Mostrando entradas con la etiqueta Realeza. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Realeza. Mostrar todas las entradas

miércoles, 10 de junio de 2015

El Principe Felipe de Edimburgo es el “rey de las metidas de pata”

Tomado de El País
Sirve de consuelo, más no debería ser modelo, para muchos personajes públicos
Las meteduras de pata de Felipe de Edimburgo al cumplir 94 años
La izquierda le tiene por un racista cuyas bromas ponen en evidencia al país

La derecha le considera un librepensador al que le trae al pairo la corrección política

Por Mábel Galaz

Felipe de Edimburgo cumple 94 años sin haber perdido su peculiar sentido del humor. Por eso hoy, los medios de comunicación británicos, recuerdan sus famosas meteduras de pata a modo de felicitación. Nadie duda de que es el miembro más políticamente incorrecto de la familia real británica, pero pese a ello siempre ha contado con el respaldo incondicional de su esposa la reina Isabel con quien lleva 68 años casado. La izquierda le tiene por un racista sin remedio que no se da cuenta de que sus pesadas bromas ponen en evidencia al país. La derecha le considera un librepensador al que le trae al pairo la corrección política.
Sus resbalones han dado hasta para un libro Prince Philip: wise words and golden gaffes, que recoge las frases más polémicas del duque. Una edición previa, titulada Duke of Hazard fue lanzada aprovechando el 85º cumpleaños del príncipe y se convirtió en best seller en Reino Unido. Sus autores, el periodista especializado en monarquía Phil Dampier y el ex corresponsal real para el Daily Express Ashley Walton, mantienen que el tomo dista de ser una burla. “Es una muestra de cariño para un tesoro nacional”, declaró Dampier 
El duque de Edimburgo es capaz de todo como considerar que todo lo extranjero es raro y probablemente inferior. O catalogar a la gente con viejos estereotipos: los chinos destacan por sus ojos rasgados, los escoceses son borrachos, los nativos de Nueva Guinea son caníbales, los caribeños son piratas, los aborígenes australianos se matan a flechazos... Cosa curiosa en un patriota británico que en realidad nació en Grecia con sangre danesa y alemana.
El libro incluye algunos de los más recientes felipismos. “¿La van a meter en el horno?”, espetó durante a una nonagenaria en silla de ruedas que se protegía del frío con un material parecido al aluminio. “Qué lugar más espantoso”, contestó cuando un miembro del Parlamento informó que representaba a la ciudad norteña de Stoke-on-Trent. Otras anécdotas revelan su debilidad por las mujeres atractivas: “Me arrestarían si bajara esa cremallera”, dijo durante una visita en Londres a una joven rubia con un vestido de cierre frontal.
Metidas de pata públicas
En 1967 Cuando se le preguntó si le gustaría visitar la UniónSoviética: "Me gustaría ir a Rusia mucho, aunque los cabronesasesinaron a la mitad de mi familia." Dos años después al hablar de las finanzas de la familia real británica dijo: "Vamos a entrar ennúmeros rojos el año que viene probablemente tendré que renunciar a polo." En 1981 durante la recesión, reflexionó: "Todo el mundoestaba diciendo que debemos tener más tiempo libre. Ahora se quejan de que están en el paro ". Durante un viaje a Kenia en 1984 al aceptar una estatuilla de una mujer durante una visita a Kenia, preguntó: "Eres una mujer ¿no?"
El año pasado durante una visita al Hospital Dunstable, en Luton (norte de Londres) saludó al personal médico y al hallarse delante de una enfermera filipina le dijo: "Filipinas debe estar medio vacío porque estáis todos aquí trabajando".
Una de las meteduras de pata más sonadas fue en 2009 en presencia de Barack Obama. El presidente norteamericano le había dicho que ese día se había entrevistado con el entonces primer ministro Gordon Brown, David Cameron, y Dmitri Medvédev, "¿Es que puede distinguir a unos de otros?". En otra ocasión cuando un miembro del Parlamento le informó de que representaba a la ciudad norteña de Stoke-on-Trent. “Qué lugar más espantoso”, contestó.
Sus anécdotas son numerosas con mujeres como protagonistas como el día que le espetó a una que llevaba una cremallera frontal en su vestido: “¿Me arrestarían si bajara esa cremallera?”.
Durante una recepción al papa Benedicto XVI en Escocia, y después de observar que el líder laborista escocés llevaba una corbata de cuadros escoceses, Felipe de Edimburgo preguntó a la conservadora Annabel Goldie: "¿Tú también llevas bragas hechas de eso?".
En una fiesta organizada en Londres por la oficina de la Commonwealth (la mancomunidad de excolonias y protectorados del Reino Unido), Felipe de Edimburgo se dirigió a un sonriente invitado negro y le preguntó: "¿De qué exótico lugar del mundo procede usted?". El interlocutor, que resultó ser lord Taylor de Warwick, le respondió: "Soy de Birmingham (ciudad del centro de Inglaterra)".



