domingo, 25 de octubre de 2009

El Poder tras el trono. Cuando el poder real lo ejerce la primera dama

Tomado de Long Island al Día con el permiso de su editor

En un principio, la esposa del gobernante estadounidense era conocida comúnmente como “Señora Presidentesa” o “Reina de la Casa Blanca”. Así fue hasta 1849, cuando al mandatario Zachary Taylor, quien había liderado a sus compatriotas en la guerra con México, rompió con estos títulos poco rítmicos para crear una tradición.

El lugar escogido fue un funeral. Corría el mes de julio, el cuarto de su mandato, y Taylor presidía el cortejo fúnebre de Dolley Madison, esposa del ex presidente James Madison. En un muy sentido homenaje, escuchado con atención por políticos, hombres de negocios y otros cientos de personas, el gobernante aseguró que Dolley siempre sería recordada como la “primera dama de la nación”.

Por si fuera poco, Madison fue la primera mujer de un gobernante asociada con proyectos benéficos, cuando ayudó a recolectar fondos para construir un orfanato para niñas. Esta labor fue la que midió por más de 50 años a sus sucesoras, hasta que en 1960 Jacqueline Kennedy añadiera a la percepción generalizada el sentido del glamour y la elegancia.

El término, que trascendió las fronteras estadounidenses, se aplica hoy a todas las cónyuges de gobernantes en el mundo. Pero su significado se transformó. La beneficencia quedó en un segundo plano cuando la atención de los medios comenzó a centrarse en el trabajo de las primeras damas, y encontró historias de corrupción, poder e intriga política, entre muchas otras. Como Imelda Marcos, acusada de tener la colección de zapatos más cara de Filipinas mientras la economía del país caía a pique durante el gobierno dictatorial de Ferdinad Marcos.

Hoy en día, cuando primeras damas como Michelle Obama y Carla Bruni son seguidas muy de cerca por la prensa gracias a su elegancia, otras mujeres dejaron a un lado la vida entre cocteles para, como Dolley Madison, facilitar los objetivos de sus esposos.

La Guardiana de Ortega

Entre todos los sandinistas, la persona que provoca mayor rechazo entre los nicaragüenses es Rosario Murillo, esposa de Daniel Ortega, a quien señalan de apoderarse del tesoro nacional. Dice la oposición que la primera dama se adueñó de pinturas, piezas arqueológicas y hasta quiso traspasar la propiedad del Teatro Nacional Rubén Darío a su partido. Sobrina-nieta del mítico guerrillero Augusto César Sandino, tiene todo el protagonismo: es vocera presidencial, coordinadora del Concejo de Comunicación y Ciudadanía y dirige los Consejos del Poder Popular, además de manejar el 50% del presupuesto nacional. Incluso, dicen analistas, se perfila como la sucesora de su marido en la Presidencia, aunque Ortega ya consiguió despejar todos los obstáculos para su reelección esta semana.

En los círculos políticos nacionales se considera que esta mujer menuda, de hablar pausado y suave, educada en Francia e Inglaterra, ejerce una enorme influencia sobre Daniel Ortega, con quien ha compartido 31 años de su vida. Su relación ha sido tan estrecha que ni siquiera los problemas familiares han logrado separarlos.

Rosario Murillo es blanco de críticas por su particular estilo: viste de colores chillones y, además, lleva múltiples anillos, brazaletes y aretes que, dicen, son creencias esotéricas: “La primera dama lleva 28 anillos, siete collares y seis brazaletes que le sirven como armas frente a posibles conjuros de sus adversarios”, aseguró el diario ‘La Prensa’.


Fatima bint Mubarak : madre de Emiratos Árabes Unidos

La biografía oficial sostiene que nació en la cuarta ciudad emiratí más grande, pero rumores afirman que el jeque Zayed bin Sultan Al-Nahyan se enamoró cuando la descubrió en una tribu del desierto.

La jequesa aprendió a leer y a escribir tras la boda para convertirse en una de las consejeras más cercanas de su esposo. Asumió la dirección de la Asociación de Mujeres Árabes y buscó sacar a las mujeres de su país de la ignorancia y la pobreza. Ha financiado la construcción de universidades y centros para atender a las víctimas de la violencia intrafamiliar, convirtiéndose así en una firme defensora de los derechos de la mujer.


Rania: la imagen hecha marca

Cerca de un millón de personas siguen su canal en la red virtual de videos YouTube, y más de 600.000 internautas están pendientes de sus mensajes en la red social Twitter. Y por si fuera poco, las páginas de internet sobre la reina de Jordania, según ‘Forbes’ una de las 100 mujeres más influyentes de l mundo, superan con creces el millón y medio.

Además, Rania de Jordania participa activamente en diferentes organizaciones de beneficencia (la Fundación Clinton , Unicef, la Fundación Internacional para la Asistencia Comunitaria, entre otras) y ha realizado numerosas campañas educativas en su país para que los niños reciban una educación de calidad, con los últimos avances tecnológicos y clases en inglés. Su rostro ha salido en los televisores del mundo para contrarrestar los prejuicios hacia el mundo islámico, además de ilustrar miles de artículos sobre ‘glamour’ (en 2005 fue nombrada la tercera mujer más hermosa del mundo por la revista ‘Harpers & Queen’), política, derechos fundamentales, etc.

La fuerza arrolladora de Michelle Obama

Puede que su esposo, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sea el hombre más poderoso del planeta, pero según las últimas encuestas, ella tiene mejor imagen, vende más revistas y suma más búsquedas en internet.

Es Michelle Obama, una mujer de barrio, educada en Princeton y Harvard, que antes de ser Primera Dama era quien llevaba la carga económica de su hogar. Y marca la diferencia con sus antecesoras. No quiere ser como Hillary, que trasladó su oficina al ala oeste de la Casa Blanca como gesto simbólico de poder.

Tampoco quiere tener la influencia de Eleanor Roosevelt y mucho menos el papel conservador de la ex bibliotecaria y licenciada en magisterio, Laura Bush, quien centró su labor en obras de caridad y educación. Su gran prueba fue la elección de Chicago como sede olímpica, pero no tuvo éxito.

Sandra Torres de Colom: la mujer detrás del presupuesto social

“Jamás dije que la Primera Dama iba a venir a trapear la Casa Presidencial ”, dijo, con furia, el presidente guatematelco Álvaro Colom por los fuertes señalamientos de corrupción contra su esposa, Sandra Torres.

Los señalamientos surgieron después de la posesión como directora del Consejo de Cohesión Social, que maneja asignaciones presupuestales de varios ministerios y dependencias del país para labores sociales. Este monto, que asciende a más de US$262 millones, generó sospechas de que Torres decidiría a su acomodo cuáles programas gubernamentales se ejecutarían y con cuánto dinero contarían.

Las críticas arreciaron hace algunos meses, debido a la aguda crisis alimentaria que azotó a Guatemala y que cobró la vida de casi 30 niños. “La primera dama en persona se encargó de entregar las ayudas a los más necesitados, y quedó retratada como la gran heroína”, señala desde Ciudad de Guatemala el reportero Fernando Bolaños, de Radio Sonora. Su despachó se encargó de hacer énfasis en los US$17,7 millones invertidos en combatir la tragedia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario