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miércoles, 25 de marzo de 2015

Precandidato republicano Ted Cruz critica Obamacare pero se beneficia de él ¿?

Tomado de La Voz de América
Ted Cruz se inscribe en "Obamacare"
El senador por Texas Ted Cruz ha prometido anular "Obamacare" si es elegido presidente en 2016.

Uno de los más claros oponentes a la ley de cuidado de salud del presidente Barack Obama, conocida como "Obamacare", está por inscribirse en el programa.
El senador republicano Ted Cruz, el primer candidato presidencial oficial para 2016 dijo, el martes, que se inscribirá para la cobertura de salud porque es un requerimiento para los miembros del Congreso. La familia de Cruz había recibido seguro de salud a través del empleador de su esposa, pero ella tomará un permiso para ausentarse de su trabajo para unirse a él en la campaña política.
El novato senador por Texas ha prometido anular la Ley de Cuidado Asequible, el nombre oficial de Obamacare, si es elegido presidente.
En 2013, esfuerzos de Cruz y otros conservadores en el Congreso para anular "Obamacare" llevaron a un cierre del gobierno durante 16 días.
Previamente, los miembros del Congreso estaban cubiertos por un programa que proveía una amplia variedad de planes de cuidados de salud para millones de empleados federales.
Sin embargo, bajo una enmienda a la Ley de Cuidado Asequible impulsada por el senador republicano Charles Grassley, los miembros del Congreso no elegibles para Medicare deben recibir el cuidado de salud con fondos del gobierno a través del mercado de seguros como millones de otros estadounidenses que no están cubiertos por sus empleadores.


sábado, 25 de enero de 2014

“SOCIALISMO” ETIQUETA ARCAICA USADA COMO MANTRA POR DOGMATICOS

Tomado de esglobal 

Obama caricaturizado ignorantemente por ultraconservadores del Tea Party como fascista y socialista al mismo tiempo

¿HA DEJADO DE SER "SOCIALISMO" UNA PALABROTA EN EE UU?

Las percepciones de los estadounidenses sobre el socialismo y el capitalismo están cambiando en las generaciones más jóvenes.
…el gobierno de Estados Unidos, como el de todos los países capitalistas, incluye muchos elementos socialistas, como las escuelas públicas, las prestaciones sociales, las obras públicas, etcétera. Estos programas sólo son calificados como socialismo cuando los conservadores quieren insultarlos. Los demócratas han eliminado el término de su vocabulario, prefiriendo llamar a estos programas "red de seguridad social".
Por Alana Moceri