jueves, 20 de noviembre de 2014

Muere la duquesa de Alba, famosa por rebelde y por ser una de las mujeres más ricas de España

Tomado de El País

La aristócrata, de 88 años, falleció en el palacio de Dueñas, tras el alta hospitalaria

Por Mábel Galaz

Cayetana Fitz-James Stuart y Silva ha muerto a los 88 años en Sevilla, la ciudad en la que vivió sus últimos años y en la que se casó por tercera vez, en el que fue su penúltimo acto de rebeldía. Catorce veces Grande de España, era la jefa de la Casa de Alba y una destacada figura de la vida social pero, por encima de todo, un personaje único e irrepetible que no dejaba a nadie indiferente. Nació en un palacio, el de Liria en Madrid, pero siempre le gustó pisar la calle y desafiar los convencionalismos. Lo hizo hasta el final de sus días. Fue una mujer de rompe y rasga.
Lo primero que hicieron los Alba  tras el fallecimiento fue comunicarlo a los Reyes, don Felipe y doña Letizia. La noticia de la muerte fue anunciada públicamente por el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, dado que este ayuntamiento se va a encargar de la organización de parte de las pompas fúnebres. "Doña Cayetana siempre llevó a Sevilla en el corazón y por eso permanecerá para siempre en el corazón de Sevilla. Descanse en paz", decía el regidor en un tuit.
La familia -los seis hijos de la duquesa; su actual marido, Alfonso Díez, además de sus nietos- se encuentra reunida en el Palacio de Dueñas, desde donde el cuerpo de la duquesa partirá hacia la capilla ardiente, que será instalada hoy mismo en el salón Colón del Ayuntamiento hispalense, el espacio más amplio de la casa consistorial.
El funeral será oficiado este viernes por Carlos Amigo, arzobispo emérito de Sevilla. El cuerpo de María del Rosario Cayetana Alfonsa Victoria Eugenia Francisca Fitz-James Stuart y de Silva será incinerado. Parte de las cenizas serán depositadas en la iglesia del Cristo de los Gitanos y el resto será colocado en el monumental panteón de la Casa Ducal de los Alba, en la localidad madrileña de Loeches.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, expresó su pésame y el del Gobeirno a la familia por el óbito en un comunicado en el que destaca su faceta de mecenas y custodia de un patrimonio histórico y artístico excepcional.
"Si yo no me meto en la vida de nadie, que no se metan en la mía", argumentó para poder casarse con Alfonso Díez, con el que el 5 de octubre pasado cumplió tres años de matrimonio. Una unión a la que sus hijos se opusieron inicialmente. Pero todo cambió cuando los asuntos de la Casa de Alba estuvieron resueltos. Se fijó por escrito la partición de los bienes, las sociedades, las tierras, las casas –que ascienden a un valor entre los 600 y los 3.000 millones de euros–, y quedó claro que el último duque de Alba renunciaba a casi todo y se comprometía a cuidar hasta el final de sus días a la aristócrata.
Cayetana de Alba repartió la herencia de manera desigual entre sus seis hijos todos ellos nacidos de su matrimonio con Luis Martínez de Irujo- Carlos, Alfonso, Jacobo, Fernando, Cayetano y Eugenia. También se acordó de su nieto mayor Carlos Fitz-James Stuart al que dejó el palacio de Dueñas. Sus dos hijos mayores serán los principales encargados de la Fundación Casa de Alba, obligados a conservar y mantener todo su legado histórico y monumental. Cayetano se queda con el palacio de Arbaizenea, en San Sebastián, y el cortijo de Las Arroyuelas, gran latifundio sevillano. Eugenia hereda la mansión de Ibiza y otro Cortijo en Sevilla, mientras que Fernando y Alfonso contarán con la mansión de Las Cañas, en Marbella, y la finca, antiguo castillo, de El Tejado, en Salamanca. Quien no ha obtenido más que unas fincas rústicas han sido Jacobo, sin duda, el más perjudicado por el reparto. La decisión provocó el distanciamiento entre madre e hijo que recientemente se resolvió.
