miércoles, 28 de diciembre de 2016

Mi versión de lo que ocurrió en la historia un día como hoy 28 de Diciembre

Compilado por Luis Montes Brito
Un día como hoy 28 de Diciembre de 1065 en Londres, Inglaterra, se funda la abadía de Westminster, lugar de coronación de los monarcas ingleses y panteón real. La Abadía de Westminster o Iglesia colegiata de San Pedro de Westminster es una iglesia del tamaño de una catedral. No hay que confundirla con la Catedral de Westminster ya que este último no tiene nada que ver. En el año 960 Los primeros monjes benedictinos se establecen en Thorney Island, que más tarde se convertiría en Westminster. Se dice que fue milagrosamente consagrado después de que un pescador del río Támesis tuvo una visión de San Pedro. Aunque la existencia del santuario es incierta, la abadía histórica fue construida por Eduardo el Confesor entre los años 1045 y 1050 y fue consagrada un día como hoy 28 de diciembre de 1065. Eduardo construyó la catedral al faltar a un voto en el que prometía realizar una peregrinación; el papa le aconsejó redimirse construyendo una abadía. La abadía de Westminster, es desde hace casi diez siglos escenario bodas, coronaciones y entierros de reyes ingleses. Desde la primera coronación en la abadía, la del rey Guillermo I en el día de Navidad de 1066, hasta el funeral de Diana de Gales, madre del príncipe Guillermo, en 1997, esta iglesia gótica del tamaño de una catedral situada frente al Palacio de Westminster, sede del Parlamento británico, ha vivido un sinnúmero de ocasiones históricas. La Abadía ha sido la iglesia de la Coronación en toda la nación. También es un lugar de entierro y conmemorativo de muchas figuras históricas famosas de los últimos mil años de la historia de Gran Bretaña. Su nombre formal es el de Iglesia Colegiata de San Pedro y, a diferencia de la mayoría de los templos de Gran Bretaña, es propiedad directa del monarca y no de ninguna diócesis o provincia. La abadía es uno de los cementerios con mayor concentración de genios y personajes regios del mundo. Es el lugar donde reposan los restos de 17 reyes, incluidos Enrique V, Enrique VII, Isabel I y Jorge II, el último en recibir allí sepultura. En el extremo sur de Westminster, alrededor de la tumba del autor de "Los cuentos de Canterbury", Geoffrey Chaucer, ha crecido a lo largo de los siglos el llamado Rincón de los Poetas. Se llama así porque allí descansan los restos de destacados personajes de la cultura como el novelista victoriano Charles Dickens, los poetas Edmund Spenser y Alfred Tennyson, así como los actores David Garrick, Henry Irving y Laurence Olivier. Los compositores Henry Purcell y George Frideric Handel, y el científico que hizo el postulado de la ley de la gravitación universal, Isaac Newton, se cuentan también entre los cientos de personajes ilustres enterrados en el lugar. Bajo la bóveda gótica más alta de Inglaterra -31,1 metros- se han celebrado durante el siglo XX numerosas uniones reales, empezando por la de los padres de la reina Isabel, el príncipe Alberto -coronado más tarde como Jorge VI- y Elizabeth Bowes Lyon, la "reina madre", que se casaron en abril de 1923. El funeral de la reina madre se celebró asimismo en la abadía, recuperando una tradición que en aquel momento llevaba dos siglos y medio interrumpida. Tras la Segunda Guerra Mundial, la entonces princesa Isabel se casó con Philip Mountbatten, después duque de Edimburgo, en noviembre de 1947, en una ceremonia que estuvo marcada por la austeridad de la posguerra. La princesa tuvo que reunir cupones de racionamiento para poder comprar la tela del vestido de boda, como cualquier otra novia de la época, según documentos del Archivo Nacional británico. Su hermana, la princesa Margarita, fue la siguiente en pasar por el altar de la abadía para casarse con Antony Armstrong-Jones en mayo de 1960, en un matrimonio que se disolvería años más tarde. En 1973, Margarita volvió a la abadía para casarse con el capitán Mark Phillips, de quien también se divorciaría 19 años después. El suelo que hay frente al gran altar en el que se celebran las coronaciones y las bodas fue decorado en estilo de mosaico ornamental por operarios traídos expresamente de Roma, siendo uno de los diseños más grandes de este tipo que se conservan en el mundo. Fue sacado de la abadía durante los bombardeos nazis de Londres en la Segunda Guerra Mundial, una época en la que por seguridad la silla de la coronación fue trasladada a la catedral de Gloucester y en la que la piedra de coronación -utilizada originalmente por los monarcas escoceses- se enterró en secreto en la misma abadía. Una de las campanas de la iglesia gótica, en el conjunto situado en la torre noroeste del templo, sirve para anunciar la muerte de un miembro de la familia real o del deán de Westminster.
