sábado, 1 de febrero de 2020

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: SEXO TOXICO


Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Siete de cada diez mujeres sufren violencia en El Salvador. 

La estadística es tan fría como contundente y llama a la reflexión.

Puede ser violencia psicológica, física o sexual. No todas lo denuncian, algunas por temor y otras porque ya es demasiado tarde: son víctimas de feminicidios, un término que tristemente ha cobrado mucho auge en los últimos tiempos. 

Algo que por frecuente no deja de sorprender es la cantidad de casos de violación. 

Por ser seres frágiles y vivir en el reino del machismo, las víctimas son presas fáciles de quien se atreva. Y no solo aplica para las mujeres, sino para cualquier ser frágil como niños o personas con capacidades disminuidas.

A veces, cuando se trata de personas del mismo sexo, es más difícil de advertir -y por lo tanto prevenir- una violación o abuso sexual. Es que muchas veces el violador busca aprovecharse de un momento oportuno: un descuido, las cárceles o la condición de discapacitado de alguno, por poner un ejemplo. También se valen del engaño que hace que los violados crean en un principio que su violador les tiene algún cariño y solo buscan amistad. Cuando descubren la verdad ya es demasiado tarde.

Otro aspecto a tener en cuenta son las personas tóxicas, que pueden condicionar nuestras vidas.

En la actividad sexual existen una serie de actividades que engloban los llamados fetichismos. Si son del agrado de ambos en una pareja, de forma consensuada, no necesariamente es malo, aunque para otros parezcan desviaciones de la misma y hasta perversiones. Sin embargo, el problema es cuando el dominante en la relación ejecuta actividades u obliga a desempeños sexuales que lastiman, ofenden y sobre todo no son aceptadas por sus parejas. 

Eso también es inadecuado , por más que el ejecutor no sea un extraño sino su propia pareja. 

Así mismo si la pareja no desea tener sexualidad y es obligada, puede considerarse como violación. 

Por eso es importante detectar una relación tóxica y cortarla de plano. 

Si la pareja no comparte vínculos, como el matrimonio y/o hijos, será mucho más sencillo dejar a una persona porque nos utiliza de una forma sexual que no nos agrada y que nos somete a su voluntad. 

Si hay una relación más formal, será más complicado: se requiere de mucha autoestima y coraje para tomar una determinación así. En una sociedad dominada por el machismo, el ser más débil pasa a ser propiedad del más fuerte y no una pareja que comparte en armonía e igualdad. 

Es bastante difícil cortar estas relaciones tóxicas y suele necesitarse de una consejería y de una parte legal al mismo tiempo.

El sexo suele usarse como método de crueldad, ya que es una forma de demostrar dominio y sumisión a su contraparte 

También puede haber parejas que omiten dar sexualidad o gestos de afectividad de forma consciente para hacernos sentir inferior. 

No obstante, lo más frecuente es que causen dolor y maltrato durante el mismo acto sexual: son sádicos con sus parejas y disfrutan haciéndoles daño. 

Este tipo de fenómeno se da en todos los estratos sociales, pero es más frecuente en las capas de menor nivel cultural. Hay personas que creen que es a lo que tienen derecho o que eso es su parte en la sexualidad, ya que sienten que pertenecen a alguien y no pueden elegir la forma de ser tratadas. 

Desgraciadamente, y sobretodo en las sociedades latinas y países tercermundistas, esto lo observamos con cierta naturalidad. Y ni hablar de las culturas asiáticas, africanas y árabes. En dichos lugares, ni siquiera una denuncia es garantía de nada. Primero por el temor, y además porque suele ocurrir que la víctima se victimice mas , mientras el agresor goza de total impunidad.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

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