Mantener el legado de la Casa de Alba fue una de las grandes preocupaciones de la duquesa. Jesús Aguirre, casado en segundas nupcias con Cayetana fue su gran apoyo en esta tarea, restauró gran parte de la colección pictórica y lo hizo en colaboración con Rafael Alonso, conservador del Museo del Prado, que desde el año 1978 se ocupó de cuidar las grandes obras de la Casa. En 2012 y con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid, Cayetana de Alba mostró parte de su tesoro en una exposición bajo el nombre de "El legado de la Casa de Alba. Mecenazgo al servicio del arte". Se exhibieron 150 obras maestras -con lienzos de Tiziano, Ribera, Rubens, Zurbarán, Renoir, Chagall, Madrazo y Zuloaga- entre las que destacan la pintura sobre tabla La Virgen de la granada, de Fra Angélico, realizada entre 1430-1440, y el Retrato de la duquesa de Alba de blanco, de Francisco de Goya, que data de 1795.
El público pudo contemplar, además, una colección de cartas manuscritas por Cristóbal Colón, entre ellas la que incluye un boceto suyo sobre la isla a la que llegó y bautizó como La Española, así como un Nobiliario de Indias, donde se inventariaron los títulos y privilegios concedidos a los conquistadores, indígenas y también ciudades de América, en un repertorio documental excepcional.
La reconstrucción del palacio de Liria de Madrid fue otra de las misiones de la duquesa tras recibir el testigo que le cedió su padre, muerto en 1953. En una habitación de este palacio nació ella, un 28 de marzo de 1926. Fue la primera y única hija de Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, XVII duque de Alba y María del Rosario de Silva y Gurtubay, X marquesa de San Vicente del Barco. Tuvo como padrinos de bautismo al rey Alfonso XIII y a su esposa la reina, Victoria Eugenia. Desde muy joven fue una mujer de mundo y vivió mucho tiempo en el extranjero. Al estallar la Guerra Civil residió en París y luego en Londres, donde frecuentó a quién luego sería la reina Isabel. Habla inglés, francés, alemán e italiano.
Debido a su vida social y a su interés por el arte, Cayetana se relacionó con múltiples artistas y personalidades, desde Jackie Kennedy hasta Grace Kelly e Yves Saint Laurent. Ella misma contó que Picasso quiso que fuera su modelo para una nueva versión del cuadro La maja desnuda, pero el proyecto no prosperó por la oposición de su marido Luis Martínez de Irujo. Eso sí, siendo niña fue retratada sobre un poni por Zuloaga. Una de sus grandes pasiones fue el flamenco y destacó por sus dotes para el baile teniendo como maestro, entre otros, a Antonio el bailarín.
Sus últimos días los pasó en su casa de Dueñas donde su tercer marido le instaló una pantalla de cine para que disfrutara de una de su grandes aficiones. Frente a ella vio sus películas favoritas, entre las que están Retrato en negro, de Lana Turner y Anthony Quinn;Gigante, con Rock Hudson, Elizabeth Taylor y James Dean, y Lo que el viento se llevó, con Vivien Leigh, Clark Gable y Olivia de Havilland. Se marchó sin rendirse, pensado que todavía tenía mucha vida por delante y tiempo para seguir siendo la rebelde que siempre fue. 

jueves, 19 de junio de 2014

Felipe VI asume el trono. El Rey de los Nuevos tiempos en España

Agencias Noticiosas 

Felipe VI, el Rey de «una monarquía renovada para un tiempo nuevo»

El nuevo Monarca jura fidelidad a la Constitución en una ceremonia de proclamación histórica en el Congreso de los Diputados

Dos leones de bronce custodian la puerta principal del Congreso de los Diputados, una puerta que sólo se abre en los actos solemnes y que este 19 de junio de 2014 ha recibido a un nuevo Rey.