En 2009 escribí en mi blog que el presidente Barack Obama no era un socialista. La prensa española de derechas ofreció con regocijo el vínculo a este post y también fue objeto de sus comentarios, ya que lo interpretó como un reproche al PSOE, que había utilizado imágenes tanto de Obama como del ex presidente George W. Bush en su campaña al Parlamento de la Unión Europea. A algunos de mis amigos en el PSOE no les hizo ninguna gracia este post, pero quizá ahora, tras haber cumplido cinco años como presidente, está aún más claro por qué resulta problemático caracterizar a Obama como socialista.
Obamacare, su logro legislativo más significativo, desmiente a cualquiera que pretenda llamarle socialista. Esta solución basada en el mercado puede contribuir a hacer el seguro de salud accesible a más ciudadanos estadounidenses, pero no tiene en cuenta la evidencia presentada por el resto de países desarrollados del mundo de que la sanidad de "pagador único", también conocida en Estados Unidos como "medicina socializada", funciona.
El pasado noviembre, el propio Obama ofreció el mejor resumen de sus credenciales capitalistas cuando se dirigió a cien líderes empresariales en la Cumbre de Directores Ejecutivos del Wall Street Journal: "La gente a veces me llama socialista, pero no, tienes que conocer a socialistas de verdad. Así tendrás una idea de lo que es un socialista. Estoy hablando de la reducción del impuesto de sociedades, mi reforma de sanidad se basa en el mercado privado, el mercado de valores tenía bastante buena pinta la última vez que me fijé, y ¿saben? es cierto que me preocupa la creciente desigualdad en nuestro sistema, pero nadie pone en duda la eficacia de las economías de mercado en términos de producción de riqueza e innovación y de mantenernos competitivos".
Desde el primer momento, los republicanos le colocaron a Obama la etiqueta de socialista, una palabra que ha sido vilipendiada en Estados Unidos hasta el punto de que es una etiqueta que los conservadores pegan sobre cualquier progresista al que deseen insultar. Muchos activistas del Tea Party han mostrado su profunda falta de comprensión de estos términos al llamar a Obama no sólo socialista, sino también fascista y Hitler, todo en la misma frase. Pero vamos a centrarnos en la etiqueta socialista, que no sólo es mal entendida por los activistas del Tea Party, sino, en general, en Estados Unidos.
La aversión estadounidense al socialismo tiene dos vertientes, es en parte semántica y en parte cultural. El capitalismo está mitificado en la cultura americana: nos educan para creer que el capitalismo es lo que hace posible el sueño americano, y nos suministran un flujo constante de anécdotas sobre gente que asciende a la riqueza desde la más absoluta miseria. El capitalismo es un valor tan dominante que ni siquiera nos molestamos en contrastarlo con el socialismo, a pesar de que el gobierno de Estados Unidos, como el de todos los países capitalistas, incluye muchos elementos socialistas, como las escuelas públicas, las prestaciones sociales, las obras públicas, etcétera. Estos programas sólo son calificados como socialismo cuando los conservadores quieren insultarlos. Los demócratas han eliminado el término de su vocabulario, prefiriendo llamar a estos programas "red de seguridad social".
Pero está pasando una cosa curiosa mientras los políticos republicanos menosprecian el socialismo y los políticos demócratas huyen de él: las actitudes estadounidenses hacia el socialismo parecen estar cambiando. Una encuesta de Gallup realizada en noviembre de 2012 mostró que el 39 % de los estadounidenses tiene una opinión positiva del socialismo, una subida desde el 36 % de 2010. El capitalismo aún es percibido mucho más favorablemente, con un 61%, una cifra que se ha mantenido sin cambios en este sondeo de opinión desde 2010.
Quizá es más reveladora una encuesta de 2011 del Pew Research Center que muestra un salto generacional cuando se trata de puntos de vista positivos y negativos hacia el socialismo y el capitalismo. Entre la población de 19 a 29 años, el 46% considera el capitalismo positivamente, mientras que el 49% ve al socialismo positivamente. Por el contrario, los puntos de vista positivos sobre el socialismo caen drásticamente con la edad. Entre las personas de 30 a 49 años cae al 34%, entre 50 a 64 años al 25% y para los mayores de 65 al 13%, mientras que el capitalismo se mantiene en 50%, 53% y 52%, respectivamente.
Los costes por las nubes de las matrículas universitarias combinados con el persistente desempleo y el subempleo que han obligado a muchos jóvenes a seguir viviendo con sus padres ofrecen una explicación para este cambio de actitud. El movimiento Occupy dio voz a aquellos alarmados por la creciente desigualdad de ingresos, muchos de los cuales eran de una generación más joven. Los otros dos grupos que preferían el socialismo al capitalismo en esta encuesta eran los afroamericanos (55% frente a 36%) y los demócratas liberales (59% frente a 39%).
Obama caricaturizado por conservadores como fascista