Un día como hoy 28 de Diciembre de 1836 en Madrid, España se firma el "Tratado Santa María–Calatrava", Tratado de paz y amistad a través del cual el Reino de España reconoce como Nación Libre, Soberana e Independiente a la República de México. Tras la derrota de Ayacucho en 1824, España tiene que retirarse de la América continental. Fernando VII se empecina en la reconquista de América, impidiendo el reconocimiento de la independencia. Habrá que esperar a la llegada de su viuda, la reina María Cristina, a la Regencia en 1833, para que empiece a cambiar la situación. Atrás quedarán los intentos de conseguir una confederación al estilo de la Commonwealth británica. Tanto las nuevas repúblicas como España estaban interesadas en el reconocimiento. A las primeras, el reconocimiento equivalía a la ratificación por parte de España de la pérdida de su soberanía, mientras que para España era necesaria la firma de tratados comerciales. Sin embargo, lo que caracteriza este proceso es la ausencia por parte de España de proyecto para ejecutar de manera coordinada y coherente los diferentes reconocimientos. A comienzos de 1834, el gobierno de España presidido por Francisco Martínez de la Rosa (Granada, 1787-Madrid, 1862), con el respaldo de Reino Unido, manifiesta su intención de iniciar las negociaciones. La primera nación con la que se firmó un tratado fue México, cuyo representante en Londres, Lorenzo Zavala (Tecoh, México, 1788-San Jacinto, Estados Unidos, 1836), empezó las negociaciones con el representante español, el Duque de Frías. Un día como hoy 28 de Diciembre de 1836 se firma en Madrid España, el Tratado Santa María – Calatrava, o Tratado definitivo de paz y amistad entre México y su majestad Católica Isabel II a través de dicho tratado la monarquía española reconocía la Independencia de México como «Nación Libre, Soberana e Independiente»; retomaba relaciones diplomáticas y finalizaba las tensiones entre ambas naciones surgidas a partir de la Guerra de Independencia de México iniciada en 1810. Fue firmado por Miguel Santa María por parte de México y José María Calatrava en representación del reino español.. Desde ese año y hasta 1850 se producen los reconocimientos de Ecuador (1840), Chile (1844), Venezuela (1845), Bolivia (1847), Costa Rica y Nicaragua (ambos en 1850). Con la entrada de capital extranjero en la Península Ibérica, la política exterior será más agresiva, como demuestra la participación en la guerra del Pacífico (1863-1866), el imperio mexicano de Maximiliano (1861-1862), la anexión de Santo Domingo (1861-1865) o la guerra cubana de los Diez Años (1868-1878). Durante este período se firmarán los acuerdos con República Dominicana (1855), Argentina y Guatemala (1863), Perú y El Salvador (1865). Cinco años más tarde se firmará con Uruguay (1870). Con la política de recogimiento llevada a cabo por el presidente Antonio Cánovas del Castillo (Málaga, 1828-Arrasate/Mondragón, Gipuzkoa, 1897) en la Restauración, se firman los tratados con Paraguay (1880), Colombia (1881), Honduras (1894), y finalmente, de Panamá (1904), que se había independizado de Colombia un año antes.