Fuera, el sol apretaba mientras miles de ciudadanos aguardaban ataviados con sus banderines rojos y amarillos, conscientes de que la historia estaba a punto de escribirse ante sus ojos. En el interior, el Hemiciclo se vistió con sus mejores galas. Don Felipe de Borbón, quien siendo Príncipe de Asturias un 30 de enero de 1986 jurara la Constitución en esta misma sala, ha sido proclamado Rey de España.

El mismo día en que cumplió 18 años se convirtió en el primer Príncipe de Asturias en jurar la Constitución en este Palacio de la Carrera de San Jerónimo, con «voz serena y clara», como escribía entonces el cronista de ABC. Ya han pasado 28 años, y el Príncipe se ha convertido en Rey.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, recibió a los nuevos Reyes, Don Felipe y Doña Letizia, a la Princesa de Asturias y a la Infanta Sofía a su llegada al Congreso, en un Rolls Royce. Sonrientes y saludando a la multitud que gritaba «¡Felipe! ¡Felipe!», caminaron hasta la puerta custodiada por los dos leones, hasta llegar al Salón de los Pasos Perdidos, donde saludaron a los representantes de todos los poderes del Estado.


Los invitados ocuparon sus asientos, con Doña Sofía y Doña Elena en la tribuna y con la ausencia anunciada de Don Juan Carlos, mientras el aplauso de todo el Hemiciclo puesto en pie daba la bienvenida a los nuevos Reyes.

Gratitud a Don Juan Carlos y Doña Sofía

El presidente de la Cámara Baja, Jesús Posada, abrió la sesión solemne de Juramento y Proclamación. «Es el discurso más importante de mi vida, pero tiene poca importancia», había dicho justo antes de entrar al Congreso.

«Hace 39 años presenciásteis la proclamación de vuestro padre como Rey de España», en la que expresó su voluntad «de ser el Rey de todos los españoles», comenzó Posada, dirigiéndose al nuevo Rey. Entonces España iniciaría una «transformación sin precedentes». Posada quiso expresar su «sincera, profunda y emocionada gratitud a quien hasta hoy ha sido el Rey de España», desatando los aplausos de todos los asistentes. También tuvo palabras para Doña Sofía, que se puso en pie y agradeció, emocionada, el gesto.

«Es mucho lo que hemos avanzado en estas cuatro décadas. España es una democracia consolidada», ha insistido Posada. «España se enfrenta a nuevos problemas», como la crisis económica y la desconfianza de los ciudadanos en las instituciones, por lo que apeló al consenso, y habló en nombre de las Cortes para mostrar al Monarca su deseo de que su reinado sea un periodo de progreso. «Os deseamos un fructífero reinado desde nuestra lealtad», concluyó.

El juramento

La corona y cetro, símbolos de la Monarquía española, fueron testigos del histórico acontecimiento, pero la protagonista de la sesión solemne fue la Carta Magna. Felipe VI le juró fidelidad, convirtiéndose así en el primer Monarca que presta juramento apoyando su mano sobre la Constitución española; concretamente, un facsímil del ejemplar que Don Juan Carlos sancionó en 1978, dando paso a una democracia que ya ha cumplido los 35 años y que hoy consagra la continuidad dinástica y la estabilidad constitucional con la proclamación del nuevo Rey.

Las palabras de Felipe VI eran acogidas con un silencio de emoción contenida: «Juro desempeñar fielmente mis funciones. Guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las comunidades autónomas». Jesús Posada entonó un emotivo «¡Viva el Rey!» seguido por todos, que culminó con el himno nacional, cuyas últimas notas se fundían con los aplausos.

El discurso de un Rey

«Quiero expresar ante todo el reconocimiento y el respeto de la Corona a estas Cámaras», comenzó Don Felipe. «Inicio mi Reinado con una profunda emoción por el honor que supone y consciente de la responsabilidad que conlleva», señaló el Monarca. España es «una gran nación en la que creo, a la que quiero y la que admiro», mostró.

«Ante todos los españoles, también con gran emoción, quiero rendir un homenaje de gratitud y respeto hacia mi padre, el Rey Juan Carlos I», de quien destacó su «reinado excepcional con un legado político extraordinario». También tuvo palabras para Doña Sofía, a quien agradeció «toda una vida de trabajo impecable al servicio de los españoles». «Espero que podamos seguir contando muchos años con su apoyo, experiencia y cariño», señaló Felipe VI, mirando hacia su madre, sonriente.

