Tomado
de BBC Mundo
¿Hay
un espíritu anti Estados Unidos en Venezuela?
Por Daniel Pardo
En Venezuela se han visto banderas de Estados
Unidos en llamas, pero el deporte nacional es el béisbol y el principal destino
turístico es Miami.
Prácticamente todos los países de América
Latina tienen una relación de amor y odio con EE.UU.. Pero Venezuela puede ser
un caso especial.
Sobre todo ahora, que EE.UU. impuso nuevas
sanciones a funcionarios venezolanos –les quitó visas y congeló cuentas bancarias–
y declaró a Venezuela como una "una amenaza" para su seguridad
nacional.
La respuesta del gobierno de Nicolás Maduro ha
estado cargada de fuertes adjetivos y acusaciones contra EE.UU., pero ¿tiene el
discurso antiimperialista eco entre los venezolanos?
El martes, la Asamblea Nacional le aprobó a
Maduro una ley de poderes especiales para "luchar por la paz del
país", que según el oficialismo está amenazada por EE.UU.
Entre cánticos de "Venezuela se
respeta" y "Maduro, al yankee dale duro", el presidente exclamó
"desde mi alma de revolucionario, les juro que no podrán con Venezuela (…)
¡Y cumpliré con mi juramento a costa de mi propia vida si tengo que
darla!".
No es la primera manifestación vehemente del
oficialismo en contra del llamado "imperialismo gringo": hace un mes,
entre varios ejemplos, Maduro lideró una marcha en su contra y en los canales
de televisión estatales han aparecido varios comerciales que rechazan la
supuesta injerencia de EE.UU.
La retórica antiimperialista ha sido una de las
características principales del discurso de la revolución bolivariana
instaurada por el fallecido presidente Hugo Chávez hace 16 años.
Pero en los últimos meses, a medida que las
sanciones desde Washington a funcionarios han aumentado, la diatriba contra
EE.UU. se ha vuelto una cuestión de todos los días. Varias veces al día.
Mientras tanto, EE.UU. nunca ha dejado de ser
el principal socio comercial de Venezuela.
Qué
dicen las encuestas
La mayoría de los venezolanos parecen rechazar
las acciones del gobierno de EE.UU., pero eso no implica que desprecien al
país.
Según un reciente estudio de Datanálisis, una
encuestadora con base en Caracas, 69% de los venezolanos rechazan las
sanciones, mientras que un 72% está en desacuerdo con que EE.UU. tome acciones
frente a la situación del país.
"Pero ojo", le dice a BBC Mundo el
presidente de la encuestadora, Luis Vicente León, "eso no significa que
los venezolanos sientan rechazo por EE.UU.".
"De hecho, históricamente los venezolanos
han tenido una percepción positiva de EE.UU.".
Una reciente encuesta de Hinterlaces, también
de Caracas, arroja números similares.
Mientras que una investigación publicada en
octubre del Pew Research, un centro de estudios con base en Washington, reportó
que el 62% de los venezolanos tiene una opinión favorable sobre EE.UU.
Amor
y odio de larga data
Nada de esto, en realidad, es nuevo, según
varios historiadores consultados por BBC Mundo.
"Desde que los estadounidenses empezaron a
tener negocios petroleros en Venezuela a principios del siglo (XX), ha habido
un sector que los rechaza vehementemente y otro que les da la bienvenida",
dice Margarita López Maya, profesora de la Universidad Central de Venezuela
(UCV).
El partido socialdemócrata Acción Democrática y
los gobiernos militares siempre usaron el nacionalismo y la defensa de las
reservas petroleras como parte de su discurso político, recuerda la
historiadora.
Mientras tanto, hay generaciones de venezolanos
que crecieron, se educaron y pasan sus vacaciones en EE.UU.
"Lo que pasa es que Chávez, después del
golpe de Estado en 2002 y su acercamiento con Fidel Castro, potenció este
discurso antiimperialista hasta los niveles que vemos ahora", explica.
Hoy en día se pueden ver murales del Tío Sam
con la famosa frase "Yankee Go Home" en algunos barrios de Caracas o
documentales sobre la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en
inglés) que dejan mal parado al poder estadounidense.
Influencia
por el petróleo
"Al ser un país de gran poder económico,
Venezuela fue uno de los primeros en la región en recibir la modernización
basada en estándares estadounidenses", dice Agustín Blanco Muñoz, también
historiador de la UCV.
Y por eso acá se construyeron los primeros
centros comerciales, llegaron los primeros blue jean y se impusieron –antes que
en otros países de la región– patrones de consumo estadounidenses.
Según Blanco, eso no ha cambiado con la llamada
revolución bolivariana: "Pregúntale a cualquier chavista qué haría si se
abre la posibilidad de ir a Disney (…) Seguro le llama la atención".
El historiador recuerda que varios funcionarios
del gobierno bolivariano han sido vistos –y, en el reciente caso de un exjuez,
arrestado– en Orlando, la sede de Disney.
El rechazo de los venezolanos contra EE.UU. no
parece ser contra el país, sino contra lo que representa el gobierno.
¿Washington
es EE.UU.?
Pero Omar Galíndez, historiador de distinta
tendencia, dice que una cosa es el rechazo al bloque de poder en Washington y
otra la diatriba del país en general.
Parecido piensa un periodista estadounidense
que lleva tres años en Venezuela y pidió no revelar su nombre: "La
propaganda antiimperialista del gobierno no genera mucho impacto en la
gente", dice.
"Yo voy a los barrios chavistas y me dicen
'el gringo', pero con la misma simpatía que le dicen a alguien 'el negro' o 'el
gordo'", explica, en referencia a otros apelativos afectivos que usan los
venezolanos.
Galíndez, por su parte, dice: "Acá no hay
antiamericanismo; incluso hay simpatía con la clase media estadounidense que ha
sido explotada por el poder del gobierno", señala.
En las calles del país, pues, no se siente un
sentimiento anti EE.UU.
El mismo Maduro ha dicho en entrevistas con
medios anglosajones que se siente influenciado por los movimientos de contra
cultura que emergieron en los 60 y 70 en EE.UU. y Reino Unido.
Y ha mostrado su admiración por presidentes que
considera demócratas como Jimmy Carter.
El martes, en su discurso en la Asamblea,
Maduro mostró imágenes de la supuesta discriminación racial en EE.UU. También
criticó la técnica de estimulación hidráulica del fracking y las deportaciones
de niños.
Su crítica, parece, va dirigida a la capital
estadounidense: "La única amenaza que tiene EE.UU. está en
Washington", concluyó.