Un día como hoy 28 de Diciembre de 1856 nace en Taunton, Virginia, Woodrow Wilson quien llegaría a ser presidente de los Estados Unidos. Thomas Woodrow Wilson nace un día como hoy 28 de diciembre de 1856 en Taunton, Virginia. Casi 47 años más tarde se convirtió en el vigesimoctavo presidente de los Estados Unidos de América (1913-1921). Hijo de un pastor protestante, estudió en la Universidad de Princeton, en donde más tarde trabajó como profesor de Derecho Constitucional (desde 1890) y llegó a ser rector (1902-1910). Vinculado al Partido Demócrata, pasó luego a la política y fue gobernador de Nueva Jersey en 1911-1912; si sus reformas pedagógicas habían hecho de Princeton una universidad modélica, sus reformas políticas y sociales en Nueva Jersey llamaron suficientemente la atención como para convertirle en candidato a la presidencia para terminar con un largo periodo de hegemonía política republicana. En las elecciones presidenciales de 1912 obtuvo una abrumadora mayoría, favorecida por la división del voto republicano entre las candidaturas de Theodore Roosevelt y William Howard Taft (sería reelegido en 1916). Durante sus dos mandatos como presidente (1913-1921) llevó adelante el programa de la Nueva Libertad, consistente en reforzar la intervención del poder central en apoyo de la democracia: reorganizó el sistema bancario americano con la creación de un banco central (la Reserva Federal, en 1913), creó un impuesto federal progresivo sobre la renta personal, introdujo la elección directa de los senadores por sufragio universal, extendió el derecho de voto a las mujeres, empleó la fuerza del Estado para luchar contra los monopolios y trató de frenar el consumo de alcohol con la ley seca. Pero fue en la política exterior en la que hubo de asumir los mayores retos. Ante los ataques de que era objeto el suroeste de los Estados Unidos por parte del revolucionario mexicano Pancho Villa, envió una expedición militar a México en 1916, aunque no consiguió capturarle. Hasta entonces, Wilson había mantenido la neutralidad de los Estados Unidos en la «Gran Guerra» europea declarada en 1914, continuando de esta forma la tradicional política exterior aislacionista del país; en la campaña electoral de 1916 utilizó profusamente la neutralidad como argumento. Sin embargo, en 1917 se vio obligado a romper sus promesas de neutralidad, ante los ataques submarinos alemanes a la navegación en el Atlántico y el temor a una alianza de México con Alemania para arrebatar territorios a los Estados Unidos (plan descubierto por el «Telegrama de Zimmermann», enviado por el ministro de asuntos exteriores alemán a su embajador en México). Los Estados Unidos entraron en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) como aliados de Gran Bretaña y Francia, con un sentido de cruzada mundial por la libertad contra los regímenes anacrónicos y opresivos de Alemania y Austria-Hungría; con su peso industrial y militar contribuyeron a desequilibrar la contienda en favor de los aliados, al tiempo que demostraban su condición de gran potencia. En 1918 el presidente Wilson formuló un programa de catorce puntos que debían inspirar los tratados de paz y el orden de la posguerra: un programa intensamente moral, democrático y pacifista, que preveía la abolición de la diplomacia secreta, la libertad de navegación en todos los mares, la reducción de armamentos, la liberalización del comercio y la constitución de una Sociedad de Naciones que garantizara el arreglo pacífico de los conflictos. Para solucionar los contenciosos fronterizos, Wilson proponía aplicar de forma general el principio de las nacionalidades, dando la independencia a los pueblos con identidad cultural propia que habían estado sometidos al Imperio Austro-Húngaro, al Imperio Otomano o al Imperio Ruso. Pero, terminada la guerra, Wilson se trasladó a Europa para participar en la Conferencia de Paz de París (1919), y allí descubrió la realidad de la política internacional, marcada por el revanchismo y las ambiciones territoriales de los vencedores. Decepcionado por los compromisos que se vio obligado a aceptar, regresó a Estados Unidos sin otro éxito significativo que el de haber conseguido que se creara la Sociedad de Naciones. Por entonces, además, la oposición republicana había obtenido la mayoría en el Congreso, y desde allí expresaría su desaprobación a la política de Wilson. El Senado se negó a ratificar el Tratado de Paz de Versalles e impuso de nuevo el aislacionismo, rechazando el ingreso en la Sociedad de Naciones que había contribuido a crear su presidente. Wilson lanzó una campaña para ganarse el apoyo de la opinión pública, pero un colapso le apartó de la actividad política, dejándole inválido para el resto de su mandato. En 1919 recibió el Premio Nobel de la Paz. Falleció en Washington, el 3 de febrero de 1924. Un dato que no es muy comentado por la mayoría de historiadores es el apoyo de Wilson en sus inicios al Ku Klux Klan. Cuando Wilson era joven, se había opuesto vigorosamente a la reconstrucción del país, y, como presidente, revivió las políticas de segregación racial en el gobierno federal, por primera vez desde el fin de la Guerra de Secesión. La película El nacimiento de una nación poseía un fuerte mensaje partisano, y la documentada perspectiva que Wilson poseía acerca del racismo y del Klan, es razonable interpretar los comentarios acerca de la veracidad de los hechos mostrados en el rodaje como un apoyo a esta organización racista. De su autoría es la siguiente frase: (Cita de Woodrow Wilson usada en la película El nacimiento de una nación de D. W. Griffith). “Los hombres blancos fueron provocados por un mero instinto de supervivencia... hasta que finalmente surgió un gran Ku Klux Klan, un verdadero imperio del sur, para proteger al territorio sureño”. Otras expresiones atribuidas a Wilson que son famosas por su alto contenido racista son : “La segregación no es una humillación sino un beneficio, y debe ser considerado por ustedes, caballeros”. “(Los miembros de la raza blanca) hemos salvado la civilización de este continente”.