«Mi fidelidad a la Constitución ha sido permanente y mi compromiso con los valores de libertad, responsabilidad y solidaridad en los que descansa la democracia». Así, ha dicho, fue educado desde niño y así ha educado, junto con Doña Letizia, a sus dos hijas.

Don Felipe quiere ser «un Rey constitucional, símbolo de la unidad y permanencia del Estado, que ha de respetar el principio de separación de poderes. Encontrarán en mí a un jefe del Estado leal, dispuesto a escuchar y defender los intereses generales», dijo.

«La Corona debe ganarse el respeto, aprecio y confianza de los ciudadanos permanentemente», con una conducta «íntegra, honesta y transparente», destacó Don Felipe: «Que la ejemplaridad gobierne la vida pública».
El nuevo Rey apostó en su primer discurso por «una monarquía renovada para un tiempo nuevo». «Miremos hacia el futuro, hacia la España renovada», insistió, para recordar que los españoles hemos convivido en democracia superando tiempos de tragedia. «Tenemos que preservar los ideales en los que se ha basado esa convivencia». «La convivencia en paz y en libertad de los españoles es y será siempre una responsabilidad ineludible de todos los poderes públicos», insistió el Rey.

También tuvo palabras para las víctimas de la violencia terrorista, cuyo recuerdo permanecerá «en nuestra memoria y en nuestro corazón».

Unidad de España

«Quiero reafirmar como Rey mi fe en la unidad de España, unidad que no es uniformidad, Señorías», indicó con contundencia el Rey, en uno de los momentos más esperados de su discurso. La Constitución reconoció nuestra diversidad, una diversidad que se muestra especialmente en las lenguas. «En esa España unida y diversa cabemos todos, caben todas las formas de sentirse español», expresó.

Hemos de trabajar «con espíritu de superación de lo que nos ha separado y dividido, para recordar todo lo que nos une hacia el futuro». «Trabajemos todos juntos, con lealtad. Una nación no es solo su historia, sino un proyecto integrador sentido y compartido por todos que mire hacia el futuro», indicó el Monarca.

Desde la tribuna lo observaban, atentos, los tres ex presidentes del Gobierno, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero.

«Tenemos un gran país, somos una gran nación. Creamos y confiemos en ella», insistió Don Felipe. «Yo me siento orgulloso de los españoles, y nada me haría sentir más orgullos que, con mi trabajo y esfuerzo, los españoles pudieran sentirse orgullosos de mí». El Rey concluyó dando las gracias al Hemiciclo, y lo hizo en castellano, catalán, euskera y gallego. No cesaban los aplausos, ni siquiera cuando el presidente de la Cámara gritó un «se levanta sesión». Varios vivas al Rey dieron por finalizado el acto de proclamación del nuevo Rey. Comienza el reinado de Felipe VI. 

miércoles, 18 de junio de 2014

Un poco de historia sobre abdicaciones al trono de España

Tomado de El País
Modos de abdicar
En Europa las monarquías que lograron sobrevivir son las que se adaptaron a la democracia

Por Isabel Burdiel

La abdicación de la Corona por el rey Juan Carlos ha sido considerada un hecho singular y, sin duda, lo es. Sin embargo, su singularidad no reside en que sea poco habitual. La Monarquía española se caracteriza por el alto número de abdicaciones desde la ruptura liberal con el absolutismo, allá por los años treinta del siglo XIX. Desde entonces, con la excepción de Alfonso XII, que murió a los 27 años, todos los demás monarcas españoles han abdicado. Isabel II lo hizo en 1870, Amadeo de Saboya en 1873 y Alfonso XIII hizo cesión de sus derechos dinásticos en 1941.
Para ser un país que durante mucho tiempo ha sido considerado como “esencialmente monárquico” son muchas abdicaciones. Para ser un país “naturalmente republicano” son también muchas las restauraciones. Ambas cosas tienen poco que ver con una singularidad española fatal y cainita a la luz de la cual se debe explicar la situación actual. Más aún, la dicotomía entre una institución esencialmente arcaica y reaccionaria (la monarquía) y otra esencialmente moderna y progresista (la república) fue y sigue siendo demasiado simplista.
A diferencia de lo que ocurrió en América —donde la república se identificó con democracias estables, pero también con dictaduras caudillistas e inestables—, en Europa la monarquía se mantuvo como una institución central en la consolidación del liberalismo y en la construcción de los nuevos Estados-nación en el siglo XIX. Una fuerza política y cultural de integración a la que ninguna de las naciones de Europa quería renunciar y que, contra todo pronóstico, demostró su flexibilidad para adaptarse (o ser adaptada). Y digo “ser adaptada” porque en toda Europa existió siempre una tensión estructural entre los Parlamentos y la resistencia de los reyes a perder prerrogativas. El momento de ruptura clave se produjo en la Primera Guerra Mundial, y durante los años treinta del siglo XX, cuando el problema ya no era la construcción del Estado-nación liberal, sino las formas posibles de resolver el acceso de las masas a la política; es decir, el tránsito a la democracia o la opción por regímenes no democráticos como el comunismo o los fascismos. Las monarquías que lograron sobrevivir fueron las que resistieron la tentación autoritaria y evolucionaron para adaptarse a la democracia y serle útil como un nuevo mecanismo de integración y estabilidad simbólica, despojado de todo poder político efectivo.
En Europa la monarquía se mantuvo como una institución central en la consolidación del liberalismo

Ésa es la problemática histórica desde la hay que analizar la abdicación de Juan Carlos I. Cualquier identificación de la misma con el pasado, o del Rey actual con algún monarca del siglo XIX es forzada, inexacta e inútil para el análisis honesto de lo que está pasando. Otra cosa es que no se puedan extraer lecciones de la Historia. Por ejemplo, la de que todos los finales traumáticos de los reinados anteriores —con la excepción del de Amadeo de Saboya— fueron producto de la implicación del monarca en sistemas políticos anquilosados, carcomidos por la corrupción e incapaces de lograr mecanismos de integración pacífica de las demandas de representación de la ciudadanía.

El caso de Isabel II, la primera reina constitucional, es una buena muestra de ello. Los dos grandes vicios isabelinos fueron el capricho personal en el nombramiento y cese de los Gobiernos y el exclusivismo de un solo partido (el moderado) que se negó a socializar la institución, excluyendo del poder al otro gran partido monárquico, el progresista. El resultado, letal para los propios liberales moderados, fue permitir un grado de autonomía enorme a la Corona y a los círculos de poder extraparlamentarios. Cuando esa situación se hizo insostenible, el liberalismo acabó por no encontrar otra salida que la que había intentado evitar: la revolución. En 1868, Isabel II salió para el exilio pero aún tardó dos años en abdicar. Se resistió a ello cuanto pudo y tan sólo lo hizo, de forma precipitada e improvisada, temerosa de revelaciones escandalosas de su marido y ante la presión de Napoleón III, que buscaba neutralizar la entronización en España de Leopoldo de Hohenzollern, lo que acabó siendo el detonante de la guerra franco-prusiana. En todo caso, la abdicación abrió el camino para los monárquicos alfonsinos que iban reorganizándose en torno a Cánovas de Castillo.

