

El gobernador de California, Jerry Brown, anunció este jueves que el Estado proporcionará tres millones de dólares (2,26 millones de euros) a las organizaciones que defiendan a niños indocumentados. “Ayudar a estos jóvenes a navegar por nuestro sistema legal es lo correcto y está en consonancia con el espíritu progresista de California”, dijo Brown.

“Ahora estoy en las manos de Dios”

Los menores acuden sin abogado a los juzgados buscando la posibilidad de quedarse en EE UU

  
Stefany Marjorie, salvadoreña de ocho años, posa tras cruzar de México a EE UU, el 24 de julio. / JOHN MOORE (AFP)

—Hola, mi nombre es Elizabeth Lamb y soy juez. ¿Qué idioma quieres utilizar, Ana? Lo siento, pero yo no hablo español. [Un intérprete realiza la traducción simultánea].
—Español.
—Muy bien. ¿Quién es el caballero que se sienta a tu lado?
—Mi tío.
—Bien. Mira, ese señor de ahí es el fiscal de inmigración. ¿Vienes sin abogado, verdad? Te voy a citar para el 21 de octubre. Y tienes que venir con un abogado. ¿Imagino que vas a ir a la escuela, no? Pues si estás en clase no hace falta que vengas, pero tu abogado tiene que traer un justificante. Gracias, Ana, que tengas un buen día.
Y Ana Gladys, de 13 años, salvadoreña, tímida, asustada, abandona la sala. Después de ella entran Jocilyn , Guilder, Elder, Dixon, Mayra, Dafny Xiomara, Yoel, Jonathan, Melquisedic, Celia Marleny, Jason Vladimir, Jaime... y así hasta 35. El mayor tiene 20 años; la menor, cuatro. Son una mínima parte de los más de 60.000 menores llegados solos a EE UU desde Centroamérica en algo menos de un año, tras arriesgados viajes de semanas o meses, que suelen concluir con un arresto en la frontera y el ingreso en un centro de refugiados hasta que son entregados a sus padres o a algún familiar.
Es el caso de Óscar, de 16 años, que salió de El Salvador por miedo a la violencia de las pandillas. Tardó 13 días en llegar a la frontera con México. Tuvo suerte. No le atracaron, ni le violaron, ni cayó en manos de los carteles de la droga. Simplemente le detuvieron en Texas. Hoy está confiado. “Ahora estoy en las manos de Dios”, dice, mientras su padrastro le acaricia el pelo. O el de Katty y Minnie, de seis y cuatro años. Salieron de Guatemala solas, viajaron de furgoneta en furgoneta a través de rutas establecidas, de la mano de gente de confianza, según narra Mario, su padre, indocumentado como ellas. “La vida aquí es mejor que allá. Con un poquito de fortuna, se quedarán”, afirma.
O Jaime y Jonathan, de 15 y 20 años. Huyeron de la violencia de las maras salvadoreñas en busca de sus respectivos padres, inmigrantes sin papeles en EE UU desde hace años. “Allí, o te matan, o matas”, señala Jonathan, que tardó dos meses en cruzar el río Grande.
Sin derecho a abogado de oficio, los jóvenes tienen letrados voluntarios

Todos ellos han sido citados esta mañana de martes en el edificio federal del 26 de Federal Plaza, en Lower Manhattan, que acoge los juzgados de inmigración, para iniciar el procedimiento de expulsión acelerado decretado por el presidente Barack Obama. La mayoría de los chicos acude sin abogado, ya que el sistema judicial estadounidense no contempla el derecho a letrado de oficio a los inmigrantes irregulares.
Si no consiguen un abogado capaz de dar con un motivo legal que les retenga (asilo político, ser víctima de violencia doméstica, tráfico de humanos, maltrato o de un crimen grave cometido en Estados Unidos…) serán deportados en menos de un año. Ese es el mensaje de Obama: cruzar la frontera no garantiza la permanencia. Aunque el tono es amable y los funcionarios se afanan por tratar bien a los niños, la tensión y el desconcierto se palpan en el ambiente.
Una nube de ángeles intenta calmarles, ayudarles, orientarles. Son los abogados de las organizaciones que, sin ánimo de lucro, trabajan en los juzgados: Catholic Charities, American Immigration Lawyers Association, Legal Aid, Safe Passage Project y The Door, entre otras. Les dan la bienvenida, les acompañan, entrevistan a los niños para ver qué resquicio legal se puede explorar. Impresionan las escenas de 10 o 15 letrados voluntarios, sentados por los pasillos, en cualquier parte del edificio, interrogando dulcemente a niños de corta edad. “Estamos muy desbordados. Ya lo estábamos antes, pero ha ido a más”, explica Jojo Annobil, responsable de Legal Aid Society. A su lado, Tina Ramos, de la ONG The Door (La Puerta), reparte folletos y aclara dudas.
Jackson Chin, consejero de Latino Justice, una organización de asistencia legal a latinos, se ha pasado esta mañana por la sala de la juez Lamb. Quiere ver si el proceso es correcto. Sentado junto a los niños y padres que esperan su turno, Chin toma notas. “Creo que la juez está adoptando plazos razonables. Donde habrá que estar vigilante es en las vistas individuales, donde realmente se sustancian los casos. Si el procedimiento no es el adecuado, actuaremos”, explica Chin.
Allí o te matan o matas”, dice uno de los inmigrantes que huyó de El Salvador

A escasos metros, en otra sala de vistas convertida en improvisada clase escolar, actúa Elvis. No canta, pero es un ángel. Se llama Elvis García Calleja y tiene 24 años. Llegó con 15 a Estados Unidos tras recorrer miles de kilómetros desde Honduras, un país violento como pocos. Su familia quedó atrás.
Nadie mejor que Elvis conoce lo que sienten los menores llegados estos meses. Como case manager de Catholic Charities, Elvis acude cada mañana a los juzgados del Lower Manhattan con una misión: explicar a las familias y a los niños cómo funciona el sistema legal de Estados Unidos. Antes de que comiencen las vistas, Elvis recorre los pasillos y pregunta: “¿Están aquí para su primera vista? Vengan, yo les explico”. Poco a poco, reúne a unas 50 o 60 personas, adultos y niños, en una sala de juicios vacía, donde imparte su clase.
“Estén tranquilos. Sobre todo, tengan en cuenta que si vienen aquí, podrán pelear por su caso; si no, les expulsarán. Así que escuchen. Ahora van a ver al juez, y al fiscal… No se pongan nerviosos”.
Y Elvis les explica los tipos de visa a los que pueden aspirar, qué defensa pueden contratar —“un abogado, no un notario; los notarios no pueden venir a la corte”—, les describe cómo es la sala de vistas... “No se me casen, porque si se casan no les serviría la visa juvenil”, advierte a los presentes. “¿Si uno está amenazado por las maras puede acogerse al asilo político?”, pregunta un padre. “Mis sobrinas no tienen mamá ni papá. ¿Qué podemos hacer?”, inquiere una mujer. Y Elvis responde a todo. Y bromea. Y ofrece cariño, tal vez lo único bueno que de momento pueden recibir los niños en una corte estadounidense.

Los abogados temen que muchos niños no sean capaces de encontrar una representación legal competente. “Esos niños afrontan la amenaza de ser deportados y acabar en un país donde su vida corre peligro. Forzarlos a defenderse por sí mismos ante fiscales experimentados viola cualquier procedimiento legal”, proclama Ahilan Arulanantham, de la American Civil Liberties Union, en una nota. “El Gobierno ha construido una cinta transportadora de deportación para niños”, remacha Eve Stotland, de The Door.

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: EDUCAR SOLO CON EL EJEMPLO





       En un comentario, un lector cuestionaba cómo pueden los padres educar a sus hijos si los propios padres están escasos de educación y preparación para ello. Yo, en diferentes ocasiones, he mencionado lo que decía Napoleón Bonaparte, de que los hijos se educan veinte años antes de nacer, dando a entender con ello que los padres deben tener una educación para poder educar a su vez a sus hijos. Ello también concuerda con eso que tantas veces hemos oído de que hay que educar con el ejemplo.

       Pero todo eso nos lleva a plantear otra cuestión con difícil respuesta. Y si los padres no tienen suficiente educación..., o si los padres no pueden dar ejemplo..., ¿significa que no pueden educar a sus hijos? ¿Por otra parte, el hecho de que los padres tengan una educación y puedan dar ejemplo, ¿Acaso eso garantiza el éxito en la educación y formación de los hijos? Si pensamos un poquito seguro que todos conocemos ejemplos de padres en condiciones educativas desfavorables que han conseguido una buena formación de sus hijos, así como lo contrario, hijos en los que algo falló en su educación cuando en su familia se daban condiciones aparentemente favorables.

       Asimismo todos conocemos también casos de hermanos que siendo de la misma familia, y  habiendo vivido bajo las mismas condiciones y el mismo modelo educativo, en unos casos tienen una buena formación, y en otros no. Todo ello parece indicar que ni Napoleón tenía tanta razón, ni es tan cierto eso de que hay que educar con el ejemplo. Sí, ya sé que esto puede parecer una herejía, porque lo de educar con el ejemplo es algo que hemos escuchado tantas veces, que lo tenemos asumido como un dogma, aun cuando probablemente no hemos reflexionado mucho sobre ello.

       La explicación es sencilla. El error está en aceptar las cosas como dogmas; en pensar que las cosas o están bien o están mal, y así deben ser siempre o nunca; en asumir que lo que funciona en la mayoría de los casos debe funcionar siempre. La educación no son matemáticas; en cuestión de educación no existe el “siempre o nunca”, el “blanco o negro”. Por eso la tarea de ser padres es bastante más complicada de lo que parece. Indudablemente, el que los padres tengan una educación, y el que puedan dar ejemplo, favorece, pero no son, ni mucho menos, factores determinantes. Hay otros factores, algunos más importantes incluso que eso del ejemplo, que determinan en gran medida el éxito o el fracaso en la educación; entre ellos, la claridad de objetivos que los padres tienen para con los hijos.

       Y resalto lo de CLARIDAD en los objetivos, refiriéndome con ello a no asumir que por el hecho de tener un objetivo, se va a cumplir solo porque sí, porque es lo que nos gustaría. Claridad significa la disposición a buscar y encontrar el camino adecuado para que se cumpla ese objetivo; es decir, que el objetivo no se va a cumplir solo; nosotros hacemos que se cumpla; sí o sí. Otro factor importante es reconocer que no existe un método general de educación de los hijos, como si fuera una receta de cocina, y que en la mayoría de los casos no tenemos una preparación adecuada para ello. Cada hijo es diferente y lo que para uno funciona, puede no funcionar para otro. Eso obliga a conocer mucho a cada hijo individualmente, y encontrar un camino para formar a cada uno.

       Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.