Un día como hoy 28 de Diciembre de 1895 en París, Francia, los hermanos Louis y Auguste Lumière ofrecen la primera exhibición pública de su cinematógrafo. Aunque se toma como fecha del nacimiento del cine un día como hoy 28 de diciembre de 1895, cuando los hermanos Louis y Auguste Lumière ofrecen la primera exhibición pública de su cinematógrafo, se sabe que en esas fechas otros muchos pioneros ya estaban proyectando también imágenes por otros sistemas que quizás todavía no tenían la perfección del francés, pero que buscaban el mismo objetivo. Los precursores fueron básicamente fotógrafos que disponían de una mínima infraestructura para poder procesar en sus laboratorios las imágenes obtenidas. La primera proyección de los Lumière se ofreció en el conocido Salon Indien del Gran Café, situado en el número 14 del Boulevard des Capucines parisino. Los despistados que se dejaron atraer por el cartel del espectáculo fueron más notorios que aquellos que habían recibido una invitación personal de los Lumière. Los comentarios de la época señalan que los espectadores quedaron asombrados ante aquellas imágenes que pasaban ante sus ojos. Para hacerse una cabal idea de la impresión recibida por el público es preciso situarse en ese mundo de hace más de un siglo, en el que no existía la imagen en movimiento. Grabados, cuadros, fotografías: reproducir el mundo significaba detenerlo, convertirlo en algo inmóvil, en el recuerdo de un gesto. La estampa otoñal de una calle, un grupo familiar frente a un plácido jardín burgués, un vacío atardecer de estío al borde del mar. Tan sólo cincuenta años antes el hombre había aprendido a reproducir mecánicamente la realidad tal y como la vemos mediante fotografías. El nacimiento de la fotografía había constituido una verdadera revolución para los ojos de la humanidad: lo que una persona había visto en un país muy lejano lo podía ver otra, con absoluta precisión y exactitud, sin necesidad de moverse de su hogar. Un día como hoy 28 de diciembre de 1895 los hermanos Lumière dieron un paso más. En aquella lujosa avenida de la capital francesa se concentraba esa tarde un pequeño grupo de gente ante la puerta de un local en el que se anunciaba la presentación de un nuevo invento. Su escueto anuncio decía: "Cinematógrafo Lumière. Entrada 1 franco". De entre todos los paseantes, treinta y tres fueron las personas que se dejaron arrastrar por el enigmático cartel. Cuando se sentaron en la sala (unos antiguos billares llenos de asientos, presididos por un mudo rectángulo de tela blanca), se apagaron las luces. Algo ronroneó en el silencio, y apareció una imagen en la tela. Una proyección. La vacilante imagen de una estación de tren. Por unos breves instantes, nada de lo visto resultó innovador a los ojos de la audiencia: en los últimos años ya se conocían linternas mágicas capaces de proyectar fotografías en las paredes. Pero esta magia nueva escondía otra magia. De repente, ante los ojos atónitos del público, todas las figuras que poblaban la estación no solamente temblaban en la blancura de la pantalla, sino que también se movían. Aquellas figuras fotografiadas miraban a izquierda y derecha esperando la llegada del tren. Llegó entonces el momento cumbre. Del fondo de la imagen surgió una locomotora, avanzando lentamente en dirección a los presentes. Eso ya era demasiado: algunos de ellos, realmente asustados, saltaron de sus asientos y se precipitaron hacia la salida. No volvieron a ellos hasta que se les garantizó que la locomotora se había detenido en la estación. La impresión de realidad de aquellas breves imágenes había sido tan fuerte que salieron del local presos de una nueva excitación: habían asistido al nacimiento de algo nunca visto, un espectáculo singular que no ha dejado de fascinar a sus seguidores desde el mismo día de su nacimiento. Pronto corrió por todo París la noticia, y el Salon Indien se quedó pequeño. Todo eso no ocurrió, por cierto, en la primera sesión de proyección (La llegada de un tren a la estación es un filme posterior a esa fecha), pero igualmente, para los hermanos Auguste y Louis Lumière, aquel espectáculo no dejaba de ser una mezcla de experimento científico y número de feria, por mucho éxito que tuviera. El inventor estadounidense Thomas Alva Edison ya había