La verdadera medida de si las actitudes hacia el socialismo realmente están cambiando en Estados Unidos puede ser la prueba de la elegibilidad. Y para ello la victoria de Kshama Sawant en el ayuntamiento de Seattle en noviembre ofrece evidencias que fueron noticia en todo el país. Esta profesora de Economía en un centro público de educación terciaria no tuvo miedo de presentarse a las elecciones como socialista –bajo la bandera del partido Alternativa Socialista– y la gente de Seattle no tuvo miedo a votar por ella. El diario Seattle Times la llamó "la primer miembro socialista del ayuntamiento en la historia moderna". Sawant hizo campaña con la promesa de luchar por un salario mínimo de 15 dólares por hora como el que se aprobó en la vecina ciudad de Sea-Tac el mismo día en que fue elegida.
El socialismo municipal no es algo nuevo en Estados Unidos y, de hecho, durante el máximo auge del Partido Socialista en los inicios del siglo XX "cerca de 1.200 miembros del partido tuvieron cargos públicos en 340 ciudades, incluyendo 79 alcaldes de ciudades como Milwaukee, Buffalo, Minneapolis, Reading y Schenectady", según un artículo en Dissent,, un diario socialista fundado en 1953.
Y tampoco fue la de Sawant la única victoria progresista de noviembre. Puede que Bill de Blasio no se presentara como socialista, pero sobrevivió a un artículo del New York Times sobre el activismo izquierdista de su juventud y a los consiguientes ataques de su oponente republicano. Luego pasó a ganar por goleada con el 73% de los votos. Su campaña se centró en torno a la desigualdad económica. A nivel nacional, el senador Bernie Sanders de Vermont se distingue por ser el socialista declarado y simbólico del Congreso de EE UU.
Nada de esto indica un cambio radical de la política estadounidense. Aunque Obama no es socialista, el verdadero cambio se produce a pequeños pasos, y con mayor frecuencia desde abajo hacia arriba. Y en política las palabras importan. A medida que los estadounidenses se desilusionan cada vez más por la desigualdad económica unida a una política dominada por los intereses corporativos, pueden empezar a cuestionarse el capitalismo, acercarse más al socialismo y perder el miedo a llamarlo así. Los recientes comentarios del papa Francisco sobre el capitalismo como la "nueva tiranía" no sólo ayudan a mantener abierto el debate público que comenzó el movimiento Occupy, sino que también da credibilidad y cobertura cultural a otras personas dispuestas a criticar el capitalismo en voz alta. Las palabras importan en la política y, con el paso del tiempo, la palabra "socialismo" podría empezar a sonar menos siniestra en EE UU. 

sábado, 11 de enero de 2014

REPUBLICANOS SE DEBATEN EN CRUENTA LUCHA INTERNA ENTRE FANATICOS RADICALES Y MODERADOS

Tomado de esglobal 

  
LA GUERRA INTERNA DEL PARTIDO REPUBLICANO SE RECRUDECE

¿Llegarán los republicanos divididos y a la deriva a las elecciones en 2014?
Tras la derrota electoral de 2012, muchos dentro del GOP se dieron cuenta de que sin los latinos será difícil recuperar los votos en estados clave para retomar la Casa Blanca.
Por Mario Saavedra
Cuando un matrimonio empieza a mantener acaloradas discusiones en público, saltan todas las alarmas entre sus allegados: si se comportan así con gente escuchando, ¿cómo serán sus peleas de puertas adentro?
Algo parecido ocurrió el pasado 10 de diciembre, cuando el portavoz de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, John Boehner, echó una tremenda bronca a los grupos más conservadores y cercanos al Tea Party ante las Cámaras. No se recuerda nada parecido. La lucha entre las facciones saltaba a la primera plana de la actualidad política. Los trapos sucios se aireaban delante de todo el mundo.
Grupos activistas republicanos, clave dentro del partido y con mucho dinero en los bolsillos (Heritage Action, FreedomWorks y Club for Growth) habían estado despotricando contra el acuerdo presupuestario que habían alcanzado los republicanos con los demócratas. Se trataba de financiar el Gobierno durante los próximos dos años. El proyecto de presupuesto intentaba poner fin al ciclo pernicioso de guirigáis políticos que han marcado los últimos años en Washington y han dificultado la recuperación económica. Boehner, el tercer hombre más poderoso en el escalafón político estadounidense, había sido humillado en varias ocasiones por las facciones más ultras de su partido, que habían obligado a cerrar el Gobierno durante 17 días para intentar frenar la Ley de Sanidad Asequible de Barack Obama. No lo consiguieron, pero con su juego acabaron con la poca reputación que les quedaba a los congresistas tras melodramas similares en 2011 y 2012. El líder republicano explotó: esos grupos habían criticado el acuerdo incluso antes de leerlo, dijo. Empezó a elevar la voz: “Están usando a nuestros miembros [del Congreso] y a los estadounidenses para conseguir sus objetivos. ¡Es ridículo! Si están por la reducción del déficit debería gustarles este acuerdo”.
Algunos pensaron que se trataba de un calentón pasajero, un desahogo del jefe republicano después de unos años en los que los freshmen (los congresistas elegidos en las elecciones de 2010) del Tea Party le habían estado amargando la existencia, negándose a cualquier compromiso con Obama. Para despejar dudas, él mismo se encargó de insistir al día siguiente: “Creo que están empujando a los miembros del Congreso a hacer cosas que no quieren. Y creo que con eso [los más conservadores] han perdido toda su credibilidad. Nos obligaron a luchar para quitar la financiación al Obamacare y a cerrar el Gobierno. La mayoría de vosotros sabéis que esa no era mi estrategia […] y luego uno de esos grupos reconoció que nunca pensaron que iba a funcionar. ¿Están de broma o qué?”, gritó el congresista.   
Entre bambalinas, los republicanos de centro y los pronegocio están formando una alianza para enfrentarse y arrebatarles poder a los más radicales, conservadores sociales y miembros del Tea Party, un grupo que ha acabado conformando una amalgama de católicos reaccionarios, defensores de las armas, libertarios con tendencias anarquistas, además de los miembros originarios en contra de las subidas de impuestos y gasto público. Estas organizaciones no electas, controladas por oscuros intereses económicos, ponen nota a los congresistas en función de lo que han votado, les hacen firmar cláusulas de nunca negociar subidas de impuestos y utilizan a sus representantes en los medios de comunicación para convertirse en un poder que audita la pureza del partido.
En 2010, el Tea Party y las opciones más conservadoras, apoyadas por muñidores republicanos como los multimillonarios hermanos Koch, barrieron en las elecciones de medio mandato (midterm). Les arrebataron así la Cámara Baja a los demócratas. Los años siguientes prácticamente no se legisló en Estados Unidos. Bloquearon esencialmente el poder legislativo. El objetivo era llegar al “cuanto peor, mejor”. Decenas de jóvenes de distritos blancos y conservadores habían llegado al Capitolio. Otros como Michelle Bachman o Ted Cruz los acogieron bajo sus alas, y empezaron a formar un grupo de resistencia a cualquier ley que supusiera un aumento del gasto: no al plan para el empleo de Obama, no a reparar puentes, no a elevar el techo de deuda hasta que no hubiera más remedio, no a financiar al Gobierno. Era un no a casi todo, con una notable excepción: el presupuesto para Defensa, que han tratado de proteger a toda costa de los recortes.
Además, tras adquirir un poder inusitado en algunos estados, empezaron a reconfigurar los distritos electorales para garantizarse la victoria efectiva: redibujaban las zonas de votos para asegurarse zonas de mayoría blanca, o ponían dificultades al voto de las minorías étnicas (pidiéndoles, por ejemplo, documentos de identidad de uso poco común o reduciendo los horarios de inscripción). El resultado fue que decenas de distritos no tenían competencia demócrata y, por tanto, los candidatos podían ser tan radicales como desearan, ya que no había que granjearse el voto del centro.
Mientras, en la capital, Washington, y en el centro económico, Nueva York, los republicanos pro negocios empezaron a ponerse nerviosos. Habían ganado una primera batalla poniendo a su candidato en las presidenciales de 2012, el moderado Mitt Romney, frente a radicales que jamás conseguirían llegar a la Casa Blanca, como la mencionada Michelle Bachman, Rick Perry o Herman Caine. Pero terminaron perdiendo el pulso electoral, en parte por el voto latino y femenino. Hubo otros avisos: la debacle de la batalla fiscal del verano anterior, cuando Estados Unidos perdió la calificación triple A de Standard & Poor’s; el de 2012, cuando con tal de no ceder se implementaron recortes automáticos e indiscriminados (el llamado sequester), o el mencionado cierre de Gobierno.
Grupos empresariales como el poderoso lobby U.S. Chamber of Commerce o el Grupo de Acción Política (Super PAC) America Crossroads (dirigido por el influyente Karl Rove) han formado una alianza con los republicanos moderados y pro negocio para aislar a las facciones ultras, según el artículo “Viejo Gran Partido (GOP en sus siglas en inglés, Partido Republicano) y los empresarios remodelan el mensaje”, del diario The Wall Street Journal.
El objetivo es aparcar la confrontación, pasar del no permanente a una actitud más propensa a legislar, más positiva. Todo de cara a evitar que en las próximas elecciones midterm de noviembre de 2014 haya radicales del Tea Party entre los elegidos. “Nuestro mantra va a ser: no más locos en nuestras listas”, asegura al periódico neoyorquino Scott Reed, estratega jefe de política de la US Chamber of Commerce, que ha puesto 50 millones de dólares (unos 36 millones de euros) a favor de los candidatos más moderados. “Nuestro objetivo número uno es no presentar candidatos que puedan perder en el Senado”.
El grupo se refiere a casos como el de los aspirantes a senadores Todd Akin, de Missouri, y Richard Mourdock, de Indiana, que perdieron sus posibilidades de entrar en la Cámara Alta frente a candidatos demócratas, a pesar de partir como favoritos. Akin aseguró que una mujer no podía quedarse embarazada en el caso de una “violación legítima”, porque, según le decían los médicos, “el cuerpo femenino puede cerrarse por completo” en ese caso. Mourdock, por su parte, aseguró que la vida es un regalo de Dios. “Incluso si comienza con la horrible situación de una violación, era la intención de Dios que ocurriera”, añadió.

La seguridad que proporcionan ciertos distritos electorales hace que sus congresistas no tengan el más mínimo interés en ganarse a la opinión pública nacional, sino que tan sólo se deban a sus votantes. Es lo que ocurrió con el senador por Texas Ted Cruz, que llevó al extremo su lucha contra el Obamacare, cerrando el Gobierno y causando pérdidas de miles de millones de dólares al país.
Juntos, los republicanos pro negocio y los empresarios han lanzado una campaña agresiva para acabar con losdebates alocados que se enfrentará a una prueba de fuego en las próximas primarias, en primavera. Un ejemplo claro es Mitch McConnel, líder de la minoría en el Senado, que se juega su puesto por Kentucky frente a un candidato apoyado por el Tea Party. Después vendrán otros comicios: Alaska, Lousiana, Mississippi, Georgia… Todos, lugares muy dados a decisiones radicales. Es allí donde podrán probar si su estrategia (inundar las ondas con anuncios apoyando al candidato moderado, fundamentalmente, o hablar con medios conservadores como el WSJ) funciona, o si tienen que intensificar la batalla de cara a las elecciones de noviembre.
A medio plazo, el Partido Republicano debería someterse a un cambio más amplio. Abarcar, para empezar, a la comunidad hispana. De tendencia católica, pro familia y conservadores, los latinos en Estados Unidos votaron mayoritariamente por los demócratas en las últimas elecciones porque durante la campaña los republicanos no paraban de hablar de extender el muro de separación con México, electrificarlo y deportar a los ilegales.
Tras la derrota electoral de 2012, muchos dentro del GOP se dieron cuenta de que sin los latinos será difícil recuperar los votos en estados clave para retomar la Casa Blanca. Lanzaron una propuesta de ley para regularizar a  los inmigrantes ilegales, aumentar el número de visados de entrada al país... Pusieron a un latino al frente, Marco Rubio. Sin embargo, el Congreso ha frenado la propuesta. ¿Qué pasará si en las próximas elecciones los demócratas recuperan la Cámara de Representantes y mantienen el Senado, y aprueban la ley ellos solos? Se habrían llevado de calle el voto hispano, las posibilidades de los republicanos de ganar en 2016 se desvanecerán.
Lo más probable, sin embargo, es que tras las elecciones de 2014 el escenario político se mantenga: Senado demócrata y Cámara republicana. En ese caso, será muy importante para el Partido Republicano qué tipo de congresistas eligen los votantes: si entran muchos radicales, que tienden a saltarse la disciplina de voto ordenada por el partido, harán imposible que se vote la ley de inmigración, y esto dañará aún más las posibilidades de los republicanos. El mejor escenario es el de que se recuperen ambas cámaras, pero aún en ese caso será importante tener congresistas alineados con el rumbo que decida tomar el Viejo Gran Partido. Una formación que ahora navega sin norte y con una rebelión a bordo. 

sábado, 11 de febrero de 2012

Hoy clausuran en Washington la 39 Conferencia Conservadora de Acción Política

Agencias Noticiosas

Miles de dirigentes republicanos han participado de un encuentro de tres días en Washington. Hay antiguos y actuales candidatos. Buscan forjar un frente unido contra el mandatario

La 39 Conferencia Conservadora de Acción Política (CPAC, en inglés), a la que fueron invitadas unas 10.000 personas, busca tender puentes entre las diferentes facciones del movimiento conservador de los Estados Unidos, por ahora dividido sobre quién los representará en las urnas el próximo 6 de noviembre.

"La cuestión nunca ha sido si Obama debe irse, sino qué tipo de liderazgo se necesita para reemplazarlo", sostuvo el gobernador de Texas, Rick Perry, quien abandonó la contienda por la candidatura presidencial republicana hace tres semanas.

Tras repetir los conceptos republicanos de un papel reducido del Gobierno y conservadurismo fiscal, Perry acusó a Obama de encabezar "un ataque contra la Iglesia católica" porque la reforma sanitaria que promulgó en 2010 obliga a las instituciones religiosas a ofrecer cobertura médica a sus empleados para servicios de planificación familiar, incluidos los anticonceptivos. "Debemos derrotar esta guerra contra la religión", afirmó, haciéndose eco de otros líderes republicanos que a lo largo del día también han criticado la gestión económica y la política exterior de la Casa Blanca.

La polémica sobre los anticonceptivos ha sido un tema dominante en el encuentro, y el presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU., John Boehner, prometió un "proceso amplio" para revocarla. Tampoco faltó quien hiciera referencias a la obra y figura del fallecido presidente Ronald Reagan, considerado el "santo patrón" de los conservadores del país.

Por su parte, el senador republicano de Florida, Marco Rubio, una estrella ascendente de su partido, afirmó que Obama es "un presidente terrible" y que los comicios de noviembre próximo determinarán el avance o retroceso del país. "Parece muy buen padre, parece muy buen esposo, pero es un presidente terrible. Nuestro país afronta una opción fundamental", afirmó el dirigente, cuyo nombre se baraja en una lista corta como posible compañero de fórmula en el binomio republicano.

Rubio señaló que si bien es cierto que Obama heredó un país con problemas económicos, el mandatario gozó de mayorías en ambas cámaras del Congreso "y todo empeoró", con un aumento en la tasa de desempleo y la deuda nacional.

Obama ha dicho que comparte la frustración de los estadounidenses con la lentitud de la recuperación económica pero ha defendido los logros de su mandato, y pide el apoyo del electorado para completar el proyecto de país comenzado en 2009.

Más adelante, en un panel sobre América Latina, tanto el legislador republicano de Florida David Rivera como el ex subsecretario de Estado adjunto para América Latina Otto Reich insistieron en que EEUU necesita un Gobierno que responda a la amenaza que, a su juicio, suponen los países de la ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas).

Rivera dijo que EE.UU, no sólo debe reforzar el embargo contra Cuba sino fomentar relaciones con organizaciones no gubernamentales que promueven intercambios académicos y culturales, para así contrarrestar el "sentimiento antiestadounidense" de esos países.

Los tres principales aspirantes a la candidatura presidencial republicana, Mitt Romney, Newt Gingrich y Rick Santorum, tienen previsto pronunciar discursos este viernes para cortejar a esta importante corriente del partido.

El cuarto aspirante, el legislador tejano Ron Paul, fue invitado pero decidió continuar en actos de campaña previo a las primarias de Arizona y Michigan el próximo 28 de febrero, indicaron los organizadores de CPAC 2012. En tanto, la ex gobernadora de Alaska y excandidata a la vicepresidencia republicana en 2008, Sarah Palin, será la oradora que cierre.