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domingo, 16 de diciembre de 2012

Museo de Historia Natural de Nueva York exhibe "Nuestra cocina global: Comida, naturaleza, cultura"


Tomado de The New York Times


La muestra "Nuestra cocina global: Comida, naturaleza, cultura", que se exhibe en el Museo de Historia Natural de Nueva York, muestra la diversidad cultural del mundo de los alimentos, pero también saca algunas conclusiones contundentes sin pruebas suficientes.

Por Edward Rothstein

"Nuestra cocina global: Comida, naturaleza, cultura", que puede verse en el Museo de Historia Natural de Nueva York sin duda refuerza la necesidad de invocar metáforas culinarias. Pero para el momento en que se digiere la fascinante oferta y se llega al postre multicultural liviano ­una película sobre la forma en que las diferentes culturas combinan comida y festivales–, ya tenemos una actitud expansiva para interpretar el mundo y una comprensión más cabal de nuestro lugar en éste. 

Nos enteramos de que todos los años se compran y se venden alimentos por valor de 4 billones de dólares: en 2010 se produjeron casi 2.000 millones de toneladas de maíz, arroz y trigo. La muestra abarca la inmensidad del tema, lo que comprende los desechos de alimentos (un 30% en el mundo) y su ausencia (870 millones de personas, una de cada ocho, padecen hambre).

Vemos erizos de mar salteados como se le habrían servido a Livia Drusila, la esposa del emperador Augusto, en la antigua Roma. En un elaborado diorama de un mercado azteca, se ofrece un cesto de langostas tostadas. Uno de los alimentos más importantes en las regiones tropicales, se nos informa, es la mandioca, cuyas raíces tuberosas saborean de forma periódica 900 millones de personas. 

¿Qué les gusta desayunar a los australianos? Vegemite (una pasta para untar a base de extracto de levadura y verduras). ¿Cuál era la dieta de un hombre al que se halló momificado en los Alpes 5.000 años después de su muerte? Carne (probablemente íbice, a juzgar por el ADN de las fibras animales preservadas), trigo silvestre molido (una antigua variedad de trigo que todo indica se usaba en la preparación del pan) y, tal vez, fruta seca. 

Se ha reunido una variedad maravillosa: a los gatos no les gustan los dulces y las aves no soportan los ajíes; se usa más azúcar brasileña para biocombustibles que para alimentos; y en Japón las sandías se cultivan en recipientes de vidrio que les dan forma de cubo. Hay un vívido modelo del tipo de desayuno que prefería en su adolescencia el campeón olímpico de natación Michael Phelps: un omelette de cinco huevos, una pila de panqueques con almíbar y más. 


Y nadie que se entere de la existencia de las unidades Scoville, o SHU por la sigla en inglés, que "nos dicen 
cuánta azúcar y agua hay que agregar a un pimiento molido hasta que se lo pueda probar", volverá a insistir en que los jalapeños son picantes. Su SHU es de entre 2.500 y 5.000, pero en Trinidad hay una variedad de ají que registra hasta dos millones de unidades en la escala Scoville.

Detalles sorprendentes aparte, un tema mayor recorre la muestra: la forma en que las culturas transforman la naturaleza y cómo esas transformaciones pueden haber fracasado.


 Al principio nos enteramos de que casi ningún alimento que se cultiva de forma natural está del todo libre de la domesticación humana. Las frutas silvestres son mucho más chicas que las que comemos habitualmente porque, por lo general, las más grandes son las que se ha seleccionado para el cultivo. 

Esa práctica de modificación genética selectiva es antigua. En el transcurso de los siglos se ha cultivado de forma selectiva una sola especie de repollo silvestre, Brassica oleracea, para crear repollitos de Bruselas, repollo crespo, brócoli, coliflor y colirrábano. 

Las papas eran venenosas antes de que los pueblos de los Andes las transformaran en cultivos comestibles hace entre 7.000 y 10.000 años. 

En la época actual, métodos similares han derivado en gallinas que ponen más huevos, tomates de piel más resistente para facilitar su transporte y un bacalao del Atlántico cada vez más chico. (Se desecharon los genes de los representantes de mayor tamaño para que sólo se reprodujeran los más chicos. A fines del siglo XIX los bacalaos tenían más de 1,8 metros de largo, mientras que en la década de 1980 ya no medían más de 45 centímetros.) Las tecnologías agrícolas prometen grandes oportunidades: la mitad de todos los peces y moluscos que se comen ahora es producto de la "acuacultura". Pero también se nos informa sobre los peligros de limitar la diversidad, lo que hace más vulnerables los cultivos. (Un solo hongo atacó una única variedad de papa y generó la hambruna devastadora del siglo XIX en Irlanda.) Ahora casi todas las bananas, "la fruta más popular del mundo", proceden de un mismo grupo genético, y también se ven amenazadas por un hongo. "¿Adiós, banana?" se lee en la etiqueta. 

La diversidad no sólo se celebra en los alimentos, sino también en las culturas que los cocinan, sirven y modifican. Se puede ver la constancia con que se ha preparado algunos platos a lo largo de los siglos en países como China, Marruecos y Corea. 