desarrollado, antes de la proyección de los Lumière, una película que presentaba imágenes en movimiento. La diferencia residía en que su kinetoscopio era para un solo espectador, un pequeño objeto giratorio cuyo interior podían contemplar los visitantes de las ferias ambulantes tras introducir una moneda. Los Lumière, sin embargo, tuvieron la intuición de pensar que aquello tenía que ser algo colectivo, una ceremonia pública. Si se prescinde de las aspectos técnicos del invento, ésa fue sin duda su mayor aportación. Y así es como ha seguido siendo el cine desde entonces. Las primeras películas de los Lumière (la ya citada La llegada de un tren a la estación, y otras como La salida de los obreros de la fábrica Lumière, La salida del puerto, Juego de cartas, El desayuno con el bebé, La llegada de los congresistas a Neuville-sur-Saône o Los herreros) tenían una duración muy breve (menos de un minuto) y una gran simplicidad formal: una toma desde un solo punto de vista servía ya para despertar el interés y la fantasía de la audiencia. Del mismo modo que había sucedido con la fotografía, pronto se pensó en enviar a los operadores a lugares remotos del mundo, para captar realidades poco habituales a los ojos del público. Escenarios exóticos, gentes lejanas, acontecimientos de la vida política y social o escenas deportivas: pequeños documentales en movimiento que cumplían parecida misión que las imágenes fotográficas, pero con mayor espectacularidad.
Un día como hoy 28 de Diciembre de 2003 Guatemala: En segunda vuelta electoral Óscar Berger Perdomo gana con el 54,13% la presidencia de la República. Óscar José Rafael Berger Perdomo nació el 11 de agosto de 1946 en Ciudad de Guatemala, criado en una familia de la alta burguesía guatemalteca, con ascendencia europea (Bélgica) e intereses en las industrias del café y el azúcar, el único hijo varón de los Berger Perdomo, cursó estudios de bachillerato en el Liceo Javier y se licenció como abogado y notario en la Universidad Rafael Landívar. En las aulas universitarias entabló relación con Álvaro Arzú, un joven con proyección profesional que estaba llamado a convertirse en uno de los empresarios más prósperos del país y que en los comicios municipales de 1982 resultaría elegido alcalde de la Ciudad de Guatemala. No asumió el cargo porque lo impidió un nuevo pronunciamiento militar, pero Arzú y algunos de sus seguidores -Berger entre ellos- ocuparon el tiempo inmediato en sentar los fundamentos para la constitución de un nuevo grupo político de corte liberal que bautizaron con el nombre de Partido de Avanzada Nacional (PAN). El orden constitucional regresó a Guatemala con los comicios de 1985 que colocaron al democristiano Vinicio Cerezo en la presidencia. Entretanto, Álvaro Arzú resultó reelegido alcalde de la capital y designó concejal a su correligionario, Óscar Berger. Cumplida la legislatura y con el PAN convertido en el referente ideológico de la derecha moderada y las nuevas generaciones de industriales y empresarios, Arzú optó por presentar su candidatura a la presidencia de la República en los comicios de 1990 y postuló a Berger como cabeza de lista del partido a la alcaldía capitalina. Sin embargo, la sucesión de Vinicio Cerezo no se resolvió de forma favorable a los intereses del PAN y el vencedor de la contienda fue el líder de la formación de centro-derecha MAS, Jorge Serrano. Mejor suerte tuvo Óscar Berger en la batalla municipal y el 15 de enero de 1991 juró como nuevo alcalde de Ciudad de Guatemala; cargo para el que resultó reelegido en los comicios de noviembre de 1995. Esa misma jornada electoral deparó excelentes resultados para su partido; por un lado, el PAN fue la formación más votada en las legislativas y se convirtió en la primera fuerza política del Congreso y, por otro, Álvaro Arzú, logró el respaldo popular necesario para optar a la segunda vuelta de las presidenciales, que finalmente se celebraron el 7 de enero de 1996 y en las que derrotó al nuevo líder del Frente Republicano Guatemalteco (FRG), Alfonso Portillo. Durante el mandato presidencial de Arzú, Óscar Berger manifestó su interés por convertirse en su sucesor y el 27 de junio de 1999 el partido oficializó su candidatura a la presidencia de la República. Tres días después abandonó sus quehaceres municipales para dedicarse por completo a la campaña por la más alta magistratura del país, con un programa centrado en tres promesas clave: la lucha contra la pobreza, el incremento de los salarios y la mano dura contra el crimen organizado. Pese a su entrega, el discurso populista de Alfonso Portillo obtuvo un calado mayor en la desestructurada sociedad chapina y, en las consultas electorales de noviembre y diciembre, el fin del ex dictador Ríos Montt largo la victoria. Tras el fracaso electoral, Berger anunció su retirada de la política activa y el regreso al sector privado para ocuparse de sus negocios. El castigo en las urnas también tuvo consecuencias negativas en el seno del partido que, en los años siguientes, sufrió la escisión de una amplia facción que fue rebautizada con el nombre de Partido Unionista y en la que se ubicaron históricos como Arzú. Pese a la crisis interna, el PAN tuvo suficiente capacidad de reacción para aprovechar la creciente impopularidad del Ejecutivo del Frente, marcado por los escándalos de corrupción, la incapacidad de gestión y los abusos de poder, y postularse de nuevo como alternativa de gobierno. En la primavera de 2002, Berger regresó a la arena política para liderar este nuevo asalto del PAN. Triunfó con holgura en las primarias del partido pero de nuevo las luchas intestinas frustraron el cierre de filas en torno a la candidatura única. Óscar Berger optó entonces por buscar apoyos fuera del partido y constituir una plataforma presidencial autónoma y a medida. De este modo, en abril de 2003 nació la Gran Alianza Nacional (GANA); una coalición electoral conservadora integrada por el Partido Patriota (PP), el Movimiento Reformador (MR) y el Partido Solidaridad Nacional (PSN), Berger se colocó bajo sus siglas como candidato a la presidencia. Antes de acabar el mes, el PAN anunció la expulsión de Berger por aceptar el liderazgo de otra lista electoral. Animado por los sondeos que le concedían clara condición de favorito, Berger se convirtió oficialmente en candidato de GANA a los comicios presidenciales el 27 de julio de 2003. El inicio de la campaña estuvo marcado por la insólita inscripción de Efraín Ríos Montt como candidato presidencial -pese a la prohibición constitucional- y las extorsiones y los asesinatos de destacados dirigentes políticos, aunque, finalmente, el electorado volvió la espalda al ex dictador y el reparto del voto popular se dirimió entre Berger y el ingeniero Álvaro Colom, líder de la progresista Unidad Nacional de la Esperanza (UNE). Con un ambicioso programa de reformas políticas, económicas y sociales y el respaldo explícito de los oligarcas del campo y los empresarios de la capital, Berger se proclamó vencedor de la primera vuelta electoral, celebrada el 9 de noviembre, con algo más del 34% de los votos; ocho puntos por delante de Colom, su directo rival. También fue suya la victoria en la segunda vuelta y, tras el recuento de votos de la jornada de un día como hoy 28 de diciembre de 2003, Óscar Berger se convirtió en presidente electo de la República de Guatemala. Recibió la banda presidencial el 14 de enero de 2004 y tomó posesión para un mandato cuatrienal con un discurso inaugural en el que prometió un trabajo continuado de su Ejecutivo para fortalecer las instituciones del Estado de Derecho y luchar contra la impunidad de los corruptos y los violentos. En octubre de 2005, Guatemala sufrió uno de los peores desastres naturales de su historia. El paso por Centroamérica del huracán Stan, cuyas consecuencias serían aún más virulentas que las producidas años atrás por el Mitch, sembró el caos en el país, ocasionando centenares de víctimas mortales y de desaparecidos, así como una incalculable cifra de damnificados. Tal fue el grado de destrucción generado, que Berger declaró el “estado de calamidad pública”. Entregó la banda presidencial el 14 de enero de 2008 a su sucesor, Ing. Álvaro Colom de la Unidad de la Esperanza (UNE). Hoy en día se dedica a la administración de sus empresas teniendo como sede la zona 14 con Grupo Desarrollador de Proyectos G.D.P y Fuelcheck entre otras. El Gobierno de su sucesor Álvaro Colom le acusó de haber dejado una deuda flotante de más de 4 mil millones de Quetzales.

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