Amadeo de Saboya, retratado por Carlos Luis de Ribera y Fieve

Antes de que los alfonsinos lograran su propósito, se ensayó en España la llamada “monarquía democrática” de Amadeo de Saboya que duró apenas dos años, entre noviembre de 1870 y febrero de 1873. Su brevedad y su “carácter extranjero” son razones que se aducen para que apenas se recuerde su paso por el trono de España. Quizás también pesa en ese olvido el hecho de que su fracaso se debió de forma evidentísima, no a la actuación del rey, que fue escrupulosamente constitucional, sino al fraccionamiento extremo de todos los partidos que decían apoyarle. Frente a ellos cobraron fuerza los republicanos (que no dudaron en hacer causa común con los carlistas) y los defensores de una restauración en la figura de Alfonso XII. Emilia Pardo Bazán relató más tarde la atmósfera excitada de los salones durante la cruzada contra Amadeo. “Todos andábamos conformes en empujarle fuera de España, y luego que llevase el gato al agua quien pudiera”. Ella, como otras damas de entonces, se lucían por Madrid y ante el rey, “con la peineta de teja y la mantilla de rancia blonda”. Mientras, los inestables apoyos de Amadeo le confundían constantemente, eran incapaces de crear un sistema de partidos estable y le empujaban a actuar fuera de sus prerrogativas constitucionales. La negativa final a hacerlo fue el detonante de su abdicación. Se lo comunicó al presidente del Gobierno rogándole discreción hasta que la abdicación se hiciese formal, y constitucionalmente. No hubo tal discreción y al día siguiente, el 10 de febrero de 1873, el país se enteró por la prensa de que el rey abdicaba. Sacudiéndose las botas como santa Teresa al abandonar Ávila, Amadeo se trasladó con su familia a la embajada italiana y salió de España. Se despidió con una elegancia no exenta de ironía, agradeciendo la honra que “merecí de la nación española” pero sintiéndose impotente para devolver el favor: “Todos invocan el dulce nombre de la patria, todos pelean y se agitan por su bien y entre (…) el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible afirmar cuál es la verdadera, y más imposible todavía hallar el remedio para tamaños males”. El 11 de febrero de 1873 fue proclamada la Primera República.
Alfonso XIII empezó su reinado como regeneracionista y acabó consagrando España al Sagrado Corazón de Jesús y entregando el poder a un dictador militar en 1923. Cavó así su tumba política, como lo hicieron otros monarcas de las frágiles monarquías del este o del sur de Europa ante la tentación fascista o militarista. Tras la victoria republicana de abril de 1931, en unas elecciones municipales que actuaron como una especie de referéndum, el rey ofreció su renuncia temporal al trono y salió hacia Francia. Mientras, en España, comenzaba, llena de ilusiones, la Segunda República. A Alfonso XIII le costó mucho más abdicar que a Isabel II. Tardó casi diez años. Sin duda fue traicionado por los franquistas, que le mantuvieron en el exilio y no restauraron la monarquía después de la Guerra Civil. Finalmente, el 15 de enero de 1941, ya sin alternativas, anunció la cesión de sus derechos dinásticos a don Juan. Nunca lo llamó abdicación. Con él, la monarquía española había embarrancado otra vez, al ser incapaz de adaptarse a las demandas de democracia y optar por una solución autoritaria.
Alfonso XIII empezó su reinado como regeneracionista y acabó entregando el poder a un dictador militar en 1923

Nada que ver todo lo que he relatado hasta aquí con la abdicación de Juan Carlos I, realizada de forma libre, con respeto escrupuloso a la legalidad constitucional y en una democracia asentada que él mismo contribuyó a instaurar y defender. El Rey, como han hecho los monarcas en Bélgica u Holanda, y el propio Papa, ha creído llegado el momento de dejar paso a una nueva generación, más capaz en este momento de afrontar los retos enormes de la situación. Nada que ver con un capricho ni, por supuesto, con una falta de capacidad para distinguir entre lo que se le pide a una monarquía y a una república. Ni la república es mágica, ni el rey Felipe VI lo será tampoco. Afortunadamente la mayoría de los españoles ya no creemos en la magia.
Isabel Burdiel es autora de Isabel II. Una biografía (Taurus), premio Nacional de Historia 2011.

Bibliografía

La época del Estado-nación en Europa. Dieter Langewiesche. PUV, 2012.
El reinado de Amadeo de Saboya y la Monarquía constitucional. Carmen Bolaños. UNED, 1999.
Alfonso XIII. Un político en el trono. Javier Moreno Luzón (editor). Marcial Pons, 2003.
Isabel la Católica. Estudio crítico de su vida y su reinado. Tarsicio de Azcona. Biblioteca de Autores Cristianos, 1993.
Enrique IV de Castilla: la difamación como arma política. Luis Suárez Fernández. Ariel, 2001.
Poesía crítica y satírica del siglo XV. Julio Rodríguez Puértolas (editor). Castalia, 1989.
El conde Lucanor. Don Juan Manuel. Edición de Guillermo Serés y Germán Orduña. Crítica, 1994.
Claros varones de Castilla y Letras. Fernando de Pulgar. Gerónimo Ortega e Hijos de Ibarra, 1789.
Clio and the Crown: The Politics of History in Medieval and Early Modern Spain. Richard L. Kagan. John Hopkins University Press, 2009.