Pero esa diversidad cultural, se nos dice, también enfrenta momentos difíciles en la cocina global: un 26% de los alimentos envasados del mundo sale de las plantas de apenas diez compañías. Un enorme contenedor transparente lleno de lo que parece ser basura sugiere que la cantidad de comida que desecha una típica familia estadounidense de cuatro integrantes es de 750 kilos por año.

Al lado se compara lo que desechan los países de altos y bajos ingresos y se destacan curiosas diferencias. 

Pero en líneas generales, nos enteramos de que los ricos descartan por la despreocupación de la abundancia (como desechar verduras imperfectas o mostrarse rígidos en cuanto a fechas de vencimiento) y los pobres lo hacen por ausencia de condiciones adecuadas (falta de refrigeración o de rutas en buen estado). 


También se presentan algunas conclusiones contundentes sin pruebas suficientes. En un breve video, "El futuro de los alimentos", científicos sugieren que la agricultura contemporánea contribuye al calentamiento global. La curadora, Eleanor J. Sterling, directora del Centro para la Biodiversidad y la Conservación del museo, dice (como lo hace la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y los Alimentos, FAO por la sigla en inglés) que el 18% del gas de invernadero del mundo procede de la cría de ganado para consumo. 

Dos asesores del Banco Mundial van aun más allá y sostienen que la cifra es de 51%, lo que significaría que el Protocolo de Kioto debería haber tenido más en cuenta el vegetarianismo que los combustibles fósiles.

La exposición, sin embargo, que puede verse hasta el 11 de agosto de 2013, es demasiado diversa como para aspirar a un mensaje simple. 

sábado, 19 de mayo de 2012

Se celebró el Día Internacional de los Museos: Conozca los 10 más insólitos

Tomado de Revista Arcadia.com

Museo del crímen en Londres

Esta semana se celebró el día internacional de los museos. Para conmemorarlo hacemos un recorrido por varios lugares que exponen los más insólitos objetos. Sexo, drogas, tortura y parásitos hacen parte de este listado de museos que esperan su visita.


Según el diario El País, de España, es casi imposible establecer el número de museos que existen en el mundo, aunque se calcula que hay entre 25.00 y 35.000. En los últimos 20 años estas instituciones se han multiplicado y en la actualidad hay una fiebre que ha llevado a que se funden museos dedicados a los temas más extravagantes. Los inodoros, las podadoras de césped e incluso satanás tienen sus propios espacios de exhibición.
Ámsterdam, Holanda.
El museo del sexo de Amsterdam, llamado el Templo de Venus, es más antiguo del mundo espcializado en este tema. El visitante puede encontrar una gran variedad de imágenes eróticas, cuadros, objetos, grabaciones, fotos e, incluso, atracciones.
 

Nueva Delhi, India
Fue fundado por el doctor Bindeshwar Pathak y resguarda una completa colección de tazas de baño, que muestra su evolución y los más heterogéneos diseños desde antes de Cristo.
 

3. Museo de los instrumentos de tortura medieval
Praga, República Checa
Exhibe las más impresionantes herramientas de tortura usadas a lo largo de la historia con la intención de causar las muertes más lentas y dolorosas. Recorrerlo en su totalidad toma alrededor de 45 minutos.

4. Museo de los parásitos 
Tokyo, Japón.
Fundado en 1953 por el médico Satoru Kamegai, cuenta con 45.000 parásitos que alguna vez habitaron el cuerpo de algún atormentado ser humano. Además hay miles de documentos y libros especializados sobre el asunto. El museo presenta una extensa exposición sobre la mayoría de parásitos que pueden alojarse en el cuerpo de los hombres o de los animales.
 

Boston, Estados Unidos.
Esta institución tiene un muy curioso propósito: recoger obras de arte que son tan malas que no pueden ignorarse. Desde 1994 el museo busca lo peor del arte del mundo para mostrárselo a su público. En él se encuentran más de 400 piezas, clasificadas en tres grandes colecciones: retratos, paisajes y fuerzas ocultas.

6. Museo Psiquiátrico de Glore 
Missouri, EEUU
Muestra la historia, de 130 años, del Asilo Estatal de Lunáticos. En este lugar pueden verse los objetos dejados por los internos, las representaciones de los tratamientos que se usaban en el hospital desde 1874 y piezas como esta vitrina, con objetos extraídos del estómago de una paciente.
 
7. Museo del pelo
 Missouri, EEUU.
Leila Cohoon es peluquera y supo llevar su pasión por el oficio un paso más allá: creó un museo en el que se encuentra una colección de 2.000 piezas de arte antiguo cuya materia prima es pelo humano. Muchas piezas del museo son producto de la práctica victoriana de hacer recuerdos con el pelo de los seres queridos. Hay coronas, brazaletes, dijes de relojes, cuadros y todo tipo de joyas y objetos de arte.

Philadelphia, EEUU
Se fundó para educar a futuros doctores en anatomía y en anomalías humanas, pero luego se convirtió en una fuente de información para el público en general. Fue creado en 1858 en Filadefia por el doctor Thomas Dent Mütter, antiguo profesor de cirugía. En la actualidad, el museo cuenta con más de 20.000 muestras, entre las cuales se encuentran el esqueleto del hombre más alto de Norteamérica, el esqueleto de unas extrañas siamiesas y una colección de dos mil objetos que se han extraído de las gargantas de la gente, entre otras curiosidades.

 Amsterdam y Barcelona
El museo de la marihuana abrió sus puertas en 1985. En el interior se realiza un recorrido por los 8.000 años de historia de la hoja de cannabis, desde su uso por chamanes para la adivinación hasta la utilización de la misma en la confección de tejidos y papel. Otra sucursal del museo fue abierta en Barcelona, a principios de mayo, en un palacio renacentista donde se fraguó la principal conspiración antinapoleónica que se produjo en esta ciudad española en 1809.
10. Museo del crimen
Londres
El museo de la Policía Metropolitana de Londres contiene una afamada colección de recuerdos sobre crímenes. Nació para ayudar a la policía en el estudio de las mentes de los delincuentes, pero unos años más tarde se abrió al público. En el lugar se guardan todo tipo de armas, cartas escritas por Jack el destripador y otros objetos de importantes investigaciones hechas a lo largo de la historia.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Copia de la Mona Lisa se convierte en la nueva atracción del Museo del Prado

Agencias Noticiosas

Tiene la misma sonrisa enigmática, pero es la Mona Lisa del Museo del Prado, una copia de la obra de Leonardo realizada por un desconocido alumno suyo. El cuadro atrajo a multitudes el martes durante su exposición

Es "la versión más importante de la Gioconda de las conocidas hasta el momento", explicó ante un auditorio de apasionados Ana González Mozo, investigadora del Gabinete de Documentación Técnica del Museo del Prado.

Esta "Mona Lisa" figuraba en el inventario del célebre museo español desde su apertura en 1819 y jamás había sido expuesta, porque parecía otra copia más de Leonardo. Hasta que un profundo trabajo de investigación, encargado por el museo del Louvre a principios de 2010, seguido de una delicada restauración, permitió descubrir que los dos cuadros habían sido pintados codo a codo por el maestro y un alumno, de quien se ignora la identidad.

La posición de los dedos, delicadamente posados sobre el puño, los retoques aportados al velo, al escote... Todas esas "dudas" se encuentran en una y otra tela, precisó Mozo. "Cada una de las correcciones se repiten", explicó la investigadora. "Un copista tradicional copia lo que ve", añadió.

Superpuestas, las imágenes revelan además que las dos Mona Lisa tienen prácticamente la misma talla. Aquneu hay una diferencia singular entre las dos: la Gioconda de Leonardo da Vinci tiene el rostro más fino y amarillento por capas de pintura oxidada y no tiene cejas. Al fondo de las dos "gemelas" aparece un paisaje de montaña, que, en la tela madrileña, fue escondido en el siglo XVIII por un fondo opaco.

Durante más de cinco meses, el equipo de restauración del Prado se afanó en abrir "una ventana que quedó cerrada durante dos siglos", explicó la restauradora del cuadro, Almudena Sánchez.

Uno de los pocos cuadros atribuidos con certeza a Leonardo da Vinci, el retrato de la Mona Lisa, es una pintura al óleo realizada sobre un panel de madera entre 1503 y 1506. Representa un busto, probablemente el de la florentina Mona Lisa de Giocondo.

Como una copia, la versión madrileña de la Mona Lisa "más bien se pintó a la vez, introduciendo los mismos cambios", destacó el martes Gabriele Finaldi, director adjunto de Conservación e Investigación del Museo del Prado. "Es como si el pintor de este cuadro estuviera trabajando en el caballete que flanqueaba el del maestro", describió, y calificó la copa del Prado de "gemela" de la Gioconda francesa. Aunque se trata de una hermana menor ingrata.

Mientras que Leonardo da Vinci se plegaba a la técnica del "Sfumato", difuminando partes del paisaje al fondo de su Gioconda, el pintor de la copia del Prado "era un pintor preciso y relamido en su ejecución", añadió.

Se ignora aún la identidad de este aplicado discípulo. Pero para Miguel Falomir, jefe del departamento de la pintura italiana de antes del siglo XVIII en el Prado, podría tratarse de Salaï (1480-1524) o de Francesco Melzi (1491-1572/73), "los alumnos más cercanos al maestro, herederos de su obra".

A pesar de su inferioridad técnica, la Mona Lisa del Prado era difícil de ver el martes, rodeada de curiosos en la sala donde reinará durante tres semanas. Seguidamente se sumará temporalmente a su "gemela" en el Louvre, a partir del 26 de marzo, para una exposición temporal.

Su restauración ya ofrece una "serie de datos y de pistas para un mejor conocimiento del cuadro del Louvre", destacó el martes Gabriele Finaldi. "Estamos al principio de un proceso más amplio de investigación